sábado, 29 de diciembre de 2007

f

Es hora. Dijeron que es hora. Como en la canción de la onda vaselina y en esa frase en mi móvil, cuando mi móvil era celular. "Los buenos guerreros se retiran a tiempo". Aquella vez que decidí dejar a alguien.

Entonces se acaba. Hay que dejar algunas guerras para concentrarse en otras. Saber reconocer la derrota, el tiempo pasado, o la llegada de alguien más. A veces son amigas. A veces soy yo.
Caminos libres. Dicen que cuando quieres ser libre tienes que dejar libre todo lo demas. Tienes que dejar. Habrá que ser congruentes. Unas cosas por otras, siempre digo yo. Tendré que apostar por las "otras".
No es nada. Quizás un dejo de tristeza. Un halo de lo que hubiera podido ser que ya nunca se sabrá. Unas ganas inmensas de haber sido sapo. Rana que se convirtiera en princesa. No princesa que volviera a ser renacuajo.

Hubiera querido abrazarme a un brazo. No querer moverme. Estar llena con el calor de un cuerpo. Hubiera querido no tener raíces de alas. Cuesta mucho hacerlas crecer, no pisarlas, mantenerlas en alto. Por eso, Sarita, sólo algunas podemos ser hadas. Porque tener alas duele el doble que tener manos y pies. Porque el que vuela vive cayendo para volver a levantarse en alto. Por eso, Sarita, ser hada no siempre es buena idea. Porque a veces las alas pesan y hacen imposible la factibilidad de un abrazo. Volar. El vuelo. ¿Lo vale todo el vuelo? Por eso, Sarita, para ser hada necesitas haber crecido mucho, haberte roto el corazón y haberlo remendado muchas veces. El corazón que esta compuesto de todo. Un corazón, Sarita, un corazón de hada. Un hada que acepta sus errores, que perdona, Sarita, que perdona. Una hada, Sarita, que vive por ver la sonrisa de un niño. Por hacer que toque la estrella de su anillo y pida un deseo.

Una hada, Sarita, una hada. Aunque suela asesinar. Una hada.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

- Entonces..¿ nunca usas tacones?
- Nop.

Miento. Uso tacones para las noches contigo. Para despertar a los vecinos. No puedo hablar. Hay un yunque en . garganta y la maromera chaparra que está de visita estas navidades. Habrá que volver a hacer migas con ella. Me gusta estar. De colores en las pieles. Güisqui por cervezas. Lo barato. No resulto tan ligera cuando hay sobre carga de emociones. Aunque pese 45 kilos.

Invierno, pijamas. Clown acabado y desconexión. Una lástima. Pero ya no me suda la nariz, ni me toca el sombrero cualquier chico de discoteca. Lo tengo yo. Aún tengo a Fausto entre los dedos y el réquiem del poder. Ni siquiera me he lavado el cabello.

Vodka disco! Del otro lado del sol. Un asiático con tres amaneceres nocturnos.

domingo, 23 de diciembre de 2007

porques

Eran sus ojos que decían lo que su boca no y lo que sus manos sólo por la noche. Antes de soñar. Entre abierta y dormida. Después, sola, escuchando a Marquez un imán en el estómago. Está el muro y la mayoría de "porque no". "Porque no", "Por qué sí". El peso entorpece la mirada y se vuelve imposible leer. No hay música qué bailar, sólo el calentador. Sigo con frío. Porque sí. Tocar la puerta. Porque no. Dos, cuatro, seis, vueltas en la cama. ¿por qué no? Sudor entre los pechos.
Entre sueños, uno, otro. La cama para tres. Vencen los "por qué no" que con el alcohol huyen. Son sustituidos por espadas en el vestido.
Es la boca, lo que sobresale. Aunque eran sus ojos los que decían lo que su boca no. Porque no. Los suyos y los mios. "Mira qué mexicana". Por ser algo.

Eran mis labios los que decían lo que mis piernas no. Aunque fuera al contrario. Porque no. Porque sí. Es la música, no son las cervezas, ni el alcohol. Son las letras; las de antes y las futuras. Eran otras y otros. Somos tantos. Porque sí. Hace frío. Dan las cuatro y mis piernas luchando con mi boca. Porque no.

Era su lengua la que decía lo que su corazón no. Co-ra-zón. Mucho sueño y remordimiento. Matanza. Ensangrentada del desamor. Sustituyendo con el oscuro de su lengua. Porque sí. No se logra. Sólo una sonrisa. Alguna risa. Porque sí. No hasta el corazón. Porque no. ¿Por qué no?! Piel de porcelana a las diez. Sin alcohol. Porque no.
"Por qué no te callas"

sábado, 8 de diciembre de 2007

secundario

He terminado a Jorge Edwards. El whisky de los poetas. No sé si la sensación sea buena o mala. Leo durante una semana anécdotas de Neruda, Teillier, Huidobro, Paz. Y todos los poetas de la época. Los vivo en París y en Santiago. Entro en ese mundo, en "su" mundo. Es cuando ves al mundo más lejano. La literatura se aleja a pasos gotzilianos. Una pelusa dentro de un dispensario de medicinas arrumbado.
Muchos días sin escribir. Los comienzos de las historias entre telarañas. Pegostiosos en las paredes del cerebelo. Influye la falta de líneas, puede ser simplemente eso. Puede ser un no saber hacia dónde lleva escribir, algo que no está escrito y que no se sabe si tendrá sentido hacerlo. Qué se podrá aportar, arte. Una minúscula partícula. Una carencia de ideas, de sueños. ¿La imaginación? Comida por las caracolas. Cansancio de hablar sobre mi misma. Seguro mañana se pasa. Tan lejano el mundo intelectual. "Estamos en los 90´s Sabrina, suelen tocar esa canción".
Como las pelis y el aro de fuego en el estómago. Vacío. Lo único, lo más significativo es la PEREZA. Las migrañas que me han atacado y la falta de tristeza. Sueles escribir ante las tristezas, escribir mejor, a veces.
Ahora me siento bien. No hay nada malo pasando, o es la neblina. Voluntaria. He dormido tres horas porqué no sé en que soy buena. Si es que soy buena en algo.No llamaste. No es una caída para ser levantada. Eso ya, no. Los nervios y el miedo paralizan la creatividad, la poca que hay. Un poco más.
Me río ante el futuro. Ampliamente.
Jorge Edwards; lo he descubierto, o él a mi, en la biblioteca. Una portada cien por cien publicitaria, pero fue el título "El whisky de los poetas". No era lo que esperaba. Crónicas. Buenas, un poco tendenciosas, pero siempre se les exprime algo. La buena comida de París y el nombre del autor, que nunca había escuchado, tal vez por mi ignorancia, tal vez porque no suele sonar tanto por ahí. Me encuentro encantada de haberlo descubierto. Puede ser que muera con espíritu de actor secundario. Pero actor al fin y al cabo.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

con ojos de turroncin ( h al l. a)


La espectativa, ya con los niños acostados,
del aburrimiento sin cura de la noche.
Lobo Antunez.
Se han dormido los niños y el silencio en la casa no hace más que recordarme que en el instante que ellos cierran los ojos mi vida se apaga. El sueño tarda cuatro horas en asaltarme. Trato de coleccionar actividades para esa hora pero todo lo que hago carece de sentido. Sin ellos. A veces quiero despertarlos para no recordar porqué son las dos de la madrugada y sigo sentada frente al televisor viendo salsa rosa o anuncios de cosas que no sirven, comprobado. Tampoco es que quisiera estar con alguien, es que a esta hora me visitan los recuerdos. De lo que era. De lo que ya no voy a ser. Que al tomarme el cereal la cuchara hace eco por el pasillo, y yo lo escucho. Escucho el eco de mi cuchara todas las noches. Qué cosa más triste. Tan terriblemente triste como el verde de mis pantuflas. Como el viaje que ya no hice porque alguien me dejó aqui botada. Sin culpa alguna. No me queda de otra que volver a planchar la ropa. La de mi niño chiquito, que le encanta el olor a algodón caliente. Para que en la mañana me diga "huele a lentito". Quitarle las lagañas y abrazarlo fuerte. Mi pequeño turroncín. Con sus ojitos verdes que no se parecen en nada a los míos. Porque él sí que es inteligente. Él no va a dejar que lo maltraten, no va a dejar que la vida se le vaya de las manos y sienta como todos los demás avanzan y lo dejan atrás. Ya sé que me han pasado cosas buenas. A veces se me olvidan.
Entonces abro otra de mis novelas, que no hacen más que levantarme las esperanzas sobre una historia que no es mía y que nunca será. El eterno vacío al cerrar un libro.
Que ya no fui. Hasta que sea de mañana seré.

martes, 20 de noviembre de 2007

no mataré. ( h. al l.a)

Nunca tendré real influencia,
porque ni maté a nadie
ni quiero matar.
Bernard Shaw.
Llevar al extremo un deseo. Resulta difícil cuando la vida te parece pusilánime. ¿porqué la necesidad del extremo? Eso se deja para la gente que no haya sufrido lo suficiente. Para los que si, hay que diluir más bien el día con día. Dejarlos leer, relajarse. ¿porqué hay que aflorar cada sentimiento? Somos, ya, de antemano sacos rellenos de sensibilidad. Ahora hay que sacar cada uno. El muno no puede vivir en extremos. Sería lastimoso a los ojos. Llorar y querer no siempre tienen una razón sentimental. Puede haberte caido ácido en el ojo. Sin sensiblerias. El objetivo de no perforar cada corazón. A veces la mirada con sólo existir golpea los cerebros y las fibras de otros. Más.
El talento natural ¿puede ser estropeado con la educación? y si así fuera entonces ¿sería talento natural?
Forzarte a sentir. No suena ya como una contradicción. Forzar- sentir ¿pueden ir de la mano?
Poder tomar la mano de alguien sin remordimiento a lo que pueda suceder en el futuro o a que deje de suceder algo en el futuro. No hay importancia de las cosas como tal . Por eso la concentración en nimiedades viles como las parejas y el metabolismo nervioso.
No poder aprovechar el espacio infantil, que siempre es el que más llega, porque una mesa verde y fría se interpone entre las dos. Una mesa que para mi nunca fue pupitre. Puede ser que para ella sí. Utilizar la palabra "fuerte" en medio de dos debilidades. Más con más da menos. No siempre hay resultados.
Ser viejo, o vieja tejer en lugar de cocinar. Los tejidos que no tienen forma. La comida de todas maneras va a perder su figura y la tuya. Llueve, yo sin paragüas, sin tejido, con las gotas rodando por mi cabello, intentando no dormirme en el autobús. El viejo del otro asiento me sigue. Lo supe desde que me subí al autobús. No me molesta. Si quiere le doy mi dirección. No hay nada escondido. Sólo la masa latiente de carne. sudorosa.

lunes, 19 de noviembre de 2007

ll


Sin miedo, no hay humanidad.
Sólo cuando él vino al mundo,
pudo empezar la historia.
Gil Berra.
Resulta que es así. Que depronto todo nos parece terrible. Vas de la mano de la noche. Somos la noche. No las noches estrelladas, ésas de los poetas. Las noches de los payasos asesinos. Del miedo debajo de las cobijas. Los alaridos del aire denunciando que ahí fuera están pasando cosas horribles. No queremos salir. No escuchar. Todo te va a traicionar.
Descubrimos que las flores no son flores, o que sí lo son pero que mueren rápido. Son débiles. Morimos lentamente, dudando el sentido de nuestra existencia y no sólo de ella. De cada actividad, de cada relación, de cada sentimiento. Hacemos por miedo y dejamos de hacer por la misma razon.
El mismo hecho de llorar resulta deprimente. Innecesario. Nada se puede hacer ante el caos. Ya no es la muerte. Es la vida. Es salir a la calle y mojarte con la lluvia, con los gritos. Racismo. También, entre otras cosas y miedos paternales.
La musica no puede tranquilizarnos. Ni los tés para el insomnio. Algo nos devora el estómago y la nuca suda. El crecimiento inparable. Se desbordan los años y las épocas. NO hay solución. Las pastillas no nos duermen. Nos alteran los nervios. Nos dejan medio muertos. Queremos correr. No se debe, las piernas tienen que permanecer ocultas. Los gigantes pueden despedazarlas.
El aullido del feroz, de la bibliotecaria caduca. El viejo que no supo acariciar a su perro, por eso se arranco los pelos. El retrete desgastado y lleno de mierda. La mierda congelada. Desechos de sandías y tiburones que dicen ser delfines. Ya no hay inteligencia hay instintos y sin razón, sin sazón, sin leche en la madrugada.

jueves, 15 de noviembre de 2007

4/4 + 1 de 2


El proposito de la rebelión
no es derribar lo existente,
sino liberar a los individuos
de lo existente,
colocarlos por encima de lo existente.
Stirner
Prometí no gritar. Un poco evadiendo el tema de la cama. No me apetecía en el momento. Hay los que desechan autores por la primera línea. Hay primeras líneas que te paralizan el cuello. Así mi cuerpo pidió sentarse y alli, a media calle, con las hojas en la mano y su mirada en mis manos me senté. Como imantada a la acera.
Yo sentada y él de pie a mi lado. Las hojas revolotearon en mis dedos. La vi, por primera vez. Su ausencia fue la imagen perfecta de su existencia. Lo entendí. Emilia no estaba. Por eso la sentí en cada letra, en cada coma, en cada punto y aparte. Era su voz la que me susurraba las palabras. La conocí. Por fin entendí el porqué de su musa, porque ella. Porque al no estar era mil veces más real que en todos los demás.
Envidié a las musas y a los que las llevan a cuestas. Cada espacio me maravillaba con un nuevo perfil. El recuento de todo. Un poco su aleph. O era el mío en ese momento.
No pude evitarlo, se apoderó de mí. Era su poder y fuerte en alto : ¡Emilia!. Noté como los, pasos de mi alrededor se detuvieron. Caí en la cuenta de que estaba en el suelo cuando mis ojos chocaron con sus zapatillas amarillas. Mis pestañas escalaron por sus vaqueros.
Sonreía esperándo escucharme. No pude decirle nada. Sólo surgió un " te invito un cono". Había que agradecer áquel banquete.
En la cola del Mc Donals él me miraba, con una sonrisa cómplice. Yo solté la carcajada, la nerviosa. Los dos comenzamos a reírnos. No podíamos parar. Ni siquiera cuando la mujer de rasgos olmecas (toda vestida de azul, con una M en lugar de alguna bandera) nos preguntaba qué queríamos. Él todavía pudo señalar el cono. Yo tuve que troncharme sobre la caja para soportar las carcajadas..

sábado, 10 de noviembre de 2007

chicas-animal. ( h al l. azul)


Ve cómo los hombres se vuelven
animales
Y cómo los animales se vuelven ángeles
Y sólo uno irrumpe y hace un lirio de si mismo
Sofia de Mello Breyner
No es el hecho de que sea un antro. Bueno quizá si. Me siento arrugado, pegostioso, sucio. De todas maneras siento cómo las arañas estan comiéndose mis intestinos. Haciendo fiesta en el estómago y sé que pronto subirán a la garganta. Necesito una chica-araña. Que me llegue a la yugular. Que cuando me muerda se convierta en mariposa. Sé que aqui no. Sé que aqui encontraré a una chica-lagartija. De las que te besan y se escapan. De las que besas y les arrancas la cola. Aunque pienses que no. Cada beso es una cola menos, una cola arrancada. Creemos que somos conscientes de la regeneración. No siempre la hay.
Entonces las arañas bajan a mi pelvis y me ponen a bailar. Hacia adelante, hacia atrás. Chicas-leopardo, chicas-lombriz. Una que otra chica-escarabajo. Yo atrás, ellas adelante. Bacardi. Y cuando mis arañas. Porque son las arañas, no soy yo, las tocan, a las chicas. Aunque sean chicas-grillo. Canto de arañas. Se duermen, tal vez sólo se van arrullando. Después del golpeteo. Movimientos de cuna que las arrulla. Una sube a la garganta y se escapa para robarle un beso a la chica-gorila. Que no siempre es chica-gorila, por dentro puede ser chica-lagartija. Es chica-lagartija. Una cola más para la colección. Sólo lo sé al separar a mi araña de su boca.
Parece que las arañas duermen, sólo estan soñando y cuando empieza el sueño es la revolución. Llegan hasta los pies y los brazos son incontrolables. Mis arañas atrapan a la chica-gorila que ahora es chica-lagartija y la llevan al coche. No soy yo, son las arañas. Entonces en el coche hay fiesta. Las arañas se suben al techo, al retrovisor, a los cristales, en el volante. Brincan en el asiento trasero y más colas bailando con las arañas. A ratos parecen peleas. Peleas de colas de lagartija y arañas. Nunca se sabe quien gana. Entonces el coche suda, hay que bajar porque viene la campana de cenicienta y mi coche será calabaza.
Salimos y la chica vuelve a ser chica-gorila. Afuera hay una pareja de perros. Nos ven con las orejas bajas. Creo que uno de los perros llora, y posa su pata sobre la perra.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

best youth ( h. al .l azul)


Tu hoy es tu pasado de mañana.
Lucien Auger.
Ayer, que es hoy, silbé al salir del metro, al momento cayó la bolsa con las llaves, abrí la puerta de atrás. Entré de nuevo. Como todos esos días que siguen siendo del hoy y también fueron de ayer. Es que nunca te das cuenta cuando es y cuando fue. Hasta que ya no está. Que tampoco sabes si volverá a estar.
Unas veces pones puntos suspensivos y los relllenas mentalmente con (no sé bien que está pasando y que pasará). Páginas después, regresas, y ahora esos puntos suspensivos significan ( la historia acabó ahí). Sin sandías ni margaritas. Hoy toco a su puerta pero mañana voy a pensar en hoy como ayer y nunca en eso.
No hace mucho pasé las noches en una mini habitación, abrazada a un peluche, sintiéndome feliz por la soledad. Extrañando a personajes que hoy bagamente dibujan algo en mi vida. Lo que yo soy o fui para ellos, o lo que ellos fueron y son para mi. En las mesas entra y sale la gente. A veces los mismos clientes, otras silas vacías. Siempre hay alguien que la rellene. Ayer escuché Microchips en mi cocina, hoy lo escucho que lo escuchaba en el ordenador. Pero ya no estoy bailando. Quizá porque no quepo en esta cocina. O porque he caminado mucho y estoy cansada , o porque estoy escribiendo.
Ayer y hoy, todo lo determina el cabello de la niña, hasta que se hace mayor

lunes, 5 de noviembre de 2007

3/4

Ahí viene. Zapatillas amarillas. Más le vale. No sé si realmente tenga ganas de leerlo. Bueno siempre tengo ganas de leerlo, no siempre si está Emilia. Dice que en éste no está. No siempre le creo. Es sólo que no sé qué me hace venir cada vez que llama. Es.. su olor, entre alcohol y tristeza. Seguro si toco se deshace. Como la vez de... por mi miedo a no controlar su vuelo. Es el miedo, me paraliza. Ja ja viene corriendo, como si eso fuera a quitarle los 45 minutos de retraso. Es divertido verlo correr. Otra vez los ojos rojos. El mar está triste para los dos. Han sido cuarenta y cinco minutos de ir y venir, de irme y permanecer. Como siempre. Es culpa mía. No puedo creer que me estén sudando las manos. Estoy donde debo estar ¿no? Qué tonto es cuando busca, quizá algún dia encuentre lo que quiere. Voy a fingir que leo muy casual. Odio ser la que espera. Todavía no me ve. ¿ a quién saluda? Encima saludando gentes raras. Que ni crea que lo voy a llamar, que me encuentre solito. Nadie me ha encontrado... aún. ¿ese tipo qué? Como se quede platicando más tiempo me piro. jaja ¿de dónde habrá sacado ese suéter? Dios! estoy nerviosa. Odio esta sensación de quinceañera. Bueno la verdad me gusta, me encanta. Tenía que haberme visto en el espejo antes, seguro ya se me bajaron las chapas y se me deshizo la línea de los ojos. Cómo dejé a ... no voy a pensarlo, ya pasó. Lo hecho.. lo hice ¿yo? Tal vez era lo que tenía que pasar, si no no estaría aquí hoy... leyendo... cuentos de... alguno. ¡Coño! ¿qué hace? ¿ se puede ser más lento? Tendría que pararme, así me ve y deja a ese ñoño. Bueno ni tan ñoño que tiene su puntillo. ¿ quién será? Ah, ya viene, a ver. cojo el libro. Hazte la desinteresada, así sí ya está.

viernes, 2 de noviembre de 2007

no era tarde. (h al l.a )


El dolor da sinceridad.
Tennessee Williams
Tuvo que haberlo visto. Golpe en las cuerdas vocales. Le arrancaron lo poco que le quedaba de razón. Uno nunca tiene razón, ni la razón. Mínimo no la llevamos sobre las manos.
Era de mañana, casi tarde, aún en pijama. Tocaron a su puerta. No quería abrir. Las mañanas desmañanadas no es bueno abrir las puertas. Es más seguro quedarse frente a la nevera, abierta, pensando qué devorar. Tenía calor y se quitó la camiseta. Sólo agua de jamaica. Otra vez el timbre. No podía ser el gas, "pasó ayer". Tercera vez. Insistente. De nuevo ponerse la camiseta. Quita la cadena de la puerta. Aún con sueño. Aunque sean las tres de la tarde.
Era ella. " No pensaba venir, pero lo pensé tantas veces que quise tocarte". Nunca la había visto así, a pesar de verla todos los días, dormida, en sus brazos, en la cama, en la piscina, así nunca. No pensó poder contar su tristeza a alguien, menos a ella. "No pensaba abrir, pero lo pensé otra vez, eres tú". Se sentaron en el salón. Un poco de mate. Silencios incómodos.
"Te veo diferente" le dijo ella mientras investigaba en sus ojos tratando de encontrar la aguja. "Me ves triste" tres palabras nunca antes planeadas. Él mismo se asombró al escucharlas.
"Lo sé, lo siento, no sé por qué". Nerviosa cruzó las piernas. "Debí llamarte, lo siento más yo, no quería ver a nadie, no quiero ver a nadie". Contestó un poco más seguro que antes. " Me lo han dicho, por eso toqué". Termina la última palabra tomandolé la mano. Él que no pensaba que lo haría, bajó la cabeza y comenzó a sollozar. Ella le acarició la cabeza, asombrada. Él nunca... Compartió su dolor. Si es que se puede hacer eso. Había algo encantador en sus lágrimas, quizás por ser las primeras en tanto tiempo.
El mate se enfrió y no volvieron a calentar agua. Lloraron juntos. Cabeza con cabeza sobre la mesa y una mano sobre la otra, ligeras caricias con el dedo gordo de ella.
La tarde se rebajó, sin olor a mate. La bombilla se congeló.

martes, 30 de octubre de 2007

1/4 proyect 2 (h al l.a)

El esnobismo de no querer serlo.
Carmen de Posadas.


Son las nueve y cuarto. No ha llegado. Otra vez me puse los converses, los azules con estrellitas blancas. Sé que son sus favoritos. La chapa de The tramp, el abrigo rollo Audrey. Nueve diecisiete. Le encanta llegar tarde. Sabe que lo espero. Tardé siete minutos en rizarme las pestañas. Le gusta que le roce la cara con ellas. Espero que esta vez venga con las zapatillas amarillas. Odio que se ponga mocasines. Como de su abuelo. Y esa mochila verde que lleva de lado. Nunca pensé gustarle. Nueve veinte. Este baboso que no llega y yo aqui sentada como una estúpida. Nisiquiera puedo leer, cuando estoy nerviosa es imposible. Tengo aqui el libro abierto porque odio que la gente se de cuenta de que espero a alguien... Matar el tiempo. .. No me gusta ser la que espera. También odio llegar tarde. Si no llega en cinco minutos me voy. Bueno vamos a darle diez de margen. No, no, cinco. Que aprenda. Tengo que hacer eso de darme a desear. Que vea que no voy a estar aqui esperándolo como su tonta... No le jode, si quiere me quedo una hora aqui, de paso me confunden con prostituta. No debí ponerme esta falda. Qué fuerte mi obsesión con traer falda cuando le veo. Tal vez ni le gusta. Voveré a los vaqueros. No, me veo mejor de falda. Este lunar es nuevo. Ah un cono de Mc Donals. Esa gente que no consume nada de franquicias... La globalizacion ya nos rebasó. ¿para qué le hacen a la mamada? Qué guapas son las rumanas. No huelen tan mal como dicen. Bueno tampoco me he acercado tanto. Esa niña tendrá quince años. Qué obsesión con los aretes dorados y pintarse las cejas. ¿les gustará a los hombres? A mi antes no me interesaba gustarles. Nueve veintitrés. Los malditos atajos. La gente no sabe lo que dice. "flipo con la peña colega" ¿qué clase de frase es esa? Aprender a hablar antes de cagarla. Ahora tengo ganas de ir al baño. Voy a Mc Donals, compro un helado, voy al baño, no, no, voy al baño, compro el helado, regreso aquí, si no está cuando regrese....

lunes, 22 de octubre de 2007

ESO

Los pies ahora son de sal. Se ha reducido a granitos sin consistencia. El sabor raído de haber sido. Me conformé con la maizena, el chocolate esta lejos y las naranjas estaban encantadas con su árbol. Me dio por componer armazones sin rima, con mucho color. Ya no. Está. Algo.


El silencio.

Los besos susurrados. La línea de mi cuello a tu nariz. El aire de su boca, donde fuera. La presencia constante de la muerte. La tristeza, visita inesperada. El haberse querido entregar en cuerpo y alma. Alguien me robó ese deseo. Ahora sólo hojas y letras. Aveces un abrazo. El abrazo. Que nunca sabes de quien es.

Dejarla. Re-armar. Ser lo que se ha sido sin darse cuenta. La mirada enamorada, arden los arañazos. Indispuesta al comer. Lista para dormir. Para aceptar que ya no está. Un día, los meses. Cada vez es más difícil regresar. Hasta que se pierda el olor de su cabello y el tono de su voz. Hubo días extraños.

Hasta que aplaste el mate mojado de mi cocina. Con los dedos descalsos. Hasta que me siente a llorar o a reír. Según el olor de la yerba mate. Amarga. Habiendo olvidado el olor a alfajor. Se acabó la sopa. La carne en trocitos. Cocino poco. Nunca se entiende. La muerte. Las idas y venidas. Esa ausencia interminable.

El columpio de la infancia. Sonrics. Alguien me mordió. Me ha mordido. Sigue mordiendo. En la nuca. Arrastro las llemas. No siempre es mala la sensación. Puede ser peor.

Corrí detrás de mí. No me alcanzo. Sudo, el corazón. Olvidé su geografía.

GEOSSSSSSSSS

lunes, 15 de octubre de 2007

lo siento

Otra vez. Se hizo de noche. O tal vez es la primera vez que de verdad es de noche.
Lo extrañas ¿ a que si? Estas haciendo un esfuerzo por no llamarle. Porque no importa que hayas borrado sus, mensajes, sus mails, su número. Tirado su rosa. Es una noche, como hoy en la que maldices a tu memoria. Sin más su número salta a tu cabeza, y a tus dedos que enganchas al ordenador para no caer. La sensorial. Sin abrazos. Desapareció su cuerpo de tu cama, aunque sólo fuera una vez. O muchas. Todas pudieron haber sido una. Como uno pueden ser todos. Y no sabes qué es lo que más extrañas. Su voz, sus mordidas, el abrazo. La sensación incomparable de querer comprar un chocolate, que se te vaya la vida en ese puto chocolate porque " no siempre la vas a tener". Ahora quisieras aventarle todos los chocolates a la cara. O mejor no. Tal vez otro beso. Otra palabra en diminutivo que te haga sentir única. La seguridad, eternamente imposible, de que no hay nadie más. Siempre hay más. Una, dos.

Entonces entra él a cargarte la noche con una llamada perdida. Te sudan las manos y quieres llorar. A punto de contestarle pero... "date a desear". Hay mañanas mejores que otras. Tal vez hoy si quieras despertar. Será en la noche cuando lo recuerdes. Suele pasar. Una y otra vez. Quisiera que no te pasara. Sé cómo duele no sentirse especial. La amargura en los labios cuando recuerdas su sabor. Esa rabia de haber sido engañada. Aunque quizá no tanto. Después de todo es humano.

Yo te digo que llores, que lo maldigas. Que desear su muerte tanto como su abrazo es normal. Que esto pasa. Hasta que de verdad lo odies se te va a pasar. Duele, ya se. Mucho, a veces pasan cinco años y sigues compadeciéndote por haber llorado tanto. Por él. Después habrá otros, porque hay muchos. Pero nunca vuelve a ser igual. Serás una cabrona, pero ahora si de verdad. No es tu culpa. Así te forjas. Te quedo yo y la aventura futura de una buena noche ahogadas de risa por haber destrozado un corazon. Hadas asesinas, para dejar de ser quinceañeras. Ya te tocará ser la mala. Lo vas entender.

Uno no es ninguno. Ya vendrá el día en que hasta lástima le tengas. Tendrás claro que los dos sufrieron. Si él era de verdad. Yo tampoco lo entiendo. Son las injusticias esas de las que se habla todo el tiempo, por las que se hacen las novelas, y los blogs y los suicidios. Pero tu eres mejor. Sabes lo que digo. Esto apesta. Es así. Menos mal que me tienes a mi ja ja. Menos mal que existe el chocolate, los gofres, el helado y unas buenas amigas para engordar juntas.

Siempre queda SAla Sol y alguno que otro extranjero. Pero que no sea matemático

lunes, 8 de octubre de 2007

yaaaaaa

El querer borrar todo. Del todo. El sin-sentido. Espirales absurdos. La sensación de una resaca absoluta. De las acciones. De los sentimientos un día despertados. El engaño, la crueldad de nuestra conciencia. Torturándonos. Felicidad, que no era. Y lo siento tanto. Por no saber nunca lo que siento.
Por odiar todo de momento. De cuatro a diez diré que todo es una mierda. Que el mundo no da para más. Que no entiendo por qué carajos estoy aqui, y todos. Que me aburro. Que ojalá esto termine pronto. Que ¡no aguanto más! El nudo en la garganta frente al ordenador. Todo es mi culpa.
Después en el trayecto alguna plática casi me podrá interesar. Olvidaré la tarde. Querré una coca light al llegar. El hogar. Aliento. Sueño. Otravez la incertidumbre, la apariencia. Los pequeños insultos en voz baja. Conociendo. Hasta que llegan de nuevo las cuatro.
¿y que putas si no me arreglo y quiero leer durante meses sola?
Que no quiero salir, ni hablar con nadie de ese submundo en el que vivo.
A veces no quiero recurrir a mis otros yos. Faltaba más. O menos.
Sí, sí. No sé lo que quiero. Sola, sola.
Un poquito de descansar del ser humano. A veces relulta tan fatigoso tener que entablar relaciones, círculos, conversación.
¡Naranja! dos hadas. Tal vez una biblia olvidada debajo de la cama. Con polvo y dos escupitajos. Siempre hay tiempo para limpiarlos.
Dejar de compararme. hasta conmigo misma.

jueves, 4 de octubre de 2007

no acaba

ella- chico! chico!
el chico de la chaqueta verde- No te puedo ver. Me tapaste los ojos.
ella- las manos son tuyas. Yo no hice nada.
el chico de la chaqueta verde- ¿otra vez desaparecida?
ella- " a tu vera estoy" ( risa )
el chico de la chaqueta verde- Valle Inclán eh.
ella- A punto de retomarlo. Por el momento El tren que corría.
el chico de la chaqueta verde- Indagando en tus raíces.
ella- algo así
el chico de la chaqueta verde- ¿algún personaje en cuestión?
ella- extrañamente no. No sé que sea más raro.
el chico de la chaqueta verde- Así que dejaste tu obsesión.
ella- por el momento. He pensado que no sé nada de ti. Bueno que te gustan las panteras rosas y cerveza con limón.
el chico de la chaqueta verde- Es todo lo que necesitas saber.
ella- ( tras una breve pausa) seguramente.
el chico de la chaqueta verde- Destápame los ojos y ven a casa.
ella- imposible por el momento. Estoy desatada y no podrías conmigo.
el chico de la chaqueta verde- Amén.

tut. tut. tut. sonido intermitente tut tut

miércoles, 3 de octubre de 2007

botoneando

¡Estoy enamorada!
ella gritaba
¡Estoy enamorada!
No se notaba.

La ciudad en pedazos.
Unas veces de noche.
Veces sin sujetador y las palabras amarradas al tirabuzón.
Era su derroche.

- Tenía ganas de verte. Volé hasta ti.
- Te hubiera abrazado pero ya no estabas.

Traías aquarius y zapatos amarillos.

- Un botón de rosa
una mariposa.
labios de morada
azul en las pestañas.

Te contaré si sobraba pasión en las grietas.
De sus zapatos, amarillos, con café.

sigues?

¡Estoy enamorada!
ella soñaba.

la noche ...

martes, 25 de septiembre de 2007

- Intentaste mirarme. Como si yo hubiera hablado contigo. Siempre obviando mis deseos. Yo no te necesitaba. Tú creías lo contrario.
- Siempre me necesitaste. Seguramente ahora no. No negarás que yo influí en tu conversión.
- Mi conversión, mi conversión. No sé quién esté peor. Tú o mi madre. La única conversión que he tenido desde los doce fue cuando descubrí que la iglesia era una mentira. De ahí que ahora sea mejor persona. ( según ustedes) nada tiene que ver.
- Dilo como se te antoje. Siempre seré el punto rojo en tu vida. Aunque quieras no me olvidas.
- Eso ya lo sé. Cómo carajos voy a hacerlo si todavía sueño con la anchura de tus labios.
-No me importa. .
- Estoy cansado de tus juguetes y los diábolos retorcidos. Soy adicto a ellos. Al color de tus gafas y a los cabellos que dejabas en la piscina, caliente.
- Y me dabas lástima. ¿sabías? "pobrecito tan malhumorado, pobre de su madre". Después tan grandote y pesado. Sólo hablaba contigo para presumir mi tolerancia.
-¿ Porqué te enamoraste?
- Eras naranja. Siempre me han gustado los colores terra.
- Fanática de los atardeceres.
- Y de los plátanos helados con chocolate. Pasábamos toda la tarde derritiendo el chocolate para después congelarlo.
- ¿ Tenías que hacerlo?
- Tuve miedo. Lo siento. Todo sería diferente.
- Sin la seguridad de que sería mejor.
- Un rait en la noche.
- Ahora lo entiendo. ¿Son bolados no? Creí que siempre te necesitaría.
- Todavía lo crees. Ya no es así. No quieres aceptarlo.
- Tengo lo que decías que necesitaba.
- Ya lo sé. NO te lo dí yo. Amargo en las vocales.

Ella sigue caminando hacia su atardecer. Naranja. Él regresa al azul metálico tras decorados de papel. Ella lleva una muñequita con alas aferrada en la mano. Le va susurrando algo al oído. Él lleva un cenicero. Nunca ha fumado.

El águila divide sus alas.

lunes, 24 de septiembre de 2007

6/6

Asi que cuatro años separados. Fundí las dimensiones del espacio con migomisma. Yo pared, yo techo, yo suelo, yo puerta. Yo ventana sin salida. El recuerdo constante de la no-escapatoria. La ventana que me atormentaba con la imposibilidad de derrocar al enemigo. Sueños elimidados con electroshocks y golpes en la regadera. Tus letras como único motor. Un motor decaído y abandonado que irónicamente en algún lugar funcionaba. A veces sólo por instantes.

Curioso que durante los primero dos años tú fueras mi único recuerdo. Quizá por haber sido el último y así... tan... agresivo. El sabor a chips chipotle recurría mis sueños y las comisuras de los labios amanecían saladas. Soñaba con tu casera y tu comida corrida. Tu cabello despeinado. Tus cartas me confesaban las improdencias de tu casera. Lloré cuando escribiste que tu compañero de celda se suicidó. No sé por qué. Nunca lo conocí y tú lo odiabas, pero yo lloré.

Con el tiempo mis recuerdos se remontaban a mi infancia. A mi madre con el vestido rojo intentando hablar francés, frente al espejo, pensando en su pasado. Al olor de las manos de mi abuelo. Siempre caballos. Te recordaba los lunes a las cuatro y media. Hora del correo. Y los dosientos ocho viernes de interrogatorio. Dije "república" tantas veces que llegué a perderle el sentido, si es que algún día lo tuve.

Supuse que habías salido después de tres semanas de silencio. Volví a escucharte, cuando la muerte de tu padre. Regresaste a tu pueblo. Ahí estarías. Olvidándote de las fantasías revolucionarias. Yo también las olvidé.
El tercer año me marchité. Sabía muy poco de ti. De cualquiera. El tiempo y espacio neblina densa entre las sábanas. Ya sin recordar. Sólo vueltas a la mancha de húmedad en el extremo derecho de la puerta. Hasta llegar al cuarto año. Supe que todo había acabado. Aunque el mundo seguía siendo el mismo. Guerras, robos, incongruencias y corrupción. Ahora me producía gracia mi idealismo a los veinte.

Entonces un veinte de octubre. Las llaves del guarda cantaron distinto. Salí semi rota, semi yo. Casi otra. En la puerta mis aretes y un vaso de jamaica. Me pareció extraño. Salí andando. A las dos calles sentí que caía. El sol había dejado de parecerme normal y ahora me torturaba. Entré a la primer tiendita, tal vez una cocacola. Claro que sin blanca sería difícil. Podría explicarle al dueño mi historia.

Me acerqué a las papas. Sólo sabritas. Una mano en mi nuca. Olor a gasolina perfumada y agua de jamaica.
- Chips chipotle?

sábado, 22 de septiembre de 2007

antes de que amanezca

Me despertaron. Sus gritos. Son las luces asesinas, que de noche en noche reprochan al mar no haber nacido más bello. Aúllaban desgarrándome los oídos y los pellejos de las uñas.
Pensé que nunca volvería a dormir. Aterrada, les grité para que callaran. Su ruido seguía aumentando mi trauma. Hasta que decidí hacer lo que hago siempre que no sé qué procede. Cantar. Empecé suavecito una canción de cuna, la voz me temblaba, casi transparente antes de despertar. Fui agitándo más el impulso, seguro serían las ganas de arrancárles la boca y triturarles las cutículas. Sin darme cuenta fue creciendo el volúmen y potente destruí las gafas del anciano. Mi canto llenó la habítación, salió por el corredor, la sala, la cocina, hasta llegar al mar. Tal vez fue la luna la que me olló y las ordenó callar. Quizá el mar me comprendió. Puede ser que las mismas luces asesinas se asustaron al escucharme. Callaron. Acabé la canción. Temblando me acurruqué de nuevo en la cama y volví a dormir.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

ellas

-Como ésas veces. Pasa que cuándo estás sola te sientes mejor persona que cuando estas acompañada.
- A mi no me pasa.
- Es la sensación de que convivir con la humanidad te contamina.
- ¿ No te sientes parte de?
- Al contrario. Exesivamente en ello. Mucho más que cualquiera. Compartir me perturba.
- Será que cuando madrugas ves el mundo diferente.
- Preferiría dormir más y madrugar menos. No siempre se es constante, ni bueno, ni flaco.
- Por eso agrandas tus centímetros con ironías
- No sé si lo estas afirmando. Asusta no querer compañía. Otras veces viene la temblorina. Sus olores regresan. Siento que voy a caer. Caigo en sus brazos.
- ¿ los?
- unos poetas, otros obreros y los transparentes que aún no cobran colores. Además yo agrando todo. Como la vez de los caballos destrozados.
- Olía a quemado. Dijiste, o escuché de tu boca.
- ¿ has sabido del chico de la chaqueta verde?
- Descansa de sus manos y los juegos mentales. Un día volvió y desapareció. Ella te contará como fue.

Pasa un avión.++++

-Alguien muere volando, otro enferma. Tú salivas palabras y yo corazonadas.
- Duerme para que cuando amanezca el rocío rellene tus huecos. Sonreirás sin flaquezas.


martes, 18 de septiembre de 2007

4 de 6 (3 acá)

Había estallado el movimiento. Las cosas empeorarían, o lo contrario. El punto es que no era momento.No pude evitarlo. Corría delante de ti. Escuchaba las sirenas. Los golpes, los gritos. Yo sólo pensaba (con la cabeza repleta de risas) que corría más rápido que tú. Puede ser que el libro te quitaba ligereza. O simplemente tu sedentarismo se reflejaba en la velocidad de tus pasos.
Fue ahí. Cuando vi la explosión en el cielo, todavía sin parar. La bomba sonó como yunque entró el deseo intenso de admirar una lluvia de fuegos artificiales juntos. Desde dónde fuera, alguna terraza, un coche, pero parar de correr, dejar de huír de algo a lo que nisiquiera sabíamos pertenecer.

Paré en seco. Miré tus manos, tú mis converse. Te tomé y giré en el primer callejón.
- ¿Tiene sentido la palabra república?
No contestaste nada. Pasmado, frente a la tiendita, nos soltamos a carcajadas. Compré unas chips chipotle te ofrecí una. Me robaste media bolsa.
Me dejé caer pegada a la pared. Mirando al cielo. Otra explosión.
Me seguiste.
- Diez meses siguiendo algo que no se que sea. Es para reírse.
Besaste mi mejilla. Ahí comenzó.

jueves, 13 de septiembre de 2007

¿ donde quedó?

Enmudecí. Lentamente cerré los oídos. Sentí mis lágrimas correr por la garganta, mientras mis ojos seguían secos. Mis lágrimas que a medida que iban avanzando oscurecían. Un líquido espeso y negro se adentraba se apoderaba de mi cuello, hasta llegar al estómago. La boca del estómago. Él seguía hablando. Yo ya sabía que tarde o temprano lo haría. Por eso me recosté. Pensando que estaba, ya, muy lejos. Que no podía escribir y que las piernas me pesaban para regresar a casa.

El líquido en masa. Pesado en el estómago. Mi energía, a colores, se fue desprendiendo. Buscando el inframundo, supongo. Pobre y desdichada. Las rosas desilachándose en violetas. Por eso dormí. Pensando que tal vez Alfonsina iba a regresar, me llevaría. Probar el mar de cerca. Ahogarme.

Alucinaba. Nunca vino. Desperté sin haber dormido. No había enfado. Desgana. Se regenera fibrosamente. Aunque sea por un poco de colorete. Se olvida el dolor a base de cocas lights y lecturas afrodisiacas. El placer de creerte un personaje. Dos horas. De ida y vuelta.

A veces tiemblan las neuronas

martes, 11 de septiembre de 2007

2/6 (3 acá)

La verdad es que siempre me diste risa. Te veía ir y venir desde el localito de comida corrida a tu pensión. Siempre despeinado y con algún libro conocido en mano. Yo, como buena recién llegada a la ciudad, después de encontrar habitación, me sentaba en el quiosco a leer. Esperando que acabaran las últimas semanas de verano y empezara a estudiar. Me asustaba el mounstruo urbano y ese quiosco frente a tu comida corrida ( primer plato, segundo y postre a 30 pesos) era lo más cercano a mi pueblo. Seguro que ahí no me perdería.
La universidad comenzó. El autobús me dejaba a las tres en la plazita, hora en la que tú te sentabas a comer. Dos horas en el quiosco con mi sandwich de pollo con frijoles como única compañía. Ahí a quince metros tú con tu libro y tu vasito de agua de jamaica. Totalmente ausente de mi presencia.
Las tardes se me hacían eternas en la nueva ciudad. Al principio sólo te veía comer y cuando te marchabas yo hacía lo mismo. Después de unas semanas de ocio en aquella habitación de 3x3 decidí seguirte. Fue el panfleto que llevabas en la mano y mirabas durante toda tu comida. Me pidió a gritos leerlo y fui tras de ti.
Llegaste a una manifestación. Yo detrás. Escuché los discursos de cada uno de aquellos republicanos. Así dos veces por semana hasta que me integré en el grupo. Sin dirigirte la palabra y haciéndome amiga de todos los demás. Comencé a tener ocupaciones, amigos, algún círculo que llenaba vacíos temporales. Tu indiferencia, causó la mía.
Gritaba ¡viva la república! por el simple placer de la palabra república. Una palabra completa, vibrante. Un sonido que se graba en los oídos y golpeaba mi pecho.
Me cambié de habitación, dejé de verte en tu comida corrida y ya pocas veces me cruzaba contigo en las reuniones repúblicanas. Los demás amigos acaparaban mi atención y fui olvidando porqué había llegado allí.

Sin saber que después nos reiríamos de que ningúno de los dos entendía el significado de, en ese entonces, mi palabra favorita "republicano".

miércoles, 5 de septiembre de 2007

idealistas, idealizando, ideal, ideas ( h. al l.a 50)


Los ideasilstas deben darse prisa en cambiar el mundo
antes de que el mundo les cambie a ellos
Mafalda (o Quino).
Era entonces. Cuando unas veces era Elena, otras Beatriz, después Emilia que no dejaba de aparecer en sus cuentos y en los mios.
Por la ventana, las veía desfilar. A colores fuertes y definitivos. Indelebles. Unos labios en los de otro. Por el monitor.
Cuando unas veces era un país y otras otro. Seguía recargada en la ventana, viendo sus descripciones tan vagas, que eran casi mías. Llegué a olerlas y a querer tocarlas. O a Pancho.
Cuando una vez fue la barba y otra la espalda. El arqueo del sueño escrito en automática.
Casi siempre de tarde, con frases escupidas por el librito azul. Sin coherencia alguna y las dos muñecas que sabían que nunca fue.
En el calendario de un lado el tormento de los días sin alucines y güisquis. El llavero argentino arrebatado en una borrachera. Las comisuras de los labios ya saladas por el mar seco. se co .
Conexiones sin cables que no pueden ser ideales, idealizadas, ideadas. Sin idealistas porque no era republicano ni yo comunista. La voz apresura mis dedos y tengo que irme. Antes. Voveré a pasar.

domingo, 2 de septiembre de 2007

(h. l. azul 49)


Estar en sociedad puede ser muy aburrido,
pero no estarlo resulta una verdadera tragedia.
Oscar Wilde
Se alejó. Hundido en las profundidades del lodo agrio. El amargo sabor de boca de un domingo sin actividad. El sudor confundido de la colcha y su cuerpo. Dolor en las lumbares de tanta inactividad. Los ojos aún hinchados de tres días de televisión y películas. A ratos lecturas. Nisiquiera andar. Desilusiones momentáneas. El teléfono traicionero. Espantapájaros de ilusiones. Se despegan los pellejos al cambiar de posición en la cama. Que no es cama. Un sofá de unicel. Transformado para acojer. Ocupa. De casas y corazones.
Ningún motivo aparente para despertar. Dormir. Otra vez el teléfono. Miedo.
-¿dormías?
-duermo constantemente. La búsqueda no acaba.
- te cansarás.
-por eso duermo.
Pesadillas asfixiantes. Es la luz del sol. Entra por las ventanas y las persianas ya no pueden detenerla. Habrá que despertar. Algún día.

martes, 28 de agosto de 2007

sabia

se atragantaba, a veces, con el color de la sopa.
con las madrugadas en una cama humeda y llena demoronas.
con la conciencia estancada en el erróneo andar y las visiones de la culpa.

arrugas en los pies y en las manos.
discimulando la juventud del cerebro.
rodeada del ayer, que la succiona.
mimetizada en las caricias que no puede abandonar.

entonces la naranja, que no está.
Está el café, amargo. El bollo de chocolate.
las pildoras de la cabeza.
su nombre grafitado en una punta de tiza

miércoles, 22 de agosto de 2007

arraigada ( h. al l.azul 48)


Estar en sociedad puede ser muy aburrido,
pero no estarlo resulta una verdadera tragedia.
Oscar Wilde
La una se quejaba por el exeso de compañía. Porque el móvil no paraba de sonar. Ni un minuto libre para hacer lo suyo. Ciento dos mails a contestar todos los días. Todos esperándo algo de ella. Algo, aunque fueran palabras, su voz. Esperando que hiciera lo correcto. Que había dejado de hacerlo. El trabajo, los enamorados, los proyectos. El metro y el autobús sin espacio. Cualquiera le saca conversación y a dónde vaya liga. Le desesperaba saber que cada quien quería algo a cambio. Como ella. Lo peor era la conciencia de poder defraudarlos a todos. Inconsciente, abismal el hilo de las relaciones.
La otra se quejaba de ser víctima del rechazo. Apartada desde pequeña de los lazos de amistades. Nunca pudo enamorarse. Piensa que nunca lo hará. Miente diciendo que esta sola porque no soporta la compañía y mientras menos haya que hablar con la que quiere ser su amiga mejor. Hablar de chicos le producen arcadas. Prefiere mil veces la compañía de la plaga de hormigas que habita en su pequeña habitación en la punta de la Gran Via, que cualquier voz de ser humano. Mentira. Lo sabe ella y lo sabe la otra.
Querrían intercambiar vidas. Como esas películas domingueras. Un deseo mirando a una estrella fugaz y cada quien a arreglar la vida de la otra. El cielo nunca ha sido tan bondadoso, eso es invento de los americanos para que los adolescentes respeten a los ñoños.
Escapar. Integrarse. Contradictorias sus vidas en el cafe. La una de colores, la otra de uniforme. La una como un buho. La otra colibrí. No se puede intercambiar. Aunque una visualice las montañas solitarias como refugio de su futuro y la otra la fama en la televisión.
Las dos igual. Trabajando en el mismo almacén. Hasta los 50. Una abrazará los recuerdos de haber sido querida. La otra seguirá llorando por no haberlo sido.
La torre de sal y azucar desmoronada por los rayos insaciables del sol cuando es atardecer. Naranja las paredes de sal y amarillas las ventanas de azucar. A base del reflejo azul en el piso de cristal. Infelices por las razones opuestas y por la misma. La soledad. Aunque esta sea lo único que las mantiene vivas. La una que todavía no logra estarlo, la otra que no sabe no estar. Acariciadas por la brisa salada con birutas dulces. No lloran. No saben hacerlo. No son amigas. Se cruzaron en el autobús alguna tarde resagada. Hablar.

lunes, 20 de agosto de 2007

regreso del viaje para conclusiones sin conclusiones

He vuelto. Aunque las mañanas todavia no sean claras y el cielo no esté libre de telarañas. Volví. Tras reflexiones incoclusas y las ganas de regresar por un beso. No era silencio. Imposible sería. Era ausencia.
Intento de ausencia. Conocí nuevas tierras, otra lengua. Reté a un mar helado y caprichos. Me comprendió por unos segundos. Despues me escupió de sus brazos y me arrojo a las piedras sin arena.
Me atraganté de Murakami. Espasmos de frases inconexas. A cachos calleron los pellejos de los prejuicios y el qué dirán. vive, vive, vive. Ya volverá el dolor. Todos lo sabemos.
Las confusiones no siempre se aclaran con espacio. Solas se irán. Formando híbridos. Es verdad.
Seguramente he vuelto cn mas errores de con los que me fui. Soy un saco de tropiezos. Asi aprendo a saber volar.
Conoceré el "porque sí" "porque se me antojó". Sin exesos. No más. Suelen llevarme a la ruina.

Después estaré llorando chips y teclas pegajosas. Alguien, quien sea, me consolará

sábado, 4 de agosto de 2007

a tope de agua

- ¡quítale el veStido! aquí.
Él Siguió Sin eScucharme.
- hazlo aquí, en el portal.
Él no quería.
Parece que la noche anterior la había viSto divagar por las calleS encajándoSe laS uñaS en laS muñecaS.
Le dio miedo.
Ya Sabía que llevaba unos díaS extraña. Pero no tanto.
- meá en ella. marca tu territorio.
Él Siempre dice que eS demaSiado tarde y yo me deSeSpero.
- Si quiereS la entierro en un jardín y tú echaS ahi el orín.
ESa canción nunca me guStó. Pero reSultaba Ser gracioSa cuando había que marcar territorio.
AnimaleS.
EntonceS le digo - olvídate de su peinado y quítale el veStido.
Él dice que laS coStraS de SuS muñecaS lo aterran.
le digo- no pienSeS en ellaS. No veaS SuS muñecaS ve SuS piernaS.
Dice que Si ve SuS ojoS Se deShace.
- Si tanto te urge quítale tú el veStído. Me dice.
Yo no puedo quitárSelo porque ella pertenece a él. ES el Sueño de él, yo Soy parte de Su Sueño. ES impoSible que Se lo quite yo, Si laS manoS Son de él. Pero me encantaría que Se lo quitara. Yo le tengo máS cariño. Aqui entre noS, Sería incapaz de quitarle el veStido. Como él eS incapaz.
Ella Se lo va a quitar. En cualquier Segundo. ESo eS Seguro.
TenemoS que eSperar. A menoS que todavía le duelan las muñecaS.
Sabe encajarSe las uñaS como nadie.
- Si no le quitaS el veStido, róbale un zapato. HaremoS experimentoS con él.
Él Se queda callado. Ahora Sé que eSta recordando que a ella le apeStan loS pieS. Siempre pretextoS.
- un buen polvo. ¿no necesitaS un buen polvo?
- NeceSito su conciencia. Ser poSeedor de su conciencia. De Su alma. No me intereSa el cuerpo.
Miente. Sé que miente. Siempre hemoS querido poSeer su cuerpo. UnaS veceS él máS que yo. La gran mayoría loS doS. Suena bien. Hay muchaS SSS en eSte parráfo.
Lo jalaría del cabello y lo metería al báter. ¡Que deSpierte! Me refiero a que reaccione porque Si deSpierta yo deSaparezco.
- haz puré SuS SentimientoS y trágateloS. DeSpúeS los vomitaS. Para eSo Siempre hay tiempo.
Sonríe. Sé que le encanta la idea que le acabo de dar. Suelo dar muy buenaS ideaS y me encanta empezar laS oracioneS con S.
-Sácale los botoneS. ArráncaloS con el cúter de los portavaSoS. Luego empújala a la cama y aquí licúaS a SuS demonioS. Aunque Sea por eSta noche.
Ya Sé que él no puede. PiensSa demaSiado. PenSamos demaSiado. Aunque eStemoS Soñando. ES por culpa de Calderón. Y del agua. Lo que tomó ayer. Lo abStrae. Ahí eS dónde entro yo. Siempre me trae cuando eSta ella. No puede Solo. Con ella nadie puede Solo. Por eSo ella eStá Sola. No todaS laS nocheS, pero eSta Sola.
- Se va, Se marcha. ¡quítale el veStido!
No pudo arrancar. Se quedó inmóvil frente a la puerta y cuando ella Se va yo deSaparezco. HaSta otra noche, cuando vuelva a SumergirSe y yo Surja con miS SS S bailarinaS.


viernes, 3 de agosto de 2007

no se pudo (h. al librito azul 47)


Huyó de su deplorable suburbio color rosa tiznado.
Borges.
-Huele a loción
de mar
- Coperttone
- El castillo
el que dice, de espuma.
se
c
a
e
- Tendría que haberlo hecho antes.
- ¿Dónde están esos días?
- En tu cabeza
la locura
de tu cabeza
-No recuerdo nada.
que era rosa. Molestaba.
- Siempre fuiste dina-mita.
Te quedó
pequeño
- los rostros
tres rostros
no lloraban
- Decías que era amarillo
pero era
rosa
- De papel.
mojada.
no quema a la piel en las madrugadas.
- Aquí sí.
- Sí. El mate, el café
el alcohol
hier hier hier ben
-hierba
- yerbabuena, hierba buena, hierva hierbe
mala hierba mala
- no divagues. Otra vez, escupe en mi mano si lo necesitas.
- tirarme en mis brazos de mujer desgarrada
- en los brazos de niña contenta
- contenta, la niña. Se despintan las
¿uñas?
- Tus sueños. Volverán.
- No sé si sirva de algo.
Poemas y Beckett.
- Eres turista en tu propia tierra.
- todos somos turistas de nosotros mismos. Aún no lo sabemos.
- y no hay drogas
- no hay drogas. escupir, en tu mano.
en el
ORDEN
ORDENA
ORDENADOR
- sin h. con o. o de ondulado.
- mi pelo lo era. Antes de las tijeras.
- no volverás.
- la tierra rosa, el pueblo rosa
le....
jos....
-dueles en las pestañas
- duelo. duele
duele demasiado
lo dije ayer.
era hoy, hace rato
en la madrugada. hace un siglo.
- Yo tengo que volver
- arrojaré los pestillos cuando se pueda.

jueves, 2 de agosto de 2007

puaj! ( homenaje a l l. azul 46)

¿ Es necesario que todo cambie
para que todo siga igual?
Dario Prieto.
Es que la necesidad de transformarse. Te asalta. Y una vez que empiezas no puedes parar. Cambios, cambios ,cambios. ¿Límites? Se han difuminado con el ron Santa Teresa. El cristal transparente ha de volverse opáco y pudrirse ante el salón del pianista. Metamorfósis, intencional que ahora confunde. Arroja los principios por la ventana.
Escupir en las estatuillas de los santos y los conceptos mamados. Que no siempre es tan bueno pero hay que hacerlo. De vez en cuando. Incendiar el autoretrato de la falsa perfección. Y ya no queda nada. O algo habrá porque luego la sensación de lo que era.
Costumbres malparidas sin haber saboreado con antelación...algo.. del todo. Pecadora.
La relatividad de los conceptos con los de afuera. Tu cabeza te juega. pasadas buenas y malas. Vitamina C en el estómago.
Ahi ando, pues sí. En medio, estoy en medio a un lado el malo y al otro el bueno. Jalame el cabello. ¡Dos bofetadas y devuélveme a la realidad! Mejor no, mejor no. La realidad apesta. A huevo y pescado de brigadier.
Tranquilo. Sin volar. ¡no se puede! algo más algomás.
soliloquios infortunos, inoportunos. soliloquios. Me acerco a la locura

miércoles, 1 de agosto de 2007

por si acaso ( h. al l.azul 45)


El sueño se rompe cuando la vida
te obliga a despertar.
Manel Roig Griñon.
- Teníamos una casa en la punta de la peña. A un lado el mar y del otro la selva. Estaba dividida por una línea de burbújas. Te parabas justo en el centro, que estaba bien señalado con gelatina fluorescente, ponías todo tu peso de un lado y la casa se movía contigo. Las urrácas del lado de la selva volaban instantáneamente y cantaban "You are sixteen, going on seventeen...". Eso hacía el lado izquierdo. En el derecho sentías la brisa del mar en las orejas y las gerberas cantaban " si acaso quieres volar..."
- ¿Ella cómo era?
- Con los cabellos hasta la cadera. Al caminar los tirabuzones rozaban su pelbis. Casi siempre con flores enredadas en los rizos. Era color dorado cobre. Nunca dejaba de sonreír. Vestida de blanco y rojo.
- ¿Qué lado le gustaba más?
- ¿No te lo estoy diciendo? Cada día uno distinto, cada momento. Cambios. Por eso era ella. Nadie más podía hacerlo. Solía dibujar mariposas con los labios a las cinco de la tarde. Justo antes de que cayera la última pluma del dragón.
- ¿Los dragones tienen plumas?
- ¿ A ti qué más te da? ¡Visualiza! Sus cabellos daban cosquillas cuando me besaba el cuello. Una vez amaneció con las muñecas cubiertas de mercurio. Se echó el cabello, su cabello olía a mango, se echó el cabello para atrás, y el mercurio antes una sola forma rompió en cientos de perlitas que le adornaron la cabellera durante toda la semana.
- Sus ojos eran verdes. Una vez los vi. ¿Cómo te miraba?
- Como un bebé la primera vez que escucha música. También su piel era suave. Me acariciaba los pechos constantemente. Las sirenas bailaban a nuestro alrededor, después nos besaban. Antes de que nosotras nos consumieramos entre la playa y la selva. El león siempre fue celoso.
- Ah, claro. Aquella vez que llegaste hecha trizas. La camisa desgarrada y eso. Habría sido el león.
- ¡Qué va a ser el león!. Ese fue su hermano. Una vez que no me di cuenta mientras la tocaba y él surgió en el punto exacto de las burbujas fluorescientes. Iracundo me echó de su lado. Pero yo volví y ella me recibió más contenta que la primera vez.
- Los hermanos son indecentes. Nunca tienen ocupación. Pueden pasarse el día rellenando botellas de aceite o jugando con el televisor a que son diseñadores.
- Ella quiso ser diseñadora. Prefirió andar desnuda entre la hierba. Yo también lo preferí. Desnudas nos acariciábamos todo el tiempo.
- Guardas muchos secretos. Conozco a alguien que no sabe gguardar más secreto que el de su agonía. Y, lo guarda mal porque a mi me duele constantemente. ¿Su agonía sabes?
- No empieces con ella. Estamos con la mía. Su boca era parecida a la de una virgen. Una virgen suicida.
- Me encantó esa película. Quedé totalmente enamorado de Lux.
- Como todos los chicos. Ahí la del encanto es Cecilia. Soñé con ella de los quince a los veintiuno. Nosotras sabemos diferenciar el encanto. Ustedes no.
- ¿pero nunca te fijaste en los omóplatos de Kirsten Dunst? Es maravillosa.
- Tú eres un poco de los Locos Adams. Sigo con mi historia, no soporto a Kirsten Dunst. Solíamos pasar las mañanas en la selva y a partir de las cinco, cruzabamos al mar. A las siete de la noche, antes de que el sol se fuera por completo tomabamos el café en una casa de cristal. Una ancianda gorda y de pelo morado nos hacía cafés de zarzamora y caramelo. Entonces llovía y nos besábamos sintiéndo las gotas en nuestras coronas frío afuera y zarzamora calientita en la garganta. La anciana siempre olía a nata con chispas. El chocolate era espectacular.
- ¿Recuerdas el nombre de la anciana?
- Nunca nos lo dijo; sólo decía : " mis niñas, hora del café" Era cuando desaparecían la selva y la playa y sólo quedaba la cristalera cubierta de lluvia..
- ¿Porqué la dejaste?
- Porque despertó un día. Me le acerqué. No recuerdo que le dije. Contestó que no era homosexual. La enfermera la sacó de la cama. La vistió frente a mi. Tortura extrema. La puso en la silla de ruedas y salieron. Me quedé sin poder volver a entrar en las burbujas fluorescentes.

martes, 31 de julio de 2007

cuando en cuando (h. al l. azul 44)


Cuando brillaba la luna no
veíamos la vela.
El brillo mayor oscurece al menor.
Shakespeare.
De cuando en cuando un beso antes de dormir.
La caricia minutos antes de la lágrima.
Sin interrupciones en el canto de las chicharras.
De cuando en cuando cuentos de aztecas y princesas árabes.
Colateral, el asfalto
cuando en cuando cruzas la calle y te sonríen.
Hermandades enúmeradas. Avaricia del lobo cuando en cuando tenía que matar a los pastores.
Entonces la Torre Eiffel y no las terrazas y el acordión antes del acordeón. Un anciando con polvo en las arrugas y petalos en las raíces del cabello.
Los locos que te comían el sueño
de cuando en cuando la pasta se les quedaba en las barbas. Ahora espectros enjaulados en el psiquiatríco.
De cuando en cuando la indiferencia ante la pesadilla atada,
solucionada.
De cuando en cuando los locos no dejan de salir de entre las paredes y las esquinas. Oliendo a miados antes que de cuando en cuando las orugas se te peguen a la nariz y te succionen las venas de los orificios.
Las películas son de cartón. Afuera, en la terraza y la fuente están las escenas. No en las melodías, en las miradas.
De cuando en cuando en los pies del peregrino que no encontró. Otros en grandes apartamentos escuchando a Mozart. Sin tierra,
ni pelusas.
De cuando en cuando la nieve y el sudor son indistinguibles ante las distancias....
bagones perdidos en el inframundo.
De cuando en cuando no quedan lámparas,
ni siglo de luces
la tibia y mediocre luz de una vela
que
puede
a pa gar se

lunes, 30 de julio de 2007

desde entonces ( h. al librito azul 43)


La mujer ha sido siempre prisionera de amor
y sólo empieza a salir de la cárcel
cuando lo convierte en palabra.
Carmen Martín Gaite.
Se alejó poco a poco. Fue la retirada de los cangrejos al amanecer. Dejó de besarla en las madrugadas. Sus jornadas laborales se extendían hasta horas en las que el sueño ya le había condensado la espera de su llegada.
Intercambió sus poemas por discursos políticos. Ella ya no reía a su lado. Se asqueo de su ropa interior morada y de sus persecusiones al salir de la bañera.
En las mañanas él salía oliendo a colonia, regresaba con olor a perfume. Ella comenzó a esperarlo despierta. A veces a cerrar la puerta a partir de determinada hora, a ver si así se acortaban sus fiestas. No pasó. Él siguió llegando cada vez más tarde y en las mañanas más enojado.
Ella se dedicó a sus hijos y sus aficiones por las joyas. No quería dejarlo. Sabía que ya no la quería. Fue incapaz de dejarlo de amar. Se teñía el cabello, nuevos cortes de pelo, cambios de look. Nada funcionó.
Él se volvió un gran político. Compraron casa nueva. Sirvientes. Ella decoró la casa con estatuillas africanas y fotos de fríos fines de semana.
Sólo una posición en diez años. Ella creía que era normal.
Alguna vez lloró. Poco se lo permitía. Entre los niños y la conciencia de ser ella la culpable. Una tarde arrojó el anillo por la ventana. Él no se dio cuenta hasta el día con el forense.
Se volvió histérica y caprichuda. A momentos. Él cada vez mas estático. Un inmortal.
Ella nunca entendió por qué. Un poco como a Alfonsina, olas se la fueron llevando. Nadie se dio cuenta. La corriente de la tristeza a veces es invisible. Por alguna u otra razón, terminó en cachitos, en un congelador.
La otra estuvo en su funeral. Él dio un buen discurso.

viernes, 27 de julio de 2007

caer ( h al. l. azul 42)


Suéltate del infierno,
y tu caída quedará interceptada por el cielo.
Djuna Barnes.
Podría dejarme caer. Navegar entre nubes, ángeles y sus arpas. Respirar perfumes todas las mañanas. Pasar las tardes con la sensación de la cobijita y la fogata caliente. Teniendo a quién abrazar por las noches. Podría viajar a montañas y dibujar los atardeceres con un té de chocolate y el queso con miel que toman los abuelos. Podría sentarme a ver películas, bajo paraguas todo poderosos. No sentir el calor, ni la lluvia, ni el frío.
Sucede que me estoy chamuscando y que el ansia es tan grande que necesito seguir en el fuego. Brincando, haciendo malavares. Escapando de los viles. Sintiendo a vena abierta los insomios de lecturas. El abismo de la fiebre a causa de las tormentas. Las explosiones de las cerezas. Percibir en el estómago las agruras del abandono. Quemarme hasta los callos de estupideces. De sin razón.
Parece que soy un hada asesina. Que a veces las otras hadas me aburren con sus rosas y su música de caja. Me corroe el ansia de matar, de correr, de gritar. De no parar. De tener ojeras y adelgazar hasta las muelas a causa del estrés. Otros días de dormir. Sin sombrillas. A flor de piel cada mosquito para llorar porque lo merezco.
Después me arrepentiré y será muy tarde. Puede ser. Pero ahora no puedo descansar.
Ya sé que nadie lo entenderá.

jueves, 26 de julio de 2007

ya sabía ( h. al l. azul 41)


El cuento es sólo uno de los ewscondites mágicos,
del que siempre se vuelve a la vida real
Biruté Ciplijauskaité.
Salí del metro y te encontré en el kiosco de periódicos. Te reconocí por los cabellos impregnados de güisqui y los rastros de Emilia. Supe al momento que no ibas a comprar nada. Aunque la trilogía de Lars Von trier estuviera tan barata. Vi a Selma Jezkova deshaciéndose en tus pestañas. Por eso me acerqué. Finjí, como siempre lo hago, que se me caía el llavero al pasar detrás tuyo. Giraste y sé que te sorprendiste al verme. Una grata sorpresa como cuando crees que ya se te ha acabado el chocolate y descubres que queda un cuadrito más. Levantaste el llavero, después de saludarme con tu aire de desdicha. Preguntaste que significaba y te conté que era un regalo de Argentina. Mencionaste haber estado ahí. En tus pupílas la silueta de una no-Emilia. Dijiste no tener nada que hacer. Comenzamos a leernos. Sin encontrarte antes de un agua de frambuesa con mis demás que a veces es sólo uno. Leíste su historia en mis labios, por eso te identificaste. Como cuando lees una frase de alguien más y sientes que te ha sido arrebatada. Porque eso tendrías que haberlo escrito tú. Quisiste ir por un güisqui. Te dije de cuando lo escupía. Así que para mí un Abascal y para ti un Jack Daniells.
Al sentarnos en la barra rozaste mi cintura, recordé que querías desnudarme y acaricié mi cabello, coqueta. Sabes que lo soy. Lo supiste más ese día después de la tercera copa y de citarme a tu tan idolatrado Borges, que yo no siempre lo entiendo y me aferro más a Cortázar.
Tenías curiosidad sobre los rojos-rojos y yo te hablé de borregos. Es que luego la política es un desastre y terminas lavando un sartén con huevo pegostioso. ¡Y no se quita! Una copa más y pregunté sobre los gritos de los vecinos. Estabas emocionado al describirme sus reacciones. Pensé en tu novela en mi cuello, pagué la cuenta y te arrastré...

miércoles, 25 de julio de 2007

juro (h. al l.azul 40)


Jurar no ser lo que acabamos de decir
es ya serlo a medias.
Moliére
Vivo hechizada entre árboles gigantes que me atrapan en sus estambres..
Enredada en los dibujos de Tilly and the wall. Sin poder salir de las melodías de Azure Ray.
Llena, hasta las rodillas, de lodo. Con las uñas de los pies pintadas de azul.
Confusa entre paralelismos entrecruzados y ventanas vecinas.
Pegostiosa de infancia. Salpicada por rencores ajenos que apestan a ajo.
Juro no haber querido lastimar a nadie. Juro que mis cabellos son hilos dentales tras devorar a las serpientes.
Juro que no tengo ya cutículas pomposas ni rastros de haber sentido frío.
Atrapada por las manos que no son mias y el todo poderoso asfixiando las vanalidades.
Vomitada de retórica abastecida de conejos. Perdida entre páginas en blanco y libros por leer.
Carcomida por motocicletas y la falta de vacaciones. Borracha de sacarina y edulcolorantes de sabor cardamomo.
Juro que nunca advertí su presencia. Juro que me dan asco los besos sin emociones. Juro que nunca seré bruja.
Empastillada de pelotas de golf entre la nuca y la yugular. Protegida hasta las cejas por overgrips naranjas con verde. Mareada de rebajas mentales y bajones de azúcar.
Enferma de sudores a media noche hacia móviles bailarines.
Cansada de no saber lo que sé. Enfadada de hacer lo que no hago. Inmóvil entre vueltas y rodeos lastimosos. Angustiada de alarmas y susurros del libro azul.
Juro no haber sentido deseos. Juro sentir tres mochilas en el dedo pequeño. Juro no recordar alguna canción de Maná.
Embrutecida por las letras en gris y las entradas de los profesores al salón de baile. Rapada hasta las rodillas del coqueteo en la primaria y las pulseras de plástico.
Juro que no escribo. Juro que no escribiré jamás algo que no tenga forma.
Juro que jurar es una palabra de risa contagiosa. Masiva.

martes, 24 de julio de 2007

aunque lejos ( h. al l. azul 39)


A serchi..
Vida oscura la del poeta
que nos expresa en la libre animación
de lo soñado esta verdad humana
de poder crear, de poder creer,
de ser o de poder hacerce sueño.
Sueño de vida.
José Bergamín
Tendré poco que decirte. Que tal vez no tendría que escribir esto. Bastaría con que leyeras Balada del mal genio y entendiéras mis porqués. Que lamento no poder servir, ya. De nada. No poder ser tu Amelié, ni mirar el cielo juntos. Se me han desgastado los consejos y la esperanza. Tienes razón, nunca puede faltar el tiempo para ver el cielo. Pero paso mucho tiempo en el metro. Te extraño, no te lo digo porque odio doblarme ante ti. Pero extraño tus brownies y los chocolates para mamá. ¿Recuerdás que te soñé empapado por la lluvia, triste y la triste era yo? Ya sé que te hago reír. Que nos enfadamos de todo porque no sabemos estar juntos. Que me fascina cuando aceptas tus debilidades y me burlo de ti cuando crees igualar a Einstein. Que pocos me llaman "migajita" con el cariño que lo haces tú. Aunque después me digas que estoy gorda y me debatas al Ché. Publico esto para que veas que no me das pena. No te evado cuando me cuentas de tus vacíos. Es que ya no tengo palabras de aliento. Me las arrancaron, ahora están sustituidas por ironía. Ni siquiera mis sarcasmos. Ayer caminaba y me dieron ganas de correr. A toda velocidad y que estuvieras tú del otro lado de la acera, mojado por la lluvia y con los brazos abiertos. A veces necesito tanto tus abrazos. O tus canciones eternas en el piano. Lo que sí es que puedo prescindir de tu soberbia y tus cantos. Es que lo haces muy mal.
Me gustaría poder consolarte. Regalar un poco de la esperanza de esa Amelié que veías en mi. Volver a conectarnos en sueños. Ya no hablo agudo ¿sabías? Es que no tengo a quien molestar y la garganta me pesa muchos días.
Yo también abro el períodico y me siento vacía. Tu paseas por Polanco, autoafirmando tu ego, seguramente para llenar el vacío ¿no es así? Yo tengo que trabajar mucho, pero también autoafirmo mi ego con faldas.
Y somos, los novios que nunca hubieran podido serlo, los hermanos que nunca hubieran podido serlo. La cascada que sólo cayó en las tardes de lluvia entre la montaña y el lago. Aunque no aprendiéramos inglés, ni filosofía, ni literatura. Juntos no podemos, y menos política.
Sigo diciendo que si llegas alto me levantaré en armas en tu contra. Y tú pensando que mi arte es barato y carezco de talento.
Mejor estar lejos y extrañar nuestras pláticas que acababan en discusión. O en noches tuyas frente al espejo intentando ponerte triste, o pagándome una limpia para que dejara de molestarte. Esta vez no hay chamanes que curen mi dolor. Creo que tampoco el tuyo. Tampoco hay novios a quien colgarles dulces, ni envidiosos que nos ponchen las llantas del coche. Nadie me lee la mirada en las mañanas. Sólo hoy, un bebé. Aquí sólo hay messenger y un encuentro casual de vez en cuando.
Impotente de consuelo. Nos queda el cielo en común y la sensación de haber sido derrotados.