martes, 13 de abril de 2010

resurreccion.

Vamos a volver. Porque escribir nos hace libres. Sacamos un poco de las raíces que crecen por dentro y se enredan. Hay que podar. Poco a poco para no intoxicarnos con las tijeras. Sin meter el bisturí a fondo que si no nos ahogamos.
Lejos te crecen las ramas y los estambres se convierten en pelos de gato que miden más de siete metros. Sentí que llovía en mi estómago y eso que todavía no empezaba a llover en la ventana ni en mis ojos.
Es un martes, un martes trece ,el día en el que vuelve la sensación a ahogarme y si no lo saco por los dedos después no podré despertar. Hidrocefalia estomacal, que no sería hidrocefalia. Aunque puede ser que ya lo esté siendo. Si paso 12 horas en una cama las uñas de los pies me torturan con su culpa y sus temores. Son palabras lo que me está ahogando. Lo que quiere hundirme. No son tristezas, ni miedos, ni errores, ni tú, ni yo, ni él, ni ella. Son palabras.
Hay que escribir, escribir y no parar hasta que alguien más lo haga. Hasta que saques eso que tiene que florecer fuera de ti.
Abrir la boca y cantar tan alto que puedas alcanzar el universo paralelo con tu voz.
Abrir los brazos y amar. Amar con todo lo que ésto implica. Sin temores. Amar. Como suena. La palabra más pesada, por eso hay que sacarla y cantarla y decirla y gritarla y escribirla y dibujarla. Para que no pese dentro de nosotros. Porque el amor es lo que màs puede pesar. A veces más que el odio.
Abrir los ojos y leer. Leer los labios, leer los ojos, leer los olores, leer el ayer y leer el hoy que todavìa no acaba.
Abrirme de la a a la z y no parar hasta que los colores se apoderen de mí y no pueda hacer otra cosa que vivir de Dickens a Arrabal y no sentir que falta poesia a mi alrededor.
Abrirme las hojas y sentir las gotas de lluvia en mi piel y no en el intestino.

Volveremos y volveremos con todo. Hada y yo, asesina y yo, renacida y yo.