martes, 26 de agosto de 2014

De mudanzas. Adios al departamento del celibato.

Siempre he tenido que salir corriendo. Con esa sensación de que la vida viene detrás de mi, lista para aplastarme, como cuando nadas con todas tus fuerzas para que la ola no te revuelque. He vivido a prisa, corriendo- huyendo de un lugar a otro. Hoy puedo transformarme con tiempo, con calma, sin nadie que me pise los talones, y eso me hace sentir totalmente perdida. Hace tiempo mi amigo Sergio me dijo que tenía que encontrar la estabilidad, que no podía vivir siempre así, yo le contesté que tal vez mi estabilidad era lo que él consideraba  inestabilidad. Ahora mis antiguas ideas están en una cuerda floja. Las miles de mañas que había adquirido como método de supervivencia ya no son necesarias y me encuentro sin saber para dónde tirar ahora que se esta tranquila.

Llegué a ti totalmente perdida. Llevaba meses durmiendo en diferente casa cada día, con el corazón destrozado, pasando noches enteras sin dormir y despertándome cada hora nada más para llorar. Por primera vez en mi vida me dieron ataques de ansiedad. Había días en los que al despertar no sabía dónde estaba, tenía que hacer un recorrido mental de las casas donde había vivido, las ciudades y finalmente recorrer año por año a ver en cuál me encontraba y qué hacía. Yo no te encontré, de hecho ni siquiera pude buscarte. Mi hermana fue la que te encontró, yo me quedaba paralizada en los Vips de la ciudad escribiendo durante horas, o pensando que escribía, porque no se dónde quedaron esas letras. A veces en algún parque esperando durante 5 horas a que alguien me abriera la puerta. Caminaba de Coyoacán a la Roma, pasaba noches enteras con fiebre y diarrea, me comía los libros que encontraba a mi paso. Disque haciendo que buscaba pero en realidad no registraba nada de lo que pasaba a mi alrededor. Cuando mi hermana te encontró, no pude estar más feliz. Toda tú me parecías luminosa, los suelos de madera, ventanas por doquier, muebles sólidos, cariñosos. Ni lo pensé para aceptar.

Mi corazón seguía destrozado, no tenía ni un peso, ni trabajo, ni nadie que me pudiera orientar por mis rumbos artísticos, pero tenía un hogar, un espacio mío. Ya no tenía que llegar y convivir con agradecimiento y vergüenza por estar invadiendo el espacio de alguien más. Podía estar triste todo el tiempo que quisiera, sin tener que sonreír falsamente. Las primeras 3 semanas no salí de  AQUI El ir y venir de casa en casa, de ciudad en ciudad, me habían dejado exahusta, mi cuerpo y mi mente necesitaban descansar, aterrizar, adueñarse de algo...todo lo anterior estaba perdido.
Pasaba días enteros AQUI, en el comedor, escribiendo, tomando mate y llorando. A veces imaginaba que El Pancho se aparecía por la ventana, en forma de cabeza con alas y que al mirarme me decía "¿todavía escribiendo y llorando por mi, morra? Ya fue, a darle a lo que sigue". Hasta que el árbol, al que llamé Mi princesa, golpeaba en la ventana y me hacía ver que ni siquiera de esa forma, estaba él, y lloraba más por seguir llorando por él, o por lo que él me hizo ver de mi.
Cuando me dejó, entre broma y ardidez prometí a mis amigos no tener sexo en 4 meses, nadie me creyó, me hicieron apuestas, bromas, canciones. Ni yo misma lo creía posible. Antes de él venía de tantas camas. Así llegué AQUI, con la promesa firme de parar de liarme sin pensar.  Algo pasó, no se si fue el orgullo, o quizá la tristeza, o tal vez eso que decía él de traer a tantos muertos encima, que los días empezaron a pasar, y luego los meses... hasta que llegó el momento en el que me dí cuenta que llevaba 1 año célibe, no había salido con nadie, sin necesitarlo sino todo lo contrario. Había encontrado algo más, a mi.
Conseguí trabajo de "modelo-edecán" los fines de semana. Me hacía ilusión la paga pero el trabajo era detestable, promover un consumismo que yo odiaba cada vez más. Lo único bueno es que el resto de la semana lo tenía libre y así pude meterme a puro curso hippie que me ayudaba a liberar mi mente de todas las estructuras asfixiantes que me habían inculcado en la carrera.
Primero conocí a Otto en el curso de teatro delirio, y sólo con hacer un ejercicio juntos supimos que ahí había almas gemelas. Él tenía todo lo que a mi me faltaba para ser una gran mujer y yo tenía todo lo que a el le faltaba para ser un hombre de verdad. Nos convertimos en hermanos, pasábamos los días leyendo teatro, viendo Niña Repelente, cantando Lupe D'lessio, Yuri, Bebe, buscando eventos gratuitos, comiendo la comida que mi hermana pagaba para los 2 (puro spaguetti) Por las mañanas leíamos a Jodorowsky y por las noches hacíamos recorridos mentales de las rutas de Los detectives salvajes. Nos aferrábamos a cualquier misticismo barato para justificar nuestra triste existencia. AQUI, hicimos de mi cuarto un mundo de fantasía, junto con Ámbar y David pintamos el árbol de las lagrimitas rosas, el túnel de mi cabecera, los hongos de la felicidad. Con cajas de cervezas hice mis libreros, hice una caja en la  que cada persona que visitara mi cuarto tenía que escribir un sueño cada vez que venía, puse la cubetita de las frases de literatura en el pasillo para todos los visitantes.  En esa época reapareció Chavira, conocido de mi adolescencia y que a mi regreso a México fue mi salvavidas, me traía chelas, hierba, me hacía grandes cenas y comidas (sabía que mi refri estaba vacío), me culturizaba con sus documentales políticos, empecé con mis ondas revolucionarias, manifestaciones y demás lecturas, AQUI. Otros días venía mi sobrino a hablarme de música, a enseñarme sus nuevas composiciones, autores clásicos, le hacía una cenita AQUI, una chela para cada uno y lo ponía a ver mis películas favoritas. Cuando el corazón está roto es el momento perfecto para crear vínculos con tu familia.  Por fin mi vida se había convertido en lo que quería. Atrás dejaba los cafés con temas de bodas interminables o... cosas de esas.
Tiempo después mi hermana se fue y dejó en su lugar a Fabis. Te convertiste en el departamento de las chaparritas de la muerte. Vinieron los jueves de grandes borracheras AQUI, con el Negro, Luis, el primo Andrés. Las llegadas cargando a las 5 de la madrugada, las pijamadas entre amigos, volvía un poco la decadencia. Hasta que decidí volver a parar y entrar a teatro experimental, entonces la vida se convirtió en un símbolo y signo eterno, constante.  Decidí dejar todo para desarrollar mi resistencia al dolor y al cansancio, muchos días no podía ni caminar de la cama al baño de AQUI, me llené de moretones, mi cuerpo estaba exahusto pero valía la pena ir a descubrirme, vino Parkour y fue cada vez peor, mi vida era un aguantar al máximo durante 4 días para luego pasar otros 3 como zombie, con todos los descubrimientos emocionales que me causaban esos ejercicios. Llegaba a AQUI a tirarme a la cama y llorar, o dormir por lo que había encontrado de mi. Hasta que decubrí los beneficios de la mota. En esa época me volví Jodoroskiana, y aunque ahora me da risa, no me arrepiento. Empecé a ir a yoga cósmico todos los días a las 530 am y luego 3 horas más de ejercicio. Me clavé con lecturas sobre teatro físico, sagrado, experimental y meditación. Hasta que mi maestro de yoga, meditación y alineaciones energéticas  saboreó mis pezones en sus dedos  e hice una pequeña retirada. Sin miedo, sólo cansada y un poco desilusionada.
Volví a escribir, AQUI, entré al taller de dramaturgia, el cual me recordó mis poderes de mujer y me reconectó con el teatro. Ahí conocí a Eloy y por primera vez hice teatro en México, a partir de ahÍ las cosas se fueron reacomodando.

El dibujo que Geratho había exigido que estuviera en todos los baños de mis casas llevaba días cayéndose, lo raro era que siempre caía en el mismo lugar  y eso empezó a llamarme de alguna manera. AQUI recibí la noticia de su  muerte. AQUI me quedé llorando frente a mi árbol mientras Otto lloraba detrás mio, pensando en el amigo que nunca conoció. AQUIlo he sentido hablarme, tocarme, escribirme. AQUI le he llorado, he hablado con él. AQUI está.

Otto y mi sobrino habían entrado a la UNAM y  ya no les quedaba tiempo para mi. Chavira siempre intermitente con sus idas y venidas. Así que hice nuevos amigos, aparecieron Macho y Rafa y conocí a una nueva yo. AQUI me volví adicta a whatsapp y a chatear con Rafa a toda hora. Aprendí grandes cosas sobre gente zoofilica. Conseguí chamba de maestra en una escuela de teatro, por fin tomé la decisión de armar un proyecto teatral por mi misma. La vida me cruzó con Giny y gracias a ella, AQUI, tomé confianza para arrancar el proyecto, conocí a Irene, mujeres con mis mismos intereses, eso sí que era nuevo. Tardes enteras AQUI, de lecturas, de investigación sobre las asesinadas de Juarez, sobre Bolaño, sobre nosotras en estos contextos. Aquí empezó un proyecto que iba para un mes y duró casi un año.
El Pancho reapareció en forma de amigo y el dolor de tantos meses pasados se fue difuminando al reeconocerlo y ver que la cosa no era personal.  Empecé y acabé mi amorío, AQUI, con un muchacho de derecha, el buen Jimmy, gran amigo, el cual me recordó que nunca debo de decir nunca. Pero la cosa no me duró ni dos meses. El teatro y mis reencuentros con mis yos me envolvían. Mi vida iba hacía un lado mientras la de él hacia el otro. La separación más sana y menos dolorosa.
En las noches, después de escuchar los conflictos amorosos de mi hermana, mi amiga, mi amigo, cerraba la puerta de mi cuarto, miraba mi árbol de lágrimitas rosas y decía "uff, qué bien se está AQUI"
Mi casa, AQUI, se convirtió en albergue, en punto de encuentro, en motel para las parejas que no tenían dónde yacer. Fue el hogar de muchas personas y yo me sentía feliz con eso. Mi caja de los sueños llegó a tener 500 sueños. LLegué a rellenar la cubeta de frases más de 4 veces.
Mi tiempo de celibato volvió y empecé a vivir únicamente para Mujeres de Arena. Empaticé con todas las asesinadas, con las violadas, desayunaba, comía, cenaba y soñaba mujeres de JUAREZ mujeres de MÉXICO. Conocí a más gente de teatro, la gente reconoció mi trabajo. Hice grandes amistades, incluso con actores (seres que nunca me habían sido gratos). Me sentí segura en lo que hacía, AQUI.
Reencontraba mi sagrada sexualidad femenina en la soledad, AQUI, con mis velas, mis inciensos y mi música para sanar el alma cuando conocí, esta vez de verdad, porque no había quererido conocerlo antes, a Emiliano.
Emiliano vino a cambiar las noches y los días del departamento de las chaparritas del mal. Me enamoré hasta las chanclas de un político, de un capitalista, de un hombre que era todo lo que yo juzgaba. Emiliano vino a hacerme ver mis grandes niveles de ignorancia, de resistencia, de equivocación. Y yo no podía creer que alguien tan inteligente quisiera estar conmigo. Me fui de boca a intentar estar con alguien nuevo.  Coincidió con mi regreso a Madrid, sólo unos días para acompañar a mi hermana. Ahora, de la mano de Emiliano, la eterna nostalgia madrileña desaparecía. Ya no quería estar ahí. Veía todos los lugares con los que había soñado durante años, a los que quería volver y ya significaban algo totalmente distinto. Mi regreso a Madrid me descubrió lo bien que estaba en México, más allá de Emiliano y de estar enamorada, estaba haciendo lo que siempre había querido hacer, me sentía fuerte, tranquila, contenta. Tenía los amigos que quería tener y aprendía lo que tenía que aprender. En Madrid (en mis miles de casas) viví cosas maravillosas, pero nunca estuve tranquila. Había habido demasiados duelos. Bueno, estas letras no son sobre eso. Estando allí de regreso, por primera vez, anhelaba volver a casa, y me di cuenta que por primera vez en muchos años, sentía que tenía un hogar.

Cuando volví de Madrid lo de Emiliano no aguantó mucho más, otra vez tuve que salir casi corriendo. Era la decisión correcta pero dolió demasiado. Carlos, mi amigo Gay al que no le gusta que le diga GAY,  entró de salvavidas, me traía desayuno a casa todos los días, me consentía, pasaba por mi a mis ensayos. Hasta que se vino a vivir aquí, y fue el mejor compañero que alguien que acaba de tener un duelo amoroso pueda tener. A mi llegada había flores, sorpresas y siempre intentando sacarme una sonrisa. Llegó incluso a componerme canciones.
Te llenaste de flores y de risas. Hasta que Carlos se fue. Entonces, me llegó de golpe todo lo que Emiliano había venido a enseñarme y tuve que volver a encerrarme en mi, a procesar, AQUI. Vino mi prima a vivir un tiempo, me dediqué a hacer Insanity, Yoga, correr, AQUI, todo para no sentir. Empecé a trabajar en Televisa, y entonces mi vida dio el cambio de los 100 grados. Yo que un año antes hacía manifestaciones de #132, AQUI. Las enseñanzas de Emiliano eran como sartenazos en la cabeza, todos mis prejuicios, mis negaciones, mis sinsentidos aparecían uno a uno frente a mi. Entre esas  vino Moya, un artista catalán a enseñarme que ya no buscaba nada de lo que había buscado antes, a aguantarme todas las veces que después de estar con él lo ahuyentaba, porque seguía pensando en mi exnovio. A demostrarme que las cosas no eran tan fáciles como yo había creído que serían y a convencerme que una vez más, necesitaba el celibato.
Luego, como por arte de magia, la vida me mandó a Pico mi hermana de regreso. AQUI estuvo una temporada. No pude haber sido más feliz, más amada y amar más. Pico ha sido siempre la razón por la cual no me he matado, o no me maté ya.   Con su sabiduría de monja atormentada, con sus ojitos de ilusión, con sus necesidades de bebé. Pico que me hace entender a las madres, que por ella sufro y disfruto como una de ellas. Pico, que es con la única persona en el universo con la que me permito romper, expresar mis necesidades y pedírselas. Chavira y Rafa se alejaban a pasos agigantados, o yo me alejaba de ellos, no lo sé, así que cerré puertas y ventanas de casa. Volví al celibato y a mi.
Mi vida se convirtió en Pico, desayuno Pico, comida Pico, cena Pico, sueño Pico. El trabajo en Televisa me hacía feliz. Vino el proyecto de 2:14, trabajar con mi director favorito.  AQUI se llenó de tortugas y golondrinas e historias de madres de asesinos. Así que vivía para trabajar y la única persona que merecía mi amor era ella,Pico, AQUI. Durante el trabajo me mandaba audios gritando que fuera a darle amor, o mandándome rings con sus necesidades, y yo decidí estar sólo para ella y mi trabajo. No se si una hermana pueda querer más, porque cuando volvió a partir el corazón se me desgarró, veía su taza, su plato, su ropa y me tiraba a llorar. Era casi como mi dolor cuando el Pancho me dejó, como si mi esposo de 10 años me hubiera dejado. No quise salir en días, sólo para trabajar y volver.  Cuando se fue, me di cuenta que durante los 8 meses que estuvo AQUI. Había perdido contacto con tanta gente.
Fue Pamela, mi amiga de la infancia, la que se apareció una tarde para volverme a sacar, para espabilarme, para que volviera a ver a la gente y al alcohol como algo normal y posible.
Volvimos a las fiestas, a las risas, a crear un equilibrio saludable entre mi exceso de trabajo y mi vida social. A reencontrar a mis amigos, a sanar rencores con el pasado. Reencontré el amor a la poesía, y a los poetas.
AQUI encontré mi paz, mi soledad, lo más bonito del dolor que me habita, la tranquilidad de la tristeza y de la alegría, mi feminidad perdida, mi congruencia, mi conciencia, el equilibrio entre todos mis yos.
Ahora te dejo. Querida y querido. Has sido un gran hogar. Decido irme porque ahora puedo vivir en un lugar mejor y tengo que aprender a merecer lo bueno, a no escatimar, a arriesgar sin estar preparándome siempre para el madrazo, a creer que puede venir algo mejor y no estar esperando mi crucifixión.
Vuelvo a empezar casi de cero, cierro Estrella y media, mi primer proyecto teatral en México, concentraré mi energía en nuevos proyectos, más mios (ahora sé que puedo). Tengo que entender que los cambios no siempre deben ser generados por una tragedia, que puedo generarlos yo misma para una mejora, o simplemente una renovación.
Te dejo, infinitamente agradecida por todos los amigos que hice AQUI, a los que recibiste e hiciste sentir en hogar, por el gran silencio que encontré AQUI, porque me protegiste, me animaste y me cobijaste. Porque fuiste un maravilloso hogar en todo el sentido de la palabra.  Te dejo con todos los amores y desamores que viví aqui.
Entré destrozada a AQUI y salgo siendo otra persona, me protegiste porque lo necesitaba, ahora necesito volver a abrir brazos, corazón, dejar de tener miedo y lanzarme de nuevo a otra aventura. Dicen que necesito volver a amar. Ahora puedo hacerlo. Gracias a ti.