miércoles, 3 de diciembre de 2008

cuando era navidad

Ya se que antes era diferente. Mi cabello no estaba reseco y tus brazos no eran tan oscuros como ahora. Antes, cuando todavía pasabamos las tardes pestañeando cada vez que alguna medusa pasaba entre nuestros pies. ¿Te acuerdas que no te daba miedo escuchar a las abejas? Pienso que a veces la culpa fue de los corales, por habernos alejado tanto de las corrientes literarias que te atrapan los pies y te llevan a los arrecifes de los bajos. Hay líneas que antes eran puntos, ahora son infinitas y se lanzan como dianas tras el significado de la palabra. La palabra envejecida con la falta de uso, o con el exeso de esta. Tu piel ahora da valor a los setenta y un proximos eliminados, los que van a ser como tú, de un verde tan infinito que las expertas no han podido sacarles clorofila. No es la navidad ni los colores que faltan en este salón. Son las princesas que estan editando números de viejas revistas de economistas. He buscado el espíritu navideño en las series de luces de las calles, en los árboles que nos han puesto cada kilometro. No lo encuentro. He ovidado lo que era. ¿Porqué se supone que ahora hay que sentirse mejor? Vuelvo a decir que antes era diferente. Cuando escuchaba un villancico y las piernas se volvian alas. ¿Era yo? Tal vez el rumor de los buñuelos regado en las cúpulas de las iglesias. No recuerdo si tú estabas. Creo que era yo en pequeña. Yo y las estrellas de los reyes magos atadas a gigantes globos de gas. Yo y la capa verde que veíamos todos los años arrastrarse por el salón.
Nunca esperaré contigo. Ya no esperaré, las aves se han comido poco a poco el halo de chispas que rodeaba mi cintura. Sigo queriendo encontrarlo. SAldré todas las noches a respirar el marrón amarillo de las ojas del suelo, a deslumbrarme con los verdes y los rojos. Hasta recuperarlo el no se qué y el tú de cada día

viernes, 10 de octubre de 2008

desde aqui

Aqui las casas son grandes y frías. Huele húmedo y por las noches hay fantasmas. Aùn así es inevitable sentirme más grande, más fuerte. La bruja ha dicho que me importa muy poco mi futuro, dice que estoy triste, que algo me pesa. Pero yo no siento nada. Me gusta caminar a todos lados, me gusta el sol escondido entre cúpulas de iglesias. Comprar paletas heladas de fresa y disfrutarlas mientras escojo un gobo de gas. Hablo todo el día, no importa con quien. Los radios son una maravilla. No voy sola ni al baño. Me rodeo de locos y de enfermos, son mi literatura tridimensional. Ahora no esta haciendo falta leer. Hay demasiadas historias rodeándome como para sumergirme en una. No necesito personajes. Sólo un poco de teatro y el abrazo del amante. Los dientes se me han desmaltado por el exeso de limon, de chile, de enchiladas y mezquites. No puedo concentrarme en películas, ni en escribir. Tengo poca voz para cantar. Solo bailo y bebo y no precisamente para olvidar. Estoy rodeada de mujeres y de borrachos. Pronto sacaré una maestría en Ativán y antidepresivos y eso que nunca los he consumido. Aveces estoy angustiada, por eso el ejercicio a las siete de la mañana, pero siempre callo al grito con garnachas y cocacolas. Vivo entre marrones y verdes secos. Unos días huele a orines pero me he acostumbrado. He perdido mis lentes y mis cinturones. No sé dónde está mi regreso, pero no me preocupa. Ahì estaré.

lunes, 18 de agosto de 2008

carta 4. borrego de aqui para alla

Ya pasaron muchos días y no escribes. Tengo miedo de haberte ofendido. Tal vez fui ruda reclamándote la innecesariedad de tus palabras. A veces me siento con la fuerza de las olas nocturnas y olvido que hay caracolas.
Te soñé tortuga y yo era gaviota a tu lado. mis sueños suelen ser confusos y marítimos. Esta noche tuve pesadillas. Veía algo que me incomodaba mucho y abría la boca, tan grande que la mandíbula se me desencajaba. me dolía demasiado y no podía volver a colocarla en su lugar. El dolor me despertó y despierta estuve un tiempo masajeandome la quijada porque seguía doliendo. Ya me ha pasado varias veces. ¿qué crees que quiera decir?
Un día me acordé de las mañanas en las que yo me arreglaba frente al espejo y tú te sentabas a tomar el café viéndome. Yo te preguntaba ;¿estoy guapa? hoy quiero ser guapa, decía y tú contestabas que si me lo planteaba iba a dejar de serlo. Entonces yo me sonrojaba, como las niñas que no juntan en el arenero y me bebía el café de un trago mientras terminaba de aplicarme el rimmel. Ese día tuve ganas de tí. Pero después salí a la playa y mirando a los caracoles aferrados a las rocas se me pasó el olor a café y a pelo quemado.
En las mañanas me despierta un pájaro cantador y cuando abro la ventana me viene la brisa del mar. Cuando escucho ese pájaro recuerdo aquel libro de Murakami. El de el pájaro que daba cuerda . No sé si algún día lo terminaste de leer.
Ayer hablé con la abuela. Me ha dicho que el abuelo está muy enfermo, mi abuela lloraba. Tengo miedo de que mi abuela llore. Mañana iré hasta allá, contacté a un abogado, no lo conozco pero suena educado y formal. Se llama Francisco. No recuerdo su apeido. Intentaré quitar los cargos y todo eso. Siento no haberte avisado antes pero... no sé cómo comunicarme.

El jueves llovió. Me dio rabia haber estado en la calle y no en la playa para ver las gotas callendo en el mar. La lluvia me evoca a ti en todo momento. Pensé que no podría estar donde estás tú, porque la lluvia huele a tierra, y está muy bien alguna vez al mes. Pero todos los días, me hundiría con ella.
Esta semana ha habido marea alta, es tonto pero me hace sentir más fuerte. Veo las olas y a veces cuando veo que una muy alta va a tronar grito con ella. Mis gritos ahora son graves. Intento imitar el sonido de la ola. ¿Sabías que cada ola tiene un sonido distinto?
Anoche apareció una tortuga en mi puerta. Será por eso que he soñado contigo. No le he puesto nombre. ¿Se te ocurre alguno? yo pensé llamarla Gato.

Me voy que el cielo esta tronando y quiero verlo aullar.

domingo, 17 de agosto de 2008

lk.

No sé. Es de pronto así. Que estoy leyendo y siento la necesidad de hacerlo en el volúmen más alto. Que necesito descargar todo esto que no sé qué es. Esta masa amorfa de acumulación. Las ganas de llorar por no haber sido coja, de empezar a quedarme sorda. El pánico ante los aplazamientos. Me paraliza pensar en lo que voy a sentir y estar esperándo. Esperando como una idiota. Las gentes se desvanecen en sus propios precipicios y ya estoy acostumbrada a verlos caer de sus pedestales. Porque así son las reglas y no hay nada más que hacer más que aguantar como las estatuas, recibiendo cagadas de palomas en los hombros y de vez en cuando en la nariz. Hasta que se vuelve imposible vivir sin ellas. Me inquieto y no logro detenerme en los demás, no logro ver sus caras, ni escuchar sus llantos. Me desespera cualquier intento de gemido, cualquier lágrima a punto de escaparse.cualquier lágrima que no sea mia. Así soy de egoista, de llana. Soy de todo, me lo dijo alguien una mañana mientras me planchaba el cabello y los pelos se quedaban en mi vestido blanco, él tomaba café con los ojos hinchados, ya casi lo había olvidado. Necesito un escenario y estar en otra realidad, una que no sea la mia, para poder descargar todo lo que guardo cuando me toca vivir a mi. Es una contradicción, lo sé, pero sòlo siendo otro personaje puedo sacar...eso, ya sea en risa, llanto o incluso en el silencio cargado de una escena chejoviana.
Necesito correr y pensar en lo que no he querido pensar, que aún no queriéndolo lo pienso todo el rato.

lunes, 11 de agosto de 2008

carta 3.borrego de aqui para allá

Aveces tus palabras son tan innecesarias. Y tardías. Siempre tardías. Llevo dos semanas esperando tu respuesta. Recién acabo el mate. Hoy los delfines no han querido salir. Será por mi humor. No soporto la idea de que te caigas de 3 a 5. Ya tendrías que ser más fuerte.
Lo siento si mis cartas te han confundido. Todavía no quiero que regreses. No sé si algún día querré. Pensaba que lo tenías claro. Me hablas como si nada hubiera pasado y eso me descoloca. Es sólo eso, me quedan pocas ganas de comprenderte.
Lo siento pero ahora sólo me interesa el mar. Me interesa perderme todas las mañanas en el ruido de las olas cuando llegan a la orilla, chocan con la arena como queriendo romperla, poco a poco, y se regresan. Me interesa su lucha incansable, aunque aveces las olas suenan cansadas y eso me desanima un poco. Hay alguna espuma que se queda aferrada a la arena, como no queriendo regresar y por no regresar a la mar se muere en la orilla. Ayer lloré por esa espuma.

¿Puedes creer que los cangrejos han dejado de esconderse por mi llegada?Esta mañana escuché como uno me pedía que lo pintara. Apenas estoy haciendo el boceto. Es extraño que los cangrejos caminen alrevés. ¿O será una ilusión óptica? Quizá sean los únicos seres terrenales que vayan hacia adelante. Tal vez somos nosotros los torpes y por eso nos burlamos de ellos. Hoy, al salir de casa me enterré un caracol en el talón. Pareciera que se me quiere quedar incrustado ahí, no me lo he quitado. Me gustaría hacer una foto, pero rompí la cámara cuando nuestro hijo murió. Ahora ya no me duelen las fotos. me duele más haberlas destruído. ¿Y si algún día se me olvida su cara, su olor, el color de sus mejillas cuando lo sacaba de la bañera? Lo pienso muchas veces y me asusta tanto.
Aveces me veo en el espejo y digo en voz alta "Una vez fui madre", lo repito varias veces hasta que me canso y me tumbo en el camastro a ver las estrellas. Con frecuencia veo estrellas de mar en el cielo. ¿Significará algo?

Hoy no escribiré sobre el abuelo. Mis extremidades están cansadas pero mi sangre corre con demasiada rapidez y eso me tiene inquieta. Como alerta.

Quizá el enemigo nunca se vaya.

sábado, 9 de agosto de 2008

siete-seis-cinco

Son dos hermanas, dos hermanos, a veces tres, otras cuatro. Fueron seis. Enterrados por el dolor. Por el desconsuelo permanente. Vejados por el día con día. Por una infancia confusa, inestable, caduca. El aura de la muerte sobre sus cabezas. El no poder seguir como antes se seguía, y nadie sabe como han llegado hasta aqui, hasta allí. A veces se abrazan, cuando cierran los ojos, cada uno desde su cama. Camas separadas por caminos totalmente distintos. Camas divididas por rascacielos, metros, palacios y clubes residenciales. Quizá el dolor sea lo único que mantienen en común, el dolor y el aguante. El sarcasmo ante la muerte y las cuchilladas de los dioses.
La búsqueda constante, el no-buscar. El ayer idealizado, que el ayer también dolía y de eso se acuerdan entre risas algún domingo de carne asada. Cada vez más peso menos palabras. A veces todo les duele, otras todo es indiferencia. Una tragedia más, otra vez el corazón roto, otro adiós. Todo pierde importancia y ven a los demás desde una peña más alta. La peña a la que se llega cuando has topado con la locura, con el desamor, con la muerte. Los tres-cinco desde lo alto cubiertos de niebla. Duele incluso el no llorar.
Se extrañan, no siempre. Se extrañan en días en los que ellas saltaban en las camas y ellos las tiraban. Ahora cada uno desde su punta de vez en cuando envían señales de recuerdo.
Nadie sabe si alguna vez puedan volver a unirse y hacer que el poder de seis-cinco vuelva a destruir las fuerzas de la infelicidad.
Uno en lucha-dios, Otra en poesía-dios, Otro en hijos-dios, Otra en teatro-dios y la Última en Dios-dios. A ver si alguno encuentra lo buscado. Pero nada, pasan los años y las peñas cada ves más difusas. A veces coinciden pero nunca del todo. A saber quizá haya alguien esperándolos en otro lado y sean siete.
Seguir, seguir buscando, extrañándose, olvidándose. Venciéndose entre guerras con ellos mismos y sus representantes de neón. Doliéndose de no estar juntos, no separados, no-juntos.
Buscando, extrañando algo que nunca se ha tenido.

jueves, 31 de julio de 2008

carta 2. borrego de aqui para allá

Perdona la tardanza, aveces estoy cansada y no sé qué decir. Si te soy sincera no sé de qué me canso. Paso el día en la playa viendo a los delfines ir y venir.Buscando la combinación perfecta de colores para plasmar una nube. No siempre las nubes son ligeras y eso me da rabia. Me canso de ver las estrellas y tratar de entender constelaciones. Esta mañana pensaba: "Un momento irremediable cuando me leías" Nuestra vida ha sido eso hasta ahora; una cadena de momentos irremediables, contigo o cuando tú no estabas, perdón, cuando tú no estás.

Creo que anoche escuché a una sirena cantar. ¿Quién fue el primero en inventar eso? Aveces pienso que el que ha inventado todas las historias has sido tú, antes que los griegos y que Goethe. Tú antes de Shakespeare.

Percibo tu resistencia a hablar sobre mi abuelo. Supongo que aún le guardas rencor. Aunque nadie lo haya querido así. Sé que eras su consentido y entiendo también tu dolor. A mi me duele la muerte del pequeño cada vez que veo mis dedos e imagino su manita oliendo a nenuco. Tal vez no debería hablarte de esto pero... ¿con quién lo hablo si no? Cada vez me siento menos madre. Imagino mi matriz como un huerto de flores disecadas roidas por gusanos fracasados que se perdieron antes de llegar al paraíso. Me siento menos mujer y más aroma. La abuela tampoco entiende lo del abuelo. Matar a un bebé por accidente es algo imposible de entender para una mujer con la sagre maternal de la que ella está invadida. Yo lo he perdonado. Aunque tampoco lo entiendo. Nadie está cargando más que él. He tratado de buscar a alguien que lo ayude a salir de allí, pero nada. Nunca he pertenecido a un círculo cercano a abogados.
Lo siento, tal vez no quieres leer de esto. Pero ¿con quien lo hablo si no?

Mis pinturas siguen siendo mediocres y muchas veces pretensiosas, pero siguen siendo mías, hasta que el mar decida robarmelas. Te tengo presente continuamente, sobretodo cuando el sol se esconde y los pájaros se cuelgan de los cables del teléfono. Pájaros y tú volando tan lejos, haciendo que vuelas, como yo hago que soy espuma de mar y las olas me roban volúmen.

Tengo que irme, no sé porqué. La brisa se me ha pegado a los dedos y estoy pegostiosa.
Bebe zumo de zanahoria para esos temblores.

jueves, 24 de julio de 2008

Carta 1. borrego de aqui para allá.

Sí, aquí hace calor y hace sueño. Hace tanto que no te veo que ya no recuerdo bien tu cara.
Duermo mucho y no suelo escribirte, hasta ahora, porque si te pienso siento amargo detrás de las muelas. Hoy vi una estrella fugaz. Me acordé de ti. De tu obsesión con las estrellas y los gatos encima de los basureros. Ah si, esta noche soñé con un gato que se metía a la casa, a mi me daba muchísimo miedo acercarme a él y a él le daba miedo yo, era un gato negro. Me fui acercando superando mi miedo y él se coló por debajo de la puerta al otro lado de la calle. Del gusto me caí de culo en el portal a reírme. ¿Cómo es posible que un gato pueda imponerme tanto?
Me meto al mar tres veces al día. Desayuno-mar, comida-mar, cena-mar, amanecer-la luna.
En esta playa abundan las jacarandas. Estoy empezando a pintar. Soy lenta y tengo mal pulso pero me hace sentir mejor. Es gracioso, pintar y leer me hacen sentir mejor persona. Aunque también sea una forma de evadir.
Alguno que vino me ha dicho que estás fuera. En una ciudad de lluvias. ¿qué haces tú con tanta lluvia? Yo pensaba que odiabas que el agua te tocara los pies. Quizá ya has cambiado. Yo he cambiado mucho. Eso dicen los delfines cuando me los cruzo en la madrugada. Dicen que soy más rubia y que mi nuevo labial despide olor a nectarina.
Estoy con algunos, ya sabes, coleccionando historias. Tú supongo haces lo mismo. Ahora yo soy un poco tú. Espero tú no llegues a ser un poco yo, porque yo soy muy poco y me robarías esa mínima porción.
Mi abuelo sigue en la cárcel. La abuela sigue llorando, no quiere saber nada de èl. Pregunta mucho por ti. Yo si sé del abuelo. La última vez que estuve allá fui a verlo. Se le ha caído todo el cabello. Está pálido y tiene alergia a los colchones de allí. Da una tristeza infinita. Sé que cada quien recibe lo que se merece y por eso me asusta tanto verlo. Como me asusta pensar en qué voy a terminar yo. ¿Cómo terminaré? Quizá ahogada, y ya dentro del mar llegará el lobo marino a recobrarme la vida, a cambio de ser criatura del mar. Podré saber lo que es respirar debajo del agua.

No siempre te extraño.

lunes, 21 de julio de 2008

la bolsa del pez

El cabello le llega a las rodillas. Sentada en un barandal que da a un río triste. Un río de agua sucia con un pez-mounstruo de vigilante. No llora, porque le quedan pocas ganas de hacerlo. Prevenir que quizá algún día vuelva a necesitarlas. Es un pelo castaño pero los rayos del sol hacen que brillen mechas rojizas. Serán las sonrisas de los que la miran. Ha tenido que detenerse, será el agua. Tal vez el pez la llamó desde que venía en el autobús. Cuando pasa la noche en vela siente que el día está lleno de señales que le darán las respuestas a todas las preguntas que surgieron por la noche. Está enfadada, el miedo la delata cada vez que se muerde la uña del dedo pequeño.Y es que parece imposible que despúes de tanto tiempo siga recordándolo. Siga pasando las noches en vela por él. Que cuando está despierta y escucha su nombre ella lo sustituye por el nombre de alguna golosina, y así es más fácil sonreír como si no pasara nada, como si ese nombre sólo significara un buen caramelo que alguna vez probó. Que cuando supo no hubo tiempo. Pero esta noche, la casa se le ha derrumbado, él la miraba desde su silla, acompañado. Como la mira el pez-mounstro comiéndole las entrañas. Poder ser capaz de dibujar una sonrisa mientras lees la noticia que arruinará tu vida. Ella es capaz. Pero en sueños no. En sueños resulta que se le rompe el corazón. En sueños la fuerza se le va por las miradas y no le queda más que sentir. En sueños tardíos porque la historia comenzó cuando el cabello le llegaba a la barbilla, ahora en las rodillas. No ha valido de nada leer 89 novelas. Aùn recuerda la historia, la que era suya como si fuera la ducha de esta mañana. Que no se diga que no ha intentado seguir adelante. Seguramente más que nadie. Y muchas veces ha tenido la sensación de haberlo superado. Pero nada, resulta que viene una noche como estas en las que Morfeo le escupe en la cara la imagen de él, los besos de él, la caricia de... La mañana le devuelve su ausencia y el sudor en la sábanas.
Navega una bolsa de plástico por el río. Una bolsa blanca que curiosamente le da un aire poético. El pez se asusta, un elemento que no pertenece a su territorio. Pesado y lento se acerca a ella, a la bolsa. La picotea y la bolsa parece que baila. Baila para el pez y para el peso que tiene ella, la del cabello largo, en la boca del estómago. Pero las bolsas son ligeras y por más que luchen, que bailen, que se aferren a navegar por el río, el aire se las llevará tarde o temprano, o la lluvia hará que se hundan.
De cuando en cuando ella siente tristeza por esa bolsa, por ese pez tan arrogante y absurdo, por el sudor que tiene detrás de las rodillas por estar soportando el acero caliente donde se ha sentado. Que sí, que de vez en cuando hay que llorar por él, por ella y por él que ya no son y no volverán a ser. Por esa minúscula partícula de tiempo en el que estuvieron juntos. Cualquiera diría que no fue nada. Ella ha dicho que no fue nada. Pero cuando sueña así, entonces cabe la posibilidad de que haya sido algo, de que sea algo. Ese maldito algo que no pasa, que está dormido en su estómago y la despierta una noche enterrada entre meses, y después de otros meses vuelve a despertarla. La impotencia, por que ya no hay nada que hacer más que voltear la cara, como lo hace él en el sueño mientras la casa se derrumba. Mientras ella provoca un incendio y todos le gritan que es estúpida, que no se puede vivir prendiendo fuego en todas las casas. Y ella que ve los frijoles quemarse en la olla de una abuela desconocida.
Soñar, con casas derrumbadas, con fuegos en los catres y en las cocinas. Con él. Ahora con ese pez que se ha subido sobre la bolsa y la está usando de barca. Para burlarse de ella.

martes, 15 de julio de 2008

a- Me despierto a media noche, para ir al baño. Ya sabes nunca he podido quitarme ese terrible hábito. Choco con los muebles. Mi habitación me devora por las noches. No sé cómo alcanzo a salir de ella. las etiquetas se me quedan pegadas a los pies. ¿Tú sabías que a los calvos les duele más hacer pipí? Me lo ha dicho mi tía esta mañana. "Ay hija que ganas las tuyas de estar meando cada que se abre una pestaña, menos mal que no eres calvo"

b- Te despiertas y dices insensateces. Para no hablar de él. Sé, por la manera en la que se curvan tus labios cuando hablas de haber ido al baño, que soñaste otra vez con él. Que no lo entiendes, no entiendes seguir soñando con él, y por eso no nos lo cuentas. Porque tienes miedo del significado de los sueños.

c- Siempre igual. Siempre contándonos cada que va a mear, lo que le dice su tía sobre mear. ¿A mi qué carajos me importa? Yo quiero hablar de sueños, quiero contar que por las noches hago el amor con mis sábanas. Que éstos no van a entender, pero es así. Los sueños se bifurcan y yo aprovecho para hacer el amor con mi sábana y mi almohada. Que por las noches mi cuerpo no es cuerpo y soy la misma masa oscura que me rodea. Que veo continuamente una luz que sale del armario. Me llama, pero ellos no lo entienden. Ellos sólo entienden de tías que dan consejos sobre meadas.

a- Me ve así porque no me soporta, porque piensa que he olvidado a aquel mientras que ella no ha logrado hacerlo. No tiene sentido decirlo. He obviado toda necesidad de mascar chicles. Aún no me toca el cabello de la mulata que él perdió. Al final todos igual. Todos en este mismo salón con las mismas espigas que él dejó regadas. Negaré que sigo soñando con él. Negaré que hay azucenas en el portal de la casa abandonada. Hablaré sin parar de mi tía y del perro que lleva siempre entre las piernas.

b- y ahora me mira así porque sabe que lo sé. No me lo dice porque cree que aún me duele. A mi ya no me duele nada, mas que el silencio y los viernes por la noche en la acera de la calle vacía. Dejé de pensarlo. Y no sé porqué. Pensé que sería para siempre, ahora me averguenza aceptar que era mentira. Nunca sería por siempre. Se que sueña con él y me aterroriza que su amor se haya encajado en las costillas de las musarañas.

c- veo las estrellas después de esa rajita de luz. Hay un tibio aliento que me envuelve las orejas. Mis sueños son noches de primavera y verano sin miedo. Los sueños de ellas son él y miel amarga. Pobres, junto al mentón amarillo de una chimenea apagada. A veces pienso que soñar ha sido inventado solo para mi y para los niños que duermen debajo de los puentes.

a- "Rompete una pierna" me dijo mi tía antes de salir. Ya saben que a ella le encanta cuidarme aunque diga que no. Y la perra entre sus piernas ladraba que no veas. Es más mala.

b- Tu tía es super graciosa con su perrita.

c- Pues yo creo que se la folla, y que a ti te gustaría hacerlo.

a- C es desagradable cuando hablo de mi tía. Supongo que se siente mal por no haber tenido tías, ni perros. Hubo tardes en las que se quedò solo mirando si por la carretera aparecìa su padre. Sólo aparecieron gatos hambrientos que le arañaron la esperanza.

b- No le hagas caso a este idiota. Cuentanos mas de tu tía.

Porque las conversaciones nunca son lo que parecen. Aunque en el fondo si.

sábado, 12 de julio de 2008

Y ahora resulta que es de noche. El viento me hace sonreir. Me cae una flor de naranjo en la nariz. Y va a ser que agradezco estar aqui y haber vivido esto y lo otro y aquello. Que al final todo ha cambiado y seguirá cambiando. La muerte antes que la monotonía.

miércoles, 9 de julio de 2008

fue ella.

Es esta absurda impotencia de no poder descocer al botón rojo de mi chaqueta. Puede ser que su destino es estar ahì. Tal vez es él quien atrae a esas minúsculas chicas que no dejan de mirarme en cada taller de reparación de autos. Estoy cansado y hace calor. Como hoy que he olvidado que traía las llaves y llamé a aquella para que me abriera. "Las llaves las tienes tú, tarugo" Ahora sé que quizá lo que quiero es que me abran. Que no me gusta ser poseedor de ninguna llave. Me asusta ser yo el que abra y cierre. Si puede haber alguien que lo haga por mi me decantaré a que sea otro quien lo haga. Yo nunca más. Pesan en los bolsillos y me pillo los dedos al girarla. Me siento en un parque, debajo del árbol más débil. Me golpea su recuerdo entre vestidos de margaritas. Porque tuvo que tocarme a mi. Ella me tocaba con sus historias ahogadas en miradas irreversibles. Tengo miedo de sentarme, debajo de éste árbol donde seguramente estuvo ella, o alguna otra que vendrá a arrancarme el corazón y las arterias que lo rodean. Ella, que se fue antes de que yo llegara. Quizá porque me vio venir. Y eso que todavía no llegaba. Huele a alfombra usada y estoy harto de este calor, tan seco, tan envidioso, tan falto de primavera. Extraño sus muslos y sus caderas. Sus noches eternas mirando por la ventana jugando con el estúpido botón rojo. Peinandose y despeinándose mientras me contaba sus sueños y los colores de sus vestidos. Sé que me detengo en los parques porque espero encontrarla debajo de cualquier árbol jugando a las matatenas o pintándose las uñas de los pies con un pintauñas inexistente. Pero sólo me encuentro con perros y viejos recojiendo sus cacas.
Me enfurece estar soñando eternamente con ella y con sus saltos de fuente en fuente. Odiar éste estúpido botón, que está más tocado por ella que por mi. Sólo pienso en los hijos que ya no tuve con ella y en el disco de jazz que no me regaló. Soy un ser inútil por su culpa. Un borracho de recuerdos incompletos. Mientras ella se sube a los árboles de otra ciudad y habla con las serpientes acariciándoles la cola. Su inagotable sed de búsqueda. Efímera. Absurda. Estúpida. Insaciable. La ya no mía.

lunes, 7 de julio de 2008

Abro los ojos cuando no estás tù. Cuando creo que desaparecí. En el justo instante en que mis pupilas se enloquecen y buscan el redondo en el espiral. Amaneceres colgados en el tendedero de la cocina. Como cuando mordía alguna nariz después de una conversación en el parque, luego besar.Un cerebro sin preguntas porque no existen respuestas satisfactorias. La necesidad invisible del más allá Atontada por los alaridos de las golondrinas. Las abro y dentro el himen perdido de una madre llorona con su hijo en brazos.
Las paredes quebradas y el no pensar. El uno mas uno son tres y los cuadros en paralelos de la existencia pulmonar de las lagartijas.
Rizado y nudos, pero ahì. Sin olvidar las sonrisas que siempre son la antesala de algo.

sábado, 14 de junio de 2008

not now

im empty. No words, no shines, no images in my head. if i stop to think i will die. But i know i will be back

viernes, 23 de mayo de 2008

el amor de la margarita y el espárrago ( h. al libro azul)


Yo te amo porque todo el universo conspiró para que yo llegara hasta ti.
Paulo Cohelo.
Amanecí, una mañana, con unas ganas inmensas de despertar a tu lado. De asaltar tu sueño sigilosamente a besos y succionarte. De recorrer tu tallo con mis pétalos, de mezclar tu aroma con el mío y ya no ser verde y blanco. Ser esmeralda.
Me perdí tratando de dejar de escucharte así tus palabras se mimeografiaron en mi espalda y en las plantas de mis pies. Mis hojas, como manos reaccionan sólo cuando estás cerca. A veces la tierra que sujeta mis raíces me pesa, por eso mis pétalos intentan volar hacía ti. Pero las raíces se endurecen y me duele el tronco, mi tallo que aunque más delicado que el tuyo parece más fuerte, aún parece, tal vez me equivoco. Soy blanca porque no nací violeta pero pude haber sido girasol antes de purificarme.
Nací espárrago por no haber sido avestruz. Mi madre siempre dijo que los espárragos estaban más cercanos a las jirafas de lo que todos se pensaban. Yo siempre lo dudé. Las ciruelas están cerca de las jirafas, las alcachofas de los hipopótamos, pero los espárragos siempre somos más del huerto y de los gusanos. Hasta que apareciste tú, vagabunda, dueña y señora del huerto donde no hay más como tú. Fue una pata de mariposa, que al caerse llegó hasta a ti, seguro queriendo dejar un trozo de su vida que ahora era muerte reposarse en el polen de tu cuerpo. Entonces el pétalo más pequeño de tus protectores me guiñó. Fue un saludo casi tan coqueto como la luz que se posaba en tu perfil. Pequeña y sola, sobresalías por tu sencillez y la fragilidad de tus encantos.
Soñé que te caías en mi, ¿o era conmigo? No tenías pies, como ninguno de los nuestros, pero te dolían y a mi me dolía tu dolor sin que fuera mío, o quizá ya era mío, aunque tú no eras mía.
Me pides que tenga cuidado cuando te miro. Que quizá las coles no pueden pillar y los apios nos asesinen mientras durmamos. No puedo dejar de mirarte, porque aquella mañana que lo hice sentí que mis extremidades se secaban si mi permiso y me dolía lo que sea que llevamos dentro. Ya sé que no sabes llegar hasta mi, ya sé que los metros entre tú y yo son montañas para los de tu clase. Para las de la mía también, pero ya es sabido que nosotras siempre permanecemos esperándo a que nos roben. Yo no quise nacer aqui. Me confundí de camino siendo una semilla y el viento me trajo aqui una madrugada, como estaba cansada reposé. Y mira ahora. No me iré hasta que marchite, que falta poco, más tiempo mientras estés tú y el rosal que te acaricia cuando no te das cuenta. No duermo por las noches, suelo quedarme mirando cómo te pierdes en tus sueños, que casi siempre son conmigo y lo sé, aunque las estrellas, envidiosas, digan que sueñas con ellas. Yo sé que es conmigo, lo sé por como te dobla el viento nocturno hacia mi y yo casi te alcanzo. Casi te alcanzo mientras duermes. Suena triste. Pero tú eres todo menos triste. Y yo soy todo menos no-tuya. Aqui no hay ninguna de las mías, casi todos son de los tuyos y de las tuyas. Dicen las lechugas que alguna vez hubo otras como yo pero que casi siempre se las robaban los niños. Ahora no hay niños, por eso sigo aqui y tú no has sido llevado por el viejo porque aunque nadie diga nada hay un cordón que nos une.
Sé que apareciste porque yo iba a morir, y alguien, tu dices que el viento y tus equivocaciones, te tiró en la misma cuadra que a mi. Dices que estas sola pero eres la que más sonrisas recibes por la mañana, eres la favorita del sol y la mía. Y sigo vivo porque estás aqui porque sin tí habría muerto y nadie, más que mi madre, lo hubiera notado. No digas que no, mentirosa. Seguiré vivo hasta que te marchites y si no te marchitas es por ese cordón rosa que dices nos une.

sábado, 17 de mayo de 2008

...

Se cruzan los días de locura. De desahogo necesario. Las arterias se saturan de emociónes. Mi ser es un conjunto de mecanismos de defensa que se pierden con mis deseos y confundo los unos con los otros. La irrealidad. Estas ganas de convertirme en locura embriagada de néctar. Porque la desilución es constante. Las mentiras te acechan detrás de cada semáforo. El miedo a que todos los ojos se transformen en los tuyos y los tuyos dejen de ser los de nadie. Soy menos incoherente de lo que se piensa o más coherente de lo que se esperaba. Una búsqueda constante para encontrar desechos de seres humanos. manos cortadas por la infelicidad. La desesperación del humano por llegar a ser, por no ser, por tener que morir y seguir vivo día tras día. SE cae en la locura por no saber en qué caerse y los más locos son los más cuerdos, los más cuerdos son los más locos. Por eso el absurdo y la cadencia de efemérides en los labios del lacerado. Las lágrimas en la madre negra gorda con siete hijos y un gato con sarna. Todos sospechan y conspiran estrategias, porque somos tan lamentables que nos hemos acostumbrado a regirnos a través de estrategias, de dinámicas baratas, de consejos escolares, de escuelas que nunca han entendido nada del hombre y de su devaluación hasta el estado de un viejo arañado, arrugado y con necesidad de que le limpien los meados. Humillado. La gente llora en el teléfono porque se pelea con sus parejas, porque no entiende a sus padres, porque el maestro los ha suspendido, porque su familia se ha vuelto loca. La única razón para llorar es el estado tan desesperante que es vivir en un espacio desconocido. Con el vérgigo de caer a cada instante, de perdernos en lo que decimos conocer pero que no tenemos ni idea de qué es. Caigo, me tropiezo, me golpeo. Los cristales se estrellan en mi corazón. Porque todavía tengo uno. Detrás del perro vagabundo asesinado. Los desconciertos del más allá y la tortura de no volver a ver al ser querido. Esta inservible conciencia de que las historias se acaban y no sirven de nada... De que no podemos ser constantes y nuestro cariño es relativo. Como son relativas las estaciones del año.Cada año hace más frío y más calor cada que lo esperámos. En invierno queremos que sea verano y en verano que sea invierno. Porque somos infelices. Porque no somos concientes de que no hay conciencia alguna que sirva. No hay porqués y los discernimientos son estúpidos entre nosotros, que de nada sirve respetar lo que tú pienses o lo que yo piense porque eso al final no tiene importancia para nadie. Ni para las miradas de azúcar de un niño cuando vienen los reyes magos. Inventamos nuestra historia, inventamos la historia, que no hay historias, que ayer no existe, el ayer se acabó cuando despertaste hoy. Todo se esfuma y hay que acostumbrarse, dolorosamente, a perder. Con la mente ocupada en el presente para no pensar en el pasado ni en el futuro. Para no pensar en los que sufren más ( que es una putada) en los que han sido arrastrados por nosotros mismos, en los que lloran y se ríen por no tener nada más que hacer, en los que se mueren de hambre, de frío, de traición, de un balazo en la espalda o del simple dolor de ver a todo su país despedazándose unos con otros, muertos. Hasta llegar a un no-sentir, para después querer sentir de golpe. Subirte a un escenario o ser el centro de una conversación para intentar hacer que renazcan los sentidos y los sentimientos. Un sin-sentido.

lunes, 12 de mayo de 2008

el chamaco que jugó con la cal(h.a.l azul)





El mundo me parecía, entonces, como la creación de un dios adolorido y torturado.

Nietzsche.


Esta mañana he acompañado a mi mamá al trabajo. Me encanta acompañarla los días que va a la Delegación. Todos me saludan como "la hija de la licenciada" me traen pulparindos, chaparritas, carlos V. Y a mi me encanta que me consientan tanto. La secretaria nos trae gorditas, y el señor de enfrente del escritorio de mi mamá, no me acuerdo cómo se llama, uno que lleva un sombrero, bigote y su chamarra de piel café siempre llega con tamales. A mi me da el de dulce, yo odio los tamales de dulce, pero mi mamá no me deja decirle y me lo tengo que comer, porque mi abuela dice que es pecado desperdiciar y mi padre que es de mala educación rechazar lo que te dan los demás. Así que cuando veo que viene ese señor, me voy a donde la secretaria y me escondo abajo de la mesa.
Hoy no me la pasé tan bien. Normalmente mi mamá me deja con la secretaria casi todo el tiempo. Pero Anita no fue hoy, así que tuve que estar con mi mamá en su oficina toda la mañana. Primero llegó una señora llorando. Su ropa estaba muy sucia y olía a elotes podridos. Apenas abrió la puerta se puso llore y llore, y se tapaba la cara con las manos, me fijé que sus dedos estaban llenos de cortadas y no tenía las manos suaves como las de mi mamá, ni blancas, tenía las uñas llenas de mugre. Mi mamá se acercó hasta la puerta y la sentó. Se le salían los mocos, nunca había visto a alguien llorar así. Mi mamá muy tranquila , como si ya estuviera acostumbrada,se sentó a su lado, le acarició la espalda y le dijo:
- A ver, Conchita, tranquilizate. Cuéntamé que pasó.
La mujer no volteó a ver a mi mamá. Se limitó a gemir, o a decir cosas entre gemidos, yo no la entendía.
- Conchita, no te entiendo nada. Aqui mi hija te va a traer un té y a ver si así te relajas un poquito.
No necesité que mi mamá me dijera nada porque cuando volteó a verme yo ya estaba en la puerta. Justo cuando iba a abrir, la señora se levantó de la silla y fue corriendo hacia a mi gritando:
- ¡No, no! por favor que no lo vea.
Yo me asusté muchisimo y me quedé quietecita mirándola. Me entraron ganas de llorar, pero mi mamá me tomó de la mano y hizo esa cara que hace cuando no pasa nada. Entonces se me fue el susto, pero me entro la curiosidad y quería abrir la puerta más que antes. En eso que la señora como que respira y dice:
- Ay Licenciada, es mi chamaco, que si su niña lo ve me da vergüenza, ella tan chiquita, tan finita, se vaya a enfermar del susto y no vaya a ser que por mi culpa.
-Bueno Conchita, no te preocupes, mi niña no va a salir hasta que tú me expliques qué pasó. Ella ya está grandecita, así que tu tranquila, cuentáme y no te preocupes por mi niña que más tienes tú por que preocuparte.
Ella intentó sonreír, pero luego luego fue como si viera un fantasma o uno de esos pajarracos negros, como que se acordó que no podía sonreír.
-Pos mire Licenciada, ¿usté se acuerda de mi Juan?
Mi mamá dijo que sí con la cabeza, pero yo sabía que no se acordaba.
-Pos resulta quel Juan taba hoy trabajando conl chamaquito, pos eso lo hace siempre.
En eso se volvió a soltar llorando, ahora más fuerte que antes. Se tiró al suelo y se agarró las rodillas. Ahí sí vi que mi mamá se asustó y dejó de estar tranquila. Se hincó junto a la señora y la abrazó muy fuerte.
-No licenciada, por favor, no me abrace usté que la voy a llenar di la mala olor, que traigo a la muerte conmigo. Usté dice y dice que no, pero va a ser que sí. Que me echaron el mal di ojo y no hay quien me lo quite. Que a mi los gatos negros me persiguen y el Juan dice y dice que no que son visiones mias pero ya ve usté, primero mi amá, luego mi apá, mis tres hermanos, mi hijo el Ruben y ahora.
Mi mamá la siguió abrazando y a mi me entraron ganas de llorar y abrazarla también porque yo nunca había oído que a alguien se le muriera tanta gente. Sólo a Chispita cuando se le mueren sus papás. Pero eso es en la televisión.
-No digas tonterías mujer, ¿Cómo vas a traer tú la muerte?¿Qué fue lo que pasó Conchita?
- Ya verá, ya verá, si lo decía mi tia Carmela, que a mi no hay mas que verme pa que vengan los zopilotes a comer. Pos que el Juan andaba trabajando conl chamaco y pos como él ya taba acostumbrao a andar con la cal no le dijo na' al niño, pa que entienda usté, que no le dijo que con eso no se juega y que en eso el Juan se distrae y que va el chamaco con las manitas llenas de cal se talla los ojos.
Mi mamá suspiró, como si se aliviara. Y le dijo.
- Hombre Conchita pero si ya me habías asustado. Que no pasa nada. Ahora llamamos a mi hermano el médico y verás como te lo cura.
-No licencia, que no es eso. Que pos los ojos de mi chamaco empezaron a burbujear asi como cuando la agua esta recaliente. Tons yo salgo y que le pego al Juan y le digo que si será tonto que cómo no cuida al chamaco, yel chamaco llore y llore, ¡mi arde, mi arde! gritaba el pobrecito.y que le empieza a salir una agua amarilla de los ojos. y yo pegándole al Juan, pero que lihiciste al niño, y corre y corre de un lao a otro sin saber pa onde marchar. Tons jue la Romi a buscar al dotor y que no estaba y la agua esa amarilla del niño se hizo como una masa, y el niño llore y llore, que no veo, que no veo. Y yo ¡que me dejaste ciego al niño, borrachote! y el Juan no taba borracho pero pos la costumbre licencia. Tons que se me asusta el Juan y que va y coje el cuchillo, y pos yo me asusté retearto y le dije " Como me vuelvas a pegar, cabrón, te mato" y que en eso me miró como nunca mi había mirao.
De nuevo la señora se puso a llorar y no le entendíamos y yo cada vez con más ganas de salir y de ver al niño ese con la masa amarilla en los ojos.
En eso vuelve a hablar la señora y, como si le hubieran cambiado la voz dice:
-Y que se lo clava licenciada, se clavó el cuchillo en el cuello, ahí en mi meritita cara. Se me mató, Licenciada, se me mató por mi culpa, por que le dije que era borrachote y él no tenía la culpa.
A mi me empezó a dar mucho calor y no pude resistir las ganas, me fui corriendo a la puerta. Abrí, había mucha gente esperándo, todos olían a elotes podridos, busqué al niño, al chamaquito,. Lo encontré en una esquina, lo reconocí porque estaba sentado solito tapándose la cara, estaba llorando. Parecía como de cinco años. Me acerqué a él y me temblaba la panza. Oí que mi mamá me gritaba, entonces le toqué el hombro. Alzó la cabeza y ví la cosa más fea que he visto. Más fea que la película de Eso. Vi como de sus ojos chiquititos le salian dos pelotas, una era como una naranja pero sin forma y la otra era una gelatina incrustada y no se le veían las pupilas. Me dolió mucho la panza y lo abracé. No sé porqué, si mi abuela dice que uno no debe de tocar a cualquier persona y que siempre que lleguemos de misa hay que lavarnos las manos porque no sabemos qué habrán cogido las personas a las que les damos la paz. A mi me entraron muchas ganas de abrazarlo y lo abracé. Y cuando me volví a separar, empecé a ver todo borroso y brillante y me caí.
Ahora estoy en mi casa. Dice Licha mi muchacha, que me desmayé. Yo nunca me había desmayado. Lleva toda la tarde consintiéndome. Le hablé a mi mamá para que se viniera a la casa pero me dijo que todavía tenía mucha gente que atender. Me preguntó que si quería que me traiga algo y me dio permiso de ver la tele en su cuarto. No sé cómo se llame ese niño, y algo me dice que no me van a dejar volver a la oficina de mi mamá, pero a mi nunca se me va a olvidar, ni su mamá, ni él, ni porqué yo estoy aqui a punto de meterme a la piscina y él estaba trabajando con su papá.

sábado, 10 de mayo de 2008

si duermes (h. al libro azul)



La piel desnuda.
Ésa es la única cosa por la que vale la pena vivir.
Paul Auster.
El chico sube al autobús con los cascos y Air en la cabeza. Hay mucha gente y él odia ir hasta adelante. Por alguna razón extraña la gente se amontona del centro del autobús para adelante, cuando que la cola está casi siempre vacía. Así que Andrés va hacia el fondo. Está despreocupado, concentrado en la música, hasta que mira el asiento de su lado. Es ella. Tres mil lombrices le agujeran el estómago y no sabe a dónde voltear. No es posible que en el mismo autobús, en una ciudad tan grande, con tantos autobuses, con metros, con la cantidad enorme de horarios de los miles de habitantes. Él y ella van en el mismo autobús a menos de un metro de distancia. Ella va dormida. No lo ve. Él intenta salirse, irse hasta adelante pero el bus está lleno y es imposible moverse de su lugar. Air sigue de fondo en su cabeza pero ya no lo escucha. Sólo escucha sus dudas. ¿Y si se despierta? ¿me volteo? ¿la saludo? ¿le hablo?
Hace ya un buen tiempo que no la veía. Le desconcierta que esté dormida. Ella, tan viva, tan risueña, que siempre iba en los autobuses analizando a la gente como si puedese extraer algo de cada pasajero, ahora, recarga su cuerpo en la ventana, está pálida, se le ve cansada y sus suspiros son pequeños rayos de tristeza que Andrés llega a percibir. Lleva la mochila sobre las rodillas y su dedo entre las páginas del libro delata que la lectura la durmió. Don Quijote. Las lombrices de Andrés se han ido acomodando en su cuerpo y sonríe. A buena hora se decidió a leer a Cervantes.
Lucerna venía leyendo en el autobús. Tenía el libro abandonado desde hacía más de dos años. Había intentado leerlo casi tres veces, ninguna se sintió atrapada, Lucerna no lee un libro si no se siente atrapada por la primer página. Ahora va en el circular, el trayecto va a durar más de una hora, con la lluvia y el tráfico. Don Quijote puede ser buen compañero. Ha llegado al maravilloso nombre de Dulcinea. Al leerlo siente dos punzadas en el corazón y una en el estómago. Separa la página con el dedo y mira hacia la ventana. Era en la cama de Andrés dónde fue la última vez que discutió su desgana para leer a Cervantes, donde confesó quererse cambiar el nombre a Dulcinea. Lucerna se ha quedado dormida pensando en Andrés, en su cama, y en las flores que se asomaban en ése balcón.
Andrés ha dejado de sentirse incómodo. El sueño de Lucerna parece ser profundo y ha dejado de tener miedo al despertar. La mujer de al lado se levanta y Andrés se sienta justo de frente a Lucerna. Ahora, después de tanto tiempo queriendo matarla, no puede más que sentir una enorme ternura al verla tan cansada, dormida en una ventana. Las veces que la ha visto dormida. Casi todas desnuda, ahora le está quitando la ropa y la lleva a su habitación. Andrés la ha besado, le quita la ropa con suavidad tan extrema que podría ser una muñeca de porcelana. Lucerna se sonroja y se gira de espaldas. Como si le diera vergüenza. Andrés le besa el cuello, acaricia sus cabellos y le recorre el cuerpo como si la estuviera esculpiendo. Ella se acuesta en la cama, dejándose hacer. Andrés le recorre la espalda a besos, hasta llegar a sus pies. Y cuando ella suelta el suspiro final. Andrés, sonriendo, se recuesta boca arriba a su lado. Lucerna se levanta y comienza su turno. Lo besa ella a él. Empieza por succionarle los dedos de los pies, sube por las piernas, hasta la entre pierna. Se pierde en el olor de las entrepiernas de él. Andrés se retuerce. Lo besa, lo succiona, lo acaricia, primero suave, suave, suave, un poco más, más, más. Andrés la mira y reconoce a la amazona en su cadera gobernandolo. Le encanta. Lucerna sigue, haciendo cosas con las manos, con las piernas, con los dedos, con la boca, con el pelo, con la lengua. ¿Cómo puede utilizar todo a la vez?Hasta que Andrés pone los ojos en blanco y explota.
Entonces Lucerna-amazona vuelve a Lucerna-suavidad, se recoje el cabello con la mano derecha, se lo acomoda sobre el hombro, parece que va a coquetear, pero, una vez más mira por la ventana. Se asoman las flores traviesas del balcón de Andrés y el reflejo de una luna envidiosa.
Andrés le besa el hombro pero Lucerna ya se ha perdido entre los techos de los edificios y su mirada está ya muy lejos de la cama y su cuerpo ha dejado marchar a Lucerna-amazona, para convertirse en Lucerna-de-cera. Andrés vuelve a sentir cómo se le encoje el corazón y de nuevo vuelve al autobús a velar el sueño de Lucerna, cansada y sola.
El sueño de Lucerna está invadido de Andrés, huele a Andrés, sabe a Andrés. Andrés en la playa, bajo las olas. Haciendole travesuras en el escote y detras de las rodillas. Andrés con licores frutales y aceites agridulces. Lucerna como Dulcinea desnuda bajo un molino que está entre tornados de arena. Andrés tormenta amarrándose a sus axilas. Aves moradas y flores gigante que le acarician las mejillas.
Andrés no quiere despertarla, su parada se acerca. Hubiese sido bueno saludarla pero se ve cansada y sería estúpido despertarla para decir "Hola" y marcharse. Coge sus cosas se levanta. Los converses de Lucerna se mueven y él piensa que es el comienzo de su despertar. Pero se equivoca. Sólo se acomoda. No resiste las ganas y le besa la frente.
Lucerna abre los ojos y se encuentra con un jamaiquino sonriente frente a ella. No lo conoce y vuelve a girarse a la ventana. Piensa que el beso estaba en el sueño y regresa a buscarlo.

domingo, 4 de mayo de 2008

(h. al libro azul)


No sabemos lo larga que es nuestra historia
pero sentimos su peso.
Jorge Franco Ramos.
Mi reflejo en el metro. Con los audífonos más grandes que mis ideas, o algo así. Mi cara es cuadrada. En días como hoy, gris plata. Se me marcan las arrugas y los huecos de las sienes. Hay grasa en mi cabello. Reconozco, de nuevo, mi rostro llorando. Otra vez en el metro. Creo que es el lugar de la tierra que más lágrimas mias tiene guardadas. Hoy pensé que el metro es mi mejor amigo. Que es con el que más tiempo he pasado en estos últimos años. Es el que me ha tenido llorando entre sus brazos, para después escupirme a la calle y al invierno de la convivencia. El que me recibe por las mañanas, templado para acogerme mientras leo. El que me regresa a casa cuando la borrachera no me permite andar. El que ha sido una cama más de una vez después de un día de exesivo trabajo. Mi cara en la ventana del metro, me recuesto en el asiento. No me da vergüenza llorar en el metro, llorar con el metro. Desquisiarme con el metro. Ya sé que seguro muchos me ven, yo sólo me concentro en mi mirada, en la distancia que hay entre una lágrima y otra, en el movimiento que hago cada vez que cae una. Aprieto los labios, y luego los relajo. Descubro que al llorar tengo contracciones labiales. Descubro que me duelen los pies, me escuesen los dedos. Y que hay momentos en los q se me olvida porqué me subí al bagón tan triste o con tanta emoción desbordada en forma de lágrimas. Creo que necesito una michelada y me salgo a medio trayecto pero al ir andando hacía el bar, me entra pereza y regreso al metro. Hay que esperar siete minutos así que decido andar a la siguiente estación para despejarme un poco. Saco el móvil, busco algún candidato para consolarme, pero no me decido por nadie, autosuficiencia, y decido regresar a casa para sufrir sola, que luego no lo consigo. Lloro, otra vez este trayecto interminable de metro. Salgo de nuevo en mi calle. Es sentir el aire y borrarseme las lágrimas. Adam Green. Entro a casa cansada. Llamo, mi hermano está lejos y me contesta la voz de una extranjera desconocida. Me asusto y cuelgo. Se me acabaron las ganas de llorar. Es el cansancio. La inutilidad de las lágrimas. Mi falta de fuerza.

sábado, 3 de mayo de 2008

de aeropuertos (h. al l. azul)


Quieres llorar. Y es tiempo de sequía.
Quieres llorar. Y son tus ojos girasoles marchitos.
Martín Romero.
Tendrían que hacer otro aeropuerto. Tonta de mi, quise hacerme la autosuficiente y rechacé más de una proposición de acompañarme en coche. "No, no, ¿para qué? si yo siempre me voy en autobús" Claro, primero tuve que pasar veinticinco minutos en Renfe. "REnfe siente las molestias, debido a una avería en el equipo el próximo tren saldrá en quince minutos"
-Maldita sea, no llego a tiempo al autobús ni de coña.
Así que intento concentrarme en mi libro, en mis ganas de estar sola, en la música de fondo del tren. Pero nada, estoy nerviosa, desconectada, nerviosa y sin ganas. Es que a veces me apetece tan poco ir y venir al aeropuerto. Luego todo el protocólo con las nuevas visitas, qué tal estás, qué tal todo, bueno mi casa queda a 45 minutos de aqui, tus maletas no llegaron, perdona el desastre, bla, bla, bla.
Yo me pierdo entre emoción y pereza con la nueva llegada. Comienzo a enumerar las veces que he ido a recoger a gente, las desveladas esperándo, la vez que me dio diarrea de la emoción, la desilución, cuando canto llorando desde el otro lado de la banda. Etapas, etapas, etapas. El café de aeropuerto es malísimo, agua con pintura que inmediatamente te da chorrillo.
Por fin el tren zarpa y llego a Avenida América corriendo. Cojo el bus que va a la terminal cuatro y mis nervios descansan un poco.
-Igual y si me da tiempo, de hecho en lo que llegan, desembarcan, el equipaje. Sí, sí, claro que llego.
Saco el espejito, un poco de chapas, lipstic. Que vean que España me ha sentado bien. Y ahora tráfico, un tráfico del carajo. El conductor que aparca, literalmente, en una parada. Que porque son sus quince minutos de descanso.
- ¿Pero qué me estas contando de descanso? Chingadamadre, muy primer mundo pero esto funciona igual de lento que en el tercero.
Y las dos viejas de mi lado empiezan a quejarse, primero por separado en voz bajita, hasta que sus voces se encuentran y su queja es la misma y venga a gritarle al conductor.
-¿Pero qué coño es esto? ¿Para esto estamos pagando nuestros impuestos?
Alguien le echa por ahí la culpa a Esperanza Aguirre, otros a GAllardón y no sé cómo la discusión termina siendo sobre Franco.
-Porque es que había que ver, ésto con él no pasaba.
-¡Pero bueno es usted gilipollas!
-¡Regresese a su mundo de dinosaurios, facha de mierda! Si ése lo que era era un asesino.
-Pues anda que vosotros no quemasteis iglesias.
Así que en menos de cinco minutos yo había pasado del año 2008 a 1977. Y no podía creer que estuviesen discutiendo sobre los incendios de 1940. El momento cúspide fue cuando un chavalito como de ocho años aprieta a su mamá y refiriéndose al viejito falangista "Yo le rompo la cabeza"
Yo pensando,¿ pero esto qué es? Lo peor que me entraba la risa, por que ya todo llegaba a un extremo. La gente queriendo echar a los falangistas del autobús, alguna mujer llorando, el niño ya rojo de la rabia. Y yo decía ésto sólo en España.
El descanso del conductor acabó y cuando volvió a arrancar el autobús la gente volvió a su silencios individuales, aunque hubo más de uno que después de tremenda discusión hizo migas con el de a lado. Yo volví a mi libro. Que casualmente hablaba de la posguerra española.
El aeropuerto lleno como siempre y con unos chiflones de viento helado en la entrada que dan hasta vergüenza. Cruzo la frontera ciudad-aeropuerto, que ahora es un euro más cara. Corro a las pantallas y resulta que el vuelo que espero viene con dos horas de retraso.
- Ya estamos con Iberia de los cojones, que es que son mas tontos que los tontos.
Procuro no alterarme, buscar el lado positivo, dos horas para leer, igual termino hoy el libro que tenía que haber acabado hace tres días. Camino a por mi café de calcetín, y mientras ando con mis tacones y el bolso de mi amiga, me descubro mujer. La sensación que me da siempre que estoy sola en un aeropuerto, que soy independiente, que mi vida ha cambiado y por supuesto que ya soy grande. Me da risa y tristeza porque el paragüas ya no es de mamá. Leo y re-leo (porque eso de buscar tantos sinonimos a la acción me resulta barato) Se acerca la hora, me acerco a la puerta de salida. Como siempre tardan y tardan. Cada vez que se abren las puertas, esas eléctricas de cristal se te hace un hoyo en el estómago, igual ya es tu visita, y nada, sale una familia de dominicanos, un grupo de futbolistas, unas porristas del sur, una botarga de los power rangers ( no sabía que existían botargas de ellos). Me vuelvo amiga de los de a lado, ah si mexicanos, qué tal aqui, qué hacen, Iberia apesta, lo mejor es Aeroméxico.
Se me van las ganas de esperar, estoy cansada, realmente qué necesidad, si así estamos tan bien. Cada quien en su casa y Dios en la de todos. Mañana tengo clase, tener que sacar a pasear, explicar términos, traducir. Encariñarte en dos semanas, otra vez, y despedirte otra vez. Los niños de mi lado que esperan a su papá. El niño está arto y quiere irse a casa la niña se muerde las uñas y se para de puntitas cada vez que se abren las puertas, le brillan los ojos, y todas las veces que detrás de las puertas no está su papá mira hacia abajo más desilucionada que cuando los reyes le trajeron una pelota en vez de la muñeca. A mi me entran más ganas de que llegue su papá que mi visita. Entonces sale un hombre joven, alto, guapo. Un buen yuppie español, que seguramente en cualquier otro contexto yo lo hubiese atacado. Y la niña (imaginé que se llamaba Blanca) Sale corriendo a su encuentro, da un salto tan grande que a mi me parece imposible que ese cuerpecito pudiera hacerlo. Vi lo que nunca había visto. La pequeña se trabó de la emoción y no podía hablar. Empezó a ahogarse de risa y los ojos parecían los de Candy cuando se reencontró con Terry. Abrazó tan fuerte a su papá que a mi me dolió el corazón. O el lugar donde éste debe de ir. Me entraron unas ganas terribles de ver a mi papá y hacer lo mismo. Esperarlo y abrazarlo como si fuese la única persona en el mundo que me pudiese hacer feliz. El amor de padre e hija me pareció tan grande, que olvidé la posguerra, a Franco, a Gallardón, las despedidas. Estuve a punto de llorar (casi lloro). Pero el rimel y la llegada de mi visita no me lo permitieron.

miércoles, 30 de abril de 2008

resorte (h. al l. azul)


El peor dolor es no poder compartir el dolor.
Dulce Chacón.
Vuelvo a caerlo. La cruz a veces se hace más y más pesada. Ya se que arrastrar carros no es cosa de uno. Pero yo no soporto la idea de que alguien me ayude a cargar algo que no le pertenece. Así que antes de golpearlo y hacerlo sudar lo echo. No se trabajar en equipo. Repelo la idea de los bastones y las ayudas. ¿Que es estúpido? Sí, suelo ser estúpida. Soy exesivamente estúpida y a veces tan increíblemente fugaz que me asusto hasta a mi misma. Yo no quiero coleccionar historias. No cuando aún me duelen en alguna parte del cuerpo. La impotencia ante la infelicidad de otros. Eso es lo que me esta comiendo, más que los hubieras. La responsabilidad de las sonrisas y los besos, la responsabilidad de la constancia, de no defraudar. Entonces defraudo antes de tiempo, para que no sea demasiado tarde y más doloroso después. Tendrían que enjaularme. La manzana de blancanieves. Roja, seductora y apetitosa, sin querer, llena de veneno. Amorfa.
- ¿porqué has perdido la capacidad?
¿Es una capacidad? Voy a contar todos mis incapaces, serían tantos. Encima soy una mala cabrona ¿no?
- Si vas a ser cabrón, selo de verdad. Nada de culpas y autorecriminaciones. Alguien tendría que decírmelo ahora a mi.
Irónica, agúda. Quema rosas antes de olerlas. Triste. Y yo no quería ser así. Yo siempre quise ser "un instrumento de paz", al parecer sólo logro ser lo contrario. Trancisiones constantes. Soy un elemento mareador. Incapaz de dejarme amar. Es curioso, unos no aman por miedo a que los lastimen otros por miedo a lastimar pero todos se mueren de ganas de poder hacerlo de poder estirar los brazos, cerrar los ojos, y dejarnos caer hacia atrás. Sinembargo vivimos luchando constantemente contra el amor, inconsciente. Para poder tener por qué llorar en tiempos de sequía.
De nada sirve enumerar mis defectos. Ya no sé si sea el miedo, o todo lo contrario. Sucede que me canso de ser hombre. Y me canso de los rostros tristes, de saber que hay que aguantar día con día, porque hay otros peor. De la decadencia de mis ilusiones. Ya ni siquiera me interesa cuestionarme. Nada. No se puede pensar en tantas cosas a la vez. Hay lluvia de plastilina negra y aunque las primeras bolitas no molestan, la tempestad llega a asfixiarte. Me quedo inmóvil. Nisiquiera el dedo pequeño puede moverse aunque todo el cuerpo me esté temblando por dentro. Un gran trozo de gelatina relleno de cocalight y café con leche. Arcadas al oler el alcohol. Sólo ganas de leer y dormir después de la gran comedia diaria en el teatro de la vida.

lunes, 28 de abril de 2008

viento vuela mañana (homenaje. a.l.a)



Ese antiyó y ese antitú están ahí,
y qué es entonces de nosotros...
ahora que en el cuero cabelludo
se posa la sombra de la antiestrella,
ahora que en el abrazo del amor sentimos un vértigo de
antiamor.
Cortázar
Cuando no hay mucho que decir y el dolor está escondido tras las costillas, haciendo que no está. Hastá que alguien da un golpe en la espalda y sientes ganas de escupir. Hasta que no suena el teléfono y el buzón esta vacío. Tu funwall llena de videos americanos que ya no te causan gracia y tratamos de decirte que el pasado allá está y tú estás en todos los lugares menos en el que deberías. Que ahora ya sólo puedes estar en uno.
Porque a veces es demasiado tarde para reaccionar y él ya no estará a tu lado. La cama vacía y tú con quien creías que tenías que estar. El agobio del humo en la ventana y los cigarros que sobran porque ya no tienes con quien discutir por ellos. Porque son las cuatro de la mañana y despiertas sola, con la borachera terminando y la resaca despertando. Estas equivocada y vas cayendo sin freno. El otro ya lejos. Huye de ti. Estúpida en las madrugadas. Se acabó. Lo pierdes, se ha perdido por tus infinitos caprichos y cambios de decisión. Irrespirable como el olor de tu cuerpo cuando no está el. El viento que golpea la ventana asusta. y los pasos del vecino de arriba. Por no saber estar. Torturada por tus crisis espasmódicas de barbie.

sábado, 26 de abril de 2008

tu no ( h. al l azul)


Se cree y se espera tanto del amor,
que, a fuerza de creer en él y de esperar en él,
falta decisión para personificarlo en nadie.
Jardiel Poncela
Pasaban las tardes en la banca verde del patio de atrás. Ella comía bambas de nata (1.40)y él pipas de calabaza sin sal (6.75 kg). Uno frente a otro. Incapaces de hablar de eso. Hablaban del colegio, del autobús, de lo inshospita que es la sopa de cebolla cuando estas extrañando el calor de hogar. Peor aún cuando está fria y para acompañarla sólo hay un trozo de zanahoria cocida. Ella, a veces, cuando hablaba con él sentía cómo le pasaban ratas entre las piernas. Alguna vez creyó estar segura de que un ratón se le metía a las bragas. Él se acariciaba las manos, resecas, manos de reptil deshidratado. En las noches, Ella imaginaba el momento del beso. Cuando lo pensaba le dolían las muelas y la imagen de Él corriendo, huyendo de Ella. Él por la avenida principal con gafas oscuras y zapatillas naranja fosforescentes huyendo, mirando hacia atrás, tratando de esconderse. Ella parada sobre la banca con la falda volando hacia la izquierda, con el pelo morado de lado gritando ¡Ven, perdona, vuelve! y Él que no para de correr, choca con la gente, con los chinos, con los perros, se tropieza con los bagabundos y hay alguno que le escupe y una música que angustia hasta a los chimenes mientras Él corre y Ella grita desde una banca que está apunto de romperse. Entonces Ella vuelve a las estrellas de su habitación y al silencio de la banca.
Él, mientras tanto, se ducha pensando en los diferentes ángulos que recorrió a través de la falda de Ella. la sombras de su entrepierna y el momento en el que el faron se oscureció los ojos y sólo brillaba su boca, rosa con brillantina. Sueña con el sabor del lipsitic de Ella, que seguro será de plátano con frutas tropicales. Se le acerca le va doblando la falda en pliegues hacia arriba. Introduce lento un dedo, despues dos y cuando Ella asiente viene el tercero. Suave con sus dedos mientras su cara olisquea los labios húmedos y las mejillas coloradas de Ella con olor a algodón. Entonces la madre de Él toca la puerta y le dice que lleva más de media hora en la ducha, a ver si no va a sacar la basura. y ella se evapora con el humo de la ducha que se escapa por la ventana.
Se hace otra vez de tarde y Él come pipas de calabaza sin sal (6.75 el kilo) Ella bamba de nata (1.40) y vuelven a hablar de la clase de metodología. Con ratas entre los pies y llamitas en las muñecas.

jueves, 24 de abril de 2008

era tiempo (h. al l. azul)


Y el rebelde, busca la tempestad,
como si en las tempestades se encontrara la paz.
Lérmontov.
Llevaba unos días leyendo a Bernhard. Me tenía transtornada. La gente decía ( me dijeron después) que me hablaban y no contestaba, o a veces les contestaba después de tres minutos. Frases cortas, muy bien formadas, pero sin sentido. Algunas veces eran frases tan sin sentido que eran exactas para clavarle la estaca a mi interlocutor aunque él no me estuviera abriendo el corazón. No me interesaba por nada. En el trab ajo no ponía atención. Nisiquiera podía decir en qué pensaba porque en mi cabeza sólo había frases, frases hechas que no reconocía en mi boca. La mayoría me las quedaba dentro, masticándolas. No quería compartirlas. Tampoco es que hiciera falta, era como una autoalimentación de conversaciones. Lo que me contaban los demás me parecía aburrido, insulso. Así que desconectaba y otra vez a pensar en lo mio. Hasta que llegaba el momento en el que estuviera sola y volvia a Bernhard. Lo leí porque vi su libro y me sonó el nombre. Nada más. Hay que leer de todo y a todos. No sabía ni quién era ni qué escribía. La primer obra me fue imposible, necesitaba concentrarme excesivamente. Después, poco a poco fue fluyendo, lo digería mejor que la publicidad de los autobuses y de los coches con bocinas parlantes. Hasta llegar a sentir que todas sus frases venían de mí, o que yo era uno de sus personajes.
Asi que me decían que estaba ausente. Que se me olvidaba todo. Era incapaz de retener datos. Algo me dolía. No sé el que. Sentía que mi cuerpo y mi cabeza eran una nube de gas con letras flotando por todos lados. Intenté explicarlo, a uno o dos. No me entendieron y no porque no quisieran, es que no hay forma de explicar " Siento que soy un gas dolorido relleno de frases flotantes". Dolía y no. Tampoco era uno de estos dolores que te hacen llorar, no ardía, sólo estaba presente. Como un fantasma que está dentro de ti todo el tiempo. No me daba miedo, si es que en el fondo me gustaba estar tan interesante. Antes de llegar a casa me metía en el bar de enfrente. Hablaba con los camareros, un par de borrachos que a las diez de la noche, después de seis horas trabajando,ya no sabían lo que servían y menos lo que cobraban. Fue un miércoles. En la barra los dos camareros y sentada riéndose, una chica simplemente bonita. Me senté con ella. "Bueno es la primera vez que no soy la única mujer frente a éstos dos" , le dije, "así que tú eres la famosa de los martes y jueves" contestó. Empezamos a hablar. Yo había oído que miercoles y viernes una chica de mi edad tenía la misma costumbre que yo; ir a las diez menos cuarto al LASTIMAS y beberse tres baylis con hielos. La primera vez que me lo contaron no lo creía, pensé que era una broma de los meseros. Hasta que hablando y hablando me di cuenta que no era un personaje imaginario.
La chica era simpática, no muy inteligente pero era rarita. A mi en general me gusta lo raro. Aunque nunca me han gustado las chicas, vamos sexualmente hablando. Pero ésta chica... no sé. Las palabras de Bernhard en mi mente, a veces en mi boca y ya no sabía yo si eran mias o de él. Empezó a contarme que ella solía hacer tríos. Ese tipo de conversaciones las he tenido miles de veces pero, la forma de contarlo de ella, era distinta. Dejé de pedir Bailys y me pedí un Ron Santa Teresa con coca cola. la agudez de los sentidos cuando anochece. Escuché esa y otras mil frases más mientras el calor del alcohol me bajaba a las piernas y subía hasta mi pubis. Ella seguía contándome sus historias. La del andaluz era la más fuerte, y yo notaba como me crecían los labios. Arránca la copa,fue un instante, le quité el anís de la mano. (ella también había dejado el Bailys) y bésala. Me acerqué por su pierna, fue un beso largo, primero tierno, un beso con la ternura de los miedosos, de los adolescentes que pegan sus bocas por primera vez, pero ella puso su mano en mi entre pierna y el miedo y la ternura desaparecieron. Me encontré besándola como si fuese la última vez que iba a besar, me sentía desesperada, quería arrancarle la boca y la blusa y las pestañas de un tirón. "vamonos a casa" le dije cuando me estrelló con la pared, ella asintió y se adelantó a pedir el taxi. Fui a buscar mi bolso y a pagar, cuando salí estaba en el taxi con uno de los camareros. Supuse que ahi terminaba la historia y cuando iba a dar media vuelta, salió del taxi me sujetó por la cintura y me arrastró a la parte trasera del coche. Me besó, otra vez apasionadamente, y volvió a besarlo a él. Yo no supe reaccionar y recosté la cabeza en la ventanilla. El ron SAnta Teresa no suele caerme bien. Entonces ella mientras lo besaba comenzó a acariciarme y yo comencé a besar, no sé a quien, pero de uno fui a otro.
Al siguiente día desperte con Bella a mi lado, me miraba ponerme el sujetador y se reía de mi torpeza. "Nunca me había acostado con una Bernhardiana", yo tampoco, pensé. Y me salí repitiendo frases inconexas a comprar leche para el café. Olvidé ponerme la blusa.

miércoles, 16 de abril de 2008

ratoneando (h. al.l azul)


No tengas prisa,
estás empezando un largo camino,
sólo empezando.
William Leyton.
Otra vez, en la más voluble de las ciudades. La ciudad de la incongruencia. Dónde tomar una decisión sobre si llevar chaqueta o no ( o gabardina) puede llevarte más de una hora. Y te la pones, te la quitas, hasta que parezca una canción de The sacados. Se vuelve de tarde, tarde de cuando las señoras salen a jugar bingo y los señores van por sus vermouths de grifo a sus parroquias. Hay dos en un jardín, pasa algún perro, alglún beso, uno que otro desempleado que ha ido de compras. Risas, historias, tragicomedias que salen de sus bocas en la voz de otros. Se vuelve más tarde y el cielo comienza a cerrar sus puertas para los seres de luz. Sus puertas, espesas se cierran. Aquellos se levantan para huír del castigo boreal de abril. Demasiado tarde. Los dioses ya han comenzado la hora de los lamentos las espesas puertas se vuelven incapaces de contener la tempestad. Cae sobre ellos dos. Desamparados, sin paragüas, sin gabardina, sin escaleras y una mochila. Aparece un amparo, que en otras ocasiones sirve para esperar autobuses. Se refugian, a la espera de la nada. Los dioses lloran cada vez más fuertes y los dos inmunes bajo una parada de autobus se abrazan, y una va creciendo, o se eleva. Se vuelve más y más grande. Sin volar, elevándose sin volar. A ratos llega el subtexto a asesinar, pero la tempestad es tan fuerte que esta tarde no se escuchan los subtextos, únicamente hay contextos, lluvia y una pareja debajo de una parada de autobus olvidada del peligro.Después la puerta de un colegio y el olvido al repele hacia los gatos.

lunes, 14 de abril de 2008

de noche (h. al l. azul)


La suerte sólo llama a la puerta de la mente preparada.
Alexander Fleming.
Se le hizo de noche, pero la luz de las farolas aún alumbraban su libro y sus audífonos de mujer aerodinámica. La saludaron desde el suelo. La loza de la acera. Ahí estaba su amiga, de nuevo, su aliada abandonada, la compañera de la noche y del día y de las manecillas bailarinas de un reloj pasado. Se miraron, sonrieron. Cerró el libro. Subió el volúmen del ipod. La música sonó en la carretera, en la estación de trenes y en los restaurantes de comida rápida que las veían pasar.
Brillaron las amapolas y despegó en un salto de energía que devolvía las ganas de reírse a carcajadas. De sentirse resorte de tejados. Galaxia de luciérnagas de colores. Bailaron juntas, otra vez. Se dieron la mano. Del paso doble al cha,cha,cha. Un semáforo, dos, y en el cuarto arrojaron sus cabellos de sirenas a las ventanas de las casas apagadas. Eran una y eran dos. Los niños salieron de sus casas. A verlas pasar. Robaron los cantos de cuna y las canciones matinales de los colegios infantiles. Dibujaron violetas en las puertas y devolvieron cantos de luna a la primavera. Encendieron de mariposas la ciudad entera. Despegaron en trampolines interminables al planeta más lejano.

jueves, 10 de abril de 2008

pesada(h al l. azul)


Ella no hacía diferencia alguna entre lo que le era soportable
y lo que le podía resultar insoportable.
Michael Ende
Estoy tan cansada. De escucharnos hablar. Escucho a los demás y oigo tantas mentiras sobre el concepto que cada quien tiene de si msmo que me aterroriza la idea de saber que soy como ellos. Intento buscar la indiferencia pero me arde el estómago de escuchar tanta mentira, tanta falsa autoreflexión. No hay qué decir porque entonces te ven como el enemigo. Y estoy cansada de discutir. Me sudan los párpados. Tanto trabajo para ser sólo un bonche de no-documentos. Un bonche de no-talentos. De no-decisiones. Ya no somos personas, somos papeles. Papel con foto y firma porfavor que aunque esté viendo que eres la misma de la foto y tenga tu acta de nacimiento, tu certificado de no antecedentes penales, tu certificado de la eso, de bachillerato, las cartas que te ha escrito tu familia toda la vida, tus boletas de notas desde los catorce, no me creo que seas tú. ¡Que me inserten un puto chip! Que si les grito, los beso, los jalo de los cabellos seguirán sin creerme que soy yo. Entonces entro en un gran dilema. ¿Sin una tarjeta que tenga mi foto y mi firma no existo? ¿No soy nadie? Y tal vez esto en cualquier otro momento me resultaría agradable pero no cuando tengo que conseguir trabajo y para tener trabajo hay que ser alguien. Así que cuando recupere mi identidad seré alguien. Alguien de esos, como yo, que hablamos todo el tiempo de nosotros mismos y no hacemos mas que contar mentiras. Sin ser conscientes de que estamos contando mentiras porque esta es nuestra percepción de la realidad. Lo que me lleva una vez más a la conclusión de que no hay verdad y no hay realidad. O hay muchas. Odio este tipo de contradicciones en los textos sin embargo las hago todo el tiempo. Luego entonces se me queda algo del tono narrativo de Almudena Grandes y se me queda justo lo que no soporto. Pesada, sombría, gris. Tarde de sueño y mala elección ver, justo hoy, Los lunes al sol. Una vez más no hay esperanzas. Menos aqui que no hay mar. Hay que tender la cama y ser alguien de nuevo

miércoles, 9 de abril de 2008

h.al lazul


Y así, siempre, siempre,
sin un momento de sosiego frente a mi mismo.
Siento que devoro mi propia vida,
que para la miel que doy no sé a quién en el espacio,
saquieo el polen de mis mejores flores,
arranco las flores mismas y pisoteo sus raíces.
Chéjov
A él no le importa. Hay que ver por uno mismo, esa es su respuesta a todo. Esa o la duda ante cualquier respuesta. Entonces tratando de buscar pisotea a quien se le pone enfrente. Seductor, amigo. Francisco es así. Hay que aceptarlo, lo asombroso es que todos lo aceptan. Todos le jutifican cualquier cosa. Es el encanto que desprende, es su sonrisa, su voz cuando te pide algo a lo que nadie puede negarse. Primero fue Margarita, dulce, inocente, tierna. Cayó sin tener que darle ni media vuelta. Abriéndole los brazos sin dudarlo. Entonces él la abrazó y la besó hasta que se cruzó con Paulina. Él decía que eran sus ojos, pero en el fondo sabía que eran las piernas y estando con Margarita sudaba pensando en las piernas de Paulina, imaginándolas en su vientre y en su espalda hasta que no pudo con la imagen de Paulina en su boca y se fue con ella. Margarita sigue llorando. Paulina, breve, auténtica, huidiza lo hipnotizó un tiempo. Hasta que escuchó a Carmen. Fue en una entrevista de radio local. La entrevistaban por ser la soprano con más trabajo de la ciudad. Francisco iba conduciendo rumbo a casa de sus suegros. Giró a la izquierda, luego a la derecha hasta llegar a RADIOFORMULA. Se sentó en la escalera esperándo reconocer a la famosa cantante, lo cual no fue difícil. Francisco, poseedor de intuiciones infinitas. Ella salió y sin decirle nada la besó. Paulina guarda aún el rencor hacía Francisco que la dejó plantada sin conocer a su familia. Carmen inteligente, talentosa, su aura era el aura de las artistas que ya han ido y venido, paciente con una media sonrisa desde la mañana. Francisco pensó que así se quedaría hasta que la vejez lo asaltara. Pensaba eso antes de conocer a Arcadina. Arcadina once años menor que él, amiga de su hermanita. Una pequeña punketa vestida de negro y rosa. Ha rejuvenecido siete años, pero está esperando el siguiente cambio.

lunes, 7 de abril de 2008

del pedestal al suelo (h.al l. azul)



A veces me parecía que en su relación con la gente
había un sentimiento de cierto desaliento,
cercano a una fría y silenciosa desesperación.
Gorki.
Vamos a bajar un poco. Empezar el descenso. Quizá no es conveniente, quizá es lo mejor que pueda decir. Me arriesgo, así, únicamente para tirarme desde el tejado antes de hipnotizar al inocente. Soy todo menos perfecta. Comenzamos porque puedo pasar días viendo una cuchara con yogurt al lado de mi ordenador y ser incapaz de ir a lavarla. Que a veces digo las cosas tan directamente que lacero a las personas y no reparo en ello. Me da igual porque creo que alguien tendría que decírselos. Soy la primera en criticar una blusa fea, pero veo por encima a la gente que critica mi forma de vestir. Que ya no digo "yo nunca" porque todo lo que juzgué alguna vez ahora lo he hecho. Que no tengo ninguna pasión, me parecen ridículas las grupies y al mismo tiempo las envidio porque es díficil que a mi algo me mueva de la misma forma. Que nunca puedo dejarme las uñas largas, siempre me muerdo la orillita y cuando intento pintarmelas me duran un día. Que soy fugaz, me enamoro y desenamoro con igual frecuencia que los nacimientos de las moscas, y aún así nunca he sabido cerrar círculos, más que no saber, me niego a hacerlo. Que estoy constantemente añorando el sabor a limón en todo. Hablo sin parar, y a veces no escucho lo que me quieren decir. Que soy muy mala aceptando fracasos y todo me da igual, porque siempre puede haber algo peor. O porque en realidad nada tiene importancia. Que me han y me he desilucionado tantas veces que ahora carezco de fe en el ser humano. Que tampoco lo odio, ni soy radical, ni soy definida. Ni siquiera se ser una "buena triste" porque cualquier canción va a hacer que mueva los dedos de los pies. Que creo en Dios pero se me olvida hablarle y luego me siento mal. Que la soberbia me corroe y pienso que sola estoy mejor que con nadie. Igual por ese miedo absurdo, ni tanto, que me persigue a lastimar a la gente. Tengo miedo de mi. ¿eso es normal? Que quiero abarcarlo todo y al final abarco casi nada. Que hay días en los que nada ni nadie tienen importancia para mi. Paso de odiar una moda a llevarla puesta la siguiente semana. No se me quedan grabados los personajes de los libros, ni las peliculas ni los nombres de las canciones, pero según esto soy "una chica alternativa". Que tengo "delicadeza de Yunque" citando las palabras exactas. Que más de uno ha despertado a mi lado con un hueco en el estómago, que no sé si ese hueco ha aflorado al estar conmigo o simplemente no puede evitarse y he sido incapaz de rellenarlo. Que hay días en que me asaltan mis demonios, mi soledad que me reclama con un nombre falso de algún dios y me hace alejarme de todo y de todos para creer que estoy mejor cuando no existe ser humano a mi lado. Que suelo hablar durante las películas y no paro de criticar cualquier cosa que no me parezca sobre ellas. Que luego me ciber enamoro de personajes que no existen, o de dibujos de caricaturas pero no logro darlo todo por alguien. Solo doy lo que puedo, que nunca satisface del todo a la otra persona. Que me encanta llamar la atención, odio los pepinillos y el gazpacho. Que a veces estoy actuando y me doy cuenta hasta el siguiente día. Paso horas y horas en un ordenador cuando que no tengo ni trabajo y mi casa esta vuelta al revés. Que llevo mas de dos años sin poder hacer un cuento en condiciones. Que soy una miedosa y no me atrevo a volver al pueblo por no encontrar la casa de mi hermana sin ella. Que soy egoísta y pienso en mi futuro antes que en mi pareja. Que suelo dar portazos y chanclasos y nunca me doy cuenta. Soy pésima anfitriona y a veces me apestan los pies. Soy voluble con todo y no soporto más de quince minutos a alguien que sea como yo. Que pretendo, pretendo, pretendo. He dejado de pensar en ayudar a los demás por pensar en nimiedades como en mi. No tengo el paladar educado, camino como machorra (cuando no soy consciente de que soy actriz). Soy cruel hasta la médula con mi hermana y me desespero demasiado con mi madre. Me gusta Laura Paussini y los primeros discos de Paulina Rubio y Alejandra Guzman. Se me pierden las cosas, y me roban, y me roban, y me roban y no aprendo.
y... sigo??

domingo, 6 de abril de 2008

Shoel al despertar (h. al l. azul)





Estoy aqui, echado en la cama,

moviéndome de un lado a otro

en la estúpida creencia de que el sueño

me ayudará a aclararme.

Pero primero pondré el despertador.

Denis Cooper.


Vemos a Shoel tumbado en su cama. Mira la esquina de la pared. No se sabe porqué, podemos escuchar su voz sin que él mueva la boca. Será el eco de la habitación.

No me importa. Que sean las tres, las cuatro. Que pase la mejor hora del sol. Ahora que por fin hay sol. Sí, perderé los días en horizontal. Porque no me apetece nada más. Alguna vez leí que hiciese lo que me nacía en ese momento. Pues lo único que me nace es quedarme aqui. Y ojalá hasta la muerte. Ojalá la atraiga con gritos de desesperación. Que no hay solución por ningún lado. No tiene sentido el día con día, aunque haya algo divertido, aunque te llame alguien que hace mucho tiempo no te llama, aunque amanezca soleado y la gente esté en las terrazas. Por que... ¿para qué? ¿para qué me despierto todas las mañanas? ¿para que voy al trabajo y escucho las tonterías de un jefe sin escrúpulos y un grupo de compañeros pusilánimes? ¿de qué sirve sentarme en un comedor a comer una ensaladilla rusa de hace tres días, con cara de que no pasa nada y eso es lo que hay? ¿alguien me va a dar algo en recompensa? Aguantar la hora de trayecto en el autobús, la charla con algún compañero sobre alguno de los demás, los errores de los demás, lo aburrido y agobiado que se siente con su mujer. Lo que ha sufrido para estar donde está, que no está bien. Callarme las ganas de decirle ¡Nunca vamos a estar bien! Este es un jodido mundo donde la gente está bien por momentos, que la mayoría del tiempo nos estamos autoconvenciendo de que se puede seguir, de que estamos tranquilos. ¿Es que acaso alguien puede estar tranquilo sin saber quien es y porqué estamos aqui? La gente puede, dormir y comer, y emborracharse con la incertidumbre, con la ignorancia de todos los porqués. Y como no hay manera de averiguarlo pues todos nos damos por vencidos. y "a dónde fueres haz lo que vieres". Por eso no me levanto hoy. Me niego a despertarme para hacer lo que hacen los demás. Porque no encuentro un sólo sentido en este ir y venir al trabajo, a la calle, al supermercado, a las reuniones, a las fiestas. Que nada me apetece más que estar en cama. Y tengo que pensar que tal vez por el capricho que me ha asaltado esta mañana perderé el trabajo. ¿Y qué más da? cuantas personas no han perdido el trabajo. ¿De qué me sirve trabajar? Para comer y comer para vivir y ¿vivir? Que no importa, que no estoy mal, que no necesito ayuda. Sólo me pregunto qué hacen los hombres cuando se dan cuenta de este no-significado de las cosas. Buscar a Dios sigue siendo lo mismo. Autoconvencimiento de que no estamos solos, un placebo para sobrellevar el dia con día. Estúpidos e insignificantes somos al final del todo. Aunque trabajemos, aunque nos enamoremos, aunque vivamos con la máxima energía y positivismo. ¿Para qué? Ni siquiera nos gobernamos a nosotros mismos. De pronto tenemos reacciones que no esperabamos tener, sentimientos que no queríamos tener, circunstancias en las que no queríamos estar. Nadie es "arquitecto de su propia vida" somos consecuencia del ir y venir de una masa de no pensantes. Aquí me quedo, me niego a levantarme, me niego a ducharme, a desayunar, a comer, a cenar, a ver la tele. De ninguna manera seré hoy uno de esos muñequitos que andan por la acera con sus bolsos y sombrillas, andando a toda velocidad. Como si supieran a dónde llegar. Me quedo en casa, conmigo y mi ventana. No voy a comprar, no voy a soñar, no voy a charlar. Aquí, dónde no tengo que hacer lo que vea que hacen.
Shoel gira sobre sí mismo. Lo escuchamos gemir. Cierra los ojos y dejamos de escuchar lo que dice, porque alguna canción, la que sea, la que cada quien lleva en la cabeza empieza a sonar bajito y luego más más fuerte.

jueves, 3 de abril de 2008

h al l. azul


La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad,
pero quizá no diga más que fantasias,
y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías
pero quizá diga la verdad.
Antonio Tabucci
f- No lo entiendo, cuentos y más cuentos. ¿Para qué? No tiene ningún sentido.
l- ¿Me lo dices tú a mí? Tu que te tirarás toda una vida formulando teorías para que al final llegue alguien y te diga: gracias por participar pero usted, también, ha fallado.
f- No tienes ni idea de lo que hablas. Yo descubro al mundo, no me invento historias, todo parte de una base.
l-¿Qué base es real? ¿Quién te ha dicho a ti que existen bases? Eso nos lo inventamos los humanos para sentir menos miedo.
f- Menos miedo eso es lo que vosotros os fomentaís. Escapatorias, huídas contínuas para no ver lo que hay. Lo que te gritan las calles.
l- A mi no me vayas a venir con que el miedo no existe porque tú mejor que nadie sabes que es lo único perecedero. El miedo y el dolor.
f- No me vengas con sentimentalismos. Lo único perecedero es la historia.
l- ¿La historia? pero si es lo menos verdadero que hay. Si se va transformando y deformando hasta ser todo mentira. Nosotros vamos con la carta blanca de entrada. Mentimos porque es mejor mentir siendo sinceros. Saber que nuestra verdad es ya desde el principio una mentira, porque es nuestra.
f- Claro, tener que analizar la falsedad del ser humano ¿no es eso? Se os va la vida pensando en todo lo malo y horroroso que es este mundo. Os torturaís vosotros solos porque al resto de los seres humanos nos la suda vuestra existencia.
l- Y ahí me vuelves a dar la razón. El ser humano, el ser más egoísta del planeta. Digo del planeta todavía con la duda de que haya seres humanos fuera de él.
f- ¿Eso qué? Está más que comprobado que los seres humanos sólo habitan el planeta TIERRA.
l- Pues a mi lo único que me parece que se comprueba más día con día es que nada es lo que parece.
f- Ah si, todo es mentira y somos los títeres de algún malvado ¿no?
l- No pienso entrar en esa discusión. Lo único que te digo es que no somos tan grandes como nos creemos.
f- Y yo te digo que ahí radica vuestro problema, en su sentimiento de inferioridad. Contaminan al mundo de su tristeza, de vuestro pesimismo. Entonces la gente deja de hacer lo que debe de hacer para pensar en tonterías.
l - ¿Tonterías? ¿Pero tú que te crees que estas haciendo? Las mismas gilipolleces que nosotros. Aferrandote a analizar exahustivamente al mundo para creer que hay algo más. O que todo es por algo.
f- No empieces a hablarme de Dios que por ahi no entro.
l- no estoy hablando de ningún dios. Hablo de... Ya empezó la pelicula. Hablamos después.
f- o no.

lunes, 31 de marzo de 2008

mentoreando

Se interponen los medios de comunicación y siente que no se puede alcanzar la luna sin haber besado a las estrellas que están en el camino. Puede decir que la ternura de sus ojos hacen que salga la ella tenía oculta y su ternura saluda en forma de un beso interminable.
A veces le cree y eso hace que el estómago se contraiga. Todavía hay fe. Desde la cima de alguna cuesta desconocida. La desconoce el dueño de la ciudad. Ella quiere llevarlo a lugares mágicos aunque hay días en que la magia ausenta de las calles. Él se la devuelve en pequeñas mordidas en la mejilla. Los audífonos se caen de los oídos cuando los cuerpos se abrazan.
El recuerdo de los primeros besos en la boca de él. Grande en las pupilas. Ahora los colores son algo más para ella. Se emborrachan de frambuesa y cereza. No hay más que un deje de miedo entre beso y beso. Que se acentúa cuando acaba la noche y empieza a despertar el sol. Así que ella se va antes de la adicción a los amareceres interminables. La adicción no mata piensan las gotas del rocío que la ven partir.