martes, 26 de marzo de 2013

Dónde sea que esté el Sur

Dijimos, que muchos no eran ninguno, que las olas del mar no iban a desconectarnos, que los sueños son de llaves y las tuyas estaban ya oxidadas.

Dije, cuando ya no hubo más que tus cenizas, que nunca volvería a escuchar tu risa.
Dije, cuando me tocó ver que ahora eras una pared de mármol, que nadar frente al lago no iba a ser lo mismo sin tenis agujerados.
Dije, al ver tu foto de blanco y las sombras de rojo, que tus cejas eran lo más ochentero que había visto.
Digo, cada ocho horas, que ya no me acuerdo de ti
Digo, si te veo entre el viento de dos manecillas, que mi tiempo ya no es el tuyo y que tu tiempo ahora huele a mar
                                          y         a           nube

Digo, que si ya no te escucho cantar, es porque los días se han vuelto de mantequilla.
Dicen, que eras de hule y que tu cabello era cosa de cuidado
Dicen, que si te perdías entre las casonas era porque no encontrabas,
                                                    nunca
                                                      el
                                                      nor
                                                        te

Dicen, que si pintabas un muñeco encontrabas el hilo del agujero.

Hay ratos, ya no me acuerdo cuántos, en los que mis uñas parecen haber sido mordidas por tu ansiedad
Hay ratos, ya no te acuerdas cuántos, en los que mis sueños son burbujas de tu ansiedead
Hay ratos, ya nadie sabe cuántos, en los que ni tu ni yo éramos de aqui de la ansiedad.

Hay soles, los que marque la tele, en los que mis pestañas se vuelven abanicos pesados que empujan hacia arriba, hacia allí casi
                                                       nunca
                                                            el
                                                          nor
                                                           te
Hay lunas, las que marque el metro, en las que mis pechos son de azúcar moscabada con vinagre, me cuesta trabajo girarlas al techo
Hay rojos, los que marque el iphone, en los que mis dedos se convierten en alambres de viejo usurero.

Dijimos, con vientos y papeles, que yo no te entendía y tú no me entiendes
Dijimos, con carne cortada en cachitos para perro, que tener hijos era de valientes
Dijimos, con crema nivea y Luis Miguel de fondo, que los ochentas ya no eran de ti.

Digo, que trescientos sesentaynueve días son un montón de omeprazoles
Digo, que 4930 fotos en facebook, sin ti, son demasiadas lágrimas
Digo, que mis caracteres se van acabando, no se si para
                                                   nunca
                                                       el
                                                      nor
                                                       te