martes, 1 de julio de 2014

Viajenle a la casa de medicina ancestral mexa.

  

El viaje comienzó el viernes. Salí a las 00:00 de dar función. Bastante cabreadita porque, durante la función, a mi compañera se le fue un poco el pedo, y me llenó la cabeza de anís. Mi empute no era tanto porque me quedara media escena sin poder abrir los ojos, o xq la mascarilla nueva que me había echado en el pelo se iba ir al carajo, sino porque llevo ya 2 meses que mi regadera no sirve y me tengo que bañar a jicarazos. Así que la idea de llegar en la madrugada a calentar el agua para levantarme a las 5 horas, no me hacía nada feliz. Esas cinco horas de sueño no fueron nada agradables, pasé frío y con algunos sueños bastante densos. Así que a media noche me fui al cuarto de mi hermana a que me abrazara al dormir, cosa que no hacía desde un tiempo atrás y curioso también ya que, entre otras cosas, el motivo de mi viaje era tomar la decisión de vivir irme a vivir sola o mudarme a un lugar mejor todavía con ella.
En vista del fracaso de mi último viaje buscando el silencio, esta vez decidí irme a lo seguro y reservé en una Casa de medicina ancestral mexicana que me recomendó una amiga (también actriz).A las 6 am ya estaba levantada, taxi a Taxqueña. Me encanta platicar con los taxis, en este caso la conversación giró entorno a lo mayores que estamos ya para salir a las borracheras. Tan triste mi caso, porque él mínimo ya tiene 45 años, una esposa y 2 hijos.
Al bajar del taxi, no me di cuenta y caí en un charco, la mitad de mi falda se llenó de lodo. Normalmente me valdría madres pero la mujer con la que hablé al reservar fue muy específica cuando dijo que tenía que llevar falda larga. Entré a la estación, pagué mi camión, así con esa facha de pordiosera y me metí al baño a lavar mi falda y ponerme unos leggins. Entre al camión, colgué mi falda al frente y me dormí todo el camino a Xoxocotla.
Me bajaron en una estación de taxis (así se lo pedí al conductor). La sra. con la que hablé por teléfono me dijo que todos los taxistas sabían dónde vivía la curandera. Error. Este taxista no tenía ni idea, o fingía no tenerla, estaba enojado  y perdido. Cosa que yo no entendía porque en D.F a mi salida llovía y el clima era una reverenda mierda, en cambio en Xoxocotla eran las 10 am de un sábado soleado y lleno de colores. Sabe dios y el cielo cómo habría despertado su esposa. Con quejas y apelaciones a todos mis comentarios se adentró en la montaña y me dejó en una rejita rosa de donde salió  la Abuela Eva.  Para mi sorpresa no era una mujer nahuatl natural, como yo me imaginaba, su habla era muy parecida a la mia y su conducirse más. Así me enteré que la Abuela Eva había sido una banquera y empresaria muy poderosa en México durante su juventud, hasta que un día se cansó de todo y decidió irse a la montaña a buscar sus raíces más profundas. Lo cual, para mis prejuicios remarcados, no fue nada agradable. yo quería encontrarme con una auténtica y natural hija de la tierra, o algo así. Al primero que me presentó fue a su hermano. El cual inmediatamente me recordó a mi tío Pepe, no voy a hablar del tío Pepe aqui, porque necesitaría una novela entera, sólo diré que es una persona que no tiene muy bien sus facultades psicológicas. Después  de permitirme estar descalza todo el tiempo que quisiera, para mi gran felicidad, me enseñó cada parte de la casa. El temazcal lunar, la poza de la tortuga, la tina del desamor, la cabaña de sanación, el salón del sapo guardián; haré incapié en este que al entrar me encontré con una escultura de un sapo a la cual le salían tres cabezas humanas del estómago, diré que sólo de verlo me entraron muchas ganas de llorar y como si la abuela pudiera escuchar mis pensamientos me contestó que el sapo creía que estaba ahí castigado, pero que no lo tenía afuera por miedo a que se estropeara con los cambios climáticos.
La primera actividad era el temazcal, en el que se festejaba el cumpleaños de una chica del pueblo que cumplía 17 años que padecía de cáncer. Conocí a la familia, tenían a una hermanita de 9 años con epilepsia, insuficiencia renal, enanismo y sordomuda y la familia entera creía en la abuela para poder sanarse todos juntos. Le cantamos al fuego un buen rato, y después entramos uno por uno.
Yo ya había entrado a unos cuantos temazcales, pero nunca a uno tan silencioso y en el que se recibiera con tanto cariño a cada piedrita caliente.  En la tercera etapa mi rodilla izquierda empezó a doler y a estar muy caliente, luego se recorrió a toda la pierna. Llevo meses con esto. Cada uno le dimos nuestros deseos de 17 años a Carmen. Al salir teniamos que ir al río, meternos y dejarnos llevar por la corriente hasta que nuestros ojos cruzaran con un listón de colores. El viaje fue maravilloso, mis ojos vieron un montón de plantas y flores diferentes, y así como suena  había mariposas de todos tamaños y colores, colibries, libélulas. Parecía que veía un documental de discoverí chanel, eso sí el agua estaba fría hasta su madre.  Salí, me duché con agua caliente y a comer.
La comida fue también con la familia, sopa de lentejas y tamales hechos por la mamá de Carmen, comimos casi en absoluto silencio, luego mandaron a Carmen lejos y había que inventarle una canción. Al ver la imposibilidad de la familia para expresarse y crear pues ya metí mi cuchara y les ayudé, basandome en la melodía de la canción favorida de Carmen, hicimos lluvia de ideas y escribí la rola, la grabé en un celular y puse a todos a aprendérsela.Lo extraño es que al grabar la canción en el celular, la chiquita sordomuda vino corriendo a abrazarme, como si la hubiera escuchado.  Cuando Carmen volvió ya todos se la sabían y la cantaban con sus tímidas sonrisas. Después la abuela y Rafa ( su ayudante) prepararon una pipa de una madera hermosa y la fuimos pasando miembro por miembro de la familia, no sin antes darle un deseo a Carmen. Al terminar el ritual me mandaron a mi cabaña. La cual estaba compuesta de un metate sobre bambú, una repisa y una lamparita. Me recosté, abrí el libro de Jack London que me traje y la primera frase era "a Carmen no le quedan ni 2 días" inmediatamente lo cerré y me quedé dormida un buen rato.
A las 2 horas la abuela fue por mi a la cabaña y  me llevó a su cabaña de sanación. Había un altar con imágenes cristianas, los 7 arcángeles, fotos de María Sabina y de Cuauhtemotzin y más artículos desconocidos. Primero me puso éter en las manos y me hizo recorrer mi aura con eso. Luego de ponerse sus cachibaches de curandera en la cabeza y en la cintura, me preguntó la razón de mi presencia. Yo, la verdad, no tenía ni idea. Sólo sabía que entre irme a emborrachar y pachequear durante una semana con Pelón y Lima o venirme aqui a escuchar, había preferido la montaña. Me hizo algunas preguntas sobre mi familia y me preguntó si había constelado, nunca lo había hecho así que se puso manos en marcha. Estuvimos jugando durante casi 3 horas dinámicas en las que tenía que acomodar a cada miembro de mi familia en unas sillas, y cambiar las sillas de posición y hablar con cada uno y así. Lloré mucho, pero sobretodo, al hablar con Vero (mi hermana muerta) pasó algo muy extraño, mientras lloraba empezaron a tocar la puerta, la abuela salió muy tranquilamente y al instante entró uno de sus 6 perros, el más grande, ese que namas de verlo me temblaron las piernas al pensar que parado era el triple de grande que yo. El perro (Oli) vino directo hacia mi, al principio me dio miedo, pero al llegar a mi silla, se sentó frente a mi, colocó su cabeza en mis piernas y me dio su pata derecha. Era como si hubiera sentido mi tristeza desde afuera. Fue un momento encantador.
Camino a cenar le comenté a la abuela Eva lo del dolor de mis rodillas, hablamos sobre la culpa... Cuando llegamos a la casa era de noche y en la puerta de la cocina, así, como si nos estuviera esperando había un sapo enorme en la escalera. La abuela hablando con él lo tomó en las manos y me explicó que el sapo era el guardián del lugar, me dijo que eran sanadores y yo pensé en esos cuentos de disney donde las brujas siempre tienen sapos y en la metáfora del príncipe atrapado en el sapo. entonces me puso al sapo en la rodilla y me dio un masaje con él, luego lo enjuagó en una cubeta y lo dejó libre. Como para contarle esto a mis tíos médicos.
Cenamos tranquilamente la cena de Anita la cocinera, unos buenos sopesitos y té de jamaica con menta y yerbabuena. Regresé a la cabaña. Escribí un poco y a dormir.

El domingo la abuela me despertó para hacer yoga. Yo pensé que ella sabía, pero no. Así que ahí las dos con nuestras faldas largas nos pusimos a estirarnos, le armé una rutina, pero no podía seguir todo, su cuerpo se lo impedía ¿o su mente? La hice ligerita porque la verdad me moría de hueva. En una de esas volteó y la abuela, debajo de la falda no llevaba nada! Al principio me traumé, 2 horas más tarde yo iba igual por la vida. Había que probar.  Ella me enseñó ciertas posiciones para eliminar la ira, el dolor y no se qué más... si fuera tan fácil, estaríamos todo el día en cunclillas.
Anita nos tocó la campana avisandonos que el desayuno estaba listo, así que nos duchamos y al ataque. La cerda de mi me zampé 4 molletes. Salí rodando. Me quedé un buen rato observando el ir y venir del viento. Me tiré al pasto y reposé mi hermosa panza. La abuela me saçó de mi ensoñación para llevarme al altar de sanación. Esta vez fui yo quien se puso a chambear y le hice una terapia de liberación. Irónicamente ha sido la persona más dura de roer. Acumulaba tantas tensiones y dolor... Fue muy cansado. La dejé descansando y me fui al rincón de la meditación, luego a escribir y babosear por el lugar. Llegó la hora de la comida. Comimos y al terminar me alisté para entrar a la poza de la tortuga.
Lo cual significaba desnudarme para entrar a una poza llena de lodo en forma de tortuga. Lo primero que se me vino a la cabeza fue el texto de la mi última obra "NO SOY UNA TORTUGA"
Entré desnuda a zambullirme. No me dio asco ni nada. Recordé cuando íbamos a los azufres en mi infancia. Mientras nadaba en la poza la abuela se puso a cantarme con su tambor y a hablarme del desamor, de lo necesario que es curarnos de él, el desamor al otro, a ti, de los otros a ti, etc. Escuché en silencio sin detenerme de más porque cada vez que me detenía empezaba a darme un chingo de comezón. A la hora me llevó al río desnuda (en el fondo me daba pena con los del pueblo) y me lavé allí, seguía hasta su madre de helado.  Luego me duché y me fui a dormir casi 3 horas. Tan raro el poder del descanso. Más tarde fue por mi y volvimos a la sala de curación.  Ahí hablamos de todas mis exparejas,  me estuvo haciendo limpias con hojas de pistache, limón, huevo y fuego.
No es que yo sea una experta en el tema pero si Don victor (el chamán de Bernal) la viera, se suicida, todo al revés. Pero bueno, ¿cuenta la intención no? Luego me hizo una alineación chacral y me dejó totalmente relajada. Al salir llovía.
Me metí a escribir, al terminar seguía lloviendo. Me quedé un rato sentada afuera de la cabaña. Había luciérnagas, cruzaban sapos enormes. Era como si todo me hablara. Tal vez la abuela no era tan poderosa, pero todo lo que había a su alrededor lo era.  En 29 horas había visto mariposas, libélulas, sapos, vacas, caballos, pollos, colibríes , perros, ríos, todo tipo de flores.  Pensé en ese lugar del que mi mamá nos hablaba de chiquitas, cuando nos sentíamos mal. Existe. Decido ir a la casa, a lo mejor es hora de cenar. Al pasar por el cuarto del tío Pepe... esta viendo porno. me hace gracia. Empiezo a pensar al ritmo del texto que voy a postear, este texto.  La puerta de la casa esta cerrada. No se ve actividad. Hay un sapo gigante en la entrada, sólo me deja acariciarlo, ni hablar de cargarlo. Está justo frente al árbol de los listones de colores (las sanaciones hechas) después de comer estuve ahí abrazándolo un rato, al árbol. Voy de regreso y al pasar por el cuarto del tío Pepe me ve. Fingí que no había visto nada pero me dio miedo. Camino bajo la lluvia, ahora más fuerte, pero se siente deliciosa en mis piés descalzos. Me detengo ante un paisaje de luciérnagas, me entran ganas de quitarme el paraguas, lo hago, pienso "y si me enfermo?"  me lo pongo, me entra el valemadrismo, me lo quito, me lo vuelvo a poner. Hasta que digo "para de mamar con el pinche paraguas o te vas a enfermar" y me quedo ahí, mirando la montaña, el baile de las luciérnagas, mi falda larga color salmón, mis pies llenos de lodo y yo inmóvil bajo mi paraguas verde. "alto, pareces una obra de Ricaño". Me río un poco y vuelvo a la cabaña. A escribir esto y esperar que toquen la campana para ir a cenar.
Me entra la paranoia "y si el tío Pepe viene a violarme?" y así como media hora hasta que paro de mamar y me pongo a leer El silencio blanco, me pongo la pijama. Tal vez hoy no cenemos. Duermo, sueño con mis ex...

Lunes.

Me despierta la abuela, desayunamos. Llovió toda la noche y hoy todos están raros. Sin ganas.  Me voy al rincón de meditación, descanso entre 2 árboles de limones. La abuela viene por mi. Volvemos a la sala de curación. Recapitulamos el aprendizaje sobre mi, sobre mi familia, mis espectativas, mis juicios, mis errores.  Volvemos a constelar. Le hablo de mis miedos. Después vuelvo a sanarla yo. Sigue siendo dura. La dejo descansar y me voy a caminar por el río. Descubro insectos que no sabía que existían de terciopelo rojos, conchitas, otros apareando. Recuerdo mi casa de la infancia. Yo crecí en el cerro, yo crecí descalza, yo crecí en un lugar así, soy de tierra, soy de montaña. Abrazo 2, 3 árboles, vuelvo a casa, me ducho y a comer.  Al terminar recapitulo y el tío Pepe me lleva a la central.
Enciendo el celular. 101 whatsapps, fb, instagram, twitter, mail. Im back. Termino el libro de Jack London. y entro al metro.