Hada asesina, no pretende hacer literatura ni arte. Demasiado lejana de aquello. Únicamente divagaciones momentáneas, a veces con significado, otras tributando al absurdo. Y pues lograr un momento de risas para aquellos que la conocen y saben un poco el funcionamiento de su raciocinio.
viernes, 22 de julio de 2011
lazos a Devitt
Dices que me sigues amando, que mi amor no es, ni quieres que sea un consuelo, sino ese demonio. Ese demonio que te lleva a ser escorpión.
Yo siempre fui de chapulines. Nunca me han asustado los escorpiones, basta un poco de alcohol para que el resto de la manada se aleje. Como con los perfumes o la mala fama de los pueblos.
Tuve mañanas a tu lado en las que juré amarte. Ahora veo que no. mi vida sigue y lo último que quisiera es estar a tu lado.
Creas historias donde no las hay. Hablas de ser escorpión cuando más bien eres el macho de la mantis. Podrás seguir gritando de que me amas y que por eso destrozaste lo que teníamos. Yo grito que lo tuyo conmigo no fue y no va. Empezando porque no sé ni que sea esa palabra para ti. Ni para mi. A mi amor se me parece árbol o flor o amor podría ser adove.
Sé que desde que no estás canto más fuerte y mis pisadas suenan como las de gigante. Que los coches me miran simpática y las avestruces han dejado de jalarme las uñas.
No sé ya ni para qué decirlo.
Tampoco extraño su jabón de manos, aunque tenga un paquete en la alacena.
martes, 19 de julio de 2011
Ayer pensé que te quería. No se cuándo.
Algo en ella sanó hoy y por eso durmió tanto.
Entonces abre los ojos a la siguiente mañana y dirigido a ella sale un “Ayer pensé que te quería. No se cuándo”
La primera separación fue dura. No se recuerda tanto llanto desde que un Romeo pensó muerta a Julieta. Un Romeo que no era Di Caprio y una Julieta que no era la de Fellini.
Despedidas hay muchas. Unas duelen más que otras, unas se lloran más que otras. Unas parecen afectarle pero el ipod siempre le rescata de ello. Eso, o algún duende que estudie arquitectura y prefiera bailar Elvis Presley en una Sala Sol de Abril.
Después de la última despedida
Se fue, para reencontrarse con una ciudad caoba de fuentes bailarinas. Con amores pasados idealizados hasta el tuétano. O quizá no. Con una ciudad de compromisos, de anillos, de sonrisas ya inventadas y borracheras siempre justificadas. Pensó que
A probar el agua de alpiste y las cápsulas de Omega 3. Intentando volver a un peso perdido. Tratando de borrar las arrugas que habían salido fuera. Sería por el frío, o por los llantos en las estaciones, o por gestualizar cuando no debería.
Después de tanto azufre
Así acaban casi todas las historias. En realidad todas las que no sean de fantasía. Pero
Se miran en una Catedral que estuvo hundida. Una Catedral construida sobre otra. Con nuevos cimientos que están hechos de los que hubo antes.
Esta vez se despiden sin un Nos, con dos yos fortalecidos y cariñosos. Hay un abrazo de cuatro días sin un baño y una nariz tapada, que entre otras cosas, tampoco registra el olor. Hay una lágrima y unas cuantas pasadas de saliva, o de agua interna. Eso no se sabe. Dos te quieros y una seña que no logró su objetivo. Esta vez no hay corazones rotos, ni egos destruidos. Hay una mochila que va de regreso a la lavandería y unas botas, de tacón, preparadas para largas distancias en ciudades desconocidas.