domingo, 8 de mayo de 2016

Pase usted un fin de semana en Montevideo

Despiertese a las 5 de la mañana medio borracha, media cruda, media sabedònde. Recuerde usted que está a unas horas de volver a ser ilegal. Dese cuenta que mientras dormía su piedra de la luna en forma de lágrima ha escapado durante la oscuridad. 
Coja una mochila, meta ropa al pedo. Dude usted si llevará un libro sobre teatro argentino o uno sobre futbol argentino regalado por un no amante. Cuestiónese en què campo anda màs coja. Opte por el libro de futbol. No se quite la pijama, póngase un abrigo encima, tome la mochila y baje las escaleras. 
Salga de casa pensando en lo bello que es tener a un poeta en su cama y abandonarlo con un beso en la frente. 
Tome usted el taxi que la llevará al barco. Haga charla de madrugada con un taxista homofòbico, misogino, ignorante y santero. Escuche cómo le explica que hay que abrir los òrganos de los gallos, gallinas, conejos y còmo se le rinde culto a cada uno de esos òrganos. Vea còmo el taxista la lleva a la profundidad de la Boca. Sude cada que el nùmero del taxìmetro avanza. Goglee la dirección exacta a la que va y demuestrele al taxista que está en el rumbo equivocado. Haga que el taxista santero detenga el taximetro. Llegue a Puerto Madero, despidase del personaje de madrugada y baje del taxi. 
Pase por migraciones temblando, esperando que no le prohiban la entrada/salida del país. Salga con éxito de tal situación. 
Espere en la sala mientras escucha los mensajes de audio de un amigo borracho saliendo de lo que él llama La maricoteca. Enterese, también, del inesperado  casamiento de otra de sus amigas. 
Subase al barco que la llevará a su destino. Sientese al lado de una coja, frente a la ventana principal y observe còmo el barco penetra las aguas. Pase frío, cùbrase y reponga un tiempo del sueño que le faltó. 
Abra los ojos en Colonia, baje del barco, y camine al autobus que la va a llevar a Montevideo. Sientese en el asiento d hasta atras, del lado de la ventana, siempre. Haga el amago de leer, luego dedíquese a mirar el paisaje y recordar la noche anterior. 
Llegue usted a Montevideo, baje en tres cruces, cambie sus pesos argentinos por pesos uruguayos. Pregunte por hostales cercanos, escuche la ironía del informante. Camine con su mochila por avenida 18 de julio, gire a la izquierda en la calle Paraguay y a la derecha en Canelones. Descubra un pequeño cartel  "tà estressado? vai viajar". Encuentrese con una chica de cadiz, mitad rapada mitad peliroja. Charle con ella sobre Cadiz, sobre los pueblos blancos, sobre sus amigos de Cadiz. Suba las escaleras y entre en una habitación que compartirá con 4 desconocidos. Deje sus cosas, no se quite el abrigo, escuche su estomago rugir y salga hacia la Ciudad vieja. 
Detengase frente a un anuncio de Chivito Porteño+ gaseosa, sièntese en el restaurante. Escuche cómo las camareras de mediana edad se quejan sobre su vida. Salga en cuanto pueda, antes de que sea demasiado tarde. 
Recorra la feria de artesanías. Pongase a soñar frente a los puestos de piedras preciosas y cuarzos. Lamèntese profúndamente por la pèrdida de su piedra lunar.  Metasé a una libreria de libro objeto, deleitese con los descubrimientos y ocurrencias del autor.  Avance por las calles. Vea a una viejita quejándose en voz alta de cargar 3 bolsones y una maleta, ofrezcale ayuda, escuche su rechazo, supliquele por ayudarle, escuche su negativa rotunda y vayase. 
Entre al bar de Los Beatles. Observe una antigua cantina, rellena de viejos y deslavados posters beatlerianos, resista usted la mirada de  los parroquianos, todos hombres, mayores de 50 años, jugadores de dominó. Aguante sus miradas de desaprobaciòn ante su interrupción, aguante, avance a una mesa, sientese y pida un café, aguante las miradas, aguante, aguante. Saque su libro, saque su diario y pida un agua con gas para terminar de aligerar la resaca. Recuerde a ese exnovio fanático de Los Beatles. Escriba, escriba usted todo lo que pueda y de tanto en tanto observe las miradas de los que pasan por fuera y la ven atravez del cristal.
Escuche unos tambores pasar. Mire cómo los viejos del bar se levatan a la puerta. Salga, Encuentrese con un grupo de brasileiros uruguayos tocando candombe, tambores, saxofón y uno al frente oleando la bandera Uruguaya. Tome una foto, observe un rato y regrese a su mesa. 
Salga usted del bar dos horas después. Diríjase al malecón, recorralo y recarguese en una piedra y reciba los últimos rayos del sol. 
                                                                   
                                                                     escuche
                          escuche
                                                                                                                  escuche


Regrese usted hacia la ciudad. Vaya al gran Teatro Solís. Compre una entrada para el festival internacional de danza contemporánea. Pague usted 150 pesos y sea usted avisada de que va a ver un experimento performático. Asienta usted, pensando que ya lo ha visto casi todo.
Entre a una sala donde hay un escenario cubierto de piedras, un escenario, controlado por una tecnología que lo hace temblar intermitentemente en diferentes lugares.  Sobre el escenario un bailarin de pie, inmòvil, mirándo fijamente al frente. Un minuto, dos minutos, 20 minutos el bailarin y el escenario siguen igual que cuando usted entró. Vea cómo la chica que estaba a su lado se quita los zapatos y sube a escena, el actor baja y ella hace exactamente lo mismo, una "espectadora" y otro y otro, subiendo a hacer exactamente lo mismo "permanecer". Aguante usted todo lo que pueda "permaneciendo",  a las dos horas mándelos a la mierda y sálgase.
Recorra la avenida 18 de julio y sorprendase con una plaza en donde hay unas cuantas parejas de viejitos bailando tango. Detengase,
                                                                                    escuche

Reemprenda su camino, entre a una cafetería, comase una muzzarela de aceitunas y arranque el libro sobre futbol. Intente usted entender la psique del hincha argentino. A la hora, salga del café, cruce la avenida y entre al famoso teatro El galpón. Compre una entrada para ver "Los pequeños burgueses" de Gorki. Entre a una gran sala, cómoda, amplia, elegante, dese cuenta que todo el público lleva el nombre de la obra tatuado en la frente, incluyéndola a usted. Chùtese una obra de teatro de más de una hora y media, donde lo más interesante es que la viejita que esta a su lado no ha parado de tararear La marsellesa, desde antes de que abriera telón. Miente madres sobre el proyecto escénico que está viendo y recuerde porqué está descansando de las tablas. 

Vuelva por la noche a su hostel. Conozca a una colombiana con la que va a partirse de risa hablando sobre sus historias fallidas de amores argentinos. Tomese una birra con ella, con una pareja brasileira mientras acompañan a una francesa que pinta un mural en el salón del hostel. Escuche usted hablar sobre mercados colombianos, escuche usted hablar sobre medicina brasileira y cubana, escuche usted hablar  machismo mexicano, escuche usted hablar sobre  la complejidad del lenguaje,  escuche usted hablar sobre el candombe,  escuche usted hablar sobre los gauchos
escuche usted
escuche usted 
escuche

Retírese en la madrugada, entre a la habitación con los 4 desconocidos, quìtese el abrigo reconozca un olor que no es el suyo y dese cuenta de que en todo el día, no se quitó la pijama. 

Duerma placenteramente durante 8 horas.

Levántese antes de que se acabe el desayuno. Salude a la andaluza, prepárese un café con leche, un par de tostadas con manteca y mermelada y un mate cocido. Charle un poco con la muralista francesa. Guarde silencio frente a su compañero de habitación y retirase a duchar. 
Disfrute del agua hirviendo. Realice que no trajo toalla, séquese con la sudadera que usó ayer durante todo el día. Vistase, conteste los whatsapps acumulados de todo el día anterior.

Salga a caminar y vuelva al puerto. Vea a las palomas despedirse de los barcos y tómele fotos. 
                                                   
                                                         escuche

escuche 
                                                                                                                  escuche

Diríjase a la feria de los domingos. En su camino dese cuenta que los uruguayos van por las calles cargando su mate y su termo de agua. Piense usted "Maldita sea, porqué no llevo un chongo a mi lado que me prepare unos mates", luego recuerde "si tuviera un chongo, probablemente no estaría viviendo todo esto"
Llegue usted a la feria, observe cada uno de los puestos con detenimiento, como si ésa no vuera la feria número 798 que ha visto. Detengase ante la jacaranda blanca, recuerde su infancia. Mire cómo una señora carga una enredadera de flores amarillas y recuerde a su madre llenando su casa de flores.
Párese frente a las peceras, observe los peces naranjas, amarillos, blancos, Recuerde a ese pez beta que apareció muerto en su salón. Mientras observa a un pez gris, largo, con una especie de 4 patas, acuérdese de los axolotls de Xochimilco.  
Piense en esa eterna necesidad del ser humano de poseer a la naturaleza, sus plantas, sus animales, sus. 
Mire a las viejas comprarse joyas de fantasía y recuerde a aquella viejita, que una tarde madrileña, le regaló una bolsa llena de ellas con lágrimas en los ojos. 
Gatos en jaulas, perros en jaulas, conejos en jaulas.  Un chico grita "tortas fritas" y recuerde usted los buñuelos navideños queretanos. 
Adéntrese de lleno en la feria y escuche en su mente  a Sabina e cantar esa canciòn sobre la argentina y el rastro. Tópese con los mates uruguayos y dese cuenta que ya no le alcanza para llevar el regalo al  torero. Escuche a un papá decirle a su hijo
"me pediste tortugas, te las compré, me pediste un conejo, te lo compré. Todo lo que te compro se te muere"
Sienta cómo se le aprieta el corazón

Dejese llevar por el sonido de la música folklorica, llegue frente a un puesto de choripanes, cómprese uno y baile con el grupo de cubanos folkloricos, mientra mastica su almuerzo. Termine su comida y baje al puestito de Leo, un poeta que hace pequeños cuadernos con conversaciones telefónicas impresas, ríase bastante, felicítelo y vuelva avenida arriba.  

Emprenda el regreso al hostel, pase por la Intendencia de Montevideo, cruce una manifestación, escuche una canción que le gusta, pregúntele a uno de los manifestantes quién canta, enterese de la existencia de Carlos Alberto Rodriguez y tome un mate con los manifestantes. 
Continúe su vuelta al hostel. Sienta un ardor en la comisura del labio derecho,  pase por un puesto de cremas artesanales, investigue por un bálsamo para los labios, rìase ante las bromas del vendedor y vaáyase con las manos vacías. 

Regrese al Hostel y escriba, escriba antes de partir, de tomar en barco de regreso,  y dejar de ir a este ritmo,

                                escuche usted
                                                         escuche usted