martes, 18 de julio de 2023

Tu voz me dice (9/denosecuántas)

 Este es el relato número 9 de nosotres. 9, son las veces que nos hemos visto desde que nos encandilamos. 

Busqué en google.

 El significado del numero 9 está ligado al amor universal, la eternidad, fe, leyes espirituales universales, el concepto de karma, iluminación espiritual, y el servicio a la humanidad.

Bajo esta premisa, y pensando que llevamos muchos días sabiendo que sólo han sido 9 veces juntes, podríamos pensar que de momento estamos en el momento nueve de nuestra relación. 

Escucho a Priscila Ahn, hace mucho que no lo hacía, y tomo una infusión de cacao con canela y anís. Es luna nueva en Cáncer y mi humor está así, canceriano, con sueño, sensible, para adentro, repensando, recordando. 

Hoy te imaginé dos veces. Mientras caminaba por la zona de los reggetones, volviendo a casa, te imaginé caminando de un lado a otro de tu jaula, respondiendo preguntas que no soportas, mirando con tus ojitos a cada rincon de la casa para fugar la mirada. Imaginé que te sentaba, te ponía mis manos frias sobre la frente y la nuca, bajaba el ritmo de tus vibraciones eléctricas, te besaba los ojos y el cuello y luego... luego el semáforo se puso en verde y cambié de pensamiento. 

Más tarde te imaginé mientras leía. Imaginé que volábamos juntes en globo aerostático. Que es una de las cosas más lindas que he hecho.  Pensar que, las cosas bonitas que he hecho, las quiero hacer contigo.  Te dije que andaba canceriana. 

Salimos del cuarto de la cabaña, siendo novies por una noche. La verdad no recuerdo con quién hablé ni de qué. Recuerdo sí, que la Noviamadre estaba nerviosa porque Escorpio ya no me iba a llevar, entonces en qué me iba a ir. Admiro a esas mujeres, a esas que están en todo, que se preocupan por todes, que buscan constantemente la forma de organizar, resolver, cuidar. Yo no quería preocuparme por eso, pero tuve que hacerlo. Y bueno, evitentemente Escorpio me demostró ser lo que intuí, ni dos horas habían pasado cuando ya estaba rompiendo su promesa de llevarme, porque quería relajarse y seguir fluyendo con la droga que traía encima. No me sorprendí, ya sabía que no podía confiar en un drogadicto, el egoismo suele caracterizarles de vez en cuando.  Por suerte el hermano del Yaesposo tenía hambre y necesitaba irse, también. La Noviamadre arregó todo para que me fuera con elles. 

Hablabas con El bebé, me acerqué a abrazarte por la espalda. 

- Sácate, estamos hablando entre hombres. 

- Uta, menos mal que soy tu mejor amiga. 

y me fui, a hablar con alguien más. El bebé, es así, contesta como bebé. Tú tampoco supiste muy bien qué hacer, más que aceptar que El bebé es torpe. 

Después hablamos un poquito más, hasta que Eldesamorado se acercó a nosotres, muy acongojado, para avisarnos que el taxi había llegado.  Me dio ternura. Cogí mis cosas, me despedí de los que me caían bien.  En el estacionamiento estabas tú con El psicólogo que diagnostica por estados de facebook y tuiter.  Lo abracé, porque en ese momento lo sentí, y a ti también, rápido, escueto, acuarianamente, porque el taxi esperaba y no quería que me dejaran, y la verdad tampoco quería sentir una despedida más. 

Viajé en taxi con la pareja que ya no es pareja, me dejaron en el siguiente pueblo, ahí tomé una combi a la siguiente ciudad, y al llegar caminé varias cuadras hasta encontrar un taxi que me quisiera llevar. Al parecer los taxis en tu ciudad se cotizan a quien, cómo y cuánto cobrar.  Estuve parada en el medio de la carretera unos veinte minutos, en vestido de postboda, lleno de semen, levantando el dedo. Por suerte me levantó una conductora y me llevó a lo de Sarita.  Ya en ese taxi me relajé, y me di cuenta que te había dejado los tacones de mi amiga. Te escribí, para que se los dieras al Casicineasta, contestaste al segundo. Estabas ahí, pendiente. 

Preguntaste si había llegado. Te contesté cuando lo hice, te agradecí, a ti y a la universa porque todo salió como me gusta que salgan las cosas, bueno, salió mejor. 

Hoy la terapeuta me reprogramó el pensamiento de creer que sólo puedo tener poco, dosificado. Magnificiencia, me dijo, tienes que pensar así.  Magnificiencia es una palabra que te envían. 

Eso que nos pasó, fue magnifico, siento. La luna, la laguna, la música y un gran encuentro. 

Al siguiente día cuando desperté, me seguías. Tú, el chico que dijo que no era de redes, me habías dado like a fotos de hacía dos años. Sonreí.  Hace unos meses leía un posteo, que decía que qué horrible época vivíamos en la que estabamos todo el tiempo tratando de ocultarle al otro lo que sentíamos por él. Me resonó fuerte. Y ahí estaba, un chico que no tenía miedo de dar 22 likes en un perfil en  la madrugada de un lunes. 

Llegué al aeropuerto, pedí una malteada de fresa, y otra vez me alegré de ser la mujer que soy. Los aeropuertos son mis lugares favoritos en el mundo, siento, ahí, que todo es posible, siento el poder de la independencia y el lujo de poder abrir la mirada, hacia algo nuevo, que no sabes que es, pero que mirarás desde arriba durante mucho tiempo. 

Ya me está escribiendo mi alumna para que la guie a meterse un ajo en la vagina, con el fin de limpiarse, de otros, de ella, de otras.  Tengo que apurar este relato. 

Cuando entré al metro de la Capital, con mi maleta, sentí una nostalgia enorme, de un fin de semana en el paraíso, con mis amigos de la adolescencia, con uno de los mejores encuentros sexuales que he tenido, y con una amiga que sonríe sólo de verte llegar.  

Como buena luna en Tauro, me di una recompensa por sentirme nostálgica y me regalé un ramen en el Japonés fresa.  Me senté ahí sola, a tomarlo mientras contaba por whatsapp a mis amigas mis aventuras. De regreso a casa, me escribiste, leí tu nombre en el celular y de pronto, me detuve a media calle, con la maleta en la mano, y solté una carcajada enorme. 

No puedo creer que estoy coqueteando con... y dije tu nombre completo.