viernes, 29 de febrero de 2008

porque no? h. al l.azul


La palabra puede ser la belleza de un instante que perdura,
decir la vida,
pero no puede reemplazar toda la vida,
ya que ésta no puede ser vivida sólo en el papel
y en la voz que se disuelve en el aire.
Volodia Teitelboim.
Sal de ahí. Regresa. Estamos todos esperándote. Sé que me esperan, sé lo que dicen sus voces, pero no puedo. Sólo puedo pensar en esto. En las historias que están en mi cabeza. Historias que la mayoría de las veces no llego a darles vida. No puedo, se me agarrotan las manos. Al querer plasmarlas, se me resbalan. Son gelatinas y los personajes se deforman al llegar a la pantalla. Intento definir y sólo hay acuarelas. La imaginación no viaja más de diez metros a la redonda y me desespera no poder ir más allá. Termino siempre escribiendo temas que son los que menos me importan. Lo último que rodea mi cabeza. Lo menos importante en letras se convierte en prioridad. Será el subconsciente.
No entiendo a las gentes que tienen impecables sus libros. Prefiero que no me los dejen. Yo me como los libros. Es imposible que los mantenga correctos, cada página es un viaje y lo ensusió. Les lloro, les grito, los golpeo y cuando me desespero arrugo las hojas y de un tirón las hago trizas en el aire. Porque para mi respetar un libro es vivirlo en todos los momentos y en el sudor de los dedos. Dejo puños de mis cabellos en los capítulos que me arrancan el corazón. Vomito cuando hace falta y cuando paso entre las flores los lanzo al cielo a ver hasta dónde llegan y si puedo llegar con ellos. Leo en los andenes, en el tren, en el metro, en el autobús, en los cruces de cebra, en las filas del supermercado y del banco y de las ciento un oficinas burocráticas de todas las ciudades del mundo. Viajo con ellos, los tiro en la arena para que tomen el sol con migo y descansen un rato. Cuando me meto a la tina van conmigo y ni mencionar cuando tengo que hacer mis necesidades.
No puedo dejar de creer que la felicidad me va a llegar únicamente el día que sólo estemos mis libros y yo. Cuando sólo tenga que leer, maquinar y expresar las historias que no me han dado otros autores. Después me acuerdo que el hombre es un ser social ( ¿o no Pancho?) y tengo que salir, bailar, beber. Y mientras bailo polaroids de historias, de personajes. Tengo que regresar a casa ahora, saber qué dice la siguiente página. Me aburro escuchando las conversaciones de mis allegados. Llevo las conversaciones en el chat a dialogos que me gustaría de algún personaje
- Siempre pienso cosas estúpidas. Sobre todo cuando se trata de ti.
Mis recuerdos están catalogados en Drama, Melodrama, Comedia, Suspenso, Terror. Y así sigo cuando veo en páginas los años pasados. No existe un "cuando yo era" siempre es " Capítulo tres en el melodrama ..." Mis conocidos, mis amigos, mis amigas, mis exnovios, mis galanes, mi familia, mis futuros conocidos. Todos son personajes, clasificaciones en estereotipos, en clichés. Actos en fetiches y aventuras. En lugares comunes que hay a tropezones. Mi vida no es una novela es una biblia, el conjunto de tantas y tantas historias.
Es sólo que no puedo parar. Tengo diezmil pendientes y lo único que se me ocurre es: "los libros que me falta por leer"
No trabajo y no como y no ayudo. Sólo leo y espero que me lean. Estúpidamente

jueves, 28 de febrero de 2008

oponiendo el despertar

Para el amor no satisfecho el mundo es misterio,
un misterio que el amor satisfecho parece entender.
Francis Herbert
Fernanda ha pensado que ducharse vale la pena. Cuando la regadera tiene presión y el agua sale caliente. Cuando al salir de la ducha va a haber un café con leche y una madalena esponjosa. Sale de la ducha y al secarse ve que le ha salido un nuevo lunar en la entre pierna. Sonríe, curiosa. Recordando la noche anterior. Se mira al espejo. Perfil derecho, izquierdo. Todo en su sitio. A lo mejor un poco más delgada. Sonríe por segunda vez. Sabe que la está haciendo adelgazar y de nuevo la noche anterior a su cabeza y las ganas de estar entre esas sábanas rojas.
Saúl está en su habitación, Mozart está entrando en sus oídos por unos cascos gigantes que lo aislan de todo. La luz está apagada y sólo se alcanza a ver la sutil figura de Trotsky en el poster del armario. Ha regresado de Italia la semana pasada, la junta internacional ha sido desepcionante. El partido está perdiendo fuerza y cada vez es menos la esperanza en la cara de sus compañeros. Quedan pocos en la lucha. La causa está muriendo. Es la única frase que le viene a la mente. Paralizados. Siente como la barba está creciéndole. Ha tenido que dejar la habitación de su piso a falta de dinero, de regreso en casa de sus padres. Con Fernanda, su hermana, que se pasa media hora diaria en el baño antes de que venga su novio "el músico" ( eso dice ella) a recojerla. Saúl tiene problemas entendiendo la música de "el músico" Rayar discos. Para él es eso. Atrás las voces y el canto del pueblo reclamando lo suyo. Entonces la voz de Matilde cantando bajito con su guitarra. Vendrá la libertad.
Fernanda se ha echado su Ralph Lauren, la blusa de Mango, las bragas Women´s Secret (temporada pasada), pero eso no lo sabe "el músico", la falda de Desigual. Se mira al espejo y confirma que es toda una popie. Sonríe. A "el músico" le encanta verla con falda, se mira las piernas y ve que la depiladora ha pasado en alto unos bellitos rebeldes. Busca su maquinilla y no está.
-¡Saúl! ( 70 segundos sin respuesta)¡ Sauuuul!
De nuevo su hermano simula no escucharla. Eso piensa ella.
Abre la puerta de la habitación. De nuevo Saúl en la cama. Como las últimas dos semanas. Escuchando música. La barba cada vez mas larga ( ¿es eso una cana?) . Fernanda siente rabia, en el fondo desilución. Su hermano llevaba más de diez años sin vivir en casa. Ha vuelto, y no sabe siquiera cómo tratarlo.
-Sául, Saúl
Saúl siente la presencia en la puerta y se gira, desconecta sus cascos.
-¿Qué pasa?
-¿ Has cogido mi cuchilla?
Fernanda, al hacer esta pregunta y ver la barba de Saúl se siente un poco IMBÉCIL.
-¿Tú qué crees?
- Ya, perdóna. Es que... la tonta de la depilación ( se acerca a la cama, duda un poco y se sienta junto a Saúl) se le quedaron estos pelitos. (estira la mano y enciende la lampara. Saúl rechaza la luz girandose) Mira.
- Hermana, hermana, apaga la luz porfavor. Además no creo que al músico le importe. ¿no que era muy profundo?
- No empieces
- Lo que quiero decir es que una vez que estés en su cama creeme que en lo último que va a pensar es que se te quedaron dos pelitos de nada en el tobillo.
-Pero yo me siento incómoda.
- ¿incómoda por tener tres pelos en una pierna? ay hermana, me encantaría tener el doble de tus preocupaciones.
- Bueno discúlpame por no preocuparme de la globalización y la pobreza mundial. Mínimo no me quedo en una habitación durante siete días. Así seguro que se acaban las guerras.
- Mira Fer no tengo ningunas ganas de discutir, y menos contigo, mis ideologias. Tienes razón, las guerras no se van a acabar y menos por que yo exista.
- Saúl no puedo creer que me estes diciendo esto. Si tú eras el primero en querer cambiar al mundo.
- Tienes razón. Era. Porfavor déjame solo.
Fer se queda dudando, apaga la lámpara.
- Lo siento hermano.
Sale de la habitación. Saúl se gira hacia la pared. Vuelve a ver la silueta de Trotsky, se levanta, arranca el cartel, y sin saber cómo se le doblan las rodillas. Llora amargamente abrazado a la pata de la cama.
Fernanda lo escucha desde fuera. Tocan el timbre, y dos horas después Fer está con su músico, de nuevo en la cama de las sábanas rojas. Ríen.
Saúl duerme en el suelo

miércoles, 27 de febrero de 2008

de maestra a alumna


El sexo para Bird e Himiko,
estaría vinculado a todas las miserias humanas,
a las desgracias de la humanidad,
tan terribles que quienes no las sufrían
actuaban como si no existieran,
comportamiento que se denominaba
humanismo.
Kenzaburo Oé.
De modo que apareció el día en el que se iba el otro. Después de toda una mañana mirando la ventana desde ese salón asfixiante. Oliendo un río artificial, arrullando a su corazón con letras de otros. ESperaba, todavía, en secreto, asomarse y que él estuviera allí. Verle el reconocimiento en la mirada. Respirar en él la falta que a ella le hacía. Que ojalá fuera él quien le devolviera la esperanza. La desilución constante de las personas. Las ganas de querer tener ganas. De querer cantar una canción con los pulmones llenos y las manos vacías. De querer saltar de acera a acera con los ojos abiertos y la sonrisa inquebrantable. De pensar que no siempre es igual.
Una tangente ha dicho la que habla en el centro. Cuando se cruzan sólo en un punto y después los extremos al infinito.
Apareció ese día. En forma de letras, también. Su cintura seguía sostenida por el de "que se yo, no me importa", entonces a ella tampoco le importó. Fue soltando uno a uno los dedos de su cuerpo. Los dedos de ese cuerpo extranjero. Unos dedos que a todos gustaban, hasta que sudaron. Ella los sintió fríos. Dejada de su mano, contestó a las nuevas letras que le renovaban las flores de la garganta.
El sonido de su collar al chocar con sus pechos cuando se quitaba la blusa mientras leía. Sostenida por un bastón de billar y las caracolas de las lámparas que se agitan cuando se siente sola. Las letras siempre acompañan. El olor de una nueva historia. El misterio del nuevo lector desconocido a medias. SE siente rara con los polvos de desodorante cayéndole por debajo de los senos y en el perfil de la cintura. Diminutas birutas blancas. Acaricia su cuello con las uñas, hoy pintadas de rojo. Cinco boquitas en su cuello. Se dilatan sus pupilas cada renglón más uno lleva a otro y otro. Leer siempre es un vicio.
La nueva lectura.