sábado, 10 de diciembre de 2011

las ganas que tengo

Y es que me han vuelto a entrar ganas de comerme a tu madre. De comerme un sapo en tu honor y gritarle al dios de las calamidades que después de todo nada sigue igual. De encontrarme, así de pronto, las luces de la calle Arenal rodeadas de pasados lujuriosos.
De volar a un satélite escupida por las ilusiones del ayer, que ahora hay más. hay más tiempo de soñar y de retomar frases.
Me han entrado ganas, tremendas, de morderle un labio a tu padre y jugar con él a que somos hijos de ti y de tu hermana francesa. De untarme crema de sábila de los pies a la cabeza y fingir que es vitamina e para la vista infrahumana.
Hoy pienso-recuerdo-aspiro un paso caído y dos tercios de tu no masculinidad. Hablar en Arenal, de nuevo, sobre los pisadas de los ancianos madrileños y los tacos de los que nunca han sido mexicanos. Un abrazo de muerte y de risa mientras pensamos que seguramente no nos volveremos a ver. No como ahora, no como lo que somos sino como lo que seremos, que ahora ya lo estamos siendo y tu eres el lejos de la lejanía.

Comerme unas croquetas con el buen viejo del teatro y pintar hongos en su calva al tiempo que me habla de Sam Shepard como si fuera su conocido.

Yo conocí a un Sam, me aventó un ojo y se cortó el pelo para verme el escote.
Traerás el sabor amargo de un hilo mal cortado y las venas de una pluma roja, novoladora.

Me han entrado ganas de ver una telenovela de Thalia y llorar con ella por ser el pariente pobre del amor, ah no esa es Lucero y yo soy yo, yo sin ellas de ella casi para el otro.
Saltarme los avisos de contaminación y robar la equinacea de los herbolarios. Bailar un tango tropical con el de la boca grande y los ojos de malabar.
robar un circo y ponerme al elefante de sombrero, dar dos saltos hacia atrás y volverme anoréxica perdida.

Na mas las ganas