domingo, 3 de junio de 2012

A Otto en su aniversario de mocoso

Mi gorda llegó un día entre flores amarillas, se abrió paso en Tlatelolco y paso directito al centro de mi corazón y mi vientre.
Mi gorda  se conectó conmigo fingiendo ser una virgen y yo postrándome a sus pies.
Mi gorda desde el principio se puso un turbante en la cabeza, ya con eso me conquistó.
Mi gorda vino a casa y comió mi spaguetti, el que yo pensaba había hecho con amor, mi gorda se bañó y se sentó frente a mi sobrino, a observarlo, mientras yo iba de casting.
Mi gorda y yo nos juntábamos a la hora de la comida a imitar a cada uno de nuestros compañeros.
Mi gorda y yo comenzamos a bailar champagna juntos, y luego nos unimos con unos ocho.
Mi gorda y yo vemos Niña repelente mientras comemos lechera a cucharadas en un recipiente de Alpura.
Mi gorda aceptó que le dijera gorda quinceañera bulímica a pesar de ser un hombre de veintitres, hoy veinticuatro.
Mi gorda se burló de mi falta de culo bajo el brazo del otro norteño.
Mi gorda se forma 4 horas antes para una función y yo namas llegó con su torta de huevo.
Mi gorda y yo somos andaluces de corazón.
Mi gorda y yo cantamos Bebe y Carla Morrison y Fey y Vaselina y Lupita D'lessio y todas las canciones poperas mexicanas sin que nos de pena, cantamos y gritamos y bailamos así en las plazas y en los pasillos.
Mi gorda escucha todas mis historias y se involucra tanto que hasta es ya de la Asunción.
Mi gorda pinta un árbol en mi pared y mientras duermo se dedica a las lágrimitas rosas. Mi gorda pinta mientras yo le leo a Sara Kane o a cualquier "poeta" queretano.
Mi gorda no se cansa de mi, aunque le hable un chingo y le cante gordi, gordi, gordi en público.
Mi gorda finge ser gay para que yo pueda ligar.
Mi gorda y yo leemos teatro los lunes por la tarde. Mi gorda hace a la mejor Lola de El amor de las luciérnagas.
Mi gorda y yo vamos al teatro y a las conferencias y al salir pasamos horas imitando lo mal que lo hacen algunos actores.
Mi gorda se aprende todo lo que escucha y después pasa horas repitiendo lo que le gusta.
Mi gorda lloró cuando me vio llorar, no por mi, por él.
Mi gorda y yo soñamos con Madrid y con los grandes teatros en colores rosiazules.
Mi gorda y yo vamos a manifestaciones en las que no nos enteramos de nada, pero estamos ahí.
Mi gorda y yo somos 132
Mi gorda me ayuda a vestirme y me dice qué ponerme para ligar a cada quién.
Mi gorda no me deja cooperar en su pintura porque pinto fatal.
Mi gorda me llama niña de la pradera, beatriz paredes y señora priista queretana.
Mi gorda llora cuando escucha un buen poema.
Mi gorda me ha abrazado una vez y yo casi le tomo foto.
Mi gorda se volvió Ulises Lezama cuando yo era María Font.
Mi gorda y yo hablamos horas por teléfono mientras mi planta se muere y revive al ritmo de nuestras desemociones.
Mi gorda no me ve el escote y por eso mi madre cree que es homosexual.
Mi gorda entiende mis relaciones mejor que yo.
Mi gorda lee todo lo que le doy, excepto a Chéjov, dice que se confunde.
Mi gorda y yo somos él en ella y ella en él. Así víboras, así chismosas, así poetas, así bailarines, así hipsters, así fantoches, así burgueses, así extranjeros, así del norte, así del sur, así de religiones, así confundidos, así buscándole, buscándole.
Mi gorda y yo es lo mejor que me pudo haber pasado en la Capital.