jueves, 18 de septiembre de 2014

¡Larga vida a Evelina!

¡Larga vida a Evelina!

Llegaba yo a mi casa en la madrugada, una de tantas madrugadas de mi decadencia madrileña. Eran los tiempos en los que mi lugar de residencia era un sofá cama de goma espuma que se encontraba en un pasillo que hacía las veces de salón, las veces de habitación, las veces de espacio entre el baño y la cocina de la casa de mi hermana y su pareja. Repito, volvía, después de infinitas copas y aventuras de las que me sentía culpable ya antes de que me llegara la resaca. Tropezándome con todos los muebles me tiré en el sofá sin siquiera destenderlo, al instante surgió de entre las cobijas un ser pequeñito, en forma de mujer-niña, hablando mexicano,  presentándose como una compañera de trabajo de mi hermana, disculpándose por estar irrumpiendo en mi espacio, temblaba y se acomodaba el cabello excesivamente nerviosa. Pensé "mierda, seguro me drogaron". Con muchos trabajos, según yo para no despertar a los que dormían en la parte de arriba del supuesto duplex, me levanté, encendí la luz y vi que era real. Ahí estaba, una mujersita todavía más pequeña que yo, con expresión de duende desvelado y una pijamita de niña pequeña. Puse mi ratita de la cabeza a trabajar y le dije "ah tú eres la niña el Estado de México, la que habla como si viviera en otra época". Asintió con una risa nerviosa y volvió a disculparse de mil maneras por estar invadiendo lo que era mi cama. La tranquilicé explicándole que mi cama era la cama de todo el mundo y que estaba acostumbrada a encontrar visitas inesperadas. Luego le enseñé los moretones que me habían hecho esa noche, y me quedé profundamente dormida, creo que ella no pudo volver a cerrar ojo.
Ese fue el comienzo de nuestra amistad. Por la mañana desayunamos en familia, con mi hermana, su pareja del momento y nosotras dos. Muchas veces al llegar a casa la encontraba ahí, como invitada. En esa época pasaba varias tardes haciéndoles cortes de pelo exóticos a mis amigos. Ella fue la primera (y última mujer) a la que le corté el pelo. Obviamente cuando mis tijeras se paseaban por su cabellera ella no tenía ni idea que era la primera muchacha que estaba ahí. Pero terminó encantada, por primera vez sentí que había hecho un cambio positivo en alguien gracias a mis tijeras.
Comenzamos a pasar los domingos en el Retiro, en la Latina, conociendo grandes personajes como Ángel Espíritu Libre, un sobreviviente de la movida madrileña y muchos locuaces más.  Nos convertimos en Las enanitas marchosas, Las enanitas rosas y de un día para otro ya éramos inseparables. Lunes de películas espantosas que nos obligaba a ver Lukiño, eso sí con una buena botana Brasileña, fines de semana de Malasaña y Huertas, resacas de cañas, bailes y comidas mexicanas.
Evelina vio a mi familia caer en pedazos y luego reconstruirse, siempre sujetándome en algún punto. Me ayudó a hacer más de 3 mudanzas, me acompañó en silencio cuando la palabra Psiquiatrico se adueñó de mis mañanas. Se escapó de su trabajo para ir a ver mis muestras escolares, ha visto modelar frente a ella a todas y cada una de mis parejas, siempre con una sonrisa y una buena conversación para todos. Y ha soportado todos mis desamores y sus consecuencias. Evelina me ha hecho esperarla de todas las maneras habidas y por haber. Desde 2 horas en un bar de mala muerte en el centro madrileño en donde la gente estuvo a punto de quemar mi libro de Cortázar mientras ella se peinaba, o eso dijo,  hasta últimos minutos antes de que salga el camión y me de colitis namas de saber que la voy a dejar.
Hemos pateado juntas varias ciudades. Madrid nos vio movernos de la A a la Z, en sus bares, en sus jardines, en sus plazas, en sus museos, en sus cines, en sus heladerías , en sus tiendas de ropa, en los departamentos de todos los extranjeros.Sevilla nos olfateó mientras bailábamos con Eva, Esther, Lucia y Lukiño inventando personalidades nocturnas. D.F presenció nuestras discusiones sobre irse o no a Toluca. Toluca nos vio bailando en el Apple hasta altas horas de la madrugada (bueno ella bailaba, yo dormía en la pista). Querétaro nos ha visto michelear de plaza en plaza. Bernal nos alimentó con las mejores gorditas. San Cristobal de las Casas nos incitó a cantar con trovadores desconocidos hasta que diera la luz del día, Mazunte nos escuchó pelear sobre el malinchismo de los jóvenes burgueses mexicanos, Chacagua nos vio comer como si pesáramos 150 kilos. Oaxaca nos encontró sucias y vestidas de hombres. Xilitla nos acogió en una casa en forma de hongo donde sólo nosotras cabíamos. Acapulco se adueñó de nuestro cansancio compartido.  Y creo que así seguiremos. Recorriendo pueblo por pueblo juntas.
Juntas a conciertos de Panteón Rococó, Bjork, Radiohead. Los más grandes a los que he ido. 
Evelina me acompaña a donde vaya, desde la fiesta más fresa a sentarnos en cualquier suelo con una buena caguama. Desde el viaje en la villa nice de la abuela hasta recorrer de hostal en hostal por Chiapas.
Evelina soporta que la etiquete en todas las fotos de duendes o de cosas diminutas que encuentro.
Evelina es tierna y despierta la ternura en mi.
Evelina es siempre sonriente. Siempre tranquila. Siempre amable. Siempre ella. Es ese amigo de bolsillo que todos quisieran tener.

La gente que nos conoce siempre se pregunta cómo es posible que seamos amigas, ella tan callada, tan seria, tan formal, tan conservadora, tan discreta, tan tímida. Yo... todo lo contrario. Creo,firmemente,  que ella y yo nos escuchamos en un punto en el que los demás no pueden hacerlo. 

Evelina mi fiel mosquetera. Eterna luchadora por la justicia y la armonía. Gran maestra de la paciencia, la sabiduría y el buen silencio.
Quiero, espero, deseo seguir teniéndola a mi lado y no sólo eso, que todos la tengan.

¡Larga vida a Evelina!