viernes, 28 de marzo de 2008

descreativa resaca (h. l.azul)


No vemos el mundo tal como es,
vemos el mundo tal como somos.
Zohar.
Suena el móvil y Tariana sale del sueño en el que la pierna no le dolía. Mario está a su lado lo abrazó como todas las mañanas. Agradecida de volver a abrir los ojos y verlo a él antes que a nadie más. Y es que le había costado tanto trabajo encontrarlo. Había tenido que buscarlo de casa en casa. Le besa la espalda desnuda, suave. Muchas mañanas, mientras lo hace derrama lágrimas recordando que nunca pensó que pudiese sentirse tan feliz como ahora. Encontrar amor siempre ha sido difícil. El amor con el que las chicas sueñan. Para Tariana el doble. La vida social de una coja media tuerta suele reducirse a la familia, su madre, su hermano y la tía. Mínimo esa había sido siempre la de Tariana.
Cuando murió su madre todavía se redujo más y había tenido que aprender a hacer las cosas que nunca había hecho. Con su doble incapacidad su madre se había encargado siempre de todo. Su hermano, Manuel, la ayudaba económicamente pero...
Este cuento está siendo asquerosamente aburridooo, vamos a sacar algo más. Tengo la cabeza adormilada. Despierto, esta mañana, en un sofá desconocido. Frente a mi hay una mesa con pan, duro, lo he comprobado, chorizo y nocilla. Vaya combinación he pensado y luego recordé la tremenda borrachera de anoche. Ninguno de mis acompañantes de fiesta está a la vista. Me recoloco en uno de los pisos más alucinantes que he visto, me levanto directamente al baño. Ahora se donde estoy. La puerta de una de las habitaciones está abierta; mi amiga y mi amigo duermen juntos. En el momento están dormidos, él está sin camiseta y pienso que, conociéndolo, seguro se aprovechó. ¿o no había otra cama? Estarán los demás ahí. Suposisiones sobre su relación y luego pienso que aqui todo es normal y nunca se sabe. La puerta del baño es transparente. Me siento y descubro que va a ser imposible volver a levantarme. En la boca el recuerdo del vomito de ayer. Yo no suelo vomitar de borracha. Aunque a veces... Ni sé cuales son las veces.
-Ahora que mamá ha muerto tendrás que hacer las cosas tú sola. La tía está muy enferma y yo no puedo estar aqui.
Tarima con venintisiete años no sabe cocinar, ni hacer la cama, ni la compra. Sólo sabe mirar por la ventana en las noches y envidiar a las chicas que pasan con faldas y tacones. Entonces los tacones le parecían el accesorio más hermoso jamás inventado y sabe también que ella nunca podrá usarlos.
Estoy cambiando el tono y vuelvo a lo mismo. Mis cuentos parecen un tun tantan chun de las rancheras. Siempre la misma melodía. Me aburroo. y me tiembla un poco el cuello. Es la resaca. Me levanté de la taza para tirarme al suelo del baño. "Te encanta acostarte en los suelos de los baños" dice mi hermana. No es eso es que, en las tres veces que eso me ha pasado, por cierto ¿es normal que a mi edad tenga estas resacas? Sólo han sido tres pero, no me parece muy normal. Estoy en la taza ( siempre ocurre de la misma forma), comienzo a sudar gotas de granizo, intento levantarme y el suelo es lo único accesible. Me acuesto en los azulejos, a ver si el frío del suelo hace que mi cuerpo reaccione y me pueda levantar. La primera vez me salvó un perro, o intentó salvarme, luego su dueño tuvo que recogerme, la segunda tuve que regresar a rastras a mi habitación porque mi compañero de piso estaba con una chica desconocida y supuse que se asustaría si entra al baño y me ve en bragas acostada en el suelo. La terecera... alto! han sido cuatro. La tercera tuve que gritarle a mi madre desde el baño porque creía que las piernas no responderían. Esta es la cuarta.
Empezó vendiendo cosméticos de casa en casa. Nadie quería contratarla. El aspecto físico de una coja medio tuerta no suele ser conveniente para la imagen de las empresas. Era el día treinta y dos cuando conoció a Mario. Contaba los días de pesadilla trabajando en ese horror d trabajo. Mario le abrió la puerta sonriente. Y ella pensó que era el hombre más blanco que había visto jamás y al ver que era hombre pidió una disculpa y sin querer marcharse iba a hacerlo porque ya sabía que los hombres no eran sus clientes ideales.
Tengo que dejar de escribir. Hay muchas cosas que hacer y quiero ir al baño. Hoy que fue la cuarta me tiré al suelo y estuve ahí un buen rato hasta que pensé que si cualquiera de mis amigos abriera la puerta y me viese asi se asustarían y pasaba de cuidados inecesarios. Vi la ducha hidromasájica y me entraron unas ganas tremendas de ducharme. Pero nada me levanté, me mojé la cara hice una nota con la mano temblando "Tengo la resaca mas grande del mundo, me piró. y mañana a París! besos gordos para todos"
Hoy puede ser un día igual que ayer y que mañana pero hoy todavía Tarima ha despertado al lado del mejor cliente que ha tenido. El cliente que le compró el estuche entero de cosméticos sólo para verla sonreír mientras le explicaba su uso. El día de su boda Mario le dijo que siempre estuvo esperando esa sonrisa.
-Enamorados. Dijo su hermano cuando ella lo llevó a casa por primera vez. Y ella piensa eso todas las mañanas mientras besa la espalda de su macho llorando de alegría.
Con el móvil sin batería y ni un maldito reloj en estos pisos minimalistas salí por piernas. "Hostia no he avisado en casa" Imaginé a mi madre sentada en el portal "casi llamo a la policía" le encanta decir eso. Le pregunté al cartero la hora y "menos cinco" me dijo. "menos cinco ¿de qué?" pregunté yo al ver que ni los chinos estaban abiertos. Cogí el metro y, es hora en la que sigo tratando de recrear el trayecto a casa, que no puedo. Sólo recuerdo que cuando vi que los chinos de mi calle estaban abiertos evoqué a Baco en agradecida como nadie. Compré tres litros de agua con gas, que bebí en un instante. Entré a casa, mi madre veía la televisión. "estás loca" me dijo con una sonrisa en los labios. Y pensé que mis padres son los padres más impredecibles del planeta. Me puse la pijama y me acosté con ella.