lunes, 7 de septiembre de 2015

Eliana Caro, la mujer que cambió mi vida.

Esta ha sido una semana dura. He pasado de una despedida a otra, sin tiempo siquiera de decir adiós, pero la de hoy, la despedida de hoy me parte el alma. Siempre he criticado a la gente que le escribe a los muertos por facebook o por cualquier red social, digo cosas como "en el inframundo, o en el cielo, o en lo que quiera que crean no creo que los muertos esten checando facebook". Pero se, estoy segura que te hubiera encantado leer esta publicación, porque cada pequeña cosa que posteaba eras fiel seguidora, siempre cuestionandome o apoyándome. Pensar, además que durante los últimos 4 años nuestra relación fue meramente virtual, y eso, en este momento me está haciendo más feliz que nunca, porque si no fuera por esta mierda adictiva de facebook, yo no hubiera seguido tus pasos y hoy no me hubiera enterado de tu muerte. Todo muere, aunque ayer alguien me decía que no, pero mueren después de haber dado vida.
Eliana Caro, La mujer que cambió mi vida. Apenas tenía 7 años cuando escuchaba todas las historias sobre una nueva monja de la escuela, que era rebelde, que les tocaba la guitarra a las grandes (las de 10) y que les contaba historias de aventuras nocturnas, una monja que había tenido muchos novios y que había salido mucho de fiesta.
Cuando conocí a Eliana, una monjita, gordita, con una voz y un genio que hacía sentarse hasta a la más fiera de las godzilas, con su morral de lado. Una monja zapatista, sí señor, amante eterna de la música, siempre con su guitarra, cantando nos enseñó a rezar. Cuando teníamos 9 años nos enseñó la canción de Que canten los niños de Jose Luis Perales, nos dio una estrofa a cada quien y nos explicó porqué era importante cada una de las cosas que decíamos, porqué esa canción podía cambiar al mundo. Porqué era importante que cantaramos, que dejáramos salir nuestras voces y que todas y cada una de nuestras voces, eran hermosas.
                                                            Yo canto para que me dejen vivir.

Cuando quise inscribirme al concurso de juguemos a cantar, fue la primera en apoyarme. Así sin decirle a nadie, ni al resto de las monjas, me grabó un audio con la pista tocada por su guitarra y me animó a irme sola a la televisora del pueblo. Así, gracias a ella, gané el concurso y pude hasta llevar de viaje a mi mamá a otra ciudad, escuchando su voz haciendome coro.  Por supuesto que fue ella la razón por la que estuve en el coro de la iglesia durante más de 9 años. Una mujer que nunca dejó de acompañarme, que me recibía siempre en su cuartito, o en la capilla, o en los jardines de la escuela cada vez que tenía una crisis de autoestima, cada vez que no entendía algo del universo, cada vez que quería incendiar la escuela. Si hay alguien que ha sabido ser un lider positivo y una guía de adolescentes confundidas, esa es Eliana Caro. A los 17 años le pedí que fuera mi madrina de confirmación, sí señores, yo fui muy muy católica, y eso era porque Eliana me hacía acercarme a la mejor parte de mi, su regalo fue una pequeña brújula, la cual claramente, ya perdí. La recuerdo sentada en las canchas de futbol escuchando cada vez que le contaba que había fajado con alguien y los miedos que tenía, porque Eliana aceptó ser mi guía espiritual, nunca me juzgó, siempre intentó entenderme y acompañarme.  La recuerdo cuando encontró mi credencial de El club de los estrógenos libres con mi nombre como "miguiputi", muy seria me cuestionó qué era eso y recuerdo su cara de risa disfrazada de enojo cuando le dije que ella sería Elianalga. La recuerdo sacándome de los salones para preguntarme porqué tratábamos mal a tal o cual monja, y riéndose a carcajadas cuando le hablaba de sus bigotes y sus axilas peludas. Cada año me enseñó una nueva canción. El día que me mandó llamar porque en la escuela habían prohibido que trajeramos cosas en la cabeza (a raíz de que a mi se me había ocurrido llevar, incluso, gorros con trenzas falsas , o vendas rodeandome el cabello) cómo escuchó una por una mis palabras de queja, de rebeldía, de enojo, y ella con toda la calma enseñándome a escoger mis guerras.  Cuando se preocupaba de mis crisis existencialistas (ahora se porqué) y sufría conmigo, sufría conmigo si alguien no me pelaba, si peleaba con mis papás, si alguno de mis hermanos tenía un problema, festejaba conmigo si conseguía el beso de alguien.
En algún momento se me ocurrió que podría ser monja, como ella, ser fan de Marcos, ayudar a los campesinos, orientar a las niñas fresas, reclutarme en una casa de mujeres a rezar. Fui llorando a pedirle que me dejara vivir con ellas y ella, tan serena y sonriente como siempre me dijo: María José, tú lo que quieres es huir. Termina la prepa, vete a otro país, ten novios y luego decide si quieres entregarle tu vida a Dios, o no, yo no creo que esto sea lo tuyo. Tenía tanta razón.
Al salir de prepa, seguí yendo a verla, mínimo una vez al mes, le conté cuando perdí mi virginidad, le hablé de mis miedos, de mis culpas, y ella me abrazó.  Cuando entré a la escuela de escritores fui a cuestionarla sobre la virgen, sobre Jesús, sobre la Iglesia, y ella siempre me escuchaba, explicaba lo que podía y luego callaba.
Durante mi estadía en España, siempre me escribió, siempre con la ocupación de acompañarme, cuando mi hermana murió, ahí estuvo.
Eliana Caro tuvo los huevos de salirse de monja, después de nosecuántos años, tomó la decisión de cambiar de vida. y esa, para mi ha sido la razón más grande que tengo de admirarla. Salió para seguir dando infinito amor y comprensión, sin juzgar, con la valentía y el coraje de una gran guerrera, sin importar todos los estúpidos chismes que surgieron al rededor de ella.
Volví de España a los 25 años, fueron unos meses, en los que no entendía nada de mi (bueno sigo sin entender mucho) y Eliana, fue a verme a mi austero departamento con un gran chocolate Kiss, pasamos una tarde de risas, hablando sobre todos los chismes a nuestro alrededor. Eliana escuchó palabra por palabra mi crisis de sexualidad, y para todas sus creencias, en ningún momento me hizo sentir mal.
Eliana Caro, leyó cada uno de mis posts, desde los más pequeños hasta los que me clavaba más de una hora escribiéndolos y siempre me escribió, preocupada, orgullosa, dudosa.
Eliana Caro es mi brújula
                                          Yo canto para que no me apaguen el sol

Hoy, me entero gracias a esta red que Eliana se fue. Todavía no se qué siento. Creo que envidia.
Hoy soy artista, y maestra de voz y estoy cien por ciento segura que sin Eliana en mi vida, hubiera sido una... una equis más en mi zona de confort.
Lloro, lloro mucho su partida, lloro porque no la volveré a ver, y por todas las veces que prometí verla y no lo hice. Lloro, porque me está dando, una vez más un sartenazo en la cabeza y otro en el corazón.

Eliana Caro me enseñó a alzar la voz, me enseñó a cantar y a hablar por aquellos que no lo harán porque han apagado su voz.

Madrina querida, prometo cantar todo lo que tú ya no cantarás.