martes, 10 de abril de 2012

La última vez que hice el amor

La última vez que hice el amor.
La última vez que hice el amor hacía dos horas que había salido del hospital. Había estado cuatro días internada. Mi cuerpo estaba invadido de ronchas que se volvían costra y luego se caían. El estómago se había convertido en mi peor enemigo. Alguien de mi familia me había encontrado tirada en el baño en la madrugada, berreando de dolor. Esa noche creí que no vería el sol. Aullaba del ardor en el estómago. Vomité durante siete horas, hasta que alguien más de mi familia tuvo la brillante idea de llevarme al hospital. Después de tres días en observación, observación parcial porque era semana santa y todos estaban de vacaciones. Las enfermeras subían cada cuatro horas a ver si mis ronchas habían mejorado, si ya no vomitaba, si seguía con diarrea. Total, que después de tres días así, conectada a sueros, me dieron de alta al ver que ya había mejorado. Alegaron que había sido el tequila, las micheladas, y las carnitas.
En realidad mejoré porque él llegó al hospital. Muchas horas tarde pero llegó. Estaba desesperado de verme en la cama, y apenas llevaba veinte minutos ahí, veinte minutos de las 36 horas que yo llevaba acostada, asustada, sin saber qué pasaba. Cuando vi que él estaba molesto de estar ahí, cuando vi sus ojos, cuando me dio la mano y se acostó en la cama de hospital para ser conmigo, me mejoré y alguna enfermera dijo que me podía ir a casa. Entonces recordé a mi tía cantándome a la hora de ingresar "all you need is love".
Así que volví a casa, en taxi porque él se perdió al salir del aparcamiento y desesperado me llamó diciendo que buscara un taxi y nos veíamos en casa porque ya se había estresado.
La última vez que hice el amor no hacían ni tres horas que había salido de ese hospital. Estaba débil, en mi cama y él se acercó a besarme. Yo vi sus ojos y le desabroché la camisa, la gris.
Él me dijo "estás enferma" y yo contesté "a mi, ninguna enfermedad va a detenerme para hacer el amor contigo".
Y menos mal que nada me detuvo porque fue la última vez. Recuerdo que dolió y que después me sentí más débil que antes.
Pasó mucho tiempo hasta que pude volver a acostarme con alguien más.
Sólo recuerdo que volvió a doler...