sábado, 23 de junio de 2007

alonso martinez (h al l. azul 17)


Es que tengo alegre la tristeza
y triste el vino.
Gustavo A. Béquer
Ayer salí de fiesta. Canté zombie por las calles y unos chulos de discoteca me hicieron coros. Bailé y grité en una jaula de pijos vacía. y mi amor nunca jamás se va a rajar. Canté gritando aunque el mio se ha rajado un par de veces. Me sorprendí lo fácil que puede ser emborrachar al espíritu y engañarlo con zumo de vodka. Lo fácil que es olvidar lo que ya no pasó, lo que pasó y lo que está a punto de pasar. Chupitos de piruleta.
Lo histriónica que soy y cómo me gusta serlo. Aunque a muchos les parezca pretensioso. Inclusive a mi. El dolor se vuelve efervescente los viernes y sábados por la noche bajo las copas de vodka y heineken.
Esta vez no canté singing in the rain con el paraguas dentro del lugar ni por fuera con las farolas y la falda de lunares. Pero corrí por las calles y me cansé de gritar y girar en mis zapatillas de estrellas rojas.
Soñé con sus letras en mi cuello y las cosquillas en mi espalda del pincel a punto de tocar.

viernes, 22 de junio de 2007

¿Francia? (h. al l.azul 16)


Muerto por el amor, no tengo amores;
pero sí, que el amor es como el cielo,
donde toda aflicción halla consuelo
donde todo aspirar ofrece flores.
Luis Barrón
Ella- Chico... ¿hoy tienes el corazón roto?
El chico de la chaqueta verde- pues... creo que si.
Ella- ¿puedo ir?
El chico de la chaqueta verde- vale. pero no tengo panteras rosas, ni cerveza, ni nada. No me apetece salir a comprar.
Ella- no seas quejica. voy para allá.
En el piso
Ella con minifalda. Parece que se maquilló. Chico esta extrañado.
Chica se sienta, cruza las piernas. sexy. mira a chico.
Ella- ¿te gustan mis piernas?
El chico de la chaqueta verde- ¿qué estás leyendo?
Ella- La voz de Lila.
El chico de la chaqueta verde- ( tras un gran gesto de agrado) ¿Chimo?
Ella- (sonriendo) ¿lo conoces eh?, ¿te gusta Lila?
El chico de la chaqueta verde- a veces. No tiene nada que ver con Stell.
Ella- tiene todo que ver.
El chico de la chaqueta verde levanta los hombros y enciende el televisor.
Ella- Hoy tienes el corazón roto ¿eh?... bien... te voy a besar. Pero promete no enamorarte.
El chico de la chaqueta verde- ya he tenido amor.
Ella se levanta del sofá se sienta sobre el chico de la chaqueta verde. Con las piernas abiertas de frente a él. Le succiona el lóbulo de la oreja. Después le muerde el labio. Se levanta del sofá.
Ella- eso por hoy. Nos veremos en Francia.
Antes de salir dibuja un beso en la nevera.
El chico de la chaqueta verde- Sabía que ya no sería Nápoles. Que siga con Lila.

jueves, 21 de junio de 2007

el clan sudaca en el primer mundo ( h. al l.azul 15)



Triste el pisar las líbicas arenas,
y el patrio nido recordar lejano,
y aún más triste suspirar en vano
sembrando el aire de perdidas penas.
Manuel María de Arjona.


- Señora; le voy a pedir que reduzca su hora de comer a media hora. Hay muchas cosas que atender en tienda y necesito que se quede más tiempo.

La señora Miriam cuelga el teléfono.

- ¡Hay que joderse! Ya está el jefe de los cojones dando el coñazo otra vez.

A la señora Miriam le gusta dejar el lenguaje peruano cuando se trata de cagarse en ... algo. El peruano lo deja para los días de arroz y corundas.

La señora Miriam lleva seis años en éste país. " y ésto era el primer mundo" , lo dice siempre en voz alta cuando el autobús no llega a tiempo, cuando entra a los restaurantes y las servilletas se suben a los zapatos, cuando en el metro los moros, chinos y romanos la impregnan de su olor.

Vino porque estába enferma. Allá no la podían curar. "Recién me había casado ", cuenta siempre a los del autobús de regreso. "hipertiroides, tiroides, algo de por ahí".

Tuvo que dejar a su marido en "El Perú". Las leyes sólo apoyaban a la enferma. Lleva ya seis años en tratamiento. Acá, en el primer mundo. Consiguió un trabajo, para mantener a su esposo que, ella dice, la sigue esperándo. Seis años tratando de conseguir una visa para el marido. "Dicen que ya hay mucho peruano, por eso se tardan tanto".

Se levanta todos los días, a las seis de la mañana. Despúes de haber soñado con "el Perú" y con su marido el mulato. Hace el desayuno para la familia con la que vive. Coje un autobús y hace una hora a su trabajo. Abre la tienda a las diez y de diez a diez vende artesanía ecuatoriana, peruana, sudaca. Con sonrisas para todos. Siempe esperanzada en que, con las comisiones del día, invitará a comer a su mulato. Lo llevará a la Plaza Mayor, a Cibeles. "uy y le va a encantar el cordero".
Don Pedro, su jefe, la conoció en Café Di Roma. Era su camarera. Don Pedro hizo migas con ella. Él de "el Ecuador", ella de "el Perú". Complicidad sudaca. Le ofreció ser la encargada de su tienda. Trabajaba muy bien. Le ofreció mejor sueldo y ayudarla a traer a su marido. La señora Miriam aceptó rápidamente.
Don Pedro no cumplió todas sus promesas. La señora Miriam trabaja doce horas sin parar. Está sola en tienda todo el día. Limpia, atiende, acomóda, hace pedidos. Siempre sonriendo, porque "cada vez falta menos para que venga mi mulato".
Aprendió todo sobre "pot grinders", pipas, bombillas y narguilas. "Don Pedro dice que es lo que más vende". Piensa que el mulato se reiría mucho si viera lo que anda vendiendo.
Don Pedro ya no es su complice. Se le olvida que en Ecuador se sufre. Ha hecho mucho dinero y mientras más ahorre mejor. " ay Don Pedro ha cambiado tanto"
La sra Miriam ya se conoce a todo el centro comercial. En el autobús de regreso es la más popular. Como desfile pasan a saludarla. Los gays de la pelúquería, las pijas de Zara, las macarras de Pinky, la pesada de la tienda infantil, las dominicanas del café. Todos conocen su historia con el mulato y todas las noches. " Sra Miriam, ¿cuándo viene su esposo?" Todavía no tiene respuesta.
No descansa la señora Miriam. Cuenta en el autobús que le enseñaron a usar el chat y que su mulato le manda unos muñequitos que envían besos. "hoy me toca verlo por la camarita, ¿me veo guapa?". En el locutorio " Sra Miriam ¿qué tal la tiroides? ¿ y su mulato?".
Dice que uno tiene que aguantar. Dice que da gracias a Dios porque su enfermedad está casi curada y gracias a eso el mulato la va a querer más ahora que está flaquita.
Hay días que la señora Miriam necesita algo. Una coca cola, y aunque le haga daño la toma. " ya que no está mi mulato, una no es ninguna".
Sólo libra los domingos. Entonces se va al restaurante peruano con "la Nancy". Hablan de "el Perú", de cuánto lo extrañan. Las dos saben que no pueden regresar. " allá la vida esta muy difícil, no hay trabajo, pero que bonito sería si fuera también del primer mundo" Una aníma a la otra para seguir sobreviviendo. En el primer mundo, tan ajeno.
Esperándo a su mulato. Yo sólo espero que llegue su mulato algún día. Y que al subirme al autobús, alguna de estas noches, me diga " ya llegó", y que " su mulato" no sea lo que yo imagino. Para que la Sra Miriam no llore, ojalá nunca llore.



miércoles, 20 de junio de 2007

No será pero es. ( h. al l.azul 14)


Un suspiro es un deseo;
es un beso que se queja
de no encontrar otro beso.
Serafín y Joaquín Alvarez Quintero
En tiempos de Flaubert dijiste que dejára la literatura clásica. Afuera de la discoteca arruinada.
Dejé a Flaubert, aunque siempre me quedó el sindróme Bovary.
Ahora te leo acostado, entre tus sábanas ardientes.
Yo estoy de pie bajo mi nube mojada.
Te escribo en gotas de mi pecho. Tú en el sudor de las sienes. Tiemblan nuestros dedos.
Recordando todo lo que nunca hemos vivido. Las cien veces que no nos tocamos. El beso que estuvo a punto de escaparse corriendo. La espalda sin dibujar y los brazos sin lecturas. Imáginando lo que ambos sabemos que no pasará. nunca.
Kusturika i'm not Romeo. Maybe you are Juliet , but i'm not Romeo.
No importa. Nos entretenemos acompañándonos a distancia. Jugando con los dedos, el teclado y el sudor que unas veces es lluvia.
Estarás en la jardinera. Con Faulkner o talvez ... ¿Spota? sería gracioso.
Estoy en el autobús con 68 veces cobarde y los separadores pegajosos

martes, 19 de junio de 2007

la ventana del otro lado (h al.l. azul 13)


Que muchas mujeres quieren
porque ven querer.
Lope de Vega.
Nunca había querido ser madre. Repudiaba la sola idea de cargar con alguien para toda la vida. De ser la responsable de otro ser. En este mundo en el que con trabajos la gente carga consigo misma, y con eso hace desastres. Recién se había mudado cuando se cruzó con ella en la acera. Un ligero saludo con ella y el pequeño.
La veía todas las mañanas por la ventana.Mientras tomaba el café con el periódico. Del otro lado; la otra, despidiéndo al pequeño cuando subía al autobús. Le hacía recordar a la vecina de Brooklyn Follies, había olvidado el nombre de ese personaje. Como olvidó títulos y autores. Como había olvidado a las ratas y los sapos que se le pegaban por la noche. Como había olvidado los aeropuertos, las caras y las bicicletas. Como había olvidado que había que cambiar.
Todos los días a las ocho salía al jardín. A respirar el aire de la nueva ciudad. El olor a huevo y a avena de la casa de enfrente,de casa de la madre, la hacía meterse de nuevo. Nunca le gustó la avena con huevo.
De ventana a ventana espiaba a la pareja. El niño con la boca sucia y la madre limpiándolo. Preparando la mochila.
Llegaba el medio día y la madre, siempre ansiosa esperába al chiquillo en la puerta. Se abrazaban, fuerte. Ella lo hacía girar en el aire. Hasta su cocina escuchaba las risas. Comía sola, del otro lado de la calle viéndolos jugar.
Sin querer queriendo salía al jardín cuando llegaba la hora de las escondidillas. Fingía leer. Los escuchaba gritar. Veía a la madre correr detrás del pequeño. Otra vez abrazos.
Ahora por las mañanas ella también con huevo y avena. Por las tardes bizcochos y chocolatinas. Para ella. Sola. Del otro lado de la calle. Imaginándo a un niño, o niña, al niño del otro lado.
Sola, sin niño, pasaron los años. Nunca encontró quién le hiciera uno. No quería a ese alguien. Quería al niño o niña, al niño del otro lado. Pero que fueran sólo dos en el desayuno, dos en la comida, dos en el jardín con la bicicleta, dos en la cena, dos en la cama leyendo cuentos. Sin terceros asesinos.
Del otro lado de la calle, arrugada. Sin niño en la ventana de enfrente los días se hicieron gárgolas de avena y chocolate. Hasta que la lluvia tocó a su puerta. Y, sola, sin niño o niña, o el niño del otro lado, quedó inmovil entre sus cristales.

lunes, 18 de junio de 2007

Renfe ( h. al l.a 12)


No vivir sino arrastrarse
por la existencia
Osvaldo Fernandez.
El tren acababa de arrancar. Faltaba mucho para llegar a casa. Creyó que leer a Washington Irving le ayudaría a mantenerse despierto. Se equivocaba. Las ocho horas de sueñ0 en toda la semana empezaban a reportar abusos. Las pestañas pesaron y se abrían gracias a la grocería de los cabeceos compinches de la gravedad.
" El amor como los ajos, siempre se pasa". Esa frase lo despertó. Una gran señora a su lado. Gorda, era muy gorda. Parecía tener cincuenta años y llevaba toda la cabeza llena de rizos. Clase media baja. Buena ama de casa. Olía a ajos. Hablaba con la chica de enfrente. La típica muchacha tímida. A juzgar por su cara, no conocía a la gran señora.
Él, todavía modorro, se giró para escuchar bien.
" Todo es como eso. El amor se pasa. Podrás durar cuatro o cinco años enamorado. ¿pero más? claro que no. Uno se queda.Porque ya da pereza moverse, buscar otras opciones. Porque el cariño de tantos año lo envicia a uno. Pero ya no hay amor hija. Hay complicidad, hay hijos en común. Uno esta lleno de recuerdos juntos. De cosas de los dos. Y con treinta años de casados, ya con casa y coche. ¿ a dónde se va uno? Así pasa con todo. No es sólo el amor. Así pasa en el trabajo y con las vecinas y en el super. Es lo que hay. Y a uno no le queda nada más que tirar pa' lante. Porque a dónde vayas va a ser igual. A todos les pasa lo mismo. Digo yo que es mucho andar pa' nada. Pero esto es la vida hija, nada más esto"
La muchacha tímida. Asentía sonriendo, muy incómoda. A ratos miraba al chico buscando complicidad. El chico no le respondía. Estaba embobado con la señora.
-¿Tú qué piensas hija? ( la gran señora)
- A mi lo que más me impresiona es lo del agua. Tanto lío. Parece que también se va a acabar.
La señora quedó mirándola totalmente sorprendida. De todas las respuestas que esperába ¿ésa?
El chico no tuvo más remedio que reir. A carcajadas. La gran señora lo miró. Giró hacia él esperándo una explicación. El chico, que ya no tenía nada de dormido, se sintió incómodo. Dos segundos. Se acercaba su parada. Se levantó del asiento. Mirando a la señora y aplaudiendo le dijo. Es usted una gran filósofa, me encantaría vivir más lejos. La tímida consternada por el agua lo miró bajarse con la boca abierta.
Washingon Irving fue olvidado en el bagón.

domingo, 17 de junio de 2007

al sás sás antes de dormir

Constante nocturna opuesta a la luna.
el misterio de los ojos del niño, tan grande era el niño.
rico en la mejilla y luego en los labios.
Deténte en mis pecas que me gusta esa sonrisa.
Escote de encaje.
mordida en los labios o labios de mordida.
funk, jazz, soul y un poco de twist.
rico, rico aumenta el rico.
rozando en mi espalda la boca del niño
rico, rico aumenta el rico.
dip dap daw daw dap dip
ya sin tequila, aún con cerveza, faltó marihuana.
dip dap daw daw dap dip
el beso, el otro beso y el otro be sohh
rico, rico aumenta el rico.
aún no en el oído. será en otro sitio.
rico rico...