sábado, 12 de julio de 2008

Y ahora resulta que es de noche. El viento me hace sonreir. Me cae una flor de naranjo en la nariz. Y va a ser que agradezco estar aqui y haber vivido esto y lo otro y aquello. Que al final todo ha cambiado y seguirá cambiando. La muerte antes que la monotonía.

miércoles, 9 de julio de 2008

fue ella.

Es esta absurda impotencia de no poder descocer al botón rojo de mi chaqueta. Puede ser que su destino es estar ahì. Tal vez es él quien atrae a esas minúsculas chicas que no dejan de mirarme en cada taller de reparación de autos. Estoy cansado y hace calor. Como hoy que he olvidado que traía las llaves y llamé a aquella para que me abriera. "Las llaves las tienes tú, tarugo" Ahora sé que quizá lo que quiero es que me abran. Que no me gusta ser poseedor de ninguna llave. Me asusta ser yo el que abra y cierre. Si puede haber alguien que lo haga por mi me decantaré a que sea otro quien lo haga. Yo nunca más. Pesan en los bolsillos y me pillo los dedos al girarla. Me siento en un parque, debajo del árbol más débil. Me golpea su recuerdo entre vestidos de margaritas. Porque tuvo que tocarme a mi. Ella me tocaba con sus historias ahogadas en miradas irreversibles. Tengo miedo de sentarme, debajo de éste árbol donde seguramente estuvo ella, o alguna otra que vendrá a arrancarme el corazón y las arterias que lo rodean. Ella, que se fue antes de que yo llegara. Quizá porque me vio venir. Y eso que todavía no llegaba. Huele a alfombra usada y estoy harto de este calor, tan seco, tan envidioso, tan falto de primavera. Extraño sus muslos y sus caderas. Sus noches eternas mirando por la ventana jugando con el estúpido botón rojo. Peinandose y despeinándose mientras me contaba sus sueños y los colores de sus vestidos. Sé que me detengo en los parques porque espero encontrarla debajo de cualquier árbol jugando a las matatenas o pintándose las uñas de los pies con un pintauñas inexistente. Pero sólo me encuentro con perros y viejos recojiendo sus cacas.
Me enfurece estar soñando eternamente con ella y con sus saltos de fuente en fuente. Odiar éste estúpido botón, que está más tocado por ella que por mi. Sólo pienso en los hijos que ya no tuve con ella y en el disco de jazz que no me regaló. Soy un ser inútil por su culpa. Un borracho de recuerdos incompletos. Mientras ella se sube a los árboles de otra ciudad y habla con las serpientes acariciándoles la cola. Su inagotable sed de búsqueda. Efímera. Absurda. Estúpida. Insaciable. La ya no mía.

lunes, 7 de julio de 2008

Abro los ojos cuando no estás tù. Cuando creo que desaparecí. En el justo instante en que mis pupilas se enloquecen y buscan el redondo en el espiral. Amaneceres colgados en el tendedero de la cocina. Como cuando mordía alguna nariz después de una conversación en el parque, luego besar.Un cerebro sin preguntas porque no existen respuestas satisfactorias. La necesidad invisible del más allá Atontada por los alaridos de las golondrinas. Las abro y dentro el himen perdido de una madre llorona con su hijo en brazos.
Las paredes quebradas y el no pensar. El uno mas uno son tres y los cuadros en paralelos de la existencia pulmonar de las lagartijas.
Rizado y nudos, pero ahì. Sin olvidar las sonrisas que siempre son la antesala de algo.