viernes, 17 de junio de 2011

por decir (h. l azul)

Una conversación más larga con vosotros, pastores del rebaño de brutos plebeyos, infectaría mi cerebro. Me permitiré despedirme de vosotros.
(Coriolano-Shakespeare)


-Igual no siempre estoy de buenas. Hay noches que se convierten en primaveras antes de que me de cuenta.
-Vi que te sentías desnuda y por eso me arrojé a tus pies.
-No siempre vamos viendo por dónde vamos pero sí por dónde fuimos. Ahí está la contradicción. Para que nunca te dejen atrás. Ni las canicas, ni los diamantes esperanza del azul mañana.
-Ayer me reí para amenazar a los grillos. Nunca salieron.
-No he vuelto a tocar las caguamas desde que su boca, grande y babosa las sometió.
-Un día volveré a tomar miel para cantar y no para suavizar mi voz al hablarte.
-Dejaste de amarme para comerte un plátano.
- Las cosas nunca fueron como dijiste que serían. Por eso sigo aqui y ellas están mirándome desde sus espejos. Rompiste la laguna de sales movedizas. ¡Cambia tu cigarro de boca!
- Al final el tiempo es el principio. Y el final.
- Un día tuve un gato. Ahora es tuyo y sus cejas dejaron de pensar en las golondrinas. Sabías que él no era tuyo.
- Si traspasas el absoluto llegas al infinito. Y ahí no hay nada.
- Saca de tu mente la idea de que el ordenador va a abrazarte. Eso sólo yo. A ratos el tequila.
- Rodar sin complejo es más fácil que fotoshop. Dijo y se cayó.
- Las cataratas del 5.6 son, si te fijas, más allá del 6. Nadie se preguntó por qué.
- Facebook todavía no me devuelve mi personalidad. Hay que prestar atención a lo que se postea. El indice de fans puede bajar. ¡La fatalidad!
-Twittea el cambio de manecillas y Alicia saldrá por tus orejas. Luego te duchas y te quitas el pico humeante de la cabeza.
-¿Viste mi vestido? A veces confundo un cinturón con calorías. Ser naturista es más moderno.
-¡Callate! Hace tiempo que nadie te escucha. Gritas demasiado.
-Ojalá un dia cambie de marcha la ruta 66. Luego los autobuses me hacen vomitar. A ti también.
- Junio, Julio y después a flotar. Medusas bailarinas en Agosto. Envíalo por mail. No me hagas reir.
- Las amigas se ponen bien locas cuando se emborrachan. Yo no.
- Rapea para resbalar los pies en la cantera. La roja que huele bien cuando llueve.
- Namás hablamos por hablar.
- Escribe que te escribe antes de dormir.
- Otravez lavando el sartén de los domingos. Con huevo, jamón y los champiñones que nadie quiso.
- Al final todos somos amigos.
- Un café, un cigarro, lluvia por la ventana. Tanto cliché adherido.
- La regla es un castigo del olimpo.

lunes, 13 de junio de 2011

Las puertas

Así que vamos de nuevo bailando por la calle. Esta vez son los Doors. "Las puertas" dirían en esa ciudad que se me va escapando de las manos conforme van pasando los días y las imágenes dejan de ser recuerdos para volverse sueños borrosos.

Ahi dónde Ella y yo mirábamos desde la ventana de un piso con aire acondicionado, fotos de primeras comuniones y el dibulo del pueblo, ella y yo mirándo por la ventana esperándo que llegara el maestro de esa arte marcial que me ha perseguido y aún no termino de coger con el alma entera.
Ella en su cama de verdes y negros rodeada de sapos que nunca se han convertido en príncipes, con sus vestidos, faldas y botas nuevas. Con el perfume que volvió locos a esos dos que compartimos, o casi compartimos, o nos compartieron.

Cruzo La Fragua. Esa ferretería que se ha vuelto, ya, un todos los días con diferentes melodías. Voy a ritmo setentero. Imagino mi vida ahí, en esos tiempos. Seguro estaría desnunda con el pelo a la cintura, dibujos por todo el cuerpo y de pipa en pipa. Seguro me pondría flores en el cabello. Como ese exnovio mio que anda por ahí de revolucionario con la banda catalana. No sé si hubiera luchado por algo. Tal vez sólo me dedicaría a dar amor y a recibirlo. El amor en todas sus formas y géneros. En realidad eso es lo mío. Aunque aquél diga que ese nuevo discurso le sabe raro.

Ella que dice que ahora está enamorada. Sufre por estarlo. Por el miedo a que la lastimen y todas esas cosas que nos paralizan antes de avanzar a nada. Ni Fobia la ha disipado. Y mis palabras, ahora mismo, no pueden ser buenas. No hago otra cosa más que decir "Aviéntate que no está hondo" con un eco de lago turbio. A mi todavía me tiemblan las venas, pero a todos nos tienen que temblar.

Me miro en el reflejo del bar que siempre está al dos por uno y nunca he logrado entrar. Uñas de las manos azul metálico, lazo azul con puntitos y los pies también con puntitos azulados. Este fin de semana me dio por eso. Demasiado pop-sicodélica para ser una buena hippie. Tendría que andar desnuda con pendientes de plumas blancas y un tatuaje de una larga pluma que vaya del ombligo al clítoris. Pero estoy absorta en la cultura pop-indie y ya no puedo andar con esas cosas. Que no quiere decir que un día pueda hacerlo. Cuando termine de tirar los prejuicios por las ventanas.

Ella, que ahora estará cocinando unos macarrones con guindilla, tal vez un poco de tinta de calamar y bacon. Mientras su hermana refunfuña mirando el televisor diciendo que esto no le gusta, lo otro tampoco y preguntándose qué se va a poner para ver a los chicos del barrio, que siempre han sido una cosa normal.

Los conductores y copilotos que se ríen con mis huaraches rotos, pero las uñas bien pintadas, que no saben dejar de bailar. Y mira que bailar Let my fire no es una cosa casual. Hay que mover bien las caderas y que los brazos anden por su lado.

Ella con su camiseta negra cargando cajas de peso completo, destapando refrescos más rápido que lo que tarda un partido político en volver a robar, con la frente sudada y la sonrisa para todo borracho que quiera pasarse de listo. Ella ofreciendo croquetas y pulpo a la gallega a los viejos que se hacen llamar Las chicas y a los examores que un día le robaron un beso. Gritándole a un tío y pasando del otro, porque no le entiende y nadamás la regaña.

Paso la farmacia, en la que ayer compré mis medicinas. Esas medicinas que me retienen aqui y me están haciendo ver el mundo de otros colores. La farmacia en la que el Pedialite me volvió a la vida y regeneró el cutis de días con diarrea.

Farmacia. Como esa en la que Ella trabajaba las tardes de un verano que recordamos como el mejor. La farmacia de la señora loca y la mujer que le alivianaba la mañana. Como esa farmacia en la que descubrió que Ella era sólo para laboratorios. La farmacia de la que Ella se robaba cremas de muestra para mis arrugas. Que siguen aqui y ni el colágeno de Doctor Simil las ha quitado. Son mis marcas de guerra.
Ella, que está allá lejos. Donde no estoy yo y está todo de mi. Ella que si me sigue pensando hace que algo de mi se retenga. Ella enamorada de uno al que no conozco. Al que no llamaré para amenazarlo con matanzas. A la que no plancharé el pelo antes de una cita, como a los quince. Siempre a los quince.
Ella...

Giro a la izquierda, esa izquierda que no es la de aquél. Aquél que nos separó y nos unió más que nunca. Giro y los Doors me dejan. Así entra con todo Lilly Allen. Vuelve el indie-pop, o al revés. Doy tres saltos y una vueltecita. Para gritar Fuck you a voz dulcificada, con el vestidito azul y las ganas de haber sido setentera en la última canción.