viernes, 25 de mayo de 2007

no se bien qué fui ninguna de las veces

La primera vez era chapulina,
vivía en las piscinas de las casas de campo,
me escondìa debajo de las almoadas,
hasta que alguien apoyó su cabeza y me aplastó.


La segunda fui lagartija,
bailaba sin parar al ritmo de los aretes del sol,
una niñita me cortó la cola y,
sin ella ya no tenía gracia bailar.

Después fui mariposa,
me dio mucho frío y tuve que irme a invernar.
Demasiado ir y venir me cansó.

Me convertí en tortuga,
así sin frío ni calor,
segura y sabia,
hasta que alguien rompió el caparazón y,
no tenía sentido seguir siendolo.

Conocí a las hormigas,
por un tiempo me acogieron muy bien,
estaban demasiado ciegas con su trabajo y nunca querían salir.
Escapé

Volví en forma de libélula,
escuchaba poesía y musica clásica por las noches,
Un espectacular de luces de neón me atrajo,
y al volar a su lado se me quemaron las alas.

Después fui luciérnaga,
salía de fiesta hasta la madrugada y,
comencé a hacer malabares,
choqué y dejé de brillar.

Me convertí en humana,
me corté varias veces y las heridas comenzaron a arder,
hasta explotar

Ahora,humo de urbe,
paso las noches leyendo a Carver,
diciendo no se que cosas del amor,
4 tazas de café y cocalight,
un estómago ausente de solidos.

jueves, 24 de mayo de 2007

sin cerrar guardando para poder quemar

"¡Ah perder la memoria!

qué pureza!"


Lupita D'lessio: Hoy voy a cambiar...
Cuerdas y Madera: Al señor ropavejero...
Dido: it's taking me a while to see...
algún grupo cuyo nombre no recuerdo: como una serpiete... hoy voy a cambiar de piel


Adiós, adiós, adiós.

Hoy los mato.
No puedo seguir guardándolos, esperando que vuelvan metamorfeados.
Se van, pero no se marcharán andando y los miraré alejarse diciéndo adiós.
No cambiaré de libro, ni de página.
No los enterraré porque tengo miedo a que pase como en las peliculas de Freddy y algún día que este paseando por el césped, salga la mano y me agarre el pie y me entierre junto con ellos.
Ni pensar en meterlos en una bolita de cristal y guardarlos en el closet. A veces las bolitas explotan y te dejan salpicada por mucho tiempo.
Nada de reciclar, esas son mariconadas.


Hoy los asesinaré.

Hasta luego los recuerdos.
Y maldita sea mi memoria por específica y perfecta.
Asi que lo siento, pero sin clasificaciones ni preferencias.
Todo, absolutamente todo se va.
Lo bueno, lo malo y lo regular.
Mataré a la memoria junto con la culpa.
Muchas noches acostándome sabiendo que vienen a por mi y que seguirá pasando todas las veladas.
hasta los muertos mueren
Empezaré por reunir cosa por cosa.
Las falditas de niña semihippie- semi fodonga.
Los uniformes verdes de una y dos escuelas, las liguitas de colores y calcetas altas.
Tardes de volyball, de natación y capoeira.
El tinte rojo, azul, verde, naranja y marrón. El rimel azul y verde.
Impulse spice y delineados obscuros de boca.
Golpes de veinte contra uno, concursos de poesias ( las mismas cada año, por cierto)
Adiós barby girl, oh carolina, macarena. Pasamos a moulange rouge, las cosas que vives y coco yambo. Pero con ustedes jeremy, all apologyes, the green eyes. ¿Y porqué no? three little birds, my sweet prince, rocket brothers.
No más noches en la punta de los arcos, ni tardes de kahuamas, ni siquiera flores al llegar a casa.
En una caja van Hesse, Marquez, Bukowsky, Goethe, Kerouak, Borges y Cortázar (aunque sangre mil veces). Los acompañarán Ibsen, Valle-Inclan, Sinistierra. Será terrible pero tendrá que ser. Adiós a Dostoievsky, Camus y Chejov. Ha sido demasiado. Hasta luego, porfin, a Shakespeare, me ha enseñado todo lo que no quería saber.
Lo siento por los buenos, pero es necesario, si no arranco todo la hiedra volverá a crecer.
Bye a las granadas con azúcar en casa de la abuelita, a los juegos de las torugas ninja y a las invocaciones a la bisabuela.
No podré dejar los concursos de limones y las bromas telefónicas, ni los juegos a las hermanas.
Mejor no detenerse en el continental hasta las tres de la madrugada, los columpios cantando ella baila sola ni el homenaje a los gansitos.
Me despido de las tardes Disney, las marometas de un caballo llamado Borodin, y un exnovio sanmiguelense llamado Cristopher ¿o Cristóbalin?
Borrón a la habitación de resaca de aquella casa en alquiler. De la chica del bikiny azul, y el tocadiscos donde empecé a cantar.
Partirá el miedo al tío chiflado y a la mujer del pelo verde.
El respeto por la gran señora y sus ochocientos hijos, nietos y primos de los primos.
Las porras y cantos a las ocho de la mañana y los regaderazos de cinco minutos por cabeza.
Sin divisiones familiares. Y clasificaciones de hermanos.
Sin Interpol y disfraces de judíos.
Sin tardes de piscina y venado asado.
Adiós a los ranchos y granjas con sus primeros besos.
Mataré también a las coreografias a grupo.
A las tardes de los dieciseis llorando por los home runs.
Dias enteros de clubs, tenis y gorditas pidiendo dos pesones.
Muera ya la casa de la pequeña duende del lago y sus aventuras en el campo.
Se irá con las madrugadas de reyes, domingos de carne asada y bailes en la cocina.
Lunares bautizados, micheladas de a litros y besos sabor a quesadilla.
Todo junto, en el mismo paquete. No hay más tiempo.
intento barato de punk-anarquista
intento barato de discípula de Bob Marley.
intento barato de intelectual
intento barato de Amelié o chica pulp.
¡Nada de filosofía ni literatura!
Todo en una habitación. Y claro que no me voy a meter a descubrir su olor y formar parte de la putrefacción. Porsupuesto que no.
Los ahogaré a todos. Los asfixiaré con el humo de los cigarros que odio por la mañana.
Hasta que mueran. Hasta que desaparezcan y la memoria quede vacia.
Sin recriminaciones ni satisfacción.
Un adiós. Lento pero seguro. Dolerá y lloraré ( como siempre).
Y ahí, cuando haya quemado incluso las cenizas.
Miraré a la puerta. La habitación ardiendo y yo :
Gracias por participar
Ahí sacaré el vestido nuevo de crinolina, los zapatos nuevos de tacón y un nuevo labial.
Me sentaré en la biblioteca a escojer el primer libro que hable. Sin autores rimbombantes ni recomendados. Y tal vez, solo tal vez, me fumaré un cigarro.

martes, 22 de mayo de 2007

Nada de qué hablar

Hoy no hay nada de qué hablar

Podría hablar de mañanas en el aula de clase llorando sin poder contener las lágrimas.
Podría hablar de toda un día en el hospital esperándo que alguien no muera.
Podría hablar de tener cuarenta de fiebre y tener que estar de pie trabajando.
Podría hablar de los nervios del primer anillo.
Existirìa la posibilidad de relatar cómo al tocar un rizo el alma se cayó a los pies.
De leer a Chejov y a Dostoievsky y llorar hasta llegar a casa.
De la primera vez que rocé unos labios. La primera vez que unos labios se rozaron.
De la llamada del domingo que puso el corazón a tope por sentirse recordada.
Todavía quedan palabras sobre los sauces que abrazaban el vientre y los patos que mordìan los ojos.
Palabras de alguien que alguna vez quizo ser intelectual.
Eso, podría informar sobre el artículo sobre cómo los intelectuales han muerto y mayo del 68 ha quedado atrás.
Tal vez leerme contando historias sobre hadas que murieron al querer volar o renacuajos que se quemaron al ver el sol.
Describir la vez que tocó una estrella y se le hizo polvo la mano.

Podría detallar las historias de los personajes que se han cruzado en el metro, en el autobús.
Gritar que la garganta esta mañana amaneció hinchada y le raspa al hablar.

pero es que..¿hoy?

Hoy no hay nada de qué hablar.