sábado, 9 de agosto de 2008

siete-seis-cinco

Son dos hermanas, dos hermanos, a veces tres, otras cuatro. Fueron seis. Enterrados por el dolor. Por el desconsuelo permanente. Vejados por el día con día. Por una infancia confusa, inestable, caduca. El aura de la muerte sobre sus cabezas. El no poder seguir como antes se seguía, y nadie sabe como han llegado hasta aqui, hasta allí. A veces se abrazan, cuando cierran los ojos, cada uno desde su cama. Camas separadas por caminos totalmente distintos. Camas divididas por rascacielos, metros, palacios y clubes residenciales. Quizá el dolor sea lo único que mantienen en común, el dolor y el aguante. El sarcasmo ante la muerte y las cuchilladas de los dioses.
La búsqueda constante, el no-buscar. El ayer idealizado, que el ayer también dolía y de eso se acuerdan entre risas algún domingo de carne asada. Cada vez más peso menos palabras. A veces todo les duele, otras todo es indiferencia. Una tragedia más, otra vez el corazón roto, otro adiós. Todo pierde importancia y ven a los demás desde una peña más alta. La peña a la que se llega cuando has topado con la locura, con el desamor, con la muerte. Los tres-cinco desde lo alto cubiertos de niebla. Duele incluso el no llorar.
Se extrañan, no siempre. Se extrañan en días en los que ellas saltaban en las camas y ellos las tiraban. Ahora cada uno desde su punta de vez en cuando envían señales de recuerdo.
Nadie sabe si alguna vez puedan volver a unirse y hacer que el poder de seis-cinco vuelva a destruir las fuerzas de la infelicidad.
Uno en lucha-dios, Otra en poesía-dios, Otro en hijos-dios, Otra en teatro-dios y la Última en Dios-dios. A ver si alguno encuentra lo buscado. Pero nada, pasan los años y las peñas cada ves más difusas. A veces coinciden pero nunca del todo. A saber quizá haya alguien esperándolos en otro lado y sean siete.
Seguir, seguir buscando, extrañándose, olvidándose. Venciéndose entre guerras con ellos mismos y sus representantes de neón. Doliéndose de no estar juntos, no separados, no-juntos.
Buscando, extrañando algo que nunca se ha tenido.