viernes, 10 de octubre de 2008

desde aqui

Aqui las casas son grandes y frías. Huele húmedo y por las noches hay fantasmas. Aùn así es inevitable sentirme más grande, más fuerte. La bruja ha dicho que me importa muy poco mi futuro, dice que estoy triste, que algo me pesa. Pero yo no siento nada. Me gusta caminar a todos lados, me gusta el sol escondido entre cúpulas de iglesias. Comprar paletas heladas de fresa y disfrutarlas mientras escojo un gobo de gas. Hablo todo el día, no importa con quien. Los radios son una maravilla. No voy sola ni al baño. Me rodeo de locos y de enfermos, son mi literatura tridimensional. Ahora no esta haciendo falta leer. Hay demasiadas historias rodeándome como para sumergirme en una. No necesito personajes. Sólo un poco de teatro y el abrazo del amante. Los dientes se me han desmaltado por el exeso de limon, de chile, de enchiladas y mezquites. No puedo concentrarme en películas, ni en escribir. Tengo poca voz para cantar. Solo bailo y bebo y no precisamente para olvidar. Estoy rodeada de mujeres y de borrachos. Pronto sacaré una maestría en Ativán y antidepresivos y eso que nunca los he consumido. Aveces estoy angustiada, por eso el ejercicio a las siete de la mañana, pero siempre callo al grito con garnachas y cocacolas. Vivo entre marrones y verdes secos. Unos días huele a orines pero me he acostumbrado. He perdido mis lentes y mis cinturones. No sé dónde está mi regreso, pero no me preocupa. Ahì estaré.