sábado, 21 de julio de 2007

la chica ( h. al l.azul 36)




Las chicas buenas van al cielo,
las malas a todas partes.
Federación de mujeres jóvenes


Ella- chico llego a tu casa a menos diez
El chico de la chaqueta verde- ¿Chica? ahora no puedo. Hay gente.
Ella- échala si te interesa verme.
El chico de la chaqueta verde- llevo mucho tiempo sin saber de ti. No contestabas el teléfono.
Ella- ¿vas a seguir de quejica? llego a tu piso en quince minutos.
En el piso.
El chico de la chaqueta verde abre la puerta a "chica". Ella lleva un vestido muy veraniego. El vestido que podría llevar la Mari Gaila cuando besa a Séptimo, o cuando cánta con el ciego. El piso esta lleno de litronas vacías, Restos de patatas, cocacola y fiesta. El chico de la chaqueta verde se ve desvelado.
Ella- ¡Vaya chico! ahora si que has estado en marcha. ¿Me has extrañado?
El chico de la chaqueta verde- Sinceramente muy poco. No he tenido tiempo.
Ella- Me encanta tu modestia. Chico ¿sabes lo que hice ayer?
El chico de la chaqueta verde- no
Ella-(mientras se sienta en la mesa de la cocina, cruzando las piernas) Ayer folle con un argentino. Sin parar, toda la noche. Tendrías que haberlo visto. ¡Vaya chaval! Nunca creí que mis piernas pudieran hacer tantas figuras.
El chico de la chaqueta verde- (sacando un Aquarius de la nevera) ah.
Ella- ¿y sabes qué me pasó?
El chico de la chaqueta verde- tuviste un orgasmo, supongo.
Ella- No, mientras el argentino me follaba de esa manera yo sólo pensaba en ti. Es curioso ¿no?
El chico de la chaqueta verde- curioso, sí. ¿Que lees?
Ella- Tokio Blues
El chico de la chaqueta verde- Entonces Midori te ha atrapado. Hubiera pensado más en Naoko.
Ella- No lo sé. Tal vez en otra etapa. Me preguntaba que tal eres tú follando.
El chico de la chaqueta verde- regular. Hasta el momento no he recibido quejas.
Ella- ( de cuatro patas en la mesa y dándo vueltas sobre su mismo eje) Yo creo que debes ser muy tierno.Lento, como en todo. El argentino me dañó un poco. Mientras lo hacía pensé que tú nunca lo harías. Me ha dejado moretones en las tetas. ¿Quieres verlos?
El chico de la chaqueta verde- Será mejor que no. Me gustaría conservar la imagen que tenía de ellas.
Ella- Así que tenías imagen eh. ¡Lo sabía!
El chico de la chaqueta verde encoje los hombros y se acuesta en el sofá.
Ella lo sigue y de cunclillas frente a él.
Ella- Chico... ¿crees que algún día tú y yo?
El chico de la chaqueta verde- No sé. Nunca se sabe.
Ella- Tendría que ser en Tokio.
El chico de la chaqueta verde- Si viajamos a la velocidad de tus hormonas haremos la vuelta al mundo ochenta veces.
Ella- pues ya lo intentaremos. Chico me voy. Me ruge el estómago y tú estás vacío hoy.
El chico de la chaqueta verde se despide con la mano y enciende el televisor.
Ella- ( desde la puerta) ¡Chico me encantas con el corazón roto!
"chica" sale. El chico de la chaqueta verde se troncha en carcajadas, murmurando "Tokio".

viernes, 20 de julio de 2007

pensó (h. al l.azul 35)


Cuando todo marcha bien
se puede soportar la soledad,
pero cuando el espíritu se haya triste,
la soledad se trueca en un horror indescriptible.
Dorothy Parker.
Pensó que lo peor había pasado. Que los malos ratos habían sido eliminados. Sustituídos por días de trabajo y puestas de sol frenta a las fuentes. Se equivocaba. Como cuando compró las palomitas de caramelo pensando que éran las de sal.
Cada día, por dentro, otras melodías. Kaczmarek la llenó de agua salada, de deseos en las montañas. Imágenes de áves libres.
Ballet en la azotea. Bailando de nuevo con su sombra, acariciándo la cantera. Estába tan caliente que las uñas se doraban al tacto.
Imaginó que algún día el dolor iba a disiparse. El dolor nunca se va. Siempre está ahí, al acecho del momento débil. En las despedidas y en los reencuentros. En los sábados por la noche frente a la copa de coñac en el sofá del televisor. El dolor, con sus ojos de nochebuena abandonada. Como cuando los niños no entienden por qué los regañan, porqué mamá grita tan fuerte y les tiembla el estómago. Espasmos en el pecho y se paralizan asustados.
La carrera la ha dejado exhausta y la faz del lobo aún no desaparece. Cuando se mata al león ¿cómo te quitas la piel de encima? Aún peor cuando sus colmillos han quedado clavados en tu brazo y sabes que la herida nunca va a sanar.
Creyó que moriría de tristeza. Creyó que los estambres de colores la reanimaban. Aún no sabe medir distancias.
Trenza sus cabellos blancos frente al espejo de la bisabuela. Nunca le habían dolido tanto las arrugas. Hasta ahora, que está sola. Qué el duende que la acompañaba murió de angustia. Sólo le quedan las arrugas y el recuerdo de haber sido rosa.
Piensa que morirá en breve. Imagina las caras de los que la conocieron al saber la noticia y llora por ellos. Pero necesita irse. El vestido negro la asfixia, pesan los recuerdos. Siente no despedirse pero tiene que dormir.
Después de peinarse se recuesta lento. Sobre la colcha que ella misma tejió cuando supo que iba a casarse. No llueve, pero como si lloviera. Recuerda que fue buena y está cansada.
Dormirá para siempre. Sobre la colcha donde durmió con él casi siempre.
Una lágrima tibia corrió por sus grietas cuando cerró los ojos.

jueves, 19 de julio de 2007

cansina (h.l.azul 34)


¿Por qué mi vida parece más importante
que cualquier suceso que haya ocurrido jamás?
Karen Blixen
Será por eso que leí, que las mujeres somos incapaces de escribir de algo que no sea sobre nosotras mismas. Ya sé que es una idea extremadamente misógena. Pero a mi me llegó. Yo soy un poco demasiado asi.
Una vez en Plaza de Armas
- ¿porqué quieres ser escritora?
- no sé, pero tengo que mejorar bastante.
- ¿crees que tengas algo que decirle al mundo?
- mmm. creo que sí.
Ahora creo que no. Creo que el mundo ya lo sabe todo. Como no sabemos nada hacemos cientos de ideologías tratando de saciar nuestras dudas. Clara dice que escribo porque me canso de hablar y cuando ya no hay quien me escuche torturo al ordenador. Podría ser. G. dice que escribe porque ahí dice todo lo que no habla. Imprime las ideas de los momentos de silencio. Yo aún no lo sé. Escribir por escribir. Para no sentir que el cerebro se está secando. ¡Lubricar! De alguna forma hay que hacerlo ¿no Catalina? Quizás porque en la vida real, no se que sea eso, no me atrevo a hablar así. ¿puede ser? Porque hay que abrir el corazón y la imaginación aunque sea sólo unos momentos al día, aunque los ordenadores no abracen. Ya sé que esto de los blogs es una tontería.
- Tengo un bacío
- Primero aprende a escribir vacío, llénalo con vodka y un blog. En tu caso será whisky, por supuesto.
Si, ya todos tenemos blogs, y nos entretenemos un buen rato. Pero qué tristes somos. Ya no hay viernes de títeres, ni de bailes de Geisha. Pensaba que la tristeza sólo me estaba consumiendo a mi. Ahora veo en sus ojos que nos ha ido consumiendo a todos. Es peor ver que la tristeza en los ojos de ellos que en los míos.Cuando se lo digo al gran niño de los ojos a media asta, para acompañarme, dice que no hay nada por qué alegrarse. Con eso se me sube la gastritis y de nuevo el corazón envejece una década más. "He envejecido diez años esta noche"
Maldigo a Chéjov. Habría que beatificarlo.
Después mi mente sí, pero mi cuerpo no aguanta tantas emociones, entonces me da fiebre y diarrea. Es el dolor. Como las arrugas en mis ojos, a los veintidos. No importa que sea una pseudociencia, me gusta la morfología. No me asusto con los ruidos de las ambulancias. El gran niño de los ojos a media asta se petrifica. Además de no tenerle miedo a la muerte, estoy acostumbrada al ruido, externo e interno. Supongo que él no. Por eso se paraliza. Por eso no puede escucharme cuando pasa el metro. Por eso no me lee, porque soy muy ruidosa. Aferrándome a las cazuelas para que no se me caiga el gato, después el gato salta y todas las cazuelas caen. No lo puedo evitar.
Nunca he podido callar mis penas. Tampoco he dejado de cargarlas.
Bueno como hoy nadamás estoy baboseando y no logro escribir algo en forma me piro.

martes, 17 de julio de 2007

floreando floreciendo ( h. al l.azul )


Los personajes muchas veces
a punto de naufragar,
aprenden a deambular
con el peso terrible de la realidad.
Soledad Puértolas.
Él no supo reconocer su dolor bajo las flores de zempazuchitl. Ella guardó sus luciérnagas heridas en un pétalo y huyó.
Él voló dejando rastros de caracolas entre las nubes. Ella, catarina, naufragó con azucenas hasta perderse en polvos de margaritas. No volvió a hacer el amor.
Los siguió la gran estrella fluoresciente con alas de dragón. Las luciérnagas se quedaron atoradas en petalos y en el rocío de una cabaña. Ella reconoció el ácido en su pecho y en su estómago.
A veces sentía los ojos en la nuca y salían gotas gigantes de girasoles. Caracoles transparentes apretando su cintura y sus pétalos giraban en espiráles sobre los hombros de los escarabajos.
Se perdieron entre olas de gelatina e hidrocefalia. Hinchando sus cabezas, adelgazando las emociones. Él en un relato pop. Ella en un castillo de galletas.
Se perdío la laguna y el tiranosaurio azul. Los señores nocturnos y la almohada de lavanda.
En algún lugar quedaron los sabores dulces y las noches de limón con caremelos.
Ella sigue nadando entre polvos. Èl se ha asentado en una nube de rusos.
Ya no recuerdan.... nada.