viernes, 20 de julio de 2007

pensó (h. al l.azul 35)


Cuando todo marcha bien
se puede soportar la soledad,
pero cuando el espíritu se haya triste,
la soledad se trueca en un horror indescriptible.
Dorothy Parker.
Pensó que lo peor había pasado. Que los malos ratos habían sido eliminados. Sustituídos por días de trabajo y puestas de sol frenta a las fuentes. Se equivocaba. Como cuando compró las palomitas de caramelo pensando que éran las de sal.
Cada día, por dentro, otras melodías. Kaczmarek la llenó de agua salada, de deseos en las montañas. Imágenes de áves libres.
Ballet en la azotea. Bailando de nuevo con su sombra, acariciándo la cantera. Estába tan caliente que las uñas se doraban al tacto.
Imaginó que algún día el dolor iba a disiparse. El dolor nunca se va. Siempre está ahí, al acecho del momento débil. En las despedidas y en los reencuentros. En los sábados por la noche frente a la copa de coñac en el sofá del televisor. El dolor, con sus ojos de nochebuena abandonada. Como cuando los niños no entienden por qué los regañan, porqué mamá grita tan fuerte y les tiembla el estómago. Espasmos en el pecho y se paralizan asustados.
La carrera la ha dejado exhausta y la faz del lobo aún no desaparece. Cuando se mata al león ¿cómo te quitas la piel de encima? Aún peor cuando sus colmillos han quedado clavados en tu brazo y sabes que la herida nunca va a sanar.
Creyó que moriría de tristeza. Creyó que los estambres de colores la reanimaban. Aún no sabe medir distancias.
Trenza sus cabellos blancos frente al espejo de la bisabuela. Nunca le habían dolido tanto las arrugas. Hasta ahora, que está sola. Qué el duende que la acompañaba murió de angustia. Sólo le quedan las arrugas y el recuerdo de haber sido rosa.
Piensa que morirá en breve. Imagina las caras de los que la conocieron al saber la noticia y llora por ellos. Pero necesita irse. El vestido negro la asfixia, pesan los recuerdos. Siente no despedirse pero tiene que dormir.
Después de peinarse se recuesta lento. Sobre la colcha que ella misma tejió cuando supo que iba a casarse. No llueve, pero como si lloviera. Recuerda que fue buena y está cansada.
Dormirá para siempre. Sobre la colcha donde durmió con él casi siempre.
Una lágrima tibia corrió por sus grietas cuando cerró los ojos.

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