sábado, 3 de mayo de 2008

de aeropuertos (h. al l. azul)


Quieres llorar. Y es tiempo de sequía.
Quieres llorar. Y son tus ojos girasoles marchitos.
Martín Romero.
Tendrían que hacer otro aeropuerto. Tonta de mi, quise hacerme la autosuficiente y rechacé más de una proposición de acompañarme en coche. "No, no, ¿para qué? si yo siempre me voy en autobús" Claro, primero tuve que pasar veinticinco minutos en Renfe. "REnfe siente las molestias, debido a una avería en el equipo el próximo tren saldrá en quince minutos"
-Maldita sea, no llego a tiempo al autobús ni de coña.
Así que intento concentrarme en mi libro, en mis ganas de estar sola, en la música de fondo del tren. Pero nada, estoy nerviosa, desconectada, nerviosa y sin ganas. Es que a veces me apetece tan poco ir y venir al aeropuerto. Luego todo el protocólo con las nuevas visitas, qué tal estás, qué tal todo, bueno mi casa queda a 45 minutos de aqui, tus maletas no llegaron, perdona el desastre, bla, bla, bla.
Yo me pierdo entre emoción y pereza con la nueva llegada. Comienzo a enumerar las veces que he ido a recoger a gente, las desveladas esperándo, la vez que me dio diarrea de la emoción, la desilución, cuando canto llorando desde el otro lado de la banda. Etapas, etapas, etapas. El café de aeropuerto es malísimo, agua con pintura que inmediatamente te da chorrillo.
Por fin el tren zarpa y llego a Avenida América corriendo. Cojo el bus que va a la terminal cuatro y mis nervios descansan un poco.
-Igual y si me da tiempo, de hecho en lo que llegan, desembarcan, el equipaje. Sí, sí, claro que llego.
Saco el espejito, un poco de chapas, lipstic. Que vean que España me ha sentado bien. Y ahora tráfico, un tráfico del carajo. El conductor que aparca, literalmente, en una parada. Que porque son sus quince minutos de descanso.
- ¿Pero qué me estas contando de descanso? Chingadamadre, muy primer mundo pero esto funciona igual de lento que en el tercero.
Y las dos viejas de mi lado empiezan a quejarse, primero por separado en voz bajita, hasta que sus voces se encuentran y su queja es la misma y venga a gritarle al conductor.
-¿Pero qué coño es esto? ¿Para esto estamos pagando nuestros impuestos?
Alguien le echa por ahí la culpa a Esperanza Aguirre, otros a GAllardón y no sé cómo la discusión termina siendo sobre Franco.
-Porque es que había que ver, ésto con él no pasaba.
-¡Pero bueno es usted gilipollas!
-¡Regresese a su mundo de dinosaurios, facha de mierda! Si ése lo que era era un asesino.
-Pues anda que vosotros no quemasteis iglesias.
Así que en menos de cinco minutos yo había pasado del año 2008 a 1977. Y no podía creer que estuviesen discutiendo sobre los incendios de 1940. El momento cúspide fue cuando un chavalito como de ocho años aprieta a su mamá y refiriéndose al viejito falangista "Yo le rompo la cabeza"
Yo pensando,¿ pero esto qué es? Lo peor que me entraba la risa, por que ya todo llegaba a un extremo. La gente queriendo echar a los falangistas del autobús, alguna mujer llorando, el niño ya rojo de la rabia. Y yo decía ésto sólo en España.
El descanso del conductor acabó y cuando volvió a arrancar el autobús la gente volvió a su silencios individuales, aunque hubo más de uno que después de tremenda discusión hizo migas con el de a lado. Yo volví a mi libro. Que casualmente hablaba de la posguerra española.
El aeropuerto lleno como siempre y con unos chiflones de viento helado en la entrada que dan hasta vergüenza. Cruzo la frontera ciudad-aeropuerto, que ahora es un euro más cara. Corro a las pantallas y resulta que el vuelo que espero viene con dos horas de retraso.
- Ya estamos con Iberia de los cojones, que es que son mas tontos que los tontos.
Procuro no alterarme, buscar el lado positivo, dos horas para leer, igual termino hoy el libro que tenía que haber acabado hace tres días. Camino a por mi café de calcetín, y mientras ando con mis tacones y el bolso de mi amiga, me descubro mujer. La sensación que me da siempre que estoy sola en un aeropuerto, que soy independiente, que mi vida ha cambiado y por supuesto que ya soy grande. Me da risa y tristeza porque el paragüas ya no es de mamá. Leo y re-leo (porque eso de buscar tantos sinonimos a la acción me resulta barato) Se acerca la hora, me acerco a la puerta de salida. Como siempre tardan y tardan. Cada vez que se abren las puertas, esas eléctricas de cristal se te hace un hoyo en el estómago, igual ya es tu visita, y nada, sale una familia de dominicanos, un grupo de futbolistas, unas porristas del sur, una botarga de los power rangers ( no sabía que existían botargas de ellos). Me vuelvo amiga de los de a lado, ah si mexicanos, qué tal aqui, qué hacen, Iberia apesta, lo mejor es Aeroméxico.
Se me van las ganas de esperar, estoy cansada, realmente qué necesidad, si así estamos tan bien. Cada quien en su casa y Dios en la de todos. Mañana tengo clase, tener que sacar a pasear, explicar términos, traducir. Encariñarte en dos semanas, otra vez, y despedirte otra vez. Los niños de mi lado que esperan a su papá. El niño está arto y quiere irse a casa la niña se muerde las uñas y se para de puntitas cada vez que se abren las puertas, le brillan los ojos, y todas las veces que detrás de las puertas no está su papá mira hacia abajo más desilucionada que cuando los reyes le trajeron una pelota en vez de la muñeca. A mi me entran más ganas de que llegue su papá que mi visita. Entonces sale un hombre joven, alto, guapo. Un buen yuppie español, que seguramente en cualquier otro contexto yo lo hubiese atacado. Y la niña (imaginé que se llamaba Blanca) Sale corriendo a su encuentro, da un salto tan grande que a mi me parece imposible que ese cuerpecito pudiera hacerlo. Vi lo que nunca había visto. La pequeña se trabó de la emoción y no podía hablar. Empezó a ahogarse de risa y los ojos parecían los de Candy cuando se reencontró con Terry. Abrazó tan fuerte a su papá que a mi me dolió el corazón. O el lugar donde éste debe de ir. Me entraron unas ganas terribles de ver a mi papá y hacer lo mismo. Esperarlo y abrazarlo como si fuese la única persona en el mundo que me pudiese hacer feliz. El amor de padre e hija me pareció tan grande, que olvidé la posguerra, a Franco, a Gallardón, las despedidas. Estuve a punto de llorar (casi lloro). Pero el rimel y la llegada de mi visita no me lo permitieron.

miércoles, 30 de abril de 2008

resorte (h. al l. azul)


El peor dolor es no poder compartir el dolor.
Dulce Chacón.
Vuelvo a caerlo. La cruz a veces se hace más y más pesada. Ya se que arrastrar carros no es cosa de uno. Pero yo no soporto la idea de que alguien me ayude a cargar algo que no le pertenece. Así que antes de golpearlo y hacerlo sudar lo echo. No se trabajar en equipo. Repelo la idea de los bastones y las ayudas. ¿Que es estúpido? Sí, suelo ser estúpida. Soy exesivamente estúpida y a veces tan increíblemente fugaz que me asusto hasta a mi misma. Yo no quiero coleccionar historias. No cuando aún me duelen en alguna parte del cuerpo. La impotencia ante la infelicidad de otros. Eso es lo que me esta comiendo, más que los hubieras. La responsabilidad de las sonrisas y los besos, la responsabilidad de la constancia, de no defraudar. Entonces defraudo antes de tiempo, para que no sea demasiado tarde y más doloroso después. Tendrían que enjaularme. La manzana de blancanieves. Roja, seductora y apetitosa, sin querer, llena de veneno. Amorfa.
- ¿porqué has perdido la capacidad?
¿Es una capacidad? Voy a contar todos mis incapaces, serían tantos. Encima soy una mala cabrona ¿no?
- Si vas a ser cabrón, selo de verdad. Nada de culpas y autorecriminaciones. Alguien tendría que decírmelo ahora a mi.
Irónica, agúda. Quema rosas antes de olerlas. Triste. Y yo no quería ser así. Yo siempre quise ser "un instrumento de paz", al parecer sólo logro ser lo contrario. Trancisiones constantes. Soy un elemento mareador. Incapaz de dejarme amar. Es curioso, unos no aman por miedo a que los lastimen otros por miedo a lastimar pero todos se mueren de ganas de poder hacerlo de poder estirar los brazos, cerrar los ojos, y dejarnos caer hacia atrás. Sinembargo vivimos luchando constantemente contra el amor, inconsciente. Para poder tener por qué llorar en tiempos de sequía.
De nada sirve enumerar mis defectos. Ya no sé si sea el miedo, o todo lo contrario. Sucede que me canso de ser hombre. Y me canso de los rostros tristes, de saber que hay que aguantar día con día, porque hay otros peor. De la decadencia de mis ilusiones. Ya ni siquiera me interesa cuestionarme. Nada. No se puede pensar en tantas cosas a la vez. Hay lluvia de plastilina negra y aunque las primeras bolitas no molestan, la tempestad llega a asfixiarte. Me quedo inmóvil. Nisiquiera el dedo pequeño puede moverse aunque todo el cuerpo me esté temblando por dentro. Un gran trozo de gelatina relleno de cocalight y café con leche. Arcadas al oler el alcohol. Sólo ganas de leer y dormir después de la gran comedia diaria en el teatro de la vida.

lunes, 28 de abril de 2008

viento vuela mañana (homenaje. a.l.a)



Ese antiyó y ese antitú están ahí,
y qué es entonces de nosotros...
ahora que en el cuero cabelludo
se posa la sombra de la antiestrella,
ahora que en el abrazo del amor sentimos un vértigo de
antiamor.
Cortázar
Cuando no hay mucho que decir y el dolor está escondido tras las costillas, haciendo que no está. Hastá que alguien da un golpe en la espalda y sientes ganas de escupir. Hasta que no suena el teléfono y el buzón esta vacío. Tu funwall llena de videos americanos que ya no te causan gracia y tratamos de decirte que el pasado allá está y tú estás en todos los lugares menos en el que deberías. Que ahora ya sólo puedes estar en uno.
Porque a veces es demasiado tarde para reaccionar y él ya no estará a tu lado. La cama vacía y tú con quien creías que tenías que estar. El agobio del humo en la ventana y los cigarros que sobran porque ya no tienes con quien discutir por ellos. Porque son las cuatro de la mañana y despiertas sola, con la borachera terminando y la resaca despertando. Estas equivocada y vas cayendo sin freno. El otro ya lejos. Huye de ti. Estúpida en las madrugadas. Se acabó. Lo pierdes, se ha perdido por tus infinitos caprichos y cambios de decisión. Irrespirable como el olor de tu cuerpo cuando no está el. El viento que golpea la ventana asusta. y los pasos del vecino de arriba. Por no saber estar. Torturada por tus crisis espasmódicas de barbie.