sábado, 5 de enero de 2008

flavio maggi

Sabes que te sigo pensando. Te recuedo todavía con la gorra para atrás y las bermudas abajo de la rodilla. Que me encantaba tu boc y soé con ella de los trece a los diecisiete, hay días que se me antoja. Era y soy muy pequeña. No sabía lo que necesitaba y tu aire de niño casi independiente estaba ritándome que lo besara. Sigo creyendo en el amor. Que nunca es el eterno pero siempre un cariño anidado. No dejaré de decir que " una vez que quieres a alguien no dejas de quererlo nunca". Por más que duelan las traiciones, las aniquilaciones, la desilución de no haber sido, el cariño sigue vivo. Fuiste latinoamericano y me hubiera gustado que fueses del norte.
Yo estaba nerviosa y me gustaba tu amigo ( casi siempre me gustan primero los amigos). Giré la espalda y pregunté tu nombre, queriendo saber el de tu primer amigo. Le gusté a tu tercer amigo ( suelo gustarle a los terceros que no me interesan). Creo que fue escuchar tu voz, o tal vez la única manera que hay de decir "Flavio". Aún floto cuando la V cruza mis labios.
Corres, dicen los medios. Yo en retroceso. Ojalá llegué a tú momento, al nuestro. Cuando antes de ahogarme, en medio de la ola jalaste mi mano y me llevaste a flote. La sal no llego a la garganta gracias a ti. Te soñé cinco años. El bikiny naranja o el blanco con flores siguen prendados a tus dedos, a tus llamadas de tres horas desde otras provincias. La flor cuando mis pétalos se caían. Yo era aquella. Sigo creyendo que te voy a encontrar. Ahora tu eres corredor y yo actriz. Pero nos siguen gustando las salchichas y bailando con los pulgares hacia el cielo.
Regresamé.