jueves, 15 de noviembre de 2007

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El proposito de la rebelión
no es derribar lo existente,
sino liberar a los individuos
de lo existente,
colocarlos por encima de lo existente.
Stirner
Prometí no gritar. Un poco evadiendo el tema de la cama. No me apetecía en el momento. Hay los que desechan autores por la primera línea. Hay primeras líneas que te paralizan el cuello. Así mi cuerpo pidió sentarse y alli, a media calle, con las hojas en la mano y su mirada en mis manos me senté. Como imantada a la acera.
Yo sentada y él de pie a mi lado. Las hojas revolotearon en mis dedos. La vi, por primera vez. Su ausencia fue la imagen perfecta de su existencia. Lo entendí. Emilia no estaba. Por eso la sentí en cada letra, en cada coma, en cada punto y aparte. Era su voz la que me susurraba las palabras. La conocí. Por fin entendí el porqué de su musa, porque ella. Porque al no estar era mil veces más real que en todos los demás.
Envidié a las musas y a los que las llevan a cuestas. Cada espacio me maravillaba con un nuevo perfil. El recuento de todo. Un poco su aleph. O era el mío en ese momento.
No pude evitarlo, se apoderó de mí. Era su poder y fuerte en alto : ¡Emilia!. Noté como los, pasos de mi alrededor se detuvieron. Caí en la cuenta de que estaba en el suelo cuando mis ojos chocaron con sus zapatillas amarillas. Mis pestañas escalaron por sus vaqueros.
Sonreía esperándo escucharme. No pude decirle nada. Sólo surgió un " te invito un cono". Había que agradecer áquel banquete.
En la cola del Mc Donals él me miraba, con una sonrisa cómplice. Yo solté la carcajada, la nerviosa. Los dos comenzamos a reírnos. No podíamos parar. Ni siquiera cuando la mujer de rasgos olmecas (toda vestida de azul, con una M en lugar de alguna bandera) nos preguntaba qué queríamos. Él todavía pudo señalar el cono. Yo tuve que troncharme sobre la caja para soportar las carcajadas..