viernes, 21 de noviembre de 2014

Sobre las marchas. No tomé fotos porque mi estatura sólo me permitía ver miles de rodillas.

Sobre las marchas. No tomé fotos porque mi estatura sólo me permitía ver miles de rodillas.

Siempre critico a los artistas que deciden (porque creo firmemente que es una decisión) deprimirse los domingos. Siempre digo que es un cliché, que hay que leer, salir al teatro, al cine, trabajar, lo que sea. Últimamente me están descubriendo mis métodos de defensa ante las olas incontrolables de emoción que, muchas veces, me sobrepasan. Así que este domingo me quedé, por primera vez en muchos años, tirada en la cama viendo una serie fantástica. Buscaba algo que me hiciera creer, en lo que fuera. Me encontré a mi misma llorando por Blanca Nieves, la Cenicienta, Pinocho, etc. Sin desayunar, sin comer, sólo soñando con una realidad que no fuera esta. A eso de las 3 pm me llamó Otto, mi viejo compañero izquierdista, quería saber si iba a la manifestación. Yo no me lo había planteado, estaba tan cansada, tan cruda, disfrutando eso que llaman descansar. Tan desilucionada de las manifestaciones, de estar ahí una y otra vez, de involucrarte emocionalmente con una causa y que luego las cosas sigan igual o peor. Le dije que no creía, que lo llamaba después. En un rato, no se qué me entró, seguramente Pepe grillo, que me hizo levantarme, ducharme y lanzarme en la bici a la manifestación.
Cuando llegué al Ángel hubo muchas cosas que no me gustaron, partidos políticos intentando aprovecharse de la situación, gritos hacia rectores que no tienen nada que ver conmigo ni con lo que yo quiero decir. No me sentía integrada, no me sentía parte de. Los de la UNAM estaban indignados, con toda la razón, el Politécnico se unía y yo los miraba, como de lejos, pero en medio de todos. La gente gritaba y yo no tenía voz. Sólo quería llorar. Pensaba que podría irme, regresar a ver la serie fantástica, ir a comer... lo que sea, pero ese Pepe Grillo que me habita me clavaba los pies en la peregrinación. Pobre Otto, debí ser la peor compañera de manifestaciones en la historia. Cuando llegamos al monumento a la Revolución  y vi que la cosa llegaba hasta ahí me fui, sin saber muy bien dónde había pasado la tarde.

El martes convocaron a 43 artistas para hacer un video sobre  43 gritos de dolor. Aveces creo que mis piernas se mueven sin preguntarle nada a mi cabeza. Ahí estaba yo, la primera en grabar. Cuando me pidieron que gritara, algo raro pasó, soy actriz, canto, y más que nada, soy maestra de voz. Pues no había forma de que me saliera un grito. Dijeron "grita por lo que te duele a ti en México". Cerré los ojos y había tantas imágenes. Ni llorar podía. Salió por fin un grito, uno desconocido, un grito cansado, dolorido, incoloro, denso y sangriento. Al ver la imagen vi cómo mi cara estaba desfigurada, las arrugas que ya llevo adheridas como marcas de vida se hicieron aún más visibles y el ojo  izquierdo se hinchó. No me reconocí.

El 20 de noviembre llegó. En los pasillos de la escuela en la que doy clases escuchaba a los estudiantes discutir sobre las marchas. Que si servían, que si no, que si eran unos vagos, que si la violencia no arregla nada, bla, bla, bla. Lo típico de siempre. Una de mis alumnas se me acercó a decirme que no soportaba a la gente que criticaba a los marchistas, que le daban ganas de llorar y de golpearlos. Asentí, no pude decirle más. Al parecer estos días no puedo decir mucho. Unos momentos después vino otra, la que había causado el revuelo. Me contó que todos sus contactos en facebook la estaban ofendiendo por un comentario que había publicado, que le decían que estudiara una carrera de verdad, una que ayudara en algo al país, y muy enojada me decía que eso era una falta de respeto. Le pregunté si su comentario había ofendido a los que estaban luchando por una causa. Bajó la mirada y asintió. Luego me miró y dijo "es que la violencia no va a lograr nada y todos los que marchan nada más buscan eso" le pregunté si alguna vez había ido a una marcha. Contestó que no. Le dije que una actriz, lo primero que debe hacer es ponerse en los zapatos del otro, entender su situación, hacer un gran trabajo de investigación antes de juzgar. Me preguntó si debería ir a la marcha. Le contesté que no debería de hablar de algo que sólo conoce por posts de facebook. Se fue. Unos minutos más tarde se acercaron otros dos. Uno defendía el movimiento el otro decía que era inútil. Es complicado ser maestra, porque la mayoría de las veces no tienes las respuestas. Entendía los puntos de cada uno. Luego dije: yo voy a ir a marchar porque quiero manifestar que no estoy de acuerdo con lo que esta pasando. Si sirve o no, no lo sé. Sólo siento que no puedo callar.

Llegué a casa, sin comer, tenía frío. Mi semana, en general, ha sido una mierda. Estaba muy cansada. Llamé a los amigos que supuestamente estarían allí. Todos entraban a buzón. Cuando uno me contestó, me dijo que no iba porque tenía frío. Entonces se me quitó el frío, el hambre y el cansancio y en seguida tomé la bici y me fui a la glorieta de Insurgentes, para ese entonces ya había encontrado a Daniel (el indiohermoso), que estaba en la misma situación que yo. Caminamos por Reforma hasta alcanzar la columna. No tardamos mucho. Eso era algo imperdible. He ido a muchas manifestaciones pero la de ayer... La gente estaba tan unida. Había muchos que más que la rabia los invadía la felicidad de ser tantos, tan seguros de estar donde estaban. Había todo tipo de gente, no importaba la clase social, ni la escuela, ni la profesión, ni el color de piel.
Como ya dije antes, en esta época yo me encuentro con menos ganas, a veces bloqueo todas las emociones porque no entiendo nada. Suelo hacer eso. Si no entiendo quiero no sentir.
La gente gritaba con todas sus fuerzas. Yo a veces me siento sin ellas. También me pasa que hay cosas, que gritan que, para mi,  carecen de importancia.
No me interesa gritar sobre el copete de Peña Nieto, o sobre  la Gaviota y su reputación sexual. Esas cosas no tienen mucho sentido para mi.
Se me enchina la piel cuando se grita:

"Por qué, por qué, por qué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina"
Cuando se gritan los números, hasta llegar a 43 y al final un gran JUSTICIA.

Recorrimos gran parte de la columna, escuchamos todo tipo de porras, vimos miles de carteles con frases infinitamente tristes. La gente no paraba de gritar. Llegamos al contingente artístico, donde estaban nuestros amigos. Extrañamente cuando llegamos estaban todos en silencio. Quién viera a los actores callados. Más tarde volvió el revoloteo. 
Como siempre, por coincidencias de la vida, me tocó ser una de las portadoras de una enorme bandera de México de luto. Alguien dijo : ¿Qué necesidad de tener así nuestra bandera?
 Fue bonito encontrarme a tanta gente conocida en el contingente artístico. Otra casualidad más me llevó a hacer de cadena humana para proteger la columna. Sujetándome la mano, una chica con la que compartí amante. Al principio hubo tensión pero después las dos entendimos porqué estábamos ahí y qué era lo importante.
 Hoy leí un post diciendo que eso, la cadena,  sólo nos dividía más y que era un mero pretexto de protagonismo.  Estoy en desacuerdo.  Yo misma no entendía porqué lo hacíamos hasta que ya casi llegando a Zócalo se nos acercó un hombre sin camisa, bastante grande y sucio y mirándonos a los ojos dijo "esto es de parte de " y soltó un nombre que nadie entendió, algo indú, y luego nos aventó algo. Mi compañera y yo nos echamos al suelo, hasta que vimos que sólo había tirado cáscaras de naranja. Igual el susto nadie nos lo quita. Entonces entendí la necesidad de protegernos. A aquellos que están criticando esa medida de seguridad, no se confundan, este no es el momento de empezar a crear conflicto entre nosotros. Es momento de dejar nuestros prejuicios e inseguridades a un lado.
Aquella chica y yo terminamos siendo grandes compañeras. Entiendo porqué compartimos amorío y ahora compartimos mucho más. 

La vida es rara y te coloca en un lugar, en un momento para que veas o sientas a alguien sin saber porqué ni para qué. A las personas que pensé encontrar nunca las vi y a aquél que pensé no iba a reencontrar en mucho tiempo fue con el primero con el que me crucé. Las manifestaciones, para mi han sido grandes reencuentros, conmigo y con el otro.

Al llegar a Zócalo la gente comenzó a asustarse, se hablaba de granaderos, del ejército en el Palacio, de bombas. Empezamos a dividirnos. Hasta que volvimos a juntarnos y agarrados de las manos salimos pacíficamente del Zócalo. Siempre gritando NO VIOLENCIA. Para ese momento yo ya estaba contagiada y gritaba con toda la fuerza de mis pulmones, tomando fuertemente la mano de Daniel, por un lado y la de Laura por el otro, sintiendo que el día de hoy había valido la pena. Los pies dolían y el cansancio en el cuerpo era enorme. Pero ese encuentro entre seres humanos era todo lo que había estado esperando durante estos meses.

Que si las marchas van a cambiar algo en el gobierno? No lo se. Sólo sé que en mi cambiaron algo. Y hoy me vuelvo a creer con fuerza para luchar por lo que creo. Porque hay muchos que lo están haciendo.



sábado, 1 de noviembre de 2014






 HOY NO VOY A DECIR PENDEJADAS PORQUE ESTOY ENCABRONADA.

                                                 No necesitamos que los nazis nos hagan pedazos,
                                                 nosotros nos las arreglamos solos.
                                                  (Sr Frank)


No voy a hablar sobre mis aventuras  en la bici, o en el tubo, o lo que dice mi mamá, o mis alumnos, o lo que me pasa en el metro.
Hoy me  pasa que no puedo creer lo que somos en el mundo, y mucho menos en mi país.
Vivo en un país en el que se encuentran miles de cadáveres todos los días. Vivo en un país en el que las mujeres tienen que ir separadas de los hombres en los transportes públicos por el alto índice de violaciones y agresiones. Vivo en un país donde los secuestros de niños empiezan a ser otro de los temas en las reuniones.Vivo en un país en donde existe la palabra "narcopolicía". Vivo en un tiempo en el que me siento culpable de no haber sido asesinada, ni violada, ni golpeada. Vivo en un tiempo en el que estoy esperando el momento en el que me pase a mi.
Que si el gobierno es el culpable, que si el gobernador, que si Elba Esther, que si Calderón, que si Peña Nieto, que si Carlos Salinas, que si el PRI, que si el PAN, que si el PRD, que si Obama,bla, bla, bla.

Yo encuentro el problema mucho más allá de eso.
Entro a cualquier red social y surge el  movimiento #contagiemoslarabia, más tarde #contagiemoslaesperanza y así los peones de este juego empezamos a discutir qué es lo que hay que contagiar. Algunos de mis contactos están con un movimiento, otros con otro, otros buscando la unión. Pero luego surge algún contacto (xq no todos son mis amigos) diciendo que los artistas que se esconden tras la bandera de esos hashtags son unos pretensiosos, arribistas, etc. Desde otro círculo aparecen mis contactos politólogos diciendo que las marchas y las manifestaciones no lograrán nada, que esa no es la forma de cambiar las cosas. De otra esfera aparecen contactos mentando madres a las manifestaciones (porque los hacen llegar tarde a sus trabajos) y lo típico, "sucios, vagos, búsquense una vida". De otra burbuja surge la gente que esta en contra de todo, demasiado enojada con el mundo y que cualquier cosa que pase es un pretexto perfecto para tirarle mierda al universo... pero luego, y creo por mucho que estos son los contactos que más me inquietan, están los que dicen "a mi esas cosas no me interesan" o "qué necesidad tienes de estar leyendo esas cosas". Mi muro se llena de gente criticando a otra "porqué las selfies significan falta de sexo","¿a quién le importa lo que estás comiendo?".

Si te declaras a favor de una causa mal
Si te declaras en contra de una causa mal
Si posteas lo que estás comiendo mal
Si posteas una foto tuya frente al espejo mal
Si pones en foresquare dónde estás en ese momento mal
Si subes la foto del libro que estás leyendo mal
Si escribes en el muro de tu enamorad@ mal
Si sales siempre de fiesta mal
Si sales corriendo tu maratón mal
Si posteas demasiado seguido mal
Si nunca posteas mal
y así infinitamente.

Ahora habrá gente que me dirá "yo por eso no tengo face, o twitter, o cualquiera de esas mamadas" Pero es exactamente lo mismo. Las redes sólo reflejan lo que pasa fuera de ellas.
No puedes pensar  de equis forma si perteneces a tal familia, si vives en tal colonia, si trabajas en tal empresa, si eres guapo, si eres feo, si a ti nunca te ha pasado,etc, etc, etc.

Esta semana ayudando a trabajar a mis alumnos la obra de Ana Frank el personaje de su papá dice "NO NECESITAMOS QUE LOS NAZIS NOS HAGAN PEDAZOS, NOSOTROS NOS LAS ARREGLAMOS SOLOS" Me fui a casa pensando en esa frase y no pude evitar derramar una lágrima.  Nadamás una, porque me están enseñando a no confundir el enojo con el dolor.

Con todo esto no quiero decir que yo no haga nada de lo que dije anteriormente. Soy la primera en rechazar a un tipo que se autolikea a si mismo, en distanciarme de las personas que postean siempre sus necesidades amorosas, en eliminar las actualizaciones de los que siento que me quieren imponer un pensamiento.  Pero hoy, veo la situación de mi país y no tengo ni puta idea de qué hacer. Hace años, ya que estuve en manifestaciones y ahora no se si tengan sentido. Me siento totalmente perdida, confundida. No sé qué se haga con esto. Con el dolor de las madres que pierden a sus hijos, con el eterno miedo de las mujeres a ser lastimadas. Con esa injusticia tan enorme que nos rodea y que me parece inalcanzable de lograr. Con esa falta de amor entre nosotros. Hacia nosotros, hacia los demás hacía el mundo. Con el odio que incrementa de una esfera a otra, de un ser humano a otro, de un amigo a otro.

Soy una mujer mexicana de 29 años. Mido 1.50 y trabajo todos los días para sobrevivir, si no fuera por el color de mi piel o de mi pelo seguramente ya estaría en algún desierto tirada.  Vengo de una familia burguesa. Soy actriz. Vivo en La condesa. Trabajo en Televisa. Tengo un salario que seguramente sobrepasa el del 60% de la población de mi país. He tenido la posiblilidad de viajar a muchos países, de conocer muchas culturas, a mucha gente, de amar y ser amada por varias personas y hoy me siento totalmente desolada, enojada, confundida. Tengo diarrea, la garganta inflamada y cada vez que paso un minuto pensando en lo que pasa en el mundo no puedo evitar el llanto. Me saturo de trabajo para no pensar. Doy clases de fonética, de acento, de actuación, terapias de liberación emocional. Estoy preparando 2 obras como actriz y dirijo otra. Estoy en un diplomado de psicoterapia corporal. Cada día tengo más alumnos particulares. Leo mínimo 3 libros al mes. Intento estar al pendiente de mi familia, no descuidar a mis amigos y dormir 7 horas por noche.  Voy en metro, metrobús y camión todos los días. Más de una vez me he peleado con algún desconocido que me ha tocado, que se ha tocado viéndome, que me ha insultado, que me ha intentado robar.
Nada de esto es suficiente. Sigo sintiendo que no hago nada. Y no tengo ni puta idea de qué hacer, que alguien me diga qué se hace para frenar esto, para no tener pavor de leer las noticias, para querer abrir un periódico.  A mi alrededor hay gente que parece tener tan claro porqué hacer una cosa es necesario y otros pensando todo lo contrario. Yo ya no se qué es lo correcto y lo único que quiero es dejar de discutir, quiero que alguien me explique porqué esto es necesario, o cómo puedo hacer para pararlo.
Quiero no encabronarme cada vez que alguien me diga que no le interesan las muertes en México, quiero poder entenderlos, quiero no sentirme culpable cuando soy feliz. Quiero que en mi mente no habiten estas imágenes de ultrajo, de masacre, de decadencia humana.
¿Qué se hace? ¿Qué se hace?¿Qué se hace?
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jueves, 18 de septiembre de 2014

¡Larga vida a Evelina!

¡Larga vida a Evelina!

Llegaba yo a mi casa en la madrugada, una de tantas madrugadas de mi decadencia madrileña. Eran los tiempos en los que mi lugar de residencia era un sofá cama de goma espuma que se encontraba en un pasillo que hacía las veces de salón, las veces de habitación, las veces de espacio entre el baño y la cocina de la casa de mi hermana y su pareja. Repito, volvía, después de infinitas copas y aventuras de las que me sentía culpable ya antes de que me llegara la resaca. Tropezándome con todos los muebles me tiré en el sofá sin siquiera destenderlo, al instante surgió de entre las cobijas un ser pequeñito, en forma de mujer-niña, hablando mexicano,  presentándose como una compañera de trabajo de mi hermana, disculpándose por estar irrumpiendo en mi espacio, temblaba y se acomodaba el cabello excesivamente nerviosa. Pensé "mierda, seguro me drogaron". Con muchos trabajos, según yo para no despertar a los que dormían en la parte de arriba del supuesto duplex, me levanté, encendí la luz y vi que era real. Ahí estaba, una mujersita todavía más pequeña que yo, con expresión de duende desvelado y una pijamita de niña pequeña. Puse mi ratita de la cabeza a trabajar y le dije "ah tú eres la niña el Estado de México, la que habla como si viviera en otra época". Asintió con una risa nerviosa y volvió a disculparse de mil maneras por estar invadiendo lo que era mi cama. La tranquilicé explicándole que mi cama era la cama de todo el mundo y que estaba acostumbrada a encontrar visitas inesperadas. Luego le enseñé los moretones que me habían hecho esa noche, y me quedé profundamente dormida, creo que ella no pudo volver a cerrar ojo.
Ese fue el comienzo de nuestra amistad. Por la mañana desayunamos en familia, con mi hermana, su pareja del momento y nosotras dos. Muchas veces al llegar a casa la encontraba ahí, como invitada. En esa época pasaba varias tardes haciéndoles cortes de pelo exóticos a mis amigos. Ella fue la primera (y última mujer) a la que le corté el pelo. Obviamente cuando mis tijeras se paseaban por su cabellera ella no tenía ni idea que era la primera muchacha que estaba ahí. Pero terminó encantada, por primera vez sentí que había hecho un cambio positivo en alguien gracias a mis tijeras.
Comenzamos a pasar los domingos en el Retiro, en la Latina, conociendo grandes personajes como Ángel Espíritu Libre, un sobreviviente de la movida madrileña y muchos locuaces más.  Nos convertimos en Las enanitas marchosas, Las enanitas rosas y de un día para otro ya éramos inseparables. Lunes de películas espantosas que nos obligaba a ver Lukiño, eso sí con una buena botana Brasileña, fines de semana de Malasaña y Huertas, resacas de cañas, bailes y comidas mexicanas.
Evelina vio a mi familia caer en pedazos y luego reconstruirse, siempre sujetándome en algún punto. Me ayudó a hacer más de 3 mudanzas, me acompañó en silencio cuando la palabra Psiquiatrico se adueñó de mis mañanas. Se escapó de su trabajo para ir a ver mis muestras escolares, ha visto modelar frente a ella a todas y cada una de mis parejas, siempre con una sonrisa y una buena conversación para todos. Y ha soportado todos mis desamores y sus consecuencias. Evelina me ha hecho esperarla de todas las maneras habidas y por haber. Desde 2 horas en un bar de mala muerte en el centro madrileño en donde la gente estuvo a punto de quemar mi libro de Cortázar mientras ella se peinaba, o eso dijo,  hasta últimos minutos antes de que salga el camión y me de colitis namas de saber que la voy a dejar.
Hemos pateado juntas varias ciudades. Madrid nos vio movernos de la A a la Z, en sus bares, en sus jardines, en sus plazas, en sus museos, en sus cines, en sus heladerías , en sus tiendas de ropa, en los departamentos de todos los extranjeros.Sevilla nos olfateó mientras bailábamos con Eva, Esther, Lucia y Lukiño inventando personalidades nocturnas. D.F presenció nuestras discusiones sobre irse o no a Toluca. Toluca nos vio bailando en el Apple hasta altas horas de la madrugada (bueno ella bailaba, yo dormía en la pista). Querétaro nos ha visto michelear de plaza en plaza. Bernal nos alimentó con las mejores gorditas. San Cristobal de las Casas nos incitó a cantar con trovadores desconocidos hasta que diera la luz del día, Mazunte nos escuchó pelear sobre el malinchismo de los jóvenes burgueses mexicanos, Chacagua nos vio comer como si pesáramos 150 kilos. Oaxaca nos encontró sucias y vestidas de hombres. Xilitla nos acogió en una casa en forma de hongo donde sólo nosotras cabíamos. Acapulco se adueñó de nuestro cansancio compartido.  Y creo que así seguiremos. Recorriendo pueblo por pueblo juntas.
Juntas a conciertos de Panteón Rococó, Bjork, Radiohead. Los más grandes a los que he ido. 
Evelina me acompaña a donde vaya, desde la fiesta más fresa a sentarnos en cualquier suelo con una buena caguama. Desde el viaje en la villa nice de la abuela hasta recorrer de hostal en hostal por Chiapas.
Evelina soporta que la etiquete en todas las fotos de duendes o de cosas diminutas que encuentro.
Evelina es tierna y despierta la ternura en mi.
Evelina es siempre sonriente. Siempre tranquila. Siempre amable. Siempre ella. Es ese amigo de bolsillo que todos quisieran tener.

La gente que nos conoce siempre se pregunta cómo es posible que seamos amigas, ella tan callada, tan seria, tan formal, tan conservadora, tan discreta, tan tímida. Yo... todo lo contrario. Creo,firmemente,  que ella y yo nos escuchamos en un punto en el que los demás no pueden hacerlo. 

Evelina mi fiel mosquetera. Eterna luchadora por la justicia y la armonía. Gran maestra de la paciencia, la sabiduría y el buen silencio.
Quiero, espero, deseo seguir teniéndola a mi lado y no sólo eso, que todos la tengan.

¡Larga vida a Evelina!

martes, 26 de agosto de 2014

De mudanzas. Adios al departamento del celibato.

Siempre he tenido que salir corriendo. Con esa sensación de que la vida viene detrás de mi, lista para aplastarme, como cuando nadas con todas tus fuerzas para que la ola no te revuelque. He vivido a prisa, corriendo- huyendo de un lugar a otro. Hoy puedo transformarme con tiempo, con calma, sin nadie que me pise los talones, y eso me hace sentir totalmente perdida. Hace tiempo mi amigo Sergio me dijo que tenía que encontrar la estabilidad, que no podía vivir siempre así, yo le contesté que tal vez mi estabilidad era lo que él consideraba  inestabilidad. Ahora mis antiguas ideas están en una cuerda floja. Las miles de mañas que había adquirido como método de supervivencia ya no son necesarias y me encuentro sin saber para dónde tirar ahora que se esta tranquila.

Llegué a ti totalmente perdida. Llevaba meses durmiendo en diferente casa cada día, con el corazón destrozado, pasando noches enteras sin dormir y despertándome cada hora nada más para llorar. Por primera vez en mi vida me dieron ataques de ansiedad. Había días en los que al despertar no sabía dónde estaba, tenía que hacer un recorrido mental de las casas donde había vivido, las ciudades y finalmente recorrer año por año a ver en cuál me encontraba y qué hacía. Yo no te encontré, de hecho ni siquiera pude buscarte. Mi hermana fue la que te encontró, yo me quedaba paralizada en los Vips de la ciudad escribiendo durante horas, o pensando que escribía, porque no se dónde quedaron esas letras. A veces en algún parque esperando durante 5 horas a que alguien me abriera la puerta. Caminaba de Coyoacán a la Roma, pasaba noches enteras con fiebre y diarrea, me comía los libros que encontraba a mi paso. Disque haciendo que buscaba pero en realidad no registraba nada de lo que pasaba a mi alrededor. Cuando mi hermana te encontró, no pude estar más feliz. Toda tú me parecías luminosa, los suelos de madera, ventanas por doquier, muebles sólidos, cariñosos. Ni lo pensé para aceptar.

Mi corazón seguía destrozado, no tenía ni un peso, ni trabajo, ni nadie que me pudiera orientar por mis rumbos artísticos, pero tenía un hogar, un espacio mío. Ya no tenía que llegar y convivir con agradecimiento y vergüenza por estar invadiendo el espacio de alguien más. Podía estar triste todo el tiempo que quisiera, sin tener que sonreír falsamente. Las primeras 3 semanas no salí de  AQUI El ir y venir de casa en casa, de ciudad en ciudad, me habían dejado exahusta, mi cuerpo y mi mente necesitaban descansar, aterrizar, adueñarse de algo...todo lo anterior estaba perdido.
Pasaba días enteros AQUI, en el comedor, escribiendo, tomando mate y llorando. A veces imaginaba que El Pancho se aparecía por la ventana, en forma de cabeza con alas y que al mirarme me decía "¿todavía escribiendo y llorando por mi, morra? Ya fue, a darle a lo que sigue". Hasta que el árbol, al que llamé Mi princesa, golpeaba en la ventana y me hacía ver que ni siquiera de esa forma, estaba él, y lloraba más por seguir llorando por él, o por lo que él me hizo ver de mi.
Cuando me dejó, entre broma y ardidez prometí a mis amigos no tener sexo en 4 meses, nadie me creyó, me hicieron apuestas, bromas, canciones. Ni yo misma lo creía posible. Antes de él venía de tantas camas. Así llegué AQUI, con la promesa firme de parar de liarme sin pensar.  Algo pasó, no se si fue el orgullo, o quizá la tristeza, o tal vez eso que decía él de traer a tantos muertos encima, que los días empezaron a pasar, y luego los meses... hasta que llegó el momento en el que me dí cuenta que llevaba 1 año célibe, no había salido con nadie, sin necesitarlo sino todo lo contrario. Había encontrado algo más, a mi.
Conseguí trabajo de "modelo-edecán" los fines de semana. Me hacía ilusión la paga pero el trabajo era detestable, promover un consumismo que yo odiaba cada vez más. Lo único bueno es que el resto de la semana lo tenía libre y así pude meterme a puro curso hippie que me ayudaba a liberar mi mente de todas las estructuras asfixiantes que me habían inculcado en la carrera.
Primero conocí a Otto en el curso de teatro delirio, y sólo con hacer un ejercicio juntos supimos que ahí había almas gemelas. Él tenía todo lo que a mi me faltaba para ser una gran mujer y yo tenía todo lo que a el le faltaba para ser un hombre de verdad. Nos convertimos en hermanos, pasábamos los días leyendo teatro, viendo Niña Repelente, cantando Lupe D'lessio, Yuri, Bebe, buscando eventos gratuitos, comiendo la comida que mi hermana pagaba para los 2 (puro spaguetti) Por las mañanas leíamos a Jodorowsky y por las noches hacíamos recorridos mentales de las rutas de Los detectives salvajes. Nos aferrábamos a cualquier misticismo barato para justificar nuestra triste existencia. AQUI, hicimos de mi cuarto un mundo de fantasía, junto con Ámbar y David pintamos el árbol de las lagrimitas rosas, el túnel de mi cabecera, los hongos de la felicidad. Con cajas de cervezas hice mis libreros, hice una caja en la  que cada persona que visitara mi cuarto tenía que escribir un sueño cada vez que venía, puse la cubetita de las frases de literatura en el pasillo para todos los visitantes.  En esa época reapareció Chavira, conocido de mi adolescencia y que a mi regreso a México fue mi salvavidas, me traía chelas, hierba, me hacía grandes cenas y comidas (sabía que mi refri estaba vacío), me culturizaba con sus documentales políticos, empecé con mis ondas revolucionarias, manifestaciones y demás lecturas, AQUI. Otros días venía mi sobrino a hablarme de música, a enseñarme sus nuevas composiciones, autores clásicos, le hacía una cenita AQUI, una chela para cada uno y lo ponía a ver mis películas favoritas. Cuando el corazón está roto es el momento perfecto para crear vínculos con tu familia.  Por fin mi vida se había convertido en lo que quería. Atrás dejaba los cafés con temas de bodas interminables o... cosas de esas.
Tiempo después mi hermana se fue y dejó en su lugar a Fabis. Te convertiste en el departamento de las chaparritas de la muerte. Vinieron los jueves de grandes borracheras AQUI, con el Negro, Luis, el primo Andrés. Las llegadas cargando a las 5 de la madrugada, las pijamadas entre amigos, volvía un poco la decadencia. Hasta que decidí volver a parar y entrar a teatro experimental, entonces la vida se convirtió en un símbolo y signo eterno, constante.  Decidí dejar todo para desarrollar mi resistencia al dolor y al cansancio, muchos días no podía ni caminar de la cama al baño de AQUI, me llené de moretones, mi cuerpo estaba exahusto pero valía la pena ir a descubrirme, vino Parkour y fue cada vez peor, mi vida era un aguantar al máximo durante 4 días para luego pasar otros 3 como zombie, con todos los descubrimientos emocionales que me causaban esos ejercicios. Llegaba a AQUI a tirarme a la cama y llorar, o dormir por lo que había encontrado de mi. Hasta que decubrí los beneficios de la mota. En esa época me volví Jodoroskiana, y aunque ahora me da risa, no me arrepiento. Empecé a ir a yoga cósmico todos los días a las 530 am y luego 3 horas más de ejercicio. Me clavé con lecturas sobre teatro físico, sagrado, experimental y meditación. Hasta que mi maestro de yoga, meditación y alineaciones energéticas  saboreó mis pezones en sus dedos  e hice una pequeña retirada. Sin miedo, sólo cansada y un poco desilusionada.
Volví a escribir, AQUI, entré al taller de dramaturgia, el cual me recordó mis poderes de mujer y me reconectó con el teatro. Ahí conocí a Eloy y por primera vez hice teatro en México, a partir de ahÍ las cosas se fueron reacomodando.

El dibujo que Geratho había exigido que estuviera en todos los baños de mis casas llevaba días cayéndose, lo raro era que siempre caía en el mismo lugar  y eso empezó a llamarme de alguna manera. AQUI recibí la noticia de su  muerte. AQUI me quedé llorando frente a mi árbol mientras Otto lloraba detrás mio, pensando en el amigo que nunca conoció. AQUIlo he sentido hablarme, tocarme, escribirme. AQUI le he llorado, he hablado con él. AQUI está.

Otto y mi sobrino habían entrado a la UNAM y  ya no les quedaba tiempo para mi. Chavira siempre intermitente con sus idas y venidas. Así que hice nuevos amigos, aparecieron Macho y Rafa y conocí a una nueva yo. AQUI me volví adicta a whatsapp y a chatear con Rafa a toda hora. Aprendí grandes cosas sobre gente zoofilica. Conseguí chamba de maestra en una escuela de teatro, por fin tomé la decisión de armar un proyecto teatral por mi misma. La vida me cruzó con Giny y gracias a ella, AQUI, tomé confianza para arrancar el proyecto, conocí a Irene, mujeres con mis mismos intereses, eso sí que era nuevo. Tardes enteras AQUI, de lecturas, de investigación sobre las asesinadas de Juarez, sobre Bolaño, sobre nosotras en estos contextos. Aquí empezó un proyecto que iba para un mes y duró casi un año.
El Pancho reapareció en forma de amigo y el dolor de tantos meses pasados se fue difuminando al reeconocerlo y ver que la cosa no era personal.  Empecé y acabé mi amorío, AQUI, con un muchacho de derecha, el buen Jimmy, gran amigo, el cual me recordó que nunca debo de decir nunca. Pero la cosa no me duró ni dos meses. El teatro y mis reencuentros con mis yos me envolvían. Mi vida iba hacía un lado mientras la de él hacia el otro. La separación más sana y menos dolorosa.
En las noches, después de escuchar los conflictos amorosos de mi hermana, mi amiga, mi amigo, cerraba la puerta de mi cuarto, miraba mi árbol de lágrimitas rosas y decía "uff, qué bien se está AQUI"
Mi casa, AQUI, se convirtió en albergue, en punto de encuentro, en motel para las parejas que no tenían dónde yacer. Fue el hogar de muchas personas y yo me sentía feliz con eso. Mi caja de los sueños llegó a tener 500 sueños. LLegué a rellenar la cubeta de frases más de 4 veces.
Mi tiempo de celibato volvió y empecé a vivir únicamente para Mujeres de Arena. Empaticé con todas las asesinadas, con las violadas, desayunaba, comía, cenaba y soñaba mujeres de JUAREZ mujeres de MÉXICO. Conocí a más gente de teatro, la gente reconoció mi trabajo. Hice grandes amistades, incluso con actores (seres que nunca me habían sido gratos). Me sentí segura en lo que hacía, AQUI.
Reencontraba mi sagrada sexualidad femenina en la soledad, AQUI, con mis velas, mis inciensos y mi música para sanar el alma cuando conocí, esta vez de verdad, porque no había quererido conocerlo antes, a Emiliano.
Emiliano vino a cambiar las noches y los días del departamento de las chaparritas del mal. Me enamoré hasta las chanclas de un político, de un capitalista, de un hombre que era todo lo que yo juzgaba. Emiliano vino a hacerme ver mis grandes niveles de ignorancia, de resistencia, de equivocación. Y yo no podía creer que alguien tan inteligente quisiera estar conmigo. Me fui de boca a intentar estar con alguien nuevo.  Coincidió con mi regreso a Madrid, sólo unos días para acompañar a mi hermana. Ahora, de la mano de Emiliano, la eterna nostalgia madrileña desaparecía. Ya no quería estar ahí. Veía todos los lugares con los que había soñado durante años, a los que quería volver y ya significaban algo totalmente distinto. Mi regreso a Madrid me descubrió lo bien que estaba en México, más allá de Emiliano y de estar enamorada, estaba haciendo lo que siempre había querido hacer, me sentía fuerte, tranquila, contenta. Tenía los amigos que quería tener y aprendía lo que tenía que aprender. En Madrid (en mis miles de casas) viví cosas maravillosas, pero nunca estuve tranquila. Había habido demasiados duelos. Bueno, estas letras no son sobre eso. Estando allí de regreso, por primera vez, anhelaba volver a casa, y me di cuenta que por primera vez en muchos años, sentía que tenía un hogar.

Cuando volví de Madrid lo de Emiliano no aguantó mucho más, otra vez tuve que salir casi corriendo. Era la decisión correcta pero dolió demasiado. Carlos, mi amigo Gay al que no le gusta que le diga GAY,  entró de salvavidas, me traía desayuno a casa todos los días, me consentía, pasaba por mi a mis ensayos. Hasta que se vino a vivir aquí, y fue el mejor compañero que alguien que acaba de tener un duelo amoroso pueda tener. A mi llegada había flores, sorpresas y siempre intentando sacarme una sonrisa. Llegó incluso a componerme canciones.
Te llenaste de flores y de risas. Hasta que Carlos se fue. Entonces, me llegó de golpe todo lo que Emiliano había venido a enseñarme y tuve que volver a encerrarme en mi, a procesar, AQUI. Vino mi prima a vivir un tiempo, me dediqué a hacer Insanity, Yoga, correr, AQUI, todo para no sentir. Empecé a trabajar en Televisa, y entonces mi vida dio el cambio de los 100 grados. Yo que un año antes hacía manifestaciones de #132, AQUI. Las enseñanzas de Emiliano eran como sartenazos en la cabeza, todos mis prejuicios, mis negaciones, mis sinsentidos aparecían uno a uno frente a mi. Entre esas  vino Moya, un artista catalán a enseñarme que ya no buscaba nada de lo que había buscado antes, a aguantarme todas las veces que después de estar con él lo ahuyentaba, porque seguía pensando en mi exnovio. A demostrarme que las cosas no eran tan fáciles como yo había creído que serían y a convencerme que una vez más, necesitaba el celibato.
Luego, como por arte de magia, la vida me mandó a Pico mi hermana de regreso. AQUI estuvo una temporada. No pude haber sido más feliz, más amada y amar más. Pico ha sido siempre la razón por la cual no me he matado, o no me maté ya.   Con su sabiduría de monja atormentada, con sus ojitos de ilusión, con sus necesidades de bebé. Pico que me hace entender a las madres, que por ella sufro y disfruto como una de ellas. Pico, que es con la única persona en el universo con la que me permito romper, expresar mis necesidades y pedírselas. Chavira y Rafa se alejaban a pasos agigantados, o yo me alejaba de ellos, no lo sé, así que cerré puertas y ventanas de casa. Volví al celibato y a mi.
Mi vida se convirtió en Pico, desayuno Pico, comida Pico, cena Pico, sueño Pico. El trabajo en Televisa me hacía feliz. Vino el proyecto de 2:14, trabajar con mi director favorito.  AQUI se llenó de tortugas y golondrinas e historias de madres de asesinos. Así que vivía para trabajar y la única persona que merecía mi amor era ella,Pico, AQUI. Durante el trabajo me mandaba audios gritando que fuera a darle amor, o mandándome rings con sus necesidades, y yo decidí estar sólo para ella y mi trabajo. No se si una hermana pueda querer más, porque cuando volvió a partir el corazón se me desgarró, veía su taza, su plato, su ropa y me tiraba a llorar. Era casi como mi dolor cuando el Pancho me dejó, como si mi esposo de 10 años me hubiera dejado. No quise salir en días, sólo para trabajar y volver.  Cuando se fue, me di cuenta que durante los 8 meses que estuvo AQUI. Había perdido contacto con tanta gente.
Fue Pamela, mi amiga de la infancia, la que se apareció una tarde para volverme a sacar, para espabilarme, para que volviera a ver a la gente y al alcohol como algo normal y posible.
Volvimos a las fiestas, a las risas, a crear un equilibrio saludable entre mi exceso de trabajo y mi vida social. A reencontrar a mis amigos, a sanar rencores con el pasado. Reencontré el amor a la poesía, y a los poetas.
AQUI encontré mi paz, mi soledad, lo más bonito del dolor que me habita, la tranquilidad de la tristeza y de la alegría, mi feminidad perdida, mi congruencia, mi conciencia, el equilibrio entre todos mis yos.
Ahora te dejo. Querida y querido. Has sido un gran hogar. Decido irme porque ahora puedo vivir en un lugar mejor y tengo que aprender a merecer lo bueno, a no escatimar, a arriesgar sin estar preparándome siempre para el madrazo, a creer que puede venir algo mejor y no estar esperando mi crucifixión.
Vuelvo a empezar casi de cero, cierro Estrella y media, mi primer proyecto teatral en México, concentraré mi energía en nuevos proyectos, más mios (ahora sé que puedo). Tengo que entender que los cambios no siempre deben ser generados por una tragedia, que puedo generarlos yo misma para una mejora, o simplemente una renovación.
Te dejo, infinitamente agradecida por todos los amigos que hice AQUI, a los que recibiste e hiciste sentir en hogar, por el gran silencio que encontré AQUI, porque me protegiste, me animaste y me cobijaste. Porque fuiste un maravilloso hogar en todo el sentido de la palabra.  Te dejo con todos los amores y desamores que viví aqui.
Entré destrozada a AQUI y salgo siendo otra persona, me protegiste porque lo necesitaba, ahora necesito volver a abrir brazos, corazón, dejar de tener miedo y lanzarme de nuevo a otra aventura. Dicen que necesito volver a amar. Ahora puedo hacerlo. Gracias a ti.



sábado, 9 de agosto de 2014

No conoces México

Esta semana terminé de leer este libro. Me quedé muy avergonzada con mi nivel de ignorancia. Primero porque nunca antes me había prenguntado quién era Elena Garro. Porque me doy cuenta que he leído a muy pocas mujeres mexicanas, porque una lee lo que le recomiendan y lo que escucha por ahí, pero no había investigado en todo ese lado silencioso de la historia de la literatura. Me he declarado, mil veces, fan de Simone de Beauvoir (y de muchas cosas más) cruzando un océano, buscando siempre más lejos, más allá de mi.
Tras mis cinco años de estadía en Madrid, volví a México muy enojada con el universo por no haberme podido quedar allá. No soportaba la idea de mi regreso (eso es otro tema). Ese enero con una mochila de un lado y Evelina del otro me fui al sureste, allí nos encontramos con mi hermano y mi sobrino. La noche del año nuevo estábamos en Mazunte mirando las fogatas y comiendo un buen pescado sarandeado. No se porqué la conversación derivó en mi hermano reclamando que mis contemporáneos sólo pensaban en salir de su país y buscarse fuera. Yo me enojé porque me sentí agredida, sentí que me juzgaba como una niña burguesa más, y eso, viniendo de ese hermano, es el peor de los insultos. Nunca antes me había enojado así con él, Evelina le daba la razón y eso me emputaba más, que mi amiga estuviera del lado de mi hermano, o que mi amiga me juzgara, no sé, mi sobrino intentaba mediar y yo tuve que irme al baño para llorar de rabia, escuchando las palabras de Toño diciendo NO CONOCES MÉXICO. Hoy, tres años después, entiendo porqué me enojé tanto. Tenía toda la razón.
Terminé el libro y, para empezar, no sabía  si Ixtepec existía o era un pueblo imaginario. Me sentí como hace diez años, en esas tardes en las que, al salir de la escuela de escritores, me iba a tomar largos cafés con Antonio Tamez (gran amigo y escritor) en los que él hablaba profundamente sobre Ciudad Hermes, contando cada detalle del lugar, escribiendo cartas en su idioma, describiéndonos el aeropuerto con sobresitos de azúcar, y contándonos historias sobre las plazas y los habitantes del lugar, incluso enseñándonos mapas geográficos. Yo, al principio, pensaba que todo lo que me contaba de verdad pasaba en alguna parte del mundo, las pláticas con ellos siempre hacían que mi ignorancia resonara en todos mis huesos, hasta que un día alguien, o él, ya no recuerdo, me explicó que Ciudad Hermes era un país que sólo habitaba en su mente (hasta ese entonces, ahora nos habita a muchos). Volviendo al libro, me puse a investigar; Ixtepec es un pueblo que está en la provincia de Oaxaca, y cuando vi que existía me dio una gran tristeza, porque mientras leía la novela llegué a llorar muchas veces con su historia, según yo, asumiendo la ficción.  En el momento que vi en el mapa a Ixtepec, tan cerca de mi, me di cuenta; no lloraba por una empatía con la ficción, con los personajes, con el pueblo, lloraba porque yo soy Ixtepec, porque México sigue siendo Ixtepec, el mundo entero es Ixtepec. Porque más allá de que el libro hable de la historia de México, en puntos y temas que yo ni siquiera me había planteado ¿cómo vivió la sociedad la revolución, y la guerra cristera, y los miles y miles de cambios de gobierno? ¿qué pasaba con los que no se levantaban en armas? ¿qué pensaban de los zapatistas?
 Me sentí en esa eterna impotencia y frustración de Ixtepec, una sociedad paralizada por el miedo, que no levanta la voz más que para criticar al otro y no para generar un cambio.  No logro encontrar la diferencia entre el General Francisco Rosas y su amante Julia y Peña Nieto y la Gaviota. Ahi estamos, criticando si salieron de portada en tal o cual revista odiando y admirando su belleza, juzgandolos por a, b o c. Pero ellos no son más que el reflejo de nuestros miedos. De quién dejamos que nos gobierne (aunque creo firmemente que no nos gobiernan ellos). De la actitud que tomamos ante el poder, de cómo nos empequeñecemos. De porqué México no logra ser Fuenteovejuna. 
¿Qué diferencia hay entre las comadres de Ixtepec que se juntan en sus casas ha hablar sobre la inmoralidad de la querida del general y los posts en facebook sobre si la Gaviota se para con las piernas abiertas o salió en bikini haciendo películas de 3 pesos? O los hombres de Ixtepec, burlándose en las cantinas por el amor no correspondido del General y los memes de Peña Nieto, que si no sabe leer, que si es un analfabeto, bla, bla, bla.
La historia se repite en espirales continuos. Y nosotros igual, bajo la impunidad, con las cabezas que amanecen colgadas en Michoacán, con las miles de mujeres asesinadas en Juarez (en todo el país). Una sociedad manca por miedo. No nos diferenciamos en nada de la gente que no defendió la revolución, ni el movimiento zapatista, ni luchó por sus creencias en la guerra cristera.
 ¿Somos una eterna repetición de errores?

Por supuesto no tengo ninguna solución, a mi también me paraliza el miedo, la decidia, la comodidad. Sueño continuamente con que llegue un gurú que me haga levantarme en armas, o en algo y me enseñe cómo luchar por un mundo mejor más que porque yo esté mejor. Hoy es sábado, pero seguramente el lunes yo ya esté posteando alguna pendejada en facebook o twitter o instagram sobre algún error de alguien más. Si alguien gusta ser mi gurú, encantada estaré.

Dejo aqui algunas frases de este libro que me hicieron ruido:


 Hay que ser pobre para entender al pobre - decía sin levantar la vista de sus flores.

 - Doro, lo único que hay que imaginar es lo que no existe.

 ¡ Es difícil tener hijos! son otras personas

 cada uno inclinado sobre su círculo de luz, atareados en el olvido, fuera de ellos mismos y de la pesadumbre que por las noches caía.

 A medida que creció, su memoria reflejó sombras y colores del pasado no vivido que se confundieron con imágenes y actos del futuro.

 oía caer palabras y las aguantaba estoicamente como quien aguanta un aguacero.

 su propia imagen era la manera de reconocer al mundo.

 No todas las mujeres pueden gozar de la decencia de quedarse viudas.

 En la noche todos somos inteligentes y en la mañana nos encontramos tontos.

 La voluntad de separarse de todo es el infierno.

 Los tres compartían la sorpresa infinita de encontrarse en el mundo.

 Los días del hombre le parecían de una brevedad insoportable para dedicarlos al esfuerzo del dinero.

 Yo no quepo en este cuerpo.

 ¡Si tuviéramos siquiera un buen temblor de tierra!   Padecía una nostalgia de catastrofes.

 ¿Sabe usted lo que es un libre pensador? Un hombre que ha renunciado al pensamiento.

 Forastero era el mensajero, el no contaminado por la desdicha.



 Escuchaba las noticias del periódico. ¿Qué podía importarle a ella si ella era tan desdichada?

 ¿Qué esperábamos? No lo sé, sólo sé que mi memoria es siempre una interminable espera.

La vida no es como uno quisiera que fuera- dijo el soldado bajando los párpados, avergonzado.

Ya ve mi coronel, que lo que no sucede nunca de repente sucede.

Él andaba en busca de algo más intangible, perseguía la sonrisa de un pasado que amenazaba esfumarse como una voluta de humo. Y ese pasado era la única realidad que le quedaba.

 ¡Cuando uno ve la cara de su enemigo es menos enemigo!

Le gustaban los amores imposibles, le dejaban el gusto exquisito del fracaso.

No me gustan los poetas, no piensan sino en ellos mismos ¿Quién va a querer escucharlo hoy...?

No es posible, no es posible. Pero cada vez el horror iba siendo más y más posible.

También los españoles a pesar de ser españoles, en algún tiempo supieron algo.


- ¿Y en Ixtepec no hay teatro? - dijo el fuereño cambiando la respuesta por otra pregunta.
 - ¿Teatro? ¿Quiere usted maś teatro que el que nos da esta mujer?
- ¡Es una lástima! La gente vive más feliz. El teatro es la ilusión y lo que le falta a Ixtepec es eso: ¡La ilusión!







martes, 5 de agosto de 2014

Un fin de semana de reencuentros.

Terminaba la historia en el autobús de regreso a casa. La carretera estaba libre, al parecer nadie quiere viajar al D.F los jueves por la tarde. Yo estoy sentada, mirando la ventana, hacia la capital se avecina una tormenta, la misma que se avecina en mi garganta. No logro poner atención a la película que pasa Primera Plus, y eso que lo que más quiero en ese momento es pensar en cualquier otra cosa, porque el dolor no se va, no se irá, pero los pensamientos siempre ayudan a alivianar lo que ya sabemos todos que es una cicatriz eterna, y que no hay manera de curar.  Primera plus no ayuda,nada, nada. Recuerdo que llevo el libro de Elena Garro en el morral. Nunca antes había reparado en la mujer que acompañó a Paz. Hace unos meses, al conocer el centro cultural que lleva su nombre, me entró la curiosidad y pues empecé este libro. Sentada en ese autobus que va Querétaro- Df, con la tormenta que se avecina a mi llegada, abro justo una página en la que habla de la aparente capacidad de olvido del pueblo mexicano. Una vez más, casi como siempre, me pierdo en la lectura para vivir una historia que no es la mia y que el dolor del otro sea el que me habite. Así paso dos horas, perdiéndome entre las letras de esta mujer desconocida para la mayoría de nosotros. Cuando cruzo la segunda caseta es como si alguien pulsara mi botón de "poder llorar" y así me suelto, dejando salir todo lo retenido durante los últimos dos días en los que me tocó ser el soporte. Rompo por todo periférico y las calles aledañas a la central del norte. Lloro porque me siento en casa, es curioso que mientras más lejos de casa esté más me sienta en casa. Llegando a la central decido tomar un taxi, puedo ser hedonista hoy, saltarme la hora en el metro y explotar las ventajas de ganar quincenalmente. Cojo el taxi y deseo con todas mis fuerzas que al llegar a casa este mi mejor amigo y pueda abrazarlo y llorar, ninguna de las dos cosas es probable, primero porque no he hablado con él, y segundo porque me es excesivamente difícil romperme en los brazos de alguien, y en ese momento deseo con todas mis fuerzas ser lo suficientemente mujer como para abandonarme en los brazos de alguien más. Pero llego a casa y en su lugar me encuentro con una reunión de mujeres, quejándose de otras mujeres, ahh, la queja... eterna condición del ser humano. Tomo unas cervezas con ellas, me doy un buen toque y desconecto del universo.
Viernes, despierto 7 am, hoy me salto pilates, alguien me espera en el aeropuerto. Me ducho a jicarazos y vuelo en el metro. No logro leer más de una página y lloro, lloro sin saber la razón exacta, desahogo. Es curioso esta confianza que le tengo a los vagones, desde hace tanto, para depositar en ellos todas las lágrimas que no puedo depositar en los humanos.
Llego al aeropuerto, he perdido el registro le las veces que he venido a llevar y recoger a tantas personas, las veces que me he ido y he vuelto. Encuentro la pantalla. Espero al amigo de los 17, el que me enseñó a caguamear, poco a poquito, primero con caribe cooler y ya que me chingué una Sol brava entera estuvo a punto de hacerme una fiesta. Tarda y yo me muero de ganas de ir al baño.
Llega él, Pelón, el amigo de la adolescencia, con su 1.90 de altura, su tensión eterna en el cuello,  sus ojillos a medio morir y el resto de los bailes de Nirvana y Pearl Jam que nos grabamos en los jardines. Su llegada, el reencuentro, la tranquilidad de saberme con alguien que ya me sabe. Aterrizamos en unos buenos tacos de barbacoa roja, el Palidero, qué buen nombre pa este changarrito. Echamos el chisme de los meses pasados (aunque se hable diario por whatsapp, nunca es lo mismo). Me lo llevo a caminar por la Roma, la Condesa, enseñándole lo que me rodea día con día. Compartirle mi yo aqui. Echarnos unas buenas risas de los lugares chic, de las galerías conceptuales, sin poder diferenciar entre una galería de chocolates de axiote con diseños basados en Dalí y Miró (huevos) y un local de depilación láser.  Tomamos un buen expresso con coco y descubrimos muebles totalmente inservibles. Las razones por las que lloraba hace unas horas han desaparecido. Ya sólo me habitan anécdotas preparatorianas y de  mi decadencia madrileña.  Duermo antes de ir a reiki. Una sesión extraña, la muerte me visitó y tuve mucho miedo.
Noche de función: me encuentro frente al espejo, con un corsette de calaveras negras, maquillada hasta el paladar, y pienso "Joder, en qué momento pasé de estar en el parque de Carretas abriendo caguamas con los colmillos, a ser la pornstar de los viernes noche" y me entra un poco de vergüenza de que mi amigo me vea así. Las ojeras delatan la semana vivida y el brillo de mi pelo se quedó en Querétaro.
Logro dos funciones gracias a un buen Red Bull. Cuando salgo Pelón intenta hacerse el ligero y relajado pero los 33 mensajes que mandó en el chat a los amigos delatan su trauma de haberme visto desnuda.  Cansada, porque el día ha sido recordar y recordar también cansa, lo llevo a La clandestina. Mezcalería donde me he perdido más de una vez. No será el día. Un mezcal, una cerveza, naranjas enchiladas y semillas saladitas antes de volver andando a casa.

Sábado de buscar departamento. Pelón afirma no querer separarse de mi lado, y yo admiro esa capacidad suya para ser amoroso sin sentirse vulnerable. Buscar departamento, qué gran putada. Te entra una dualidad entre la ilusión de una nueva vida, nuevo espacio, nuevos lugares, nuevo aire y el miedo a dejar atrás todo lo que te ha hecho feliz los últimos años, volverte a adaptar. Da miedo. No importa cuántas veces lo hayas hecho, yo me he mudado 14 veces en los últimos 10 años y aún así me sigue dando pánico cambiarme de cuadra. Como si una parte de mi fuera a morir. O algo así. No me logro poner de acuerdo cn mi hermana entre lo que ella quiere y lo que yo, así que lo más lógico nos parece que es sentarnos en una cantina del centro y brindar por la visita de Pelón. Ellos se deciden por un baresillo semijapo muy hipster, yo no estoy de acuerdo, y ya sentada, cuando la mesera me dice que no hay micheladas no se exactamente a quién asesinar si a ella o a mi hermana. Ante mi desdicha deciden ceder e irnos a la cantina barata de al lado. Para ir a un bar hipster ya esta la Roma. Cruzo 2 cervezas con las pastillas de la gripa que me tomé en la mañana y automáticamente estoy borracha, mi hermana 2 tequilas y le pasa casi lo mismo, no se si es la caminata.
Pelón parte al partido del Cruz Azul (según él una oportunidad única) mi hermana y yo a nuestro encuentro con un desconocido multinacionalidad. Un amigo de un amigo lo mandó con nosotras y en el camino vamos haciendo recuento de la cantidad de personas que hemos recibido en diferentes partes del mundo. Deberíamos poner un albergue, o una casa de entretenimiento para extranjeros. Logramos reconocer al extraño en cuestión por la cara de susto que tiene ante la marabunta mexicana que invade las calles del centro. Nos presentamos, y con tanta gente y calor, la peda se nos baja. Eso, y las ganas de quedar bien con el nuevo personaje. Resulta ser un investigador de arte (o algo así logré traducir). Lo llevamos al Hotel ciudad de México y muy elegantemente decidimos comer ahi (sería la peda). No esta mal comer en una terraza viendo el Zócalo desde las alturas, eso, porque la comida no esta nada buena. Llega una amiga más y a hacerle la chorcha al extranjero. Terminamos de comer y yo huyo a toda velocidad al teatro. Me encuentro con mi andaluza favorita. Todo aquel que hace teatro es el que menos disfruta de verlo. Me quedo con la idea de lo difícil que es como actor desprenderte de tu ego para dejar que sea el del personaje el que te gobierne y la duda en si seré de la tribu de los que contestan la verdad a la primera pregunta o la mentira.
Alcanzamos a los no teatreros en la Bipo de Coyoacán, y todo deriva en la gente borracha, y yo controlando las caderas de mi hermana, dandole agua mineral a Pelón, que ya no puede ni hablar, explicándole al primo de la andaluza porqué no es nada buena idea que me invite a salir y analizando los rituales de apareamiento de los jóvenes a mi alrededor, sí señor, soy una abuela malfollada.  Hasta que aparece de sorpresa El benja, otro gran compañero de duras épocas, que cayó de visita, con sus pelos largos y sus bailes andróginos acompañados de múltiples muestras de cariño que me hacen levantarme a bailar al ritmo de XuXa. El taxista que nos trajo a casa, seguramente tuvo grandes pesadillas con nosotros.
 Estas noches han sido muy extrañas, sueño que en mi plexo habita una luz que quiere salir y me duele mucho al abrirse mis costillas, siento punzadas en la espalda, se que es para bien, que necesito abrir el corazón (será terapia y lo de reiki) pero duele un chingo y me dan ataques de ansiedad, no logro respirar. Voy al baño y me encuentro una pequeña mariposa negra que me ha revoloteado las últimas 2 madrugadas. Entre sueños abro la puerta por si me muero que El benja y su larga cabellera se den cuenta por la mañana. Pero horas más tarde entra Pelón a mi cuarto gritando que necesita barbacoa con urgencia. 

Domingo. Pensaba que iba a descansar, pero en cambio me encontré curandoles la cruda a las visitas a muy temprana hora, tacos de barbacoa, gatorades y un buen rol por los bazares de antigüedades. A las doce me entra el ansia inmensa por un buen café. Volvemos a casa los cuatro. El benja se arma un café turco con cardamomo (sepa dios lo que es eso). Armamos el toque y al rededor de la mesa debutamos tranquilamente, muchas risas, aplausos, acto seguido despierto en medio de 4 bultos en el salón. Ese café no sirve mucho para despertar. Mientras ellos duermen yo vuelvo a Elena Garro y recuerdo que el dolor de los días anteriores se ha ido ahora que el Benja y Pelón están conmigo. Me voy en ecobici con Pelón al encuentro de sus primos y en el trayecto me siento como puberta de película gringa. Encontramos al Dido, el Roco y compañía, nos montan en la parte de atrás de una Pick up. y seguidos por 2 de ellos en motos nos vamos a las hamburguesas, otra película gringa. Termino antes que todos y me voy en la bici al teatro. Llego 30 minutos antes porque soy una obsesa de la puntualidad. Me agarran de achichincle para las cosas que faltan en la producción, veo el trabajo de mis amigos y me entran muchas ganas de llorar, namas de ver que uno puede lograr lo que soñaba.
Al volver a casa me esperan El Benja y Pelón, El Benja esta tocando el violín. Me recuesto en la sala y disfruto de verlos en mi hogar. Luego me voy a dormir.
Esta noche no se me abrió el plexo solar.

Lunes.El Benjas sigue dormido en la sala, lo despierto, me tomo una taza de agua caliente con él y me voy a yoga. A seguir con las contorsiones y trabajando a través del cuerpo todo lo que necesita mi mente. Al volver a casa El benja ha partido de regreso dejando el sonido del violín que no había sido tocado en esta casa y que seguía empolvándose. Mi hermana se había ido a trabajar y Pelón me esperaba como perrito que fue abandonado en las vacaciones. Desayunamos, puro licuado raro y lo llevé a La Tapo. Cuando se subió al camión el dolor se había ido. Volví con Elena Garro, muriendo de gripa. En casa me esperaba el trabajo. Más tarde la llamada de otra amiga de la adolescencia anunciando su estancia en la ciudad. Bajé a comer con ella. Hay tantas cosas que te pueden seguir uniendo a personas que ya no estan en tu vida diaria... y tantas que te separan. De vuelta a comprarle un libro a ese alumno mio que se niega a leer y lo lograré a toda costa, igual Jack Kerouac es un buen comienzo.  Y a rearrancar con mi yo profesora.

El dolor con el que terminé-empecé esta dormido. Lo han sedado las viejas amistades que vinieron a renovarme un poco... hasta mañana.



sábado, 19 de julio de 2014

La extrañeza de un viernes-tarde


La extrañeza de un viernes-tarde

No tengo ni puta idea que es lo que pasa hoy. Suelo escribir automáticamente cada vez que cojo un teclado y hoy... hoy no puedo. Atrapada en mi misma, en una parte de la telaraña que me es desconocida. No había pasado por aqui antes, o sí pero cuando pasé era diferente, estaba diferente y hoy no lo entiendo.
 Hace ya un año que no me daba migraña, yo lo atribuyo a yoga, a la buena alimentación que llevo ahora, a que estoy donde quiero y debo estar y extrañamente hace un año que no pasa ninguna tragedia tragedia familiar.  Pero hoy... En algún lugar, leí que la migraña surge cuando no entienes algo de lo que te esta pasando.

Viernes, único día de la semana en el que podía despertarme después de las 6 am. Puse mi despertador a las 8:15, feliz de poder dormir 2 horas más. 6 am, mi reloj interno o la mierda que sea esa que nos habita (costumbre) decidió activarse. Igual abrí los ojos de buena manera, no se despertar de malas, calenté una tasa con agua y me acosté a leer. Hay muchos libros que tengo en espera y  parece que esta antología teatral mexicana que me obligué a mi misma a leer  es interminable. Leí una hora. Luego partí a pilates reformer. Bici, frío, chispea. No sirven mis frenos (otra vez) igual voy contenta de poder ir. Sufrí toda la clase, hay posiciones que me cuestan la vida y pienso que tengo que probar la terapia psicocorporal ya. Las posibilidades e imposibilidades de mi cuerpo me generan un chingo de dudas, uno nunca sabe lo que no puede hasta que prueba y... ¿porqué no puedes?

Salgo de clase, confundida, no puedo tomar una decisión estúpida como "me compro un vaso de fruta o me voy directa a casa". me doy cuenta que llevo diez minutos dando vueltas a una fuente de Álvaro Obregón sin saber ni qué estoy haciendo. Pienso que talvez estas eran las cosas raras que dijo la maestra de Yin Yoga que nos pasarían después de la clase... pero ya fue hace dos días. Cojo la bici, vuelvo a casa. Pongo el cubo a llenar, ducharme a jicarazos, desde hace 5 meses, ya hasta le estoy tomando el gusto. A veces me meto al cubo y me imagino una sesión de fotos. ¿Cómo puedo ser tan pequeña para caber dentro de él?  Pruebo posiciones, de mis fotos imaginarias hasta que me doy cuenta que lo que me esta molestando es que me estoy quemando los pies, otra vez calenté el agua de más.
Salgo de la ducha y decido utilizar "el conejito" que me regalaron hace días, sí querido lector "el conejito" es un masturbador negro de puta madre, que probablemente sea la causa de mi nueva sonrisa.  Me encierro en mi habitación con llave, no vaya a ser que llegue la señora de la limpieza, y me dispongo a lo que yo llamo "mi sesión curativa". Y así me quedo un buen rato, teniendo uno que otro orgasmo hasta que comienza a sonar mi celular y minutos más tarde me descubro a mi misma con una mano contestando un mensaje de facebook y con la otra llevando al conejito a lo mas profundo y pienso: esto ya no esta bien.  Apago el móvil, termino, termino de terminar, y de pronto me entran unas profundas ganas de llorar. Así que me giro, lloro por un buen rato, pongo Russian Red y entonces recuerdo todos esto de la energía que atrapamos en diferentes partes del cuerpo, otra vez el cuerpo, pienso cursos a los que me he metido, teatro experimental, parkour, teatro delirio, somatización de movimiento, sexualidad sagrada femenina, yoga, bla bla bla y sigo dandome cuenta que no entiendo un carajo pero que tal vez tengan un poco de razón. Me quedo llorando casi una hora. Total, hoy no doy clase. No me siento triste. En absoluto. Vuelvo a quedarme dormida.
Despierto con tiempo suficiente para buscar depa en internet antes de irme a clase. Nada que me convenza. Se me va el tiempo. Salgo, no cojo la bici porque empieza a llover y no quiero llegar empapapada a mi destino, como la última vez. Camino bajo mi paraguas y me siento extrañamente bien, bailo jazz por todo Alvaro Obregón. La gente me mira raro. Ya nadie baila en las calles. Yo siempre.
Llego a la Galería. No entiendo un carajo de este curso, pero aqui estoy, sabedios porqué. Un amigo dice que lo mejor que me puede pasar es no estar entendiendo. Entro con mi compañero, los demás no han llegado. Miro las obras y comienzo a sentir claustrofobia, hasta hoy, no sabía lo que era, me empieza a dar calor, nauseas, mi cabeza...Finjo que estoy bien. Llega el galerista, nos habla, nos cuenta su vida, lleva todos los finales abajo y a mitad de las frases siempre baja el volumen, yo empiezo a hacer un análisis clínico de su voz y dejo de ponerle atención. Luego vuelve mi sindrome de responsabledelentretenimiento y hago 2,3 preguntas, sólo porque lo veo perdido. En realidad no tengo esas dudas.  Entonces el maestro decide leernos algo sobre el postcoito y habla de la tristeza del poscoito.  Y no puedo creer que justo hoy, después de mi episodio mañanero haya decidido leer esto. Entonces vuelven las mil y un ideas sobre las imposibilidades y las causalidades de la casualidad.
Me quiero ir a casa, algo me agobia y no se bien qué sea.
Camino de regreso con el maestro. No sabe sujetar un paraguas, se vuelve caballero y me caigo en cuenta que hace mucho que no camino junto a un mexicano. La platica me lleva a mis 19 años  y no puedo hacer más que reírme por dentro...de la vida misma. Llegamos al quiosco de flores él gira hacia el callejón de sus prejuicios y yo hacia el de mis aspiraciones. Busco un libro, no lo tienen, hay que encargarlo, hacer fila, vuelvo a agobiarme, migraña... ¿otra vez? Pago el anticipo, nimodo llegaré a la fiesta de la noche sin regalo. Llego a casa. La cabeza me estalla. Quiero escribir pero no puedo. Recaliento algo, contesto mensajes a algún perdido y duermo. Irme a dormir un viernes por la tarde... Antes de caer en el sueño se me ocurren 109 status de facebook y pienso que estoy enferma.Despierto, cansada ¿de qué? Tal vez todo esto del arte conceptual es demasiado concepto y  me manda a la mierda. Igual es eso. Me urge escribir. No lo logro, borro todo lo que escribo. Son las 8:45pm tengo que estar en el teatro a las 9pm y no me he depilado, pero no puedo dejar de escribir. No quiero.
Me niego ha hacer soft porn hoy. Hoy no caliento, llegaré tarde, haré como todos los actores mexicanos. A la hora que me de la gana. Todo lo que critico. Sigo escribiendo y ya son y 58. Whatsappeo, invento algún problema... no me he depilado... no habra tiempo... migraña Simone White en las bocinas. Mensajes del otro lado del océano.

No vuelvo a ir a una galería... digo.

martes, 1 de julio de 2014

Viajenle a la casa de medicina ancestral mexa.

  

El viaje comienzó el viernes. Salí a las 00:00 de dar función. Bastante cabreadita porque, durante la función, a mi compañera se le fue un poco el pedo, y me llenó la cabeza de anís. Mi empute no era tanto porque me quedara media escena sin poder abrir los ojos, o xq la mascarilla nueva que me había echado en el pelo se iba ir al carajo, sino porque llevo ya 2 meses que mi regadera no sirve y me tengo que bañar a jicarazos. Así que la idea de llegar en la madrugada a calentar el agua para levantarme a las 5 horas, no me hacía nada feliz. Esas cinco horas de sueño no fueron nada agradables, pasé frío y con algunos sueños bastante densos. Así que a media noche me fui al cuarto de mi hermana a que me abrazara al dormir, cosa que no hacía desde un tiempo atrás y curioso también ya que, entre otras cosas, el motivo de mi viaje era tomar la decisión de vivir irme a vivir sola o mudarme a un lugar mejor todavía con ella.
En vista del fracaso de mi último viaje buscando el silencio, esta vez decidí irme a lo seguro y reservé en una Casa de medicina ancestral mexicana que me recomendó una amiga (también actriz).A las 6 am ya estaba levantada, taxi a Taxqueña. Me encanta platicar con los taxis, en este caso la conversación giró entorno a lo mayores que estamos ya para salir a las borracheras. Tan triste mi caso, porque él mínimo ya tiene 45 años, una esposa y 2 hijos.
Al bajar del taxi, no me di cuenta y caí en un charco, la mitad de mi falda se llenó de lodo. Normalmente me valdría madres pero la mujer con la que hablé al reservar fue muy específica cuando dijo que tenía que llevar falda larga. Entré a la estación, pagué mi camión, así con esa facha de pordiosera y me metí al baño a lavar mi falda y ponerme unos leggins. Entre al camión, colgué mi falda al frente y me dormí todo el camino a Xoxocotla.
Me bajaron en una estación de taxis (así se lo pedí al conductor). La sra. con la que hablé por teléfono me dijo que todos los taxistas sabían dónde vivía la curandera. Error. Este taxista no tenía ni idea, o fingía no tenerla, estaba enojado  y perdido. Cosa que yo no entendía porque en D.F a mi salida llovía y el clima era una reverenda mierda, en cambio en Xoxocotla eran las 10 am de un sábado soleado y lleno de colores. Sabe dios y el cielo cómo habría despertado su esposa. Con quejas y apelaciones a todos mis comentarios se adentró en la montaña y me dejó en una rejita rosa de donde salió  la Abuela Eva.  Para mi sorpresa no era una mujer nahuatl natural, como yo me imaginaba, su habla era muy parecida a la mia y su conducirse más. Así me enteré que la Abuela Eva había sido una banquera y empresaria muy poderosa en México durante su juventud, hasta que un día se cansó de todo y decidió irse a la montaña a buscar sus raíces más profundas. Lo cual, para mis prejuicios remarcados, no fue nada agradable. yo quería encontrarme con una auténtica y natural hija de la tierra, o algo así. Al primero que me presentó fue a su hermano. El cual inmediatamente me recordó a mi tío Pepe, no voy a hablar del tío Pepe aqui, porque necesitaría una novela entera, sólo diré que es una persona que no tiene muy bien sus facultades psicológicas. Después  de permitirme estar descalza todo el tiempo que quisiera, para mi gran felicidad, me enseñó cada parte de la casa. El temazcal lunar, la poza de la tortuga, la tina del desamor, la cabaña de sanación, el salón del sapo guardián; haré incapié en este que al entrar me encontré con una escultura de un sapo a la cual le salían tres cabezas humanas del estómago, diré que sólo de verlo me entraron muchas ganas de llorar y como si la abuela pudiera escuchar mis pensamientos me contestó que el sapo creía que estaba ahí castigado, pero que no lo tenía afuera por miedo a que se estropeara con los cambios climáticos.
La primera actividad era el temazcal, en el que se festejaba el cumpleaños de una chica del pueblo que cumplía 17 años que padecía de cáncer. Conocí a la familia, tenían a una hermanita de 9 años con epilepsia, insuficiencia renal, enanismo y sordomuda y la familia entera creía en la abuela para poder sanarse todos juntos. Le cantamos al fuego un buen rato, y después entramos uno por uno.
Yo ya había entrado a unos cuantos temazcales, pero nunca a uno tan silencioso y en el que se recibiera con tanto cariño a cada piedrita caliente.  En la tercera etapa mi rodilla izquierda empezó a doler y a estar muy caliente, luego se recorrió a toda la pierna. Llevo meses con esto. Cada uno le dimos nuestros deseos de 17 años a Carmen. Al salir teniamos que ir al río, meternos y dejarnos llevar por la corriente hasta que nuestros ojos cruzaran con un listón de colores. El viaje fue maravilloso, mis ojos vieron un montón de plantas y flores diferentes, y así como suena  había mariposas de todos tamaños y colores, colibries, libélulas. Parecía que veía un documental de discoverí chanel, eso sí el agua estaba fría hasta su madre.  Salí, me duché con agua caliente y a comer.
La comida fue también con la familia, sopa de lentejas y tamales hechos por la mamá de Carmen, comimos casi en absoluto silencio, luego mandaron a Carmen lejos y había que inventarle una canción. Al ver la imposibilidad de la familia para expresarse y crear pues ya metí mi cuchara y les ayudé, basandome en la melodía de la canción favorida de Carmen, hicimos lluvia de ideas y escribí la rola, la grabé en un celular y puse a todos a aprendérsela.Lo extraño es que al grabar la canción en el celular, la chiquita sordomuda vino corriendo a abrazarme, como si la hubiera escuchado.  Cuando Carmen volvió ya todos se la sabían y la cantaban con sus tímidas sonrisas. Después la abuela y Rafa ( su ayudante) prepararon una pipa de una madera hermosa y la fuimos pasando miembro por miembro de la familia, no sin antes darle un deseo a Carmen. Al terminar el ritual me mandaron a mi cabaña. La cual estaba compuesta de un metate sobre bambú, una repisa y una lamparita. Me recosté, abrí el libro de Jack London que me traje y la primera frase era "a Carmen no le quedan ni 2 días" inmediatamente lo cerré y me quedé dormida un buen rato.
A las 2 horas la abuela fue por mi a la cabaña y  me llevó a su cabaña de sanación. Había un altar con imágenes cristianas, los 7 arcángeles, fotos de María Sabina y de Cuauhtemotzin y más artículos desconocidos. Primero me puso éter en las manos y me hizo recorrer mi aura con eso. Luego de ponerse sus cachibaches de curandera en la cabeza y en la cintura, me preguntó la razón de mi presencia. Yo, la verdad, no tenía ni idea. Sólo sabía que entre irme a emborrachar y pachequear durante una semana con Pelón y Lima o venirme aqui a escuchar, había preferido la montaña. Me hizo algunas preguntas sobre mi familia y me preguntó si había constelado, nunca lo había hecho así que se puso manos en marcha. Estuvimos jugando durante casi 3 horas dinámicas en las que tenía que acomodar a cada miembro de mi familia en unas sillas, y cambiar las sillas de posición y hablar con cada uno y así. Lloré mucho, pero sobretodo, al hablar con Vero (mi hermana muerta) pasó algo muy extraño, mientras lloraba empezaron a tocar la puerta, la abuela salió muy tranquilamente y al instante entró uno de sus 6 perros, el más grande, ese que namas de verlo me temblaron las piernas al pensar que parado era el triple de grande que yo. El perro (Oli) vino directo hacia mi, al principio me dio miedo, pero al llegar a mi silla, se sentó frente a mi, colocó su cabeza en mis piernas y me dio su pata derecha. Era como si hubiera sentido mi tristeza desde afuera. Fue un momento encantador.
Camino a cenar le comenté a la abuela Eva lo del dolor de mis rodillas, hablamos sobre la culpa... Cuando llegamos a la casa era de noche y en la puerta de la cocina, así, como si nos estuviera esperando había un sapo enorme en la escalera. La abuela hablando con él lo tomó en las manos y me explicó que el sapo era el guardián del lugar, me dijo que eran sanadores y yo pensé en esos cuentos de disney donde las brujas siempre tienen sapos y en la metáfora del príncipe atrapado en el sapo. entonces me puso al sapo en la rodilla y me dio un masaje con él, luego lo enjuagó en una cubeta y lo dejó libre. Como para contarle esto a mis tíos médicos.
Cenamos tranquilamente la cena de Anita la cocinera, unos buenos sopesitos y té de jamaica con menta y yerbabuena. Regresé a la cabaña. Escribí un poco y a dormir.

El domingo la abuela me despertó para hacer yoga. Yo pensé que ella sabía, pero no. Así que ahí las dos con nuestras faldas largas nos pusimos a estirarnos, le armé una rutina, pero no podía seguir todo, su cuerpo se lo impedía ¿o su mente? La hice ligerita porque la verdad me moría de hueva. En una de esas volteó y la abuela, debajo de la falda no llevaba nada! Al principio me traumé, 2 horas más tarde yo iba igual por la vida. Había que probar.  Ella me enseñó ciertas posiciones para eliminar la ira, el dolor y no se qué más... si fuera tan fácil, estaríamos todo el día en cunclillas.
Anita nos tocó la campana avisandonos que el desayuno estaba listo, así que nos duchamos y al ataque. La cerda de mi me zampé 4 molletes. Salí rodando. Me quedé un buen rato observando el ir y venir del viento. Me tiré al pasto y reposé mi hermosa panza. La abuela me saçó de mi ensoñación para llevarme al altar de sanación. Esta vez fui yo quien se puso a chambear y le hice una terapia de liberación. Irónicamente ha sido la persona más dura de roer. Acumulaba tantas tensiones y dolor... Fue muy cansado. La dejé descansando y me fui al rincón de la meditación, luego a escribir y babosear por el lugar. Llegó la hora de la comida. Comimos y al terminar me alisté para entrar a la poza de la tortuga.
Lo cual significaba desnudarme para entrar a una poza llena de lodo en forma de tortuga. Lo primero que se me vino a la cabeza fue el texto de la mi última obra "NO SOY UNA TORTUGA"
Entré desnuda a zambullirme. No me dio asco ni nada. Recordé cuando íbamos a los azufres en mi infancia. Mientras nadaba en la poza la abuela se puso a cantarme con su tambor y a hablarme del desamor, de lo necesario que es curarnos de él, el desamor al otro, a ti, de los otros a ti, etc. Escuché en silencio sin detenerme de más porque cada vez que me detenía empezaba a darme un chingo de comezón. A la hora me llevó al río desnuda (en el fondo me daba pena con los del pueblo) y me lavé allí, seguía hasta su madre de helado.  Luego me duché y me fui a dormir casi 3 horas. Tan raro el poder del descanso. Más tarde fue por mi y volvimos a la sala de curación.  Ahí hablamos de todas mis exparejas,  me estuvo haciendo limpias con hojas de pistache, limón, huevo y fuego.
No es que yo sea una experta en el tema pero si Don victor (el chamán de Bernal) la viera, se suicida, todo al revés. Pero bueno, ¿cuenta la intención no? Luego me hizo una alineación chacral y me dejó totalmente relajada. Al salir llovía.
Me metí a escribir, al terminar seguía lloviendo. Me quedé un rato sentada afuera de la cabaña. Había luciérnagas, cruzaban sapos enormes. Era como si todo me hablara. Tal vez la abuela no era tan poderosa, pero todo lo que había a su alrededor lo era.  En 29 horas había visto mariposas, libélulas, sapos, vacas, caballos, pollos, colibríes , perros, ríos, todo tipo de flores.  Pensé en ese lugar del que mi mamá nos hablaba de chiquitas, cuando nos sentíamos mal. Existe. Decido ir a la casa, a lo mejor es hora de cenar. Al pasar por el cuarto del tío Pepe... esta viendo porno. me hace gracia. Empiezo a pensar al ritmo del texto que voy a postear, este texto.  La puerta de la casa esta cerrada. No se ve actividad. Hay un sapo gigante en la entrada, sólo me deja acariciarlo, ni hablar de cargarlo. Está justo frente al árbol de los listones de colores (las sanaciones hechas) después de comer estuve ahí abrazándolo un rato, al árbol. Voy de regreso y al pasar por el cuarto del tío Pepe me ve. Fingí que no había visto nada pero me dio miedo. Camino bajo la lluvia, ahora más fuerte, pero se siente deliciosa en mis piés descalzos. Me detengo ante un paisaje de luciérnagas, me entran ganas de quitarme el paraguas, lo hago, pienso "y si me enfermo?"  me lo pongo, me entra el valemadrismo, me lo quito, me lo vuelvo a poner. Hasta que digo "para de mamar con el pinche paraguas o te vas a enfermar" y me quedo ahí, mirando la montaña, el baile de las luciérnagas, mi falda larga color salmón, mis pies llenos de lodo y yo inmóvil bajo mi paraguas verde. "alto, pareces una obra de Ricaño". Me río un poco y vuelvo a la cabaña. A escribir esto y esperar que toquen la campana para ir a cenar.
Me entra la paranoia "y si el tío Pepe viene a violarme?" y así como media hora hasta que paro de mamar y me pongo a leer El silencio blanco, me pongo la pijama. Tal vez hoy no cenemos. Duermo, sueño con mis ex...

Lunes.

Me despierta la abuela, desayunamos. Llovió toda la noche y hoy todos están raros. Sin ganas.  Me voy al rincón de meditación, descanso entre 2 árboles de limones. La abuela viene por mi. Volvemos a la sala de curación. Recapitulamos el aprendizaje sobre mi, sobre mi familia, mis espectativas, mis juicios, mis errores.  Volvemos a constelar. Le hablo de mis miedos. Después vuelvo a sanarla yo. Sigue siendo dura. La dejo descansar y me voy a caminar por el río. Descubro insectos que no sabía que existían de terciopelo rojos, conchitas, otros apareando. Recuerdo mi casa de la infancia. Yo crecí en el cerro, yo crecí descalza, yo crecí en un lugar así, soy de tierra, soy de montaña. Abrazo 2, 3 árboles, vuelvo a casa, me ducho y a comer.  Al terminar recapitulo y el tío Pepe me lleva a la central.
Enciendo el celular. 101 whatsapps, fb, instagram, twitter, mail. Im back. Termino el libro de Jack London. y entro al metro.

domingo, 20 de abril de 2014

pertenezco a una generación a la que me siento totalmente agena


Pertenezco a una generación a la que me siento totalmente ajena
Hola, soy María José, así sin apellidos para no entrar en otro tipo de detalles. Nací en una provincia mexicana, no hace falta especificar… todas las provincias mexicanas tienden a lo mismo en mayor o menor grado. He vivido en más de 4 ciudades distintas dentro y fuera de México. Tengo 29 años y me siento totalmente ajena a mi generación... ah, soy actriz…no se si eso cuente de algo.
Después de una buena temporada de bodas, muy común en el círculo social al que pertenezco, decidí tomarme unos días y venirme a la playa a “desconectar”, leer y escribir.
Querido lector, no quiero que incurras en la errónea idea de que las bodas me molestan en algún grado. Todo lo contrario. Soy una gran fanática de dicho evento. Una boda para mi es ir a un magno evento en el que Me voy a peinar y maquillar como las estrellas de cine y televisión, no sólo yo, veré desfilar a todas mis amig@s de la infancia (a l@s que si no fuera por estos eventos nunca coincidiría) también vestidos como para una entrega de óscares, o una red carpet. Lo cual, desde mi condición de actriz de teatro independiente, es lo más cerca que llegaré de estar en una celebración del calibre. Bueno, eso, que vamos a ir todos muy hermosísimos, con la pestaña postiza, las extensiones naturales, la uña de acrílico o de gel, el vestido largo y el buen taconazo. Voy a comer y a beber como si fuera dicha actriz que gana algún premio (aunque sea el Ariel) comidas y bebidas que en mi vida diaria serían inalcanzables, qué digo inalcanzables, impensables ¿crema de pato al suflé? No se si eso exista pero a mi así me suenan todos esos platillos. Voy a bailar los grandes éxitos mexicanos de los 80s 90s y más sin sentirme culpable por dicho placer. Voy a tener pretexto perfecto para tirarme al suelo en la rola de Shania Twain y revolcarme porla pista, porque en las bodas todo se vale. Bailaré con mis viejas amigas de la escuela de monjas todas las coreografías que, ridículamente, nos aprendimos durante 12 años.
Más allá de toda frivolidad, es asistir a un ritual en el que dos personas depositan todas sus esperanzas de vida. Acto que me parece cien por cien kamikaze y admiro. Declarar públicamente fidelidad eterna a alguien más, amor eterno, confianza eterna. Y todo lo eterno… no importa si muchos mienten, si lo hacen por otras razones, si no saben lo que dicen, para mi sigue siendo un acto de valientes. Ver cómo un ser al que quieres, ya sea tu amigo, tu amiga, tu primo o de quien sea que sea la boda, llega al punto de su vida con el que siempre soñó, y que en ese justo instante esta siendo como lo planeó durante tanto tiempo, son cosas que a mi siempre me hacen llorar. Quizá por que en la vida del artista nada es cien por ciento certero, por que la única certeza de la que vivimos los actores es con la de el aquí y el ahora, o sea, todo puede cambiar en un instante y de eso nos alimentamos.
El vals, por ejemplo, me emociona a niveles casi ridículos, más allá de cuando los novios defienden sus rarísimos gustos musicales como pareja, el momento en el que bailan con sus respectivos padres . He de aclarar al lector que las parejas del círculo que vengo suelen dejar su casa hasta el matrimonio, una de cada 18 novias ha vivido con su pareja antes. No voy a clavarme en mi opinión al respecto, bastará con decir que viví en Madrid 5 años y estudié actuación. Lo que me emociona es ese momento en que padres y madres dejan ir a sus hijos, lo que les cuesta, la dualidad entre la felicidad por el hecho de que su pequeñoa haya encontrado el amor y el miedo de dejarlo ir. No se, yo salí de mi casa hace 9 años y no precisamente porque necesitara salir de allí, era más mi necesidad de conocer algo más. Y veo extremadamente lejano, si el lector conoce a mi papá entenderá por qué, el momento en el que mi adorado, dicharachero, alburero y hermético papá me lleve al altar o al vals con los ojos llenos de lágrimas y yo esté temblando de miedo de alejarme de su protección. Así que ese momento de desprendimiento filial siempre me causa interminables divagaciones.
Total, así me pongo en las bodas, más allá de bailar, cantar hasta quedarme disfónica, echar shots con todos los esposos de mis amigas y revolcarme por la pista, siempre hay un doble pensamiento habitandome. La última boda a la que fui, por ejemplo, los novios tuvieron el bonito detalle de ofrecernos globos aerostáticos que, en equipos de 4, teníamos que encender y hacer volar. Mientras encendía el mío, comencé a pensar que los globos eran como el amor. Ahí estamos todos encendiéndolo, cuidándolo, que no se tuerza, que no se lastime y cuando lo hacemos, por fin volar, lo vemos encendido en lo alto y todos aplaudimos y nos ilusionamos con su belleza. Ninguno nos cuestionamos cuál será su paradero final, evadiendo que tarde o temprano o se consumirá a si mismo o caerá en un terreno baldío y posiblemente incendie lo que hay alrededor. En dichas elucubraciones me encontraba cuando Canape, mi mejor amiga, me miró a los ojos fijamente y me dijo “wey ¿ya tan rápido vas a empezar a netear?” Acto seguido mi globo me dio una tremenda quemada en la muñeca y dejé de pensar para pasarme el resto de la noche echándome baba en la mano. ¿qué? Mi abuela siempre dice que es curativa.
3 bodas en menos de un mes y medio. Decidí inmediatamente salir a la playa. Una vez tuve 3 bodas en una semana y el resultado fueron 3 días de fiebre y pérdida del conocimiento. Me vine a las costas de Oaxaca y tomé de cómplice a mi hermana pequeña. Yo quería leer y escribir y que ella conociera el sur. Además es la mejor compañera cuando uno quiere silencio. Cada vez que le expongo mis conflictos internos, me mira con esos ojitos suyos de exmonja , como mitad extrayéndome el alma, mitad perdonándome mis pecados y asiente con mucho cuidado de no darme un consejo, dice que es mejor sólo escuchar.
Llegar a Oaxaca ha sido una travesía 5 horas para llegar a Puebla, el camión a Oaxaca estaba lleno así que esperamos 7 horas en la estación de autobuses, de 1am a 7am, congeladas, escondidas en el piso de una salita de espera, acostadas sobre una camita que hicimos con nuestra ropa. A las 7 am salimos a Oaxaca, nunca había deseado tanto meterme en un ADO .Puebla- Oaxaca 5 horas. Después de comer mole en el mercado, visitar Sto Domingo, escuchar a un emo que nos hacía juegos de magia con una baraja de los Beatles (esta globalización… una ya no entiende nada), ver a la policía estatal tocar como orquesta en el quiosco, cenar en unos puestitos llamados Los agachados unas buenas tostadas semi tlayudas y un café de olla caimos, bien dicen ahí, como buenas reces en el hostal que la banda me recomendó por face.
Antes de dormir miré mi celular y encontré un whatsapp de un amigo en el que me decía que ojalá encontrara el amor en mi viaje y que ya desconectara. Antes de silenciar el aparato le dije “¿encontrar el amor en 4 días? Si ya deberían llamarme Tomasa” él pensó que por aquello de la canción de la negra Tomasa, yo me refería a Sto Tomás el incrédulo. Después de descansar, volvimos a emprender camino a las costas. 7 horas en una combie que cruzaba el estado. Haciendo este trayecto, mi hermana pequeña me tomó de la mano y así con su vocesita de ardilla y sus lentes de abuela cegatona me dijo “¿porqué escogiste ir a Chacahua?” Le contesté “por el silencio” Leímos, no se cómo, durante el trayecto, ella un viejo libro de la historia de México y yo una revista de arte oaxaqueño que encontré en el hostal, la cual me dejó mil veces más confundida y menos interesada de lo que ya estaba. Cuando llegamos a Puerto Escondido nos dijeron que teníamos que esperar hasta el siguiente día para encontrar una lancha que nos cruzara a Chacahua, no sabiendo si creerles o no (aquí todos le mienten al turista… y como nos vemos gueritas) decidimos pasar la noche ahí. No voy a contar todas las habitaciones que vimos basadas en nuestro presupuesto y las mentiras de los hoteleros. Bastará con decir que encontramos una sin aire acondicionado, con las toallas más sucias que he visto y con un señor que sólo se dirigía a mi pensando que mi hermana tenía algún tipo de retraso… lo que pueden causar unos lentes para una cultura que no sabe nada de lo hipster. Disfrutando las olas me cuestioné porqué no quedarme ya ahí, pero estaba obsesionada con el silencio de Chacahua y mi necesidad de escucharme.
Al siguiente día nos levantamos 7 am taxi a la central de camionetas, camioneta de 1 hr a Zapotalito, taxi colectivo de 15 min a la entrada de las lagunas, y 30 min en lancha atravesando los manglares para llegar a mi adorada bahía.
Vaya sopresa que me di al llegar. Resulta que Chacahua en temporada alta no es nada silenciosa. Me encontré con la playa atiborrada de seres con tatuajes, pelos de colores, expansiones, ula ulas. Altavoces enormes cada 6 metros con música electrónica (mi peor pesadilla) vamos, que llegué a un rave gigante. La gente fajándose en cada esquina, metiéndose cualquier cosa y pareciendo medianamente felices, medianamente libres, medianamente calientes… hasta mañana en la mañana que les llegue la cruda. Intento pasar desapercibida hasta que me encuentro a más de un conocido. Con lo cual, leer y escribir ha sido imposible. Encima que por fin llegó a mis manos Cien años de solead, y no considero mejor momento que este para leerlo (irónico que al volver me encontré con la muerte del autor). Miro a mi alrededor, veo a la gente hasta su madre (de lo que sea) haciendo fuertes rituales de apareamiento. Me meto a mi cabaña temprano para poder leer ahí. Error, a mi lado hay un grupo de jóvenes, esos de mi edad, con unas bocinas enormes y música ELECTRONICA a todo lo que da. Estoy a punto de salir y pedirles un poco de respeto (como buena señora provinciana que soy) pero miro mi compu a mi lado y descrubro que, irónicamente, este será el mejor momento para escribir. A las 3 am, encerrada en mi cabaña, sin aire, sin sábanas, sin luz, sin toalla, ardida como camarón a la diabla, con ELECTRONICA y gritos de borrachos de fondo y mi hermana al lado, no se cómo, roncando. Ahh el silencio de Chacahua…Seguramente este escenario hace 8 años me hubiera parecido fascinante, hubiera querido ser amiga de todos, saber sus profesiones, sus sueños, sus porqués. Hoy, lo único que me cruza es que no tengo nada que ver con esta gente, yo no quiero traer el pelo como leopardo, ni dilatarme la oreja hasta que parezca un aborigen, ni imprimirme en el cuerpo cualquier cosa que crea que me pueda definir más allá de lo que ya es mi cuerpo. Yo no quiero estar drogada todo el día agarrándome a cualquier pendejo que no sepa ni quien es Valle Inclán y que me hable 3 horas sobre no se qué dj que me vale 3 kilos de verga. Yo no quiero escuchar una música que me taladre el cerebro y que no me deje escuchar ni mis propios pensamientos.
Entonces pienso en mi pueblo y me doy cuenta que tampoco quiero una boda en La catedral. No quiero un vestido blanco que simbolice lo que ya no existe. No quiero un crédito para una casa en milenio tres y pasar todos mis domingos haciendo parrillada con mis amigos de la prepa. No quiero salir a pasear con mi suegra y mi cuñada por la nueva plaza del pueblo. No quiero salir en la página de sociales del periódico como asistente a todos los eventos del estado. Tampoco quiero arreglarme todos los fines para ir al antro, ponerme tacones, alaciarme el pelo, maquillarme como Bratz y soportar a los 3 gordos solteros del pueblo, que seguro, me van a invitar toda la peda. A los cuales, x cierto, conocí en greender, tinder , o como se llame la mierda esa de aplicación donde buscas pareja (aunq digan q es para conocer más gente). Y terminar saliendo con un mirey cualquiera que sólo piense en que llegue el fin de semana para taparse y ver el partido.
Caigo en la cuenta de que no vivo allí y me traslado a la vida de los solteros de mi edad en el D.F, que es donde vivo y no quiero aprenderme de memoria todos los baresitos de la Roma y la Condesa, probar cada uno de los nuevos gins que traen en carritos con sus frutas exóticas, no quiero ir a eventos super fashion de BlackBerry, Iphone, Tommy, Jagger, o whatever marca de toda la vida. No quiero estar en todas esas galerías de D.f donde la gente más que vestida parece disfrazada y termina igual o peor que estos aborígenes raveros que están bailando atrás de mi. No quiero salir con un hipster intelectualoide que me hable la mitad de las palabras en inglés y me mencione bandas que en mi puta vida he escuchado y yo tenga q fingir q claro, que tener viniles es lo más genuino del universo y que tiene todo el sentido gastarte tu quincena en eso.
Bueno, pienso, siempre tengo mi círculo de artistas pero; no, tampoco quiero volver a la escuela de escritores, de dramaturgos, de teatreros, en la que los intelectuales se la pasan presumiendo a ver quién ha leído más, quién es más raro, quien conoce a no se quién que es un cabrón de blablablá. A quién se le ha ocurrido la novela más chingona que nunca escribirá y que por eso es tan chingona. Y da igual si son teatreros que hablen de directores de casting o escritores que hablen sobre poetas. Ninguno esta escribiendo ni actuando. Hablar con un wey, o una vieja en su determinado caso que se quede mirando al horizonte en silencio, a media conversación y que cuando le pregunte qué le pasa me diga “nada, locuras mías”.
Me planteo a mi misma la posibilidad de vilver a mi etapa lesbica. Y sólo de recordar la cantidad de pedos entre mujeres, los dramas, el llanto, los celos, me dan arcadas. No no quiero pasarme la vida en manifestaciones feministas, raparme el pelo de un costado, crucificar el maquillaje y los tacones por siempre. Ya fue. Ya no hay más que descubrir allí.
Así que nada. Ya que miento madres al universo, vuelvo a intentar dormir. Y por la mañana me voy a reconciliar con el mar. Ya que, gracias al señor, se fue la luz en toda la bahía y nadie puede poner su música infernal. Y cuando estoy ahí, mirando el ir y venir de las olas, me es inevitable volver a mis raíces católicas, de escuela de monjas, del coro de la iglesia y escuchar este fragmente de una de las canciones que canté durante 6 años: “solo en el puerto, de la verdad, veo mi vida meciendose en el mar, es una barca que no viene ni va, mis esperanzas son velas sin hinchar”. Y cobra todo el sentido que en 6 años de primera voz del coro no había encontrado.
No, no se confunda el lector, una no anda perdida. Estoy perfectamente cómoda con la vida que estoy teniendo en la capital. Me levanto todas las mañanas a hacer pole o pilates a las 7 am, doy clases en 3 diferentes escuelas y me descubro fascinada ante la docencia, estoy dirigiendo 3 obras, actuando en 2 y mi vida profesional está yendo como nunca imaginé de bien. Todas estas elucubraciones sugen cuando vuelves al pueblo para alguna boda (cada 15 días) y los amigos dicen, siempre irónicamente : “y tú para cuando?”
Hola, soy María José, tengo 29 años, soy de provincia mexicana, he vivido en varias ciudades, he vivido muchos de mis yos, he vivido… y pertenezco a una generación a la que me siento totalmente ajena.

viernes, 31 de enero de 2014

Esto también pasará

"ESTO TAMBIEN PASARÁ"

Va a pasar que un día me anime y me acerque.
En la cafetería, en el metro, en la tienda,
a media clase, antes de salir de trabajar,
o tal vez te mande un mensaje por facebook

Va a pasar que te haga una de esas bromas mÍas,
una de esas que lastime y haga reír al mismo tiempo,
que me mires, y veas que no estoy tan fea
que hay algo raro en la forma en la que te veo.

Va a pasar que al siguiente día te salude,
y al siguiente día igual,
y al siguiente día lo mismo,
hasta que seas tú el que me salude,
el que me hable, el que me mire.

Va a pasar que te haré bromas todos los días,
que tenga pequeños detalles contigo,
que te lleve a bailar pasos que nunca habías hecho,
que te lleve a ver obras que nunca hayas visto,
que te lleve a cantar canciones que no habías escuchado.

Va a pasar que me lea todos los libros que has leído (porque vas a leer)
voy a hablar de las cosas que a ti te guste hablar
voy a investigar todos los temas que te interesen
voy a mover los brazos como tú

Va a pasar que vas a respirar como yo, a cantar como yo, a disfrutar como yo.

Va a pasar que me vuelva contigo, de ti, para ti,

Va a pasar que te vas a enamorar,
y yo voy a sentir que estoy enamorada,

Va a pasar que vamos a comer juntos
a cenar juntos, a desayunar juntos,

 "ESTO TAMBIEN PASARÁ"

Va a pasar que un día me anime y me acerque.
En la cafetería, en el metro, en la tienda,
a media clase, antes de salir de trabajar,
o tal vez te mande un mensaje por facebook

Va a pasar que te haga una de esas bromas mÍas,
una de esas que lastime y haga reír al mismo tiempo,
que me mires, y veas que no estoy tan fea
que hay algo raro en la forma en la que te veo.

Va a pasar que al siguiente día te salude,
y al siguiente día igual,
y al siguiente día lo mismo,
hasta que seas tú el que me salude,
el que me hable, el que me mire.

Va a pasar que te haré bromas todos los días,
que tenga pequeños detalles contigo,
que te lleve a bailar pasos que nunca habías hecho,
que te lleve a ver obras que nunca hayas visto,
que te lleve a cantar canciones que no habías escuchado.

Va a pasar que me lea todos los libros que has leído (porque vas a leer)
voy a hablar de las cosas que a ti te guste hablar
voy a investigar todos los temas que te interesen
voy a mover los brazos como tú

Va a pasar que vas a respirar como yo, a cantar como yo, a disfrutar como yo.

Va a pasar que me vuelva contigo, de ti, para ti,

Va a pasar que te vas a enamorar,
y yo voy a sentir que estoy enamorada,

Va a pasar que vamos a comer juntos
a cenar juntos, a desayunar juntos,

 a beber juntos,
a bebernos juntos

Va a pasar que vamos a hacer el amor miles de veces
que voy a conocer tu cuerpo,
que voy a succionarte
que vas a beber todo lo que hay en mi.

Va a pasar que un día me despierte
y algo que tú hayas dicho,
o algo que yo haya dicho
algo que tu hayas hecho
o algo que yo haya hecho
va a estar taladrándome la cabeza.

Va a pasar que mire tu brazo, abrazandome
y necesite salir corriendo.

Va a pasar que me vaya,

sin saber a dónde.

Va a pasar que caminaré calles enteras llorando
escuchando canciones que se me claven en las ingles

Va a pasar que tú vas a sufrir y yo voy a sufrir porque tú sufres
voy a sufrir porque no me llames,
voy a sufrir porque no me busques,
voy a sufrir porque no me extrañes
voy a sufir porque me busques
voy a sufrir porque me quieras
voy a sufrir porque yo sienta lo mismo
Va a pasar que suframos.
pero
después
Va a pasar
y
Va a pasar que un día me anime y me acerque.