sábado, 9 de agosto de 2014

No conoces México

Esta semana terminé de leer este libro. Me quedé muy avergonzada con mi nivel de ignorancia. Primero porque nunca antes me había prenguntado quién era Elena Garro. Porque me doy cuenta que he leído a muy pocas mujeres mexicanas, porque una lee lo que le recomiendan y lo que escucha por ahí, pero no había investigado en todo ese lado silencioso de la historia de la literatura. Me he declarado, mil veces, fan de Simone de Beauvoir (y de muchas cosas más) cruzando un océano, buscando siempre más lejos, más allá de mi.
Tras mis cinco años de estadía en Madrid, volví a México muy enojada con el universo por no haberme podido quedar allá. No soportaba la idea de mi regreso (eso es otro tema). Ese enero con una mochila de un lado y Evelina del otro me fui al sureste, allí nos encontramos con mi hermano y mi sobrino. La noche del año nuevo estábamos en Mazunte mirando las fogatas y comiendo un buen pescado sarandeado. No se porqué la conversación derivó en mi hermano reclamando que mis contemporáneos sólo pensaban en salir de su país y buscarse fuera. Yo me enojé porque me sentí agredida, sentí que me juzgaba como una niña burguesa más, y eso, viniendo de ese hermano, es el peor de los insultos. Nunca antes me había enojado así con él, Evelina le daba la razón y eso me emputaba más, que mi amiga estuviera del lado de mi hermano, o que mi amiga me juzgara, no sé, mi sobrino intentaba mediar y yo tuve que irme al baño para llorar de rabia, escuchando las palabras de Toño diciendo NO CONOCES MÉXICO. Hoy, tres años después, entiendo porqué me enojé tanto. Tenía toda la razón.
Terminé el libro y, para empezar, no sabía  si Ixtepec existía o era un pueblo imaginario. Me sentí como hace diez años, en esas tardes en las que, al salir de la escuela de escritores, me iba a tomar largos cafés con Antonio Tamez (gran amigo y escritor) en los que él hablaba profundamente sobre Ciudad Hermes, contando cada detalle del lugar, escribiendo cartas en su idioma, describiéndonos el aeropuerto con sobresitos de azúcar, y contándonos historias sobre las plazas y los habitantes del lugar, incluso enseñándonos mapas geográficos. Yo, al principio, pensaba que todo lo que me contaba de verdad pasaba en alguna parte del mundo, las pláticas con ellos siempre hacían que mi ignorancia resonara en todos mis huesos, hasta que un día alguien, o él, ya no recuerdo, me explicó que Ciudad Hermes era un país que sólo habitaba en su mente (hasta ese entonces, ahora nos habita a muchos). Volviendo al libro, me puse a investigar; Ixtepec es un pueblo que está en la provincia de Oaxaca, y cuando vi que existía me dio una gran tristeza, porque mientras leía la novela llegué a llorar muchas veces con su historia, según yo, asumiendo la ficción.  En el momento que vi en el mapa a Ixtepec, tan cerca de mi, me di cuenta; no lloraba por una empatía con la ficción, con los personajes, con el pueblo, lloraba porque yo soy Ixtepec, porque México sigue siendo Ixtepec, el mundo entero es Ixtepec. Porque más allá de que el libro hable de la historia de México, en puntos y temas que yo ni siquiera me había planteado ¿cómo vivió la sociedad la revolución, y la guerra cristera, y los miles y miles de cambios de gobierno? ¿qué pasaba con los que no se levantaban en armas? ¿qué pensaban de los zapatistas?
 Me sentí en esa eterna impotencia y frustración de Ixtepec, una sociedad paralizada por el miedo, que no levanta la voz más que para criticar al otro y no para generar un cambio.  No logro encontrar la diferencia entre el General Francisco Rosas y su amante Julia y Peña Nieto y la Gaviota. Ahi estamos, criticando si salieron de portada en tal o cual revista odiando y admirando su belleza, juzgandolos por a, b o c. Pero ellos no son más que el reflejo de nuestros miedos. De quién dejamos que nos gobierne (aunque creo firmemente que no nos gobiernan ellos). De la actitud que tomamos ante el poder, de cómo nos empequeñecemos. De porqué México no logra ser Fuenteovejuna. 
¿Qué diferencia hay entre las comadres de Ixtepec que se juntan en sus casas ha hablar sobre la inmoralidad de la querida del general y los posts en facebook sobre si la Gaviota se para con las piernas abiertas o salió en bikini haciendo películas de 3 pesos? O los hombres de Ixtepec, burlándose en las cantinas por el amor no correspondido del General y los memes de Peña Nieto, que si no sabe leer, que si es un analfabeto, bla, bla, bla.
La historia se repite en espirales continuos. Y nosotros igual, bajo la impunidad, con las cabezas que amanecen colgadas en Michoacán, con las miles de mujeres asesinadas en Juarez (en todo el país). Una sociedad manca por miedo. No nos diferenciamos en nada de la gente que no defendió la revolución, ni el movimiento zapatista, ni luchó por sus creencias en la guerra cristera.
 ¿Somos una eterna repetición de errores?

Por supuesto no tengo ninguna solución, a mi también me paraliza el miedo, la decidia, la comodidad. Sueño continuamente con que llegue un gurú que me haga levantarme en armas, o en algo y me enseñe cómo luchar por un mundo mejor más que porque yo esté mejor. Hoy es sábado, pero seguramente el lunes yo ya esté posteando alguna pendejada en facebook o twitter o instagram sobre algún error de alguien más. Si alguien gusta ser mi gurú, encantada estaré.

Dejo aqui algunas frases de este libro que me hicieron ruido:


 Hay que ser pobre para entender al pobre - decía sin levantar la vista de sus flores.

 - Doro, lo único que hay que imaginar es lo que no existe.

 ¡ Es difícil tener hijos! son otras personas

 cada uno inclinado sobre su círculo de luz, atareados en el olvido, fuera de ellos mismos y de la pesadumbre que por las noches caía.

 A medida que creció, su memoria reflejó sombras y colores del pasado no vivido que se confundieron con imágenes y actos del futuro.

 oía caer palabras y las aguantaba estoicamente como quien aguanta un aguacero.

 su propia imagen era la manera de reconocer al mundo.

 No todas las mujeres pueden gozar de la decencia de quedarse viudas.

 En la noche todos somos inteligentes y en la mañana nos encontramos tontos.

 La voluntad de separarse de todo es el infierno.

 Los tres compartían la sorpresa infinita de encontrarse en el mundo.

 Los días del hombre le parecían de una brevedad insoportable para dedicarlos al esfuerzo del dinero.

 Yo no quepo en este cuerpo.

 ¡Si tuviéramos siquiera un buen temblor de tierra!   Padecía una nostalgia de catastrofes.

 ¿Sabe usted lo que es un libre pensador? Un hombre que ha renunciado al pensamiento.

 Forastero era el mensajero, el no contaminado por la desdicha.



 Escuchaba las noticias del periódico. ¿Qué podía importarle a ella si ella era tan desdichada?

 ¿Qué esperábamos? No lo sé, sólo sé que mi memoria es siempre una interminable espera.

La vida no es como uno quisiera que fuera- dijo el soldado bajando los párpados, avergonzado.

Ya ve mi coronel, que lo que no sucede nunca de repente sucede.

Él andaba en busca de algo más intangible, perseguía la sonrisa de un pasado que amenazaba esfumarse como una voluta de humo. Y ese pasado era la única realidad que le quedaba.

 ¡Cuando uno ve la cara de su enemigo es menos enemigo!

Le gustaban los amores imposibles, le dejaban el gusto exquisito del fracaso.

No me gustan los poetas, no piensan sino en ellos mismos ¿Quién va a querer escucharlo hoy...?

No es posible, no es posible. Pero cada vez el horror iba siendo más y más posible.

También los españoles a pesar de ser españoles, en algún tiempo supieron algo.


- ¿Y en Ixtepec no hay teatro? - dijo el fuereño cambiando la respuesta por otra pregunta.
 - ¿Teatro? ¿Quiere usted maś teatro que el que nos da esta mujer?
- ¡Es una lástima! La gente vive más feliz. El teatro es la ilusión y lo que le falta a Ixtepec es eso: ¡La ilusión!







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