jueves, 3 de abril de 2008

h al l. azul


La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad,
pero quizá no diga más que fantasias,
y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías
pero quizá diga la verdad.
Antonio Tabucci
f- No lo entiendo, cuentos y más cuentos. ¿Para qué? No tiene ningún sentido.
l- ¿Me lo dices tú a mí? Tu que te tirarás toda una vida formulando teorías para que al final llegue alguien y te diga: gracias por participar pero usted, también, ha fallado.
f- No tienes ni idea de lo que hablas. Yo descubro al mundo, no me invento historias, todo parte de una base.
l-¿Qué base es real? ¿Quién te ha dicho a ti que existen bases? Eso nos lo inventamos los humanos para sentir menos miedo.
f- Menos miedo eso es lo que vosotros os fomentaís. Escapatorias, huídas contínuas para no ver lo que hay. Lo que te gritan las calles.
l- A mi no me vayas a venir con que el miedo no existe porque tú mejor que nadie sabes que es lo único perecedero. El miedo y el dolor.
f- No me vengas con sentimentalismos. Lo único perecedero es la historia.
l- ¿La historia? pero si es lo menos verdadero que hay. Si se va transformando y deformando hasta ser todo mentira. Nosotros vamos con la carta blanca de entrada. Mentimos porque es mejor mentir siendo sinceros. Saber que nuestra verdad es ya desde el principio una mentira, porque es nuestra.
f- Claro, tener que analizar la falsedad del ser humano ¿no es eso? Se os va la vida pensando en todo lo malo y horroroso que es este mundo. Os torturaís vosotros solos porque al resto de los seres humanos nos la suda vuestra existencia.
l- Y ahí me vuelves a dar la razón. El ser humano, el ser más egoísta del planeta. Digo del planeta todavía con la duda de que haya seres humanos fuera de él.
f- ¿Eso qué? Está más que comprobado que los seres humanos sólo habitan el planeta TIERRA.
l- Pues a mi lo único que me parece que se comprueba más día con día es que nada es lo que parece.
f- Ah si, todo es mentira y somos los títeres de algún malvado ¿no?
l- No pienso entrar en esa discusión. Lo único que te digo es que no somos tan grandes como nos creemos.
f- Y yo te digo que ahí radica vuestro problema, en su sentimiento de inferioridad. Contaminan al mundo de su tristeza, de vuestro pesimismo. Entonces la gente deja de hacer lo que debe de hacer para pensar en tonterías.
l - ¿Tonterías? ¿Pero tú que te crees que estas haciendo? Las mismas gilipolleces que nosotros. Aferrandote a analizar exahustivamente al mundo para creer que hay algo más. O que todo es por algo.
f- No empieces a hablarme de Dios que por ahi no entro.
l- no estoy hablando de ningún dios. Hablo de... Ya empezó la pelicula. Hablamos después.
f- o no.

lunes, 31 de marzo de 2008

mentoreando

Se interponen los medios de comunicación y siente que no se puede alcanzar la luna sin haber besado a las estrellas que están en el camino. Puede decir que la ternura de sus ojos hacen que salga la ella tenía oculta y su ternura saluda en forma de un beso interminable.
A veces le cree y eso hace que el estómago se contraiga. Todavía hay fe. Desde la cima de alguna cuesta desconocida. La desconoce el dueño de la ciudad. Ella quiere llevarlo a lugares mágicos aunque hay días en que la magia ausenta de las calles. Él se la devuelve en pequeñas mordidas en la mejilla. Los audífonos se caen de los oídos cuando los cuerpos se abrazan.
El recuerdo de los primeros besos en la boca de él. Grande en las pupilas. Ahora los colores son algo más para ella. Se emborrachan de frambuesa y cereza. No hay más que un deje de miedo entre beso y beso. Que se acentúa cuando acaba la noche y empieza a despertar el sol. Así que ella se va antes de la adicción a los amareceres interminables. La adicción no mata piensan las gotas del rocío que la ven partir.

cuando llega (h,. al li.azul)


No es querer decir amor y que la lengua no llegue,
es tener lengua y no llegar al amor.
Saramago.
Abrió los ojos empapada en sudor.
Lo había visto venir, corrió hacia él y de un salto, a horcajadas
comenzó a besarlo por toda la cara, el cuelo, las orejas.
Él sonrió triste y dijo:
"como cuando me querías".
Ella pensó que nuca más volvería a querer a alguien así.
Lo besó doble y triple vez aprovechando que el impulso surgía.
Se equivocaba, no tardó tanto en volver a acariciar un rostro.
Los impusos se siguen aunque sean una espada en el estómago cuando se piensan.
Aunque a veces el miedo haga que le suden las manos y los párpados enrojezcan.
Que ni cinco porros hacen que se vaya el nervio mal parido de una resaca incongruente.
No quiere volver a ver la sonrisa triste.
Siempre serán nuevos rostros, siempre las mismas tristezas.