No es querer decir amor y que la lengua no llegue,
es tener lengua y no llegar al amor.
Saramago.
Abrió los ojos empapada en sudor.
Lo había visto venir, corrió hacia él y de un salto, a horcajadas
comenzó a besarlo por toda la cara, el cuelo, las orejas.
Él sonrió triste y dijo:
"como cuando me querías".
Ella pensó que nuca más volvería a querer a alguien así.
Lo besó doble y triple vez aprovechando que el impulso surgía.
Se equivocaba, no tardó tanto en volver a acariciar un rostro.
Los impusos se siguen aunque sean una espada en el estómago cuando se piensan.
Aunque a veces el miedo haga que le suden las manos y los párpados enrojezcan.
Que ni cinco porros hacen que se vaya el nervio mal parido de una resaca incongruente.
No quiere volver a ver la sonrisa triste.
Siempre serán nuevos rostros, siempre las mismas tristezas.
3 comentarios:
como has hecho para escribir esto a la una de la noche?juraría q stbas con una taza d vino, apoyada sobre una chimenea por la q se puede oír el viento...
lo hago cambiando el horario.Dicen x ahi que soy omnipresente. tu q crees?
Estoy de acuerdo. Ahora estás ahí. Y sin embargo estás aquí.
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