jueves, 31 de julio de 2008

carta 2. borrego de aqui para allá

Perdona la tardanza, aveces estoy cansada y no sé qué decir. Si te soy sincera no sé de qué me canso. Paso el día en la playa viendo a los delfines ir y venir.Buscando la combinación perfecta de colores para plasmar una nube. No siempre las nubes son ligeras y eso me da rabia. Me canso de ver las estrellas y tratar de entender constelaciones. Esta mañana pensaba: "Un momento irremediable cuando me leías" Nuestra vida ha sido eso hasta ahora; una cadena de momentos irremediables, contigo o cuando tú no estabas, perdón, cuando tú no estás.

Creo que anoche escuché a una sirena cantar. ¿Quién fue el primero en inventar eso? Aveces pienso que el que ha inventado todas las historias has sido tú, antes que los griegos y que Goethe. Tú antes de Shakespeare.

Percibo tu resistencia a hablar sobre mi abuelo. Supongo que aún le guardas rencor. Aunque nadie lo haya querido así. Sé que eras su consentido y entiendo también tu dolor. A mi me duele la muerte del pequeño cada vez que veo mis dedos e imagino su manita oliendo a nenuco. Tal vez no debería hablarte de esto pero... ¿con quién lo hablo si no? Cada vez me siento menos madre. Imagino mi matriz como un huerto de flores disecadas roidas por gusanos fracasados que se perdieron antes de llegar al paraíso. Me siento menos mujer y más aroma. La abuela tampoco entiende lo del abuelo. Matar a un bebé por accidente es algo imposible de entender para una mujer con la sagre maternal de la que ella está invadida. Yo lo he perdonado. Aunque tampoco lo entiendo. Nadie está cargando más que él. He tratado de buscar a alguien que lo ayude a salir de allí, pero nada. Nunca he pertenecido a un círculo cercano a abogados.
Lo siento, tal vez no quieres leer de esto. Pero ¿con quien lo hablo si no?

Mis pinturas siguen siendo mediocres y muchas veces pretensiosas, pero siguen siendo mías, hasta que el mar decida robarmelas. Te tengo presente continuamente, sobretodo cuando el sol se esconde y los pájaros se cuelgan de los cables del teléfono. Pájaros y tú volando tan lejos, haciendo que vuelas, como yo hago que soy espuma de mar y las olas me roban volúmen.

Tengo que irme, no sé porqué. La brisa se me ha pegado a los dedos y estoy pegostiosa.
Bebe zumo de zanahoria para esos temblores.