jueves, 22 de agosto de 2013

Despierto para no poder llorar.

Supongo que son días, hay días así... y hay que dejarlos ser, porque no siempre se puede estar , no siempre puedes ser como eres, como quieren que seas, como quien quieres ser.
Te vas a la cama tranquila, con la certeza de que esta noche dormirás una o dos horas más, despiertas por la mañana para ir al baño y resulta que ya has dormido 9 horas, y la cama sigue pidiéndote que estés con ella, que no te vayas, que te quedes en el mundo de los sueños, aunque sea sólo por un día.  Vuelves a ella y te entregas a Morfeo, porque, a esta hora es tu único amante. Pasan dos horas más, has dormido once horas, abres los ojos y no encuentras una razón para despertar. Hoy ni el insanity, ni el yoga, ni las 102 actividades que te has inventado para embriagarte en esta vida te llama la atención. Te han cancelado las clases y los ensayos del día, no hay nadie en casa, nadie a quién demostrarle nada, nadie con quién ser. Y no quieres despertar, no quieres levantarte, no quieres arrancar.

Soñé que ella seguía viva, que sólo se había escondido mientras nos veía seguir siendo. Soñé que la abrazaba, que llorábamos juntas, soñé que la olía y la escuchaba y cantábamos. Desperté y ella seguía muerta.
Soñé con él, soñé que me quería, soñé que siempre me había querido. Desperté y no era cierto.
Soñé con un espacio vacío, sin pretenciones, libre, con olor a campo. Desperté y no estaba.
Soñé que tenía todo y todo se me iba. Desperté y todo seguía igual.

Te levantas, desperezas, te obligas a ti misma a hacer algo, a mover un dedo. Recoges la Valentina, la Maggi y el Tajín que dejaste el día anterior en la sala y recuerdas esa película sobre amores imposibles ques se volvieron posibles. Guardas las botas y el saco que dejaste tirados en tu habitación, mandas algún mensaje insignificante por whatssap que te haga salir de ti. Miras Facebook, lo cierras, dudas en arrancar yoga... vuelves a la cama. Abrazas al perro sin vida y entiendes porqué las personas tienen mascotas. Decides no moverte. Porque así como le dijiste a tu abuela hace días "se vale no querer despertar". Se vale querer quedarte en la cama, se vale no hacer 2 horas de ejercicio, no dar 4 horas de clase, no escuchar los 102 problemas del mundo y sólo estar allí, abrazando a un perro de terciopelo. No pasa nada por un día... pero no puedes... y lo escuchas diciéndote "No sabes estar sin hacer, no sabes perder el tiempo" Te levantas, buscas un libro, uno gordo, encuentras Los indignados, comienzas y te das cuenta que va a hacer todo lo contrario a animarte, lo tiras a cualquier pared, a la de la izquierda, y regresas al abrazo del perro. A pensar en nada, a no poder ni llorar, ni reirte, a no saber estar y ya, a sentirte culpable por no ponerte de pie y empezar... lo que sea que hay que empezar.

Soñe que volaba, que arrancaba vuelo en lo alto de un lago y dirigía mis alas a rumbos desconocidos. Desperté y me dolían las piernas por  haber hecho Insanity.
Soñé que lo besaba, que perdonaba todo y él a mi, que acariciaba mi vestido color hueso y que los demás nos miraban con envidia. Desperté y estaba el perro.
Soñé que él me repetía de memoria páginas enteras de mis libros favoritos, y citaba a Cortázar, a Bolaño, a Hesse y a Murakami. Desperté y sólo me quedaban unos cuentos irónicos de Chesterton.

Recibes un mensaje, de las amigas de lejos, las del otro lado del charco...resulta que ellas están igual, una siesta enorme que no las deja levantarse. Sacudes el cuerpo, dudas en hacerte un café, en ir a pagar la renta que tenías que haber pagado hace una semana, no puedes, algo te ata a esta casa, a esta pijama de Mafalda que te dio algún exnovio hiperactivo, quizá lo mejor sería llorar, llorar como una buena protagonista de Emma Thompson y luego, ya desahogada arrancar el día.... pero no puedes, hace días que te bloqueaste a causa de un exnovio desequilibrado que se puso a gritar en tu ventana, a causa del miedo y de la impotencia.

Soñé que cantaba, que mi voz iba de colores de burbuja en burbuja. Desperté y tenía la boca cerrada.
Soñé que tenía el cabello largo, fuerte y brillante. Desperté y mis puntas abiertas me picaban los ojos.
Soñé que había allí, para mi, un amor. Incluso en el sueño se iba. Desperté en medio de la cama.

Habrá que sacar esto, habŕa que llorar de alguna forma porque te está bloqueando en los escenarios y una actriz que no siente... "por dentro no pasaba nada"... Entonces así, como hace algunos años, como en Madrid, como en San Sebastián de los Reyes, te levantas, vuelves al ordenador, pones algo de Simone White y comienzas a llorar por los dedos.