jueves, 21 de junio de 2007

el clan sudaca en el primer mundo ( h. al l.azul 15)



Triste el pisar las líbicas arenas,
y el patrio nido recordar lejano,
y aún más triste suspirar en vano
sembrando el aire de perdidas penas.
Manuel María de Arjona.


- Señora; le voy a pedir que reduzca su hora de comer a media hora. Hay muchas cosas que atender en tienda y necesito que se quede más tiempo.

La señora Miriam cuelga el teléfono.

- ¡Hay que joderse! Ya está el jefe de los cojones dando el coñazo otra vez.

A la señora Miriam le gusta dejar el lenguaje peruano cuando se trata de cagarse en ... algo. El peruano lo deja para los días de arroz y corundas.

La señora Miriam lleva seis años en éste país. " y ésto era el primer mundo" , lo dice siempre en voz alta cuando el autobús no llega a tiempo, cuando entra a los restaurantes y las servilletas se suben a los zapatos, cuando en el metro los moros, chinos y romanos la impregnan de su olor.

Vino porque estába enferma. Allá no la podían curar. "Recién me había casado ", cuenta siempre a los del autobús de regreso. "hipertiroides, tiroides, algo de por ahí".

Tuvo que dejar a su marido en "El Perú". Las leyes sólo apoyaban a la enferma. Lleva ya seis años en tratamiento. Acá, en el primer mundo. Consiguió un trabajo, para mantener a su esposo que, ella dice, la sigue esperándo. Seis años tratando de conseguir una visa para el marido. "Dicen que ya hay mucho peruano, por eso se tardan tanto".

Se levanta todos los días, a las seis de la mañana. Despúes de haber soñado con "el Perú" y con su marido el mulato. Hace el desayuno para la familia con la que vive. Coje un autobús y hace una hora a su trabajo. Abre la tienda a las diez y de diez a diez vende artesanía ecuatoriana, peruana, sudaca. Con sonrisas para todos. Siempe esperanzada en que, con las comisiones del día, invitará a comer a su mulato. Lo llevará a la Plaza Mayor, a Cibeles. "uy y le va a encantar el cordero".
Don Pedro, su jefe, la conoció en Café Di Roma. Era su camarera. Don Pedro hizo migas con ella. Él de "el Ecuador", ella de "el Perú". Complicidad sudaca. Le ofreció ser la encargada de su tienda. Trabajaba muy bien. Le ofreció mejor sueldo y ayudarla a traer a su marido. La señora Miriam aceptó rápidamente.
Don Pedro no cumplió todas sus promesas. La señora Miriam trabaja doce horas sin parar. Está sola en tienda todo el día. Limpia, atiende, acomóda, hace pedidos. Siempre sonriendo, porque "cada vez falta menos para que venga mi mulato".
Aprendió todo sobre "pot grinders", pipas, bombillas y narguilas. "Don Pedro dice que es lo que más vende". Piensa que el mulato se reiría mucho si viera lo que anda vendiendo.
Don Pedro ya no es su complice. Se le olvida que en Ecuador se sufre. Ha hecho mucho dinero y mientras más ahorre mejor. " ay Don Pedro ha cambiado tanto"
La sra Miriam ya se conoce a todo el centro comercial. En el autobús de regreso es la más popular. Como desfile pasan a saludarla. Los gays de la pelúquería, las pijas de Zara, las macarras de Pinky, la pesada de la tienda infantil, las dominicanas del café. Todos conocen su historia con el mulato y todas las noches. " Sra Miriam, ¿cuándo viene su esposo?" Todavía no tiene respuesta.
No descansa la señora Miriam. Cuenta en el autobús que le enseñaron a usar el chat y que su mulato le manda unos muñequitos que envían besos. "hoy me toca verlo por la camarita, ¿me veo guapa?". En el locutorio " Sra Miriam ¿qué tal la tiroides? ¿ y su mulato?".
Dice que uno tiene que aguantar. Dice que da gracias a Dios porque su enfermedad está casi curada y gracias a eso el mulato la va a querer más ahora que está flaquita.
Hay días que la señora Miriam necesita algo. Una coca cola, y aunque le haga daño la toma. " ya que no está mi mulato, una no es ninguna".
Sólo libra los domingos. Entonces se va al restaurante peruano con "la Nancy". Hablan de "el Perú", de cuánto lo extrañan. Las dos saben que no pueden regresar. " allá la vida esta muy difícil, no hay trabajo, pero que bonito sería si fuera también del primer mundo" Una aníma a la otra para seguir sobreviviendo. En el primer mundo, tan ajeno.
Esperándo a su mulato. Yo sólo espero que llegue su mulato algún día. Y que al subirme al autobús, alguna de estas noches, me diga " ya llegó", y que " su mulato" no sea lo que yo imagino. Para que la Sra Miriam no llore, ojalá nunca llore.



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