domingo, 6 de abril de 2008

Shoel al despertar (h. al l. azul)





Estoy aqui, echado en la cama,

moviéndome de un lado a otro

en la estúpida creencia de que el sueño

me ayudará a aclararme.

Pero primero pondré el despertador.

Denis Cooper.


Vemos a Shoel tumbado en su cama. Mira la esquina de la pared. No se sabe porqué, podemos escuchar su voz sin que él mueva la boca. Será el eco de la habitación.

No me importa. Que sean las tres, las cuatro. Que pase la mejor hora del sol. Ahora que por fin hay sol. Sí, perderé los días en horizontal. Porque no me apetece nada más. Alguna vez leí que hiciese lo que me nacía en ese momento. Pues lo único que me nace es quedarme aqui. Y ojalá hasta la muerte. Ojalá la atraiga con gritos de desesperación. Que no hay solución por ningún lado. No tiene sentido el día con día, aunque haya algo divertido, aunque te llame alguien que hace mucho tiempo no te llama, aunque amanezca soleado y la gente esté en las terrazas. Por que... ¿para qué? ¿para qué me despierto todas las mañanas? ¿para que voy al trabajo y escucho las tonterías de un jefe sin escrúpulos y un grupo de compañeros pusilánimes? ¿de qué sirve sentarme en un comedor a comer una ensaladilla rusa de hace tres días, con cara de que no pasa nada y eso es lo que hay? ¿alguien me va a dar algo en recompensa? Aguantar la hora de trayecto en el autobús, la charla con algún compañero sobre alguno de los demás, los errores de los demás, lo aburrido y agobiado que se siente con su mujer. Lo que ha sufrido para estar donde está, que no está bien. Callarme las ganas de decirle ¡Nunca vamos a estar bien! Este es un jodido mundo donde la gente está bien por momentos, que la mayoría del tiempo nos estamos autoconvenciendo de que se puede seguir, de que estamos tranquilos. ¿Es que acaso alguien puede estar tranquilo sin saber quien es y porqué estamos aqui? La gente puede, dormir y comer, y emborracharse con la incertidumbre, con la ignorancia de todos los porqués. Y como no hay manera de averiguarlo pues todos nos damos por vencidos. y "a dónde fueres haz lo que vieres". Por eso no me levanto hoy. Me niego a despertarme para hacer lo que hacen los demás. Porque no encuentro un sólo sentido en este ir y venir al trabajo, a la calle, al supermercado, a las reuniones, a las fiestas. Que nada me apetece más que estar en cama. Y tengo que pensar que tal vez por el capricho que me ha asaltado esta mañana perderé el trabajo. ¿Y qué más da? cuantas personas no han perdido el trabajo. ¿De qué me sirve trabajar? Para comer y comer para vivir y ¿vivir? Que no importa, que no estoy mal, que no necesito ayuda. Sólo me pregunto qué hacen los hombres cuando se dan cuenta de este no-significado de las cosas. Buscar a Dios sigue siendo lo mismo. Autoconvencimiento de que no estamos solos, un placebo para sobrellevar el dia con día. Estúpidos e insignificantes somos al final del todo. Aunque trabajemos, aunque nos enamoremos, aunque vivamos con la máxima energía y positivismo. ¿Para qué? Ni siquiera nos gobernamos a nosotros mismos. De pronto tenemos reacciones que no esperabamos tener, sentimientos que no queríamos tener, circunstancias en las que no queríamos estar. Nadie es "arquitecto de su propia vida" somos consecuencia del ir y venir de una masa de no pensantes. Aquí me quedo, me niego a levantarme, me niego a ducharme, a desayunar, a comer, a cenar, a ver la tele. De ninguna manera seré hoy uno de esos muñequitos que andan por la acera con sus bolsos y sombrillas, andando a toda velocidad. Como si supieran a dónde llegar. Me quedo en casa, conmigo y mi ventana. No voy a comprar, no voy a soñar, no voy a charlar. Aquí, dónde no tengo que hacer lo que vea que hacen.
Shoel gira sobre sí mismo. Lo escuchamos gemir. Cierra los ojos y dejamos de escuchar lo que dice, porque alguna canción, la que sea, la que cada quien lleva en la cabeza empieza a sonar bajito y luego más más fuerte.

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