sábado, 29 de diciembre de 2007

f

Es hora. Dijeron que es hora. Como en la canción de la onda vaselina y en esa frase en mi móvil, cuando mi móvil era celular. "Los buenos guerreros se retiran a tiempo". Aquella vez que decidí dejar a alguien.

Entonces se acaba. Hay que dejar algunas guerras para concentrarse en otras. Saber reconocer la derrota, el tiempo pasado, o la llegada de alguien más. A veces son amigas. A veces soy yo.
Caminos libres. Dicen que cuando quieres ser libre tienes que dejar libre todo lo demas. Tienes que dejar. Habrá que ser congruentes. Unas cosas por otras, siempre digo yo. Tendré que apostar por las "otras".
No es nada. Quizás un dejo de tristeza. Un halo de lo que hubiera podido ser que ya nunca se sabrá. Unas ganas inmensas de haber sido sapo. Rana que se convirtiera en princesa. No princesa que volviera a ser renacuajo.

Hubiera querido abrazarme a un brazo. No querer moverme. Estar llena con el calor de un cuerpo. Hubiera querido no tener raíces de alas. Cuesta mucho hacerlas crecer, no pisarlas, mantenerlas en alto. Por eso, Sarita, sólo algunas podemos ser hadas. Porque tener alas duele el doble que tener manos y pies. Porque el que vuela vive cayendo para volver a levantarse en alto. Por eso, Sarita, ser hada no siempre es buena idea. Porque a veces las alas pesan y hacen imposible la factibilidad de un abrazo. Volar. El vuelo. ¿Lo vale todo el vuelo? Por eso, Sarita, para ser hada necesitas haber crecido mucho, haberte roto el corazón y haberlo remendado muchas veces. El corazón que esta compuesto de todo. Un corazón, Sarita, un corazón de hada. Un hada que acepta sus errores, que perdona, Sarita, que perdona. Una hada, Sarita, que vive por ver la sonrisa de un niño. Por hacer que toque la estrella de su anillo y pida un deseo.

Una hada, Sarita, una hada. Aunque suela asesinar. Una hada.

1 comentario:

limbocolectivo dijo...

la libertad de las hadas a veces duele.