viernes, 29 de junio de 2007

azules ( h. al l. azul. 22)


¡Triste del que espera
lo que ya pasó!
Emilio Carrere
Y me acordé, mientras él se alimenta de los Kaiser Chiefs en el ordenador. Yo finjo leer, pero me he perdido encontrándole sentido a su mirada de fregasuelos. Pienso en ese color... Claro, fue a los trece. El primer amor. Me vi con las dos coletas debajo de la gorra para atrás, el overol de mezclilla y los tenis rojos. Esperába todos los días a que fueran las seis de la tarde y él saliera de su curso de verano. Entonces yo fingía un encuentro casual en casa de su abuela o de su prima. Una vez, esperándolo, abrí todos los álbums de la familia. Encontré una foto gigante de él. De esas de estudio. Me sudaron las manos y, corriendo, la metí en la mochila. Éran las ventajas de cargar siempre con mi "cruz". Creo que tambíen yo le gustaba. Peleábamos todo el día.
Reí en voz alta.
- ¿Qué piensas?
- Tonterías. Pon a los Doors
- Nunca me han gustado. Bueno sí, pero me cansaron.
Puso Air y volvió a perderse en la pantalla.
Una vez en la camioneta " tu eres la mujer de acero, de a cero centímetros". Recuerdo que me ardí. Así que llegando a la fiesta bailé con todos y a él ni le hablé. Aprendí todos sus juegos. Estaba encantada con sus chistes, y para que no se diera cuenta, siempre "duh". Sin parar de pinchánrnos. Cuando acabó su campamento, en la fiesta, bailamos toda la noche. Me dio la mano. Imaginé nuestra boda.
- Entonces. ¿ vas al show?
- No lo sé. Luego los reencuentros...
- Como quieras... ¡necesito fumar!
Realmente no me habla a mi. Hablará en voz alta de vez en cuando para sentir que esta con alguien. O porque creerá que estoy aburrida. Nunca sé lo que piensa.
Su nombre A... y abro la boca como si fuera a pronunciarlo. Es que a los trece se me llenaban los labios cada vez que hablaba de él. Eran los tiempos de las mariposas, las burbújas y el sudor de las manos. Y cuando veíamos pelícuas, los ocho, yo siempre a su lado. A veces su brazo rozaba el mío. Yo volteaba a ver a mi mejor amiga para que se diera cuenta de lo que habìa pasado. Entonces toda la noche hablábamos de que "casi me tocó". El tonteo duró un año, las vacaciones de la pubertad. Después se enamoró de mi mejor amiga. Lloré dos semanas. Mi hermana decía " es que eres muy machorra, eso les cansa a los hombres". Mi abuela lo mismo. " intenta pararte como niña". Preferí que se fuera con mi mejor amiga. Estuve un año imaginando que se arrepentiría, que iba a volver, a venir, a darse cuenta de que era yo. Dije que me había roto el corazón.
Ya me aburrí. Quiero ver el sol. Pero él sigue en el ordenador. No me ve. Voy al espejo. Miro el escote del vestido y los tacones. Estoy bonita.
-¿quieres escuchar el noticiero?
- no me gustan. ¿para qué?
Todavía tengo su foto. Le brillan los ojos. No sé qué ha sido de él... Miento si sé pero prefiero hacerme la que no y sólo recordarlo a los trece.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Peor que caminar solo y miserable por Ginebra es tener a alguien a nuestro lado y hacer que esta persona se sienta como si no tuviese la menor importancia en nuestra vida.
Paulo Coelho

si, quièn lo dirìa yo leyendo a coelho mas que opciòn le dejan a uno si la mayorìa de mis conocidos hacen referencia a èl.