miércoles, 6 de junio de 2007

Mi exnovio es un latin king! ( homenaje al librito azul 2)

Un pez solo en su pecera se entristece

y entonces basta ponerle un espejo

y el pez vuelve a estar contento.

Cortázar


Sería hace cinco o seis años cuando salía con Jaimito. Lo había conocido en la biblioteca de la facultad. Los dos estudiábamos química y pasábamos las tardes sentados el úno frente al otro. Yo siempre estaba con Laurita, a la cual, no le gustaban nada las miradas que Jaimito me echaba. Lo tachaba de ñoño, con el cabello engominado para atrás y las gafas de cristales sin armazón. Los pantalones Dockers hasta la cintura y zapatos azul marino. Todos los días los mismos zapatos. Laurita solía decir que un chico que usa siempre los mismos zapatos tendría que ser muy aburrido en la cama. Yo tampoco estaba muy cerca de ser una chica Bershka. En ese entonces la ropa noventera de mi hermana, a diferencia del resto de mis amigas, me parecía lo más cómodo y accesible. Más que nada no me comía la cabeza pensando en qué modelito iba a utilizar cada día.

Volviendo a Jaimito; un día coincidimos al querer cojer el mismo libro y de ahí en adelante estuvimos juntos. No nos despegábamos ni un instante. Pasábamos las tardes en la biblioteca sin poder parar de besarnos. Creo que a Laurita le icomodaba un poco. Pero no podíamos parar. Era mi primer novio, yo era su primer novia. A los primeros novios no se les puede dejar de besar. Por ley su boca se vuelve adictiva.

Pasamos de la boca a otras partes del cuerpo, y bueno, en aquella época yo era una admiradora de Sade. Filosofía de Tocador me había dejado repleta de curiosidades. Y ¿porqué no? las practicaba con Jaimito. A él también parecía gustarle, le gustaba mucho vamos. Yo leía a Sade y él La reina de los condenados. Las noches juntos eran intensas. Duramos un año juntos. Jaimito era mi alma gemela.

A mi padre le ofrecieron un trabajo en Finlandia y tuvimos que mudarnos. La tarde de la despedida de Jaimito estuvimos seis horas analizando las obras de Escher, haciendo paralelismos entre sus cuadros y la bifurcación que ahora tomaba nuestra vida. Prometió escribirme todos los días y dijo que jamás podría sustituirme. A los chicos les encanta decir eso. Creo que Laurita también lo pasó mal cuando me fui.


Durante mi estancia en Finlandia Jaimito me escribía diario, como lo prometió. Con el tiempo empecé a notarlo un poco enfadado, no conmigo, con la vida en general. Yo sabía que era una etapa. Todos nos enfadamos con la vida, todos perdemos tiempo haciéndolo porque topamos con pared. El enfado o se disipa o se convierte en indiferencia, y con el tiempo se olvida. Estuve en Finlandia tres años. Los primeros dos años mis dos pies seguían en Madrid, con Jaimito. Odiaba Finlandia, los finlandeses y los estúpidos viajes familiares.

Pasado un tiempo conocí al profesor Huerta. Era mi maestro. Al saber mis tendencias sádicas, se enamoró de mí. O eso dijo. Estuve con él unos meses, me aburría, quería volver con Jaimito. Hablé con mis padres y les dije que me regresaría a Madrid en cuánto acabara el semestre. Quise sorprender a Jaimito. Un mes antes de regresar me escribió diciendo que lo mejor sería que lo dejáramos, que él había cambiado mucho y que ya no sabía si quería estar conmigo. No me rompió el corazón. A veces pasas mucho tiempo esperándo algo, conviertes ese algo en tu motor y resulta que cuando te das cuenta que ese algo no va a llegar ya te lo esperabas.

Cuando volví a Madrid me mudé a Alcorcón. Laurita estaba viviendo allí y necesitaba una compañera de piso. Mis padres no querían que me fuera allí. En el noticiero no dejaban de bombardear con historias sobre peleas entre "latin kings" y grupos españoles en esa zona. Yo no hice caso. Los noticieros siempre mienten.

Una noche al bajar al chino a comprar un par de cervezas escuché una detonación. Ni cuenta me di en qué momento pero el coche de la esquina estaba en llamas. Al momento salían corriendo una banda de los que llaman "latin kings". No supe que hacer, me dio miedo. Quedé inmóvil frente a la puerta del chino. Los hombres estos venían corriendo en dirección a la que yo estaba. Cinco segundos estática y fui arrollada. Uno de ellos se tropezó conmigo. Escuché "Venga Jimy tenemos que pirarnos". Y cuando vi al sujeto que me había tirado. No podía creerlo. Trenzas por todo el pelo, vaqueros con la cremallera en las rodillas, cadenas plateadas, doradas, calaveras. Y la cara... ¡era Jaimito! Me acojoné, salí corriendo y no paré hasta llegar al piso.

Laurita estaba esperándome en la cama,se ahogaba en carcajadas cuando se lo contaba. Estuvimos un rato asomadas por la ventana viéndo el lío que se armaba. Era incréible. No sé si él me reconoció. Esa noche nos quedamos charlando sin poder dormir. Laurita me confesó su amor. Ahora estoy con ella, y somos una pareja perfecta.

Todos somos elementos intercambiables. Y como siempre la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Aunque Jaimito odiara esa frase.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

italianos, matemáticos, compañeros de piso de matemáticos, técnicos de sonido q se creen q pueden hacer radiografias, cordobeses q no están a la altura... solo nos falta un latin king! Me encanto, con cada texto me sorprendes, ya estoy esperando el siguiente

Pach dijo...

verdaderamente me fascina tu forma de redactar cada frase , palabra ... bien por ti que seas de esas personas alas que aman leer y escribir.. tomare en cuenta tu comenatario hada hasa pronto cuidatee