martes, 5 de junio de 2007

Así serán los días ( homenaje al librito azul 1)


El amor es la gran desilución de todo lo demás.
Amor es incluso la desilución de lo que se pensaba que era amor.
Clarise Lispector.
Ring... ring..
-¿Diga?
-Cariño sólo llamo para decirte que te amo y que soy el hombre más feliz del mundo a tu lado.
-Yo tambien, suerte en el trabajo.
- Hay que joderse. Treinta años sin tener un sueño húmedo y justo el día en el que Antonio Banderas visita mi inconsciente, éste me despierta para decirme que me ama. Así ya no hay quién se duerma.
Graciela cuelga el teléfono. Se levanta de la cama con su bata blanca de floresitas rosas y el tubo en el cabello con el que duerme todas las noches.
Desnuda frente al espejo se unta la nueva crema para el vientre plano. Aprieta las bendas para la piel de naranja y se pega bien el parche contra la celulitis. Comienza a hacerse la limpieza matutina de cara mientras recuerda su sueño. Piensa en Antonio Banderas semi desnudo y los pelos del brazo se le ponen de punta. Se pesa en la báscula.
Ocho kilos menos. Impresionante lo que pueden hacer los productos farmacéuticos hoy en día. Andres estará ahora llegando al trabajo, y como cada año de aniversario llamando a la florería. A las diez y media en punto llegará un ramo de tulipanes blancos con una margarita rosa al centro. Quinceaba vez. A las dos menos cuarto la recojerá, irán al Flor de loto, dónde fue su primera cita y planearán su próximo viaje a Barcelona. La mente de Graciela vuelve a Banderas desabrochándole el sujetador y esboza una sonrisa, se mira en el espejo y desconocé ese gesto. ¿Hace cuánto que no veía esa sonrisa? Ni siquiera estaba segura si la había visto antes. Y es que a veces pasa. Que pasan los días y las noches y los gestos se esfuman, las sensaciones se monopolizan y el rubor en las mejillas es sustituído por el maquillaje. Sacude los malos pensamientos con la brocha de chapas.
Andres llega a la oficina. Su escritorio esta lleno de papeles. Hoy tampoco llegó su secretaria. Llamará él a la florería. No sabe si le dará tiempo de llegar a las dos menos cuarto. Son demasiados papeles. Menos mal que esta noche hay póker. Martes de póker y Graciela sabe que él necesita cada noche del martes para recargar pilas. Y lo entiende. Recuerda a Graciela con el vestido de manta, el cabello lleno de flores llegandole a la cintura. Y en el momento del bals. Cuando se puso las alas. Graciela. ¿Dónde estará esa Graciela? ¿Y Andrés? Andrés el de la barba sin rasurar, las gafas de armasón negro, su flequillo de lado y el morral con su estrella. Tampoco sabe dónde quedó.
En el Flor de loto los atienden con el cariño de siempre (bimbo) y dos copas de vino dulce de parte de la casa. Andrés habla de todo el trabajo que hay en la oficina. Graciela se ofrece a ayudarle. Él no gracias y ella no insistió. Mucho silencio.Natilla y helado de postre.
Por la noche, Graciela frente al espejo. Hoy no quiere quitarse el maquillaje. Andrés está en el pókar. Esta tarde Graciela encontró el remake de una película francesa de los 60's y recordó aquella tarde en la videoteca de la ciudad. Con Andrés y el morral de Andrés repleto de marihuana. Cuántas ganas de un porro.
Ring.. ring.
- ¿Diga?
-Graciela, he vuelto a perder en el póker. No puedo volver a hacerlo, no quiero volver a perder...me.. me voy de casa.
- Lo entiendo. Haz lo que puedas hacer. Han sido buenos años.
Graciela cuelga el teléfono. Se quita el vestido. Siente una... ¿alegría?... Abre el closet, saca unos vaqueros con la A encerrada en el círculo. Sacude el polvo de la chaqueta de cuero marrón. Se suelta el cabello y sale corriendo de casa. Contenta. muy contenta. Ligera.
Andrés regresa a la mesa de juego y... después de quince años... vuelve a ganar.

1 comentario:

pepe dijo...

¿y Calígula? Sé que no es porque cada vez te quiero más, tú tranquila.