domingo, 10 de febrero de 2008

La fallida historia de un posible amor


Unos gritan !Ámame!,
los otros ¡No me ames!
Pero cierta clase de hombres,
la más desdichada,dice:
¡No me ames, pero permanéceme fiel!
Camus.
Parte V
Comenzaré esta quinta y última parte de la historia anunciando que ya, para mi, como autor es inecesario del todo escribir la primera. La dejo a vuestra imaginación, confiando en vuestras capacidades lógicas y subsecuentes. Podrán verlo como una escapatoria, una tangente, una manera rápida de acabar con esto. Puede ser, también a veces pasa que te cansas de la historia y las voces te piden a gritos comenzar una nueva. También cabe la posibilidad de mi pánico a la extensión.
Después de la deprimente mañana en la que Ramona terminó abrazada a una máquina de café, se hizo de tarde y Junco la buscó, para que lo escuchase. Junco descargó la mente y el corazón, hablandole de todo menos de ella pero todo hablaba de ella. No se sabe si Junco halla sido consciente de eso. Ramona escuchó atenta, de morado y con los hombros expuestos a ser acuchillados, fue amiga y confidente. Dijo lo que tenía que decir o lo que ella creía que se dice cuando las cosas no se tratan de ti.
Junco, haciéndo uso de los consejos de Ramona, partió a seguir su vida, su vida sin Ramona, aunque se fueran a ver, pero esa tarde algo comenzó a arderle en el estómago, las lágrimas de las que no eran Ramona, porque no pensaba que Ramona fuera mujer. Solitario y cabisbajo se arrojó a los brazos de la noche entre bares. Se veía solitario, pero estaba acompañado.
Vino la noche y, eran tantas las figuras asimétricas que pesaban en Ramona, las figuras que llevaba en las manos y en los brazos y no sabía cómo quitárselas de encima, que se dedicó a tomar, no a tomar por tomar, a tomar para acabar ahogada y no pensar. Se ahogó y cuando la noche llegaba a su final Ramona estaba tirada en una cama, con el rimel en las mejillas y hasta las orejas mojadas de tanto llanto. Ramona vomitó.
Habiéndo pasado esto despertó angustiada. A las seis de la mañana fue a la cocina por un vaso con agua y a oscuras en la mesa dijo "Estoy enamorada".
Las siguientes noches las pasaron juntos, juntos de hablar y de beber, a veces de dormir, pero nada más. Poco a poco en el aire se fue haciéndo más latente el amor que estaba de vacaciones en Ramona y el deseo o sus fantasmas asaltaron a Junco por las noches y las mañanas, antes de ducharse.
Es de noche Junco y Ramona están divididos por una mesa, 4 litronas vacías, una botella de vodka y una de güsqui. Están preocupados, lo esconden detrás de risas. Ya saben que algo va a pasar. Así fue. El alcohol fue carburante y explotó la maquina. Se asinceraron de palabra y el cuerpo, por fin, aflojó acercándose el uno al otro hasta penetrarse mutuamente. Por segundos.
Lamentablemente esta historia no acaba como una buena historia de amor. El mismo título lo dice. La penetración puede marcar dos tipos de rumbo. En esta historia...
Ramona despertó, después de esa gran explosión, la cama estaba vacía. La primer punzada de la mañana fue triste. Buscó a Junco, en la cama, en el salón, en la calle y cuando volvió a casa por la noche lo encontró. Junco estaba en un diario antiguo, unas páginas mal hechas. Así que haciéndo memoria, rebuscando en hojas y en sentimientos no encontró amor. Encontró sentimientos de los dieciseis y decidida dejó de estar leyendo sus diarios antiguos. Para volver a dormir.
Junco yace entre páginas pasadas viviendo y volviendo a vivir la misma historia una y otra vez hasta que se cansa y vuelve a empezar. Sigue siendo solitario y exesivamente amigable. Cada vez es otra Ramona que en el fondo es la misma. Mujeres lagartija.