viernes, 8 de febrero de 2008

La fallida historia de un posible amor



La fe comienza justo donde acaba la razón
Kierkegaard.


Parte IV

En su habitación Ramona pasó mal la noche. Una, otra y otra vuelta a la cama. Entre sueños está Junco. Sueña que no está y que está a su lado. En sueños, sólo en sueños, es incapaz de llevarse bien con la mediocridad. Los separa un muro. Se despiden de pequeñas cosas, dicen que se despiden. Suena el despertador y Ramona se levanta sin pensarlo dos veces. Lleva toda la noche esperándo que llegue la mañana. Junco sigue sudando bajo la colcha, escucha que Ramona cierra la puerta, la escucha soñando.

Ramona ha amanecido agotada y un poco rabiosa. No ha querido dar adjetivos a sus sentimientos. No los dará. Está sorprendida de su propio desliz sentimental. Le hubiera gustado no haber pasado por ahí. No ahora. Pasa toda la mañana quitándose el carmin de los labios, llena de pensamientos negativos hacia Junco. Intenta distraerse en el río y en la ventana y en La Gaviota. Sigue enfadada, agobiada. ¡Maldito río se mueve tan lentamente!

Puede estar enfadada con:
1.- Junco, por no haber dicho nada la noche anterior y tanta verborrea laceránte.
2.- Con ella por no haber exigido una respuesta. (quizá no la quería)
3.- El cosmos arrogante que sólo se mueve en espirales sin sentido.
4.- Esta mañana al tomar el café encontró un pedazo de trapeador al fondo de la taza.
5.- ¡La gaviota es estúpida y está perdiendo su vida por un hombre! (Chéjov es un tocapelotas)

Junco se ha levantado con el sonido de un mensaje en el móvil. Su habitación huele a encerrado. A Noches de sueños estúpidos y absorbentes. Al sudor de su cabello en las sábanas. Su habitación huele a saturado. Con los ojos hinchados gira la llave de la ducha. El espejo está empañado y Junco sigue mirándo su reflejo. A ver si encuentra algo.

La mañana ha avanzado. Ramona ha estado descargando energía en lecturas a voz aguda. El de al lado le ha acariciado la oreja. Mira su móvil. Es Junco. Ramona no contesta, ni una ni dos ni tres veces. Finge estar ocupada, que de verdad lo está pero no está pensando en sus ocupaciones. Aplaza lo inaplazable. Ramona entiende a Junco, sabe que tiene que entenderlo, aún así no puede evitar sentirse furiosa. No contesta el móvil, ni los mensajes y espera no volver a escuchar su voz dentro de mucho tiempo. Pobre Ramona, la escuchará esta tarde, aunque ella no quiera.
Ramona! marchate, corre, sal, estás a tiempo.

Junco, acompañado. Junco nunca está solo, bueno físicamente hablando. La gente está con él, pero él no siempre está con la gente. Ramona no contestó, Junco no se preocupa, sabe cómo es Ramona. Ramona siempre ocupada, Ramona siempre con gente, Ramona... y pensando en su nombre mueve los labios en forma de beso a su acompañante.
Junco ¿con quién estás?

Ramona mira el reloj. Hora de que Junco esté acompañado. Y, quién sabe por qué, abraza la máquina de café. Alguién se ríe por detrás.



3 comentarios:

limbocolectivo dijo...

el Límite del enfado parece ser una ocasión donde ambos se puedan ver a la cara y con decir "Lo siento de verdad" se arreglarían las cosas.
Pero ¿Que es lo que sienten?

hada asesina dijo...

limbo, todo menos enfado del uno hacia al otro, aunque en un principio eso parezca

limbocolectivo dijo...

No tratándose de enfado entonces puede ser demasiado amor contenido o demasiadas equivocaciones; pero bueno son solo especulaciones, dicen.