jueves, 5 de julio de 2007

con las alas entre las patas ( h. al l.a 27)


A veces, en un ímpetu te vuelves irritado
y tu violencia aplastada y tu coraje hiere,
y en otras, lacrimosa, suplica tu mirada
con el dolor de un alma que de dolor remuere
Francisco Villaespa.
Ayer. Con la danza funeraria de Bjork y Tom York en los oídos. La primer estrella. Tuve que detenerme a mirarla. Falta de deseos por pedir. Incapaz de hacerlos. Antes del cruce. La miré detenidamente, no le sostuve la mirada. Me preguntó ¿porqué? y no tuve respuesta para ella.
Lo que tuve fue una pequeña lluvia de gotitas heladas dentro del cuerpo y el escalofrío de la canción. Una regresión.
Era domingo. Curioso que todavía no odie los domingos. Me dieron la noticia por teléfono. Mis piernas no aguantaron la noticia. Fuerte en el estómago y caí hacia adelante. De boca contra el suelo. Tenían razón los maestros de teatro, ahí llega el dolor y las piernas no lo saben sostener. Estallé en lágrimas sin saber bien de dónde venían. Así quince horas hasta llegar al otro lado del océano. Recuerdo que la gente me hablaba. Veía sus bocas moverse, sentía y no sentía los abrazos. Escuchaba sus condolencias y sus "aqui estoy", "quiero estar contigo" " lo que necesites...". No encotraba sentido a tantas frases. ¿Qué necesito? pues... !que reviva!... era sólo una idea. No sé dónde estaba mi cabeza, ni mi corazón. Si es que algún día he sabido dónde están. Filas y filas de abrazos y yo sin poder parar de llorar. Todos con su luto y sus caras de funeral. Me llevaron a una pared, de mármol. "ahí está" . ¿Quién? ¿desde cuando? ¿en qué momento se transformó en un cuadro de mármol?
La primer semana no terminas de entender. Lloras, pero no sabes muy bien el porqué de la fuga de tus ojos. Primero fue la confusión, era tan grande que tenía que dormir abrazada al brazo de mi sobrino. Todas las noches. Él me consolaba con caricias en el cabello.
Estás y no estás. Estás porque si, porque todavía despiertas y huele a desayuno y a cama de mamá. Solo querer estar en la cama, acompañada, de quien sea. Sin tener que tomar decisiones.
Vino otra semana. Me sentí más sola que nunca. Aunque estaba rodeada de gente. No me faltó la amiga con la guitarra, ni la del oído , ni el amigo que invitó la cervezas, ni siquiera el amigo que se enamora de tu tristeza... o de algo de ti. Y que se enamoren de ti en un momento como ese, en el que sólo eres un títere llorón y ausente, pues tiene mérito... me distraigo...
Huí, para estar realmente sola y ver hasta dónde era capaz. Entonces estar sola. Sola de verdad, o bueno algo así. Te descubres, descubres a todos tus demonios y al verte te aterrorizas ante el monstruo que eres. Que somos. El dolor es inmenso, nada comparado con lo demás. Ni siquiera con los meses de terror al viejo que me golpeó, ni con la tristeza de los desamores, ni con la desilución... de la gente... del mundo... de la casa de mármol que pensabas era de seda. Por eso, tal vez todo te da igual. Rompía a llorar en todo momento. A media clase, en el metro, en el autobús, andando en las calles. Y a veces en la banqueta afuera de casa. Abrazándome las piernas para frenar el temblor del estómago. El dolor del cuerpo, de todo el cuerpo. Lo impresionante era lograrlo sin que lo notaran. Para eso se hace actriz uno. No se puede vivir para eso. Quizá para eso se tenga que vivir. Pierdes la fe en todo, en todos. Ahí, desde arriba, desde el umbral del dolor la humanidad te parece una masa tan desagradable, asquerosa, sin sentido. Todo sin sentido. Nunca vuelves a ser el mismo. Digan lo que digan. Una vez que entendiste a Nietzche no se vuelve atrás, aunque Cohelo esté de intenso.
Se te desintegra una parte. Se hace un hueco tan grande que a veces él mismo te despierta.
- ¿te imaginas despertar llorando?
No me lo imaginaba, lo hacía todos los días.
Sola, sin arrastrar a nadie a tu dolor, aunque a veces te mueras de ganas. Los buenos, los verdaderos, no se van, por más que intentes desecharlos. Pero tampoco están. Alguna vez escribí "quisiera abrazar tu dolor". Que imposibilidad la del ser humano. Te acercas por estar condenado.
Las cosas nunca vuelven a ser vistas como la primera vez. Por eso el descanso de reflexiones asuncionistas. Por eso la evasión.
- que tu capacidad de amar se haya reducido a esto....
Ya, lo sé. Lo entiendo. Todo se reduce con el tiempo. Sólo el dolor perdura, ¿no dicen eso los escritores?
Después de tanto dolor, de tanto llorar en el metro. Llegas al limbo de las emociones. Ya no sientes, no padeces, no te esfuerzas. Por eso me burlo de las historias de amor, será por su vulgaridad. Me río sobre los debates de las clases y de los autores. Ante la arrogancia de los intelectuales y la vanidad de los actores. Dejan de lastimarte, no es por orgullo, es porque da igual. Lo siento por el "amigo" que perdí al colgarle el teléfono, pero la verdad no me hace falta. Va a ser que al final sí soy Rosario Tijeras...con la pena.
Prescindes del ser humano y de sus estupideces. Luego te unes a él y adoras a Baco por las noches. Te pierdes en el furor de las ménades. Para adorar algo que te persuada del dolor. Hasta que llega la noche y la estrella, que es ella ¿por qué? . En el verde, aferrada al barandal te rompes de nuevo. Después de tanto tiempo de arrogancia. Otravez tiembla el vientre y los ojos, y las pestañas y los dedos. Y en el autobús no hay lugar. Otra vez en el hueco entre asiento y barra. Berreas, lloras y me troncho teníendo que sostenerme de la barra amarilla para no caerme. No importa que los pasajeros me vean, tanto. No me conocen. Pronto llegaré a casa, pondré The Coral dos calles antes y la sonrisa volverá en el baile de los pies y la cabeza. Entraré sonriendo y hablando de lo pesados que han sido los clientes y de las cosas que hablan los humanos... con las alas entre las patas... Por eso ahora un "no sé" me resulta la respuesta más sincera. Por eso ahora puedo escribir sobre eso, aunque sea con las alas entre las patas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El apoyo incondicional de quienes te amamos siempre se encuentra latente. Conociendo a la gran mujer que hay dentro de ese pequeño cuerpo.
Un poco de luz encontrada en medio de la travesía del dolor. Animo!! te quiero

Anónimo dijo...

Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.

The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good.

W.H. Auden

Unknown dijo...

Recuerdo que una tarde, resguardándome bajo el mismo amparo y de la misma lluvia que nos mojará dentro de nueve meses y once días, leí algo que me agitó dentro y que hoy ha resurgido al leer tus palabras de hace nueve meses y once días.

Traduzco del italiano:

"La única persona que realmente me ha enseñado algo, un viejo llamado Darrell, decía siempre que hay tres tipos de hombres: aquellos que viven frente al mar, aquellos que se adentran en el mar, y aquellos que del mar consiguen volver, vivos. Y decía: verás la sorpresa cuando descubras quiénes son los más felices. [...] Ahora estoy ahí abajo, en lo más profundo del vientre del mar. [...] No me equivocaba, allá en la orilla, en aquellos inviernos, al pensar que aquí estaba la verdad. He tardado años en descender hasta el fondo del vientre del mar: pero lo que buscaba, lo he encontrado. Las cosas verdaderas. Incluso la más insoportable y atrozmente verdadera de todas. Es un espejo, este mar. Aquí, en su vientre, me he visto a mí mismo. He visto de veras. [...] Darrell, él era uno de aquellos que habían vuelto. Había visto el vientre del mar, había estado aquí, pero había vuelto. Era un hombre querido por el Cielo, decía la gente. [...] Días y días en el vientre del mar. Y después volvió. Por eso la gente decía: Darrell es sabio, Darrell ha visto, Darrell sabe. [...] Pero del vientre del mar él nunca me dijo nada. No tenía ganas de hablar de eso. Ni siquiera le gustaba que la gente lo considerara inteligente y sabio. [...] Sobretodo no soportaba que alguien dijera que él se había salvado. No podía oír esa palabra: salvado. Bajaba la cabeza, y entrecerraba los ojos, de una forma que era imposible olvidar. Le miraba, en esos momentos, y no conseguía dar un nombre a lo que leía en su cara, y que, ya sabía, era su secreto. He rozado ese nombre mil veces. Aquí, en esta balsa, en el vientre del mar, yo lo he encontrado. Y ahora sé que Darrell era un hombre inteligente y sabio. Un hombre que había visto. Pero, antes que nada, y en lo profundo de cada uno de sus instantes, él era un hombre -inconsolable. Esto es lo que me ha enseñado el vientre de mar. Que quien ha visto la verdad será siempre inconsolable. Y aquel que realmente está a salvo es sólo aquel que no ha estado jamás en peligro. [...] Hay un gran silencio sobre la balsa".