miércoles, 12 de marzo de 2008

h.al lazul

A mi peliroja, al compañero de tardes,
a los que han andado estos dias entre mi casa y la suya
hablando de esto y aquello para no llegar a LA CASA.
Lo finito es lo infinito,
y lo infinito es lo finito:
El presente es la eternidad.
Henri brunel.
Será la época. Otra vez la traición de la luna en transición a primavera. Amanecen los calendarios y resulta que todos, o varios, nos sentimos igual. Esta necesidad de saber qué somos y porqué. Sentir que nos volvemos mayores y no nos volvemos más. Sólo mayores. Que se nos escapan las horas y los años preguntándonos qué va a pasar mañana y qué está pasando hoy. La duda sobre lo hecho, sobre lo vivido. Sobre los caminos que se van recorriendo, a veces cruzando. Sin saber si era nuestra intención hacerlo, correr caminos desandados. Las ganas de ser héroes de alguna historia. Esa sensación rancia de ser un pepinillo a media carretera. De lo que no hemos vivido, de lo que ya no vivimos. De ser mayores con veintitantos. Pararte un segundo a pensar para qué todo esto. Y son uno, dos y tres los días que si lo analizas no tienen sentido. Aunque todos los días sean diferentes y cada día aprendas algo nuevo. Que es cansado estar continuame a la espera de algo. Y pensar, aveces, que ese algo no existe. Pensar que Beckett viene a clavarnos astillas en la cabeza y en la yugular. Que hoy es hoy y tenemos que esperar a ver si mañana es de verdad mañana, que nunca son los mismos dias pero como a veces nos parecen eternamente largos. Tambien se entiende que quisieramos perdernos entre los cabellos y las piernas de alguien. Después viene la resaca del saber que después de los cabellos sigue habiendo sequedad debajo de la lengua. Ni ganas de llorar, ni ganas de reír. Levantarse porque la alarma del reloj suena y hay algo que tienes que hacer. De todas maneras lo haces por hacer, porque por alguna razón, nadie sabe cual, no debemos venirnos para abajo. Mantener la frente en alto y amarrarnos los ovarios o los organos que cada quien tenga. Es un grito desesperado, una tierra llena de intenciones impotentes. Capacidades mutadas por el dia a dia y la monotonía inesperada del despertar. Si las desiciones tienen algún sentido me gusaría estrellarlas en la pared y salpicarme del resto de los que no fueron angeles. Revolucionar el esquema preestablecido es incoherente porque siempre vendrá otro esquema que al final nos aburra. Nos burbujea el estómago con estos vacios y sinsentidos tan profuntos y aterradores que preferimos no escucharlos. Hasta levantarse otro día y escuchar las noticias, luego la musica, luego los libros y las conversaciones inútiles. Para no escuchar en el silencio nuestras dudas y la necesidad de aspirarnos.

2 comentarios:

limbocolectivo dijo...

Lo mejor que se puede hacer en estos casos es invocar al Diablo. Si no aparece al menos te entretuviste.

Anónimo dijo...

Así son las noches. Pero duele tener que ver al tiempo esfumarse. Estado de crisis elemental.